Los nuevos datos de INEGI1 confirman y rebasan los peores pronósticos de empobrecimiento derivados de las crisis económica y sanitaria que estamos viviendo. El crecimiento del desempleo y la reducción de ingresos de quienes conservan trabajo agravan la ya de por sí precaria condición del sistema laboral de nuestro país.
Muestran el rostro perverso de un sistema laboral donde la mitad de los empleos carecían de contratación estable, el 87% no tenía mecanismos de defensa y negociación colectiva, y más de la mitad trabajaban en la precariedad y la informalidad. Estas condiciones de trabajo facilitan los despidos y provocan la pérdida de fuentes de ingreso de quienes trabajan por su cuenta o “informales”.2
Quizá lo más preocupante es que desde el gobierno no hay medidas para transformar el sistema laboral. Los cambios estructurales para superar los modelos abusivos basados en contratos temporales, en evasión de pagos a la seguridad social, en bajos salarios, siguen pendientes. Porque no hay programa social que sustituya al trabajo como puerta para salir de la pobreza.
Los datos del INEGI son altamente preocupantes, confirman la urgencia de tomar medidas extraordinarias para evitar el hambre y la pobreza alimentaria de las personas que pierden su trabajo y ofrecerles un ingreso vital, temporal y básico, como lo hemos propuesto un conjunto de organizaciones.
Con datos del mes de abril, primer mes completo de la “cuarentena” por el COVID-19:
Desde la sociedad civil reconocemos y celebramos la respuesta del INEGI para generar datos que son esenciales. Esperamos se mantenga el esfuerzo para generar los datos correspondientes al trimestre abril – junio y en adelante.
Ante la emergencia, Frente a la Pobreza reitera al gobierno de México la urgencia de continuar con la política de recuperación del ingreso de los trabajadores, eliminar todas las prácticas de subcontratación laboral abusivas y emprender de inmediato las reformas necesarias para construir en México un sistema universal de protección social que, además de garantizar el acceso efectivo y equitativo a la salud, incluya el pago en caso de incapacidad, enfermedad o desempleo; considere una pensión suficiente para una vejez digna, y un sistema de cuidados que al mismo tiempo que asegure los cuidados a niñas y niños en su primera infancia, amplíe las oportunidades para que las mujeres que lo necesiten se incorporen al mercado laboral con plenitud de derechos.
1 INEGI. Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE). Datos del mes de abril. Junio 1, 2020. Disponible aquí.
2 Datos del Observatorio de Trabajo Digno de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza. Disponible aquí.
3 Elaboración propia con datos fuente de INEGI. Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo. Disponible aquí.
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