Por: Paola Zavala Saeb (@PAOLASAEB)
Muerto el perro se acabó la rabia. Algo así debe haber pensado Leonardo Valdés Zurita, consejero presidente del IFE, cuando la semana pasada dijo: “Debemos cerrar definitivamente el capítulo de la elección federal de 2006 que dividió a la sociedad mexicana”. Su idea es que el capítulo se cierre con la destrucción de las boletas electorales que empieza hoy.
La elección del 2006 fue un hecho histórico, no han existido en la historia del país comicios tan polarizados y con resultados electorales con un margen de diferencia tan estrecho. El conocimiento de la historia forma parte del patrimonio de la sociedad mexicana. En este sentido, se esperaría que el Estado tome medidas para conservar el acervo histórico y evitar que surjan versiones negacionistas de la historia.
Las boletas electorales son (¿fueron?) un documento histórico valioso. Conservarlas y dejarlas abiertas a la consulta de instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación, como pedía la Revista Proceso, hubiera sido un buen aporte para recuperar la confianza en las instituciones electorales y contribuir a la reconciliación social. La aplicación del viejo método de la censura nos aleja de ello y abona al sentimiento “sospechosista”.
La reconciliación social depende de la confianza, y la confianza se gana por medio de la transparencia y enmendando errores. La segunda vuelta en elecciones presidenciales que tengan márgenes estrechos de diferencia podría prevenir que se repita el escenario de 2006. Establecer en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) que el rebase de topes de gasto de campaña originará nulidad en la elección podría evitar que se repitan casos como los “amigos de Fox” o el “Peñagate”.
No prever en la legislación mecanismos para evitar que este tipo de escenarios se repitan es permitirlos y significa legitimar elecciones fraudulentas. Ningún partido ha hecho iniciativas de ley en este sentido, parece que la intención no es corregir errores sino borrarlos…
La destrucción de las boletas efectivamente cerrará un capítulo, en el que la conclusión es que la historia nos la dictan, que no tenemos oportunidad de corroborarla y que debemos creerla como acto de fe, así como con los niños héroes.
*Paola Zavala Saeb es integrante de *DHP, abogada, especialista en derechos humanos. Ha publicado anteriormente artículos de opinión para El Universal y Nexos en línea. Ha realizado trabajos de consultoría e investigación para ONU- DH, GDF, CIDE, SCJN, TEPJF y el INMUJERES.
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