Cuando conocí a la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA), por ahí de 1995, era una organización prácticamente de hombres. En sus actividades, reuniones o asambleas era mínima la participación de mujeres. Con el tiempo, fui notando cómo cada vez la presencia femenina era mayor en todas sus actividades. Pero no era una presencia aislada, o en segundo plano, como suele suceder en otras organizaciones campesinas o indígenas en donde también ha aumentado la presencia femenina pero las mujeres suelen estar aparte; en donde cuando hacen asambleas se forma una mesa de mujeres para tratar los temas supuestamente de mujeres (que suelen ser salud, violencia intrafamiliar y derechos de las mujeres) y el resto de los temas los discuten los hombres. En este caso, la participación de las mujeres fue aumentando en todas las actividades y en todos los temas y, por otro lado, los hombres comenzaron a participar también en los temas relacionados con las mujeres.
En la última reunión regional a la que me invitaron, había prácticamente igual número de hombres que de mujeres, divididos al parejo en las distintas mesas de trabajo y participando por igual. Y actualmente hay dos mujeres en la comisión ejecutiva nacional y en casi todas las comisiones estatales por lo menos una.
Creo que lo anterior es producto de todo un proceso, por un lado, de lucha y organización de las mujeres y por otro, de toma de conciencia de los hombres de la importancia de la presencia del sector femenino, que ha hecho que apoyen sus procesos y su participación.
Las mujeres de UNORCA comenzaron a organizarse desde finales de la década de los 80 y en 1991 crearon el Programa de la Mujer Campesina. Desde entonces fue creciendo su participación en la organización, al mismo tiempo que han tenido sus propios procesos organizativos que funcionan de manera paralela, pero a la vez integrada a la UNORCA.
A finales de 2009 formaron la Unión Nacional de Mujeres Indígenas y Campesinas (UNMIC). En esas fechas entrevisté a Susana Nava Jaramillo, presidenta de la organización y me comentó que si bien las mujeres siempre habían participado en las diversas actividades y luchas de la UNORCA, habían decidido crear una instancia propia para tener un espacio específico donde abordar temas propios de su género, así como otros temas que las afectan de forma diferente que a los hombres -por ejemplo el de la migración- pues generalmente ellos se van y ellas se quedan con doble responsabilidad dentro de la familia.
Actualmente están realizando un seminario de formación de lideresas en el que los temas principales son la soberanía alimentaria y los derechos de las mujeres, y tratan también cuestiones como medio ambiente y desarrollo sustentable, la creación de granjas ecológicas integrales y su participación en puestos de elección popular. El objetivo que tienen es capacitar a dos mil mujeres con un sistema en el que se da una formación en la Ciudad de México a 25 de distintos estados del país y cada una de ellas tiene el compromiso de instruir a 80 compañeras de su región.
También están trabajando en la campaña denominada “Basta de violencia contra las mujeres”, promovida por la organización internacional Vía Campesina (de la que UNORCA forma parte). Como actividades de esta campaña, entre otras, realizan talleres en las comunidades y difunden información mediante diversos materiales escritos.
Platicando en estos días con Susana Nava, que continúa al frente de la organización, y con Liliana Castro, tesorera de la misma, me comentaban que el trabajo de la campaña mencionada en las comunidades es complicado, pues a los hombres no les gusta que le hablen de eso a las mujeres. Pero para las compañeras es muy importante, pues “en el medio rural generalmente desconocen sus derechos y dejan de ser derechos si no se ejercen”. Pero una vez que los conocen, “ya no se dejan”. También me comentaban que el tema de la violencia está ya en la agenda de los foros regionales de la UNORCA. “Nos interesa el bienestar de todos, no solamente de las mujeres. Buscamos equidad, caminar juntos, ni uno ni una atrás, ni uno ni una adelante”, y por lo mismo, trabajan no solamente el tema de la mujer, sino todos los temas de la agenda de UNORCA y de Vía Campesina y, al mismo tiempo, el tema de las mujeres se ha incorporado a la agenda general de la organización.
Me parece que todo esto es sin duda un ejemplo a seguir, no solamente por organizaciones indígenas y campesinas, sino por todo tipo de organizaciones e instituciones del país. Un ejemplo de equidad, sin necesidad de “cuotas de género” obligatorias, o reglamentos que exijan la participación femenina, los cuales por sí solos creo que son discriminatorios (¿acaso exigen también la participación masculina?).
Estamos procesando tu membresía, por favor sé paciente, este proceso puede tomar hasta dos minutos.
No cierres esta ventana.
¡Agrega uno!