Por: Gustavo E. Ramírez Carrasco (@gustavorami_)
La figura de Glauber Rocha es inabarcable para el panorama cultural de Brasil. Poseedor de una visión propia del arte y específicamente del cine como motor de expresión en el terreno de la identidad política y cultural de Latinoamérica, Rocha fue la efigie moral del Cinema Novo, una corriente cinematográfica que al lado de la Tropicalía –movimiento artístico contracultural enfocado a la música, el teatro y la poesía– buscaba reflejar las raíces más profundas del pueblo brasileño y enfrentar así las contradicciones históricas que lo llevan a la desigualdad.
Nació en Vitória da Conquista, una pequeña localidad ubicada al sur del estado de Bahía, pero a los nueve años se trasladó con su familia a San Salvador, la capital, de donde durante los años 60 emergerían algunas de las figuras clave de la revolución cultural de Brasil. Glauber se volvió asiduo de los cine clubes de Bahía; ahí conoció la obra de los clásicos soviéticos, la vanguardia francesa y el neorrealismo italiano, corrientes que influenciarían el estilo de sus primeras películas. A los 16 años, trabajando como periodista independiente para varios periódicos y revistas locales, se inició en la crítica cinematográfica, y en 1959, incursionó en la realización con un primer cortometraje, Pátio, un ejercicio experimental de 12 minutos de duración en el que algunas de sus inquietudes formales ya se encontraban plasmadas.
Al mismo tiempo radical y mística, la visión política, elemento fundamental de la obra de Glauber Rocha –en total 17 películas–, se encuentra presente desde Barravento, su primer largometraje, con el que ganó el premio a mejor opera prima en el festival checoslovaco de Karlovy Vary y se extiende hasta La edad del sol, la última cinta que dirigió antes de morir de manera prematura. Impregnada de surrealismo, teatralidad, misticismo y estridencia poética, su obra tiene su punto culminante en los filmes Dios y el diablo en la tierra del sol, Tierra en trance y Antonio das Mortes (que en 1969 le valió el premio a Mejor Director en el Festival de Cannes), películas que abordan la situación política y cultural de Brasil a través de la metáfora y la revisión histórica con ficción.
El trabajo teórico de Rocha, junto con su obra cinematográfica en un solo manifiesto sobre el arte y su relación con la lucha política, encuentra en el texto Estétyka del hambre (que se puede leer en el número 0 de Revista Icónica), publicado en 1965, su dimensión más representativa. En oposición a la estética fácilmente digerible del cine norteamericano y sus imitaciones, en el ensayo, el director clama por el surgimiento de una estética local movida por las carencias y la necesidad de sobreponerse a ellas a través de la subversión y el autoconocimiento.
Del 19 al 26 de julio, en la Cineteca Nacional se lleva a cabo la retrospectiva de este gigante del cine internacional. Para mayores informes sobre horarios o sinopsis de los filmes programados revisa acá.
Gustavo E. Ramírez Carrasco es antropólogo, trabaja en distintos proyectos para la Cineteca Nacional.
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