Por: María Fernanda Rodríguez Calva (@marifeeer) y Roberto Velasco Álvarez (@r_velascoa)
Para algunas personas el lenguaje podría considerarse como un hecho cultural, como una expresión en la manera en que tanto mujeres como hombres pensamos y nos relacionamos, por lo que cuidar y adaptar su uso a los cambios que las sociedades presentan resulta imprescindible para su preservación.
Por ello la Real Academia Española –creada en Madrid a principios del Siglo XVIII– tiene como objetivo “velar porque los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico”; sin embargo esta institución, mejor conocida como RAE, ha sido objeto de diversas críticas por algunas definiciones que resultan sexistas, dándoles una connotación negativa y excluyente en su uso.
Tan sólo para poner un ejemplo, la RAE contempla dentro de las definiciones de hombre, la siguiente acepción: “Grupo determinado del género humano. El hombre europeo El hombre del Renacimiento”. Mientras que:
hombre público.
ser alguien poco hombre.
ser alguien todo un hombre.
Por su parte, si revisamos la concepción de mujer, su quinta interpretación es “mujer casada, con relación al marido” y establece lo siguiente:
mujer de gobierno.
mujer fatal.
ser toda una mujer.
Más aún, si revisamos los conceptos de mujer del arte, mujer del partido, mujer mundana, mujer perdida o mujer pública; su definición es una sola: prostituta.
¿Cuál es la razón por la que la RAE (en su búsqueda por representar y cuidar el uso que hacen las personas del lenguaje) hace una distinción tan atroz entre hombre público y mujer pública? ¿Por qué sus algunas de sus concepciones contienen elementos sexistas y estereotipos de género?
En México no nos quedamos atrás, la cultura machista que prevalece en nuestro país queda expuesta por refranes populares que conllevan una fuerte carga sexista, tal es el caso del refranero mexicano de la Academia Mexicana de la Lengua, el cual ha compilado una serie de frases como la “mujer y el perro son los dos únicos animales que se ganan el pan a base de caricias”, o “mujer que de noche se pasea, es muy puta, vieja o fea”.
Y hablando de putas y putos, no podemos dejar de mencionar el célebre grito “¡Eeeeeeh, putooooo!” que -tristemente- se hizo famoso internacionalmente en el pasado mundial de fútbol, gracias a que la afición mexicana lo expresaba (de manera ferviente) al portero del equipo rival cada que éste despejaba; por lo que la FIFA tomó cartas en el asunto y consideró en su momento aplicar una sanción, que finalmente fue descartada, para el consuelo y diversión de gran parte de los mexicanos.
¿Qué significa gritarle “puto” al potero rival? Algunas personas dirán que es una ofensa por ser sinónimo de “maricón” o “cobarde”; a otras no les evocará una cuestión homofóbica o discriminatoria; pero… ¿en cuántos crímenes de odio se le ha llamado con la misma palabra a un hombre homosexual? ¿Qué efectos tiene en un niño o niña escuchar este tipo de insultos usarse como algo “divertido”? (¿en serio nos preocupa el “bullying”?).
Otro ejemplo del uso sexista del lenguaje se hace al emplear lo masculino como genérico o universal (porque es una tradición, dirían algunas personas, o porque es más simple, dirán también). La otra cara de la moneda es lo que ha dicho el filósofo y crítico literario norteamericano George Steiner, “lo que no se nombra no existe”.
En ese sentido, usar términos como todos, ellos, nosotros, los ciudadanos, los mexicanos, los diputados, aun cuando sean grupos de mujeres y hombres, vuelve invisibles a la o las mujeres que pudieran estar incluidas en cada uno de los grupos en cuestión, por lo que es necesario replantear el uso de las palabras, englobando así a todas las personas que son y que están; y no sólo a un sector –el cual siempre será el conformado por los hombres-.
El lenguaje incluyente no es una cuestión de moda o de corrección política, es un acto de justicia para los grupos que han sido históricamente excluidos y discriminados; tal y como lo ha expresado la Ministra Olga Sánchez Cordero cuando menciona la importancia de adoptar “un lenguaje incluyente que propicie la visibilización de colectivos históricamente desaventajados por motivo de sexo y género”.
En palabras de la antropóloga feminista Marcela Lagarde, “hay quien se molesta porque hablar en femenino en una cultura que se radicalizó en el uso de un lenguaje sexista, implica hacer una reivindicación política”. Esa reivindicación es también responsabilidad del gobierno, por eso la importancia de la utilización de lenguaje incluyente y no sexista en la construcción e implementación de leyes y políticas públicas, y la trascendencia de promover, desde la esfera gubernamental, la utilización de lenguaje no discriminatorio. Cambiar nuestro lenguaje es un acto político y su alcance va mucho más allá del contexto en que se emplea.
*María Fernanda Rodríguez Calva es feminista, politóloga y asesora legislativa. Roberto Velasco Álvarez es columnista y abogado enfocado a temas parlamentarios y legislativos.
RAE, “Estatutos de la Real Academia Española” [en línea], España.
Academia Mexicana de la Lengua, “Mujer”, [en línea], España.
SCJN, “Conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Palabras para la Ministra Olga Sánchez Cordero”, [en línea], México.
Estamos procesando tu membresía, por favor sé paciente, este proceso puede tomar hasta dos minutos.
No cierres esta ventana.
¡Agrega uno!