Por: Dr. Elm Amontts (@drElmAmontts)
Hace unos días, Alfonso Cuarón le recetó una serie de preguntas al Presidente en relación a la reforma en materia de energéticos. Días después, EPN contestó en un documento público donde combinaba algunos datos duros con su siempre presente dosis de atole.
Al día siguiente, el afamado director llamó a un debate público, televisado en horario prime-time y sin censura, donde posturas a favor y en contra se enfrenten al exponer sus puntos de vista y así lograr tener una idea de qué demonios están haciendo con nuestro petróleo.
¿En verdad tenía que llegar alguien como Cuarón para impulsar un debate así? Honestamente veo muy difícil que suceda; lo que él pide suena más a una carta a Santa Claus, y no porque pida una locura, sino porque el Gobierno de la República se ha dedicado a hacer cambios de fondo a las estructuras más arcaicas del país, sin dar explicaciones ni razones que las justifiquen.
Creo que el punto medular de El Príncipe de Maquiavelo no se centra en la popular frase de “el fin justifica los medios”, sino más bien “justifica al pueblo todas tus acciones”, y es precisamente esto lo que le está fallando al Presidente. Estamos pasando por un momento de grandes transformaciones, donde, entre otras cosas, se trastocó el símbolo más grande que tiene México como nación: el petróleo. Es fundamental que el Gobierno Federal salga a las calles y le explique a la ciudadanía el por qué de sus acciones.
Es opinión de este doctor que el debate que propone Cuarón llega un poco tarde, dado que el revertir una reforma constitucional es prácticamente imposible. Pero, ¿por qué el Gobierno no lo hizo? El mexicano promedio no sabe cómo le beneficia el petróleo, ni los costos de producción o de dónde viene la gasolina que consume; lo único que sabe es que el petróleo es nuestro y que está mal que haya manos extranjeras en él. Es por esta razón que el debate o cualquier otra forma de justificación se realice. El petróleo representa un porcentaje altísimo del Presupuesto, modificar radicalmente su marco jurídico puede poner en riesgo la viabilidad económica del país.
Señor Presidente: ábrase al diálogo, la ciudadanía lo necesita.
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