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Amenazas telefónicas y vigilancia: Valeria sufrió el acecho de exalumno durante 8 años, ahora busca que se reconozca como delito
Amenazas telefónicas y vigilancia: Valeria sufrió el acecho de exalumno durante 8 años, ahora busca que se reconozca como delito
Foto: Cuartoscuro/Archivo
9 minutos de lectura

Amenazas telefónicas y vigilancia: Valeria sufrió el acecho de exalumno durante 8 años, ahora busca que se reconozca como delito

Hasta hoy, solo tres estados en México consideran el acecho un delito. La organización Nosotras para ellas impulsa ampliar la tipificación para prevenir la escalada a otros delitos.
03 de octubre, 2024
Por: Marcela Nochebuena

En 2016 Valeria era directora de una universidad privada en Monterrey, donde también daba clases. Aunque la mayoría de los alumnos eran menores que ella, David, que era mayor, tomaba una de sus materias. Desde un principio, su intuición la hacía desconfiar de él, pero sabía que no se trataba de una valoración objetiva. 

Hasta ese momento solo podía decir que no le agradaba su presencia, aun sin que hubiera otra interacción más allá del saludo. Incluso más adelante, él se dio de baja y pasaron tres semanas más sin novedad.

Valeria sintió alivio, pero luego de ese breve periodo, comenzó a recibir diversos correos de David, sin asunto, pero con fotos adjuntas. Las imágenes variaban: algunas eran políticas; otras, documentos personales de él y curriculums inventados, pero también fotos de homicidios y feminicidios. Además, screenshots de fotografías de Valeria que tomaba de sus publicaciones en redes sociales.

Algunas veces llegó a contestar con signos de interrogación, pero después empezó a bloquear sus cuentas. Los recibía en su cuenta de docente, en la personal y en la de otro trabajo. Cada cuenta que bloqueaba, él generaba una nueva y volvía a inundar la bandeja de entrada de Valeria. A diario recibía entre 300 y 400 imágenes; más tarde, también vía Facebook e Instagram.

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Para Valeria, eliminar los contenidos y bloquear sus cuentas se convirtió en parte de su rutina. Tres o cuatro años pasaron así, mientras ella creía que lo único que podía hacer era borrarlas, porque en los hechos “no le estaba pasando nada”. “Yo no sabía, ahora lo sé por psicólogas y demás, que desde ese momento van sembrándote una paranoia muy extraña; vas aprendiendo a vivir con eso”, cuenta ahora.

Poco después empezaron las llamadas a su celular. Escuchaba la respiración de una persona del otro lado, que después colgaba. Dado que era el número que utilizaba para su trabajo, se veía obligada a seguir contestando números no identificados, aunque los iba bloqueando. Después de casi cinco años de esas conductas, finalmente en una llamada, al preguntar quién era, le respondieron: “Una persona que la quiere y la admira mucho”. Colgó.

“Cuando escuché su voz, inmediatamente lo hilé a David. Ya tenía la sospecha de que era él por las fotografías diarias, pero no estaba segura. En ese momento estuve segura, y ese mismo día por la noche me llega un whatsapp de él”, relata.

“Hola maestra, espero que se encuentre muy bien, soy David, no sé si se acuerda de mí”, decía el mensaje. Ella le contestó, como lo haría con cualquier alumno; él le contó que su papá acababa de fallecer y necesitaba apoyo. Valeria respondió que no era la persona indicada ni especializada para ello, y que además se sentía incómoda hablando con él. 

El mismo día más tarde, por mensaje le dijo que estaba muy enamorado de ella. Valeria le pidió que no la buscara más, e incluso argumentó que tenía una pareja. “Tú no has entendido que me tendrías que matar para yo dejarte en paz”, recibió un nuevo mensaje unas horas más tarde, con otro tono y tuteándola por primera vez. 

El inicio de más conductas repetitivas interminables

“Ahí entendí que iba a ser el inicio de algo que es fecha que no se ha acabado”, lamenta Valeria. “En ese momento ya empieza él físicamente a ir a buscarme a todos los lugares, yo ya estaba trabajando en otra universidad y él comenzó a irse a parar ocho horas afuera, desde que yo llegaba, hasta que yo salía”.

Valeria se vio orillada a buscar formas seguras de llegar y regresar. Incluso pidió ayuda a amigos y conocidos, pero él incluso le escribía mensajes sobre cosas que la había visto hacer o vestir durante el día. “Todas las noches se aseguraba de que yo supiera que él me había seguido durante todo el día”, dice Valeria.

Después de que una vez se presentara en la recepción de su vivienda, decidió denunciarlo, siguió todo el proceso en la fiscalía, pero nadie hizo nada por ella, más que sugerirle que hablara con él. Un día en especial, recibió una llamada por el celular en la que él amenazó: “hoy te voy a encontrar y te voy a matar”

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Foto: Cuartoscuro/Archivo

 

En cuanto llegó a su departamento, decidió exponer el caso en redes sociales. Gracias a eso, las autoridades volvieron a contactarse, ahora sí convencidas de que podían actuar. Recibió solidaridad de muchos lugares, pero particularmente de mujeres que trabajaban en el Ministerio de Justicia canadiense. La invitaron a encontrarlas en la Ciudad de México.

Así empezó su camino como activista. Unos días antes, además, las autoridades habían aprehendido a David por acoso y amenaza de muerte, gracias a un par de mensajes que tenían connotación sexual. En la reunión en la Ciudad de México, Valeria supo que lo que vivía en realidad se llama “acecho”, una conducta que en muchos países está tipificada como tal

El acoso no siempre procede en una situación como la de ella porque requiere de una connotación sexual. En ese momento, su camino se unió a la asociación Nosotras para ellas, que podía trabajar la tipificación a nivel nacional, y hoy sigue impulsándola. Sin embargo, de regreso a Monterrey, Valeria se encontró con una nueva audiencia. Dado que su agresor tenía varios meses privado de su libertad sin que se probara un delito específico, lo dejaron en libertad

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Cuando ella volvió a hacer pública esa decisión, un nuevo juez se desistió y determinó que la libertad había sido un error. En una nueva audiencia, le pidieron que por su propia voluntad regresara. Como era lógico –opina Valeria–, él aprovechó para darse a la fuga y después de siete meses de burlar la ley, le concedieron un amparo para recuperar legalmente su libertad.

Valeria volvió a la rutina de reforzar su propio cuidado y protección. La justicia no pudo hacer más, y hoy no sabe si David acecha a alguien más o podría volver a hacerlo incluso con ella. “Me dejaron a mi suerte y seguimos trabajando en la ley, pero en mi caso, por ejemplo, ya no aplica; él tendría que reincidir, pero bien podría ser una llamada o irme a matar”, advierte después de ocho años de enfrentar su acecho.

¿Qué es el acecho y cuál es la diferencia con el acoso?

Diana Murrieta, fundadora y presidenta de Nosotras para ellas, explica que el acecho debe ser entendido como un acto reiterativo de hostigamiento, seguimiento constante hacia una persona provocándole miedo, amenaza, intimidación y cambios en su vida. 

La diferencia con el acoso es que en México este se reconoce con fines netamente sexuales, mientras que en el acecho ese componente no es indispensable. Además, el acoso se refiere a un solo hecho, suficiente para poder denunciar. El acecho consiste en al menos dos actividades que puedan relacionarse entre sí.

“En el momento en el que nos establecen un ‘no’, y que no consienten en continuar con la relación, en ese momento se tiene que parar; si se continúa, entonces ya se entiende que se está acechando como tal”, precisa. 

En México, el acecho está contemplado como delito únicamente en tres estados: Guanajuato (2019), Coahuila (2023) y Tamaulipas (2024). Los demás son justo el objetivo del proyecto de cooperación internacional que la asociación trabaja en conjunto con el Ministerio de Justicia de Canadá. Murrieta precisa también que en todo el mundo, solo América Latina no tipifica el delito, mientras que en otros países lleva incluso hasta 30 años.

“Hay muchos estudios acerca de cómo se relaciona la tipificación del acecho con un posible feminicidio. En contextos europeos o de Norteamérica, ha sido un delito que funciona para aquellas personas con expareja o ‘stalkers’, como tal, que siguen a una persona, que hay un tema de salud mental, un tema de obsesividad contra alguien, pero en México también nos hemos dado cuenta que el acecho no solo está en este tipo de relaciones, sino en tipos de secuestro, de reclutamiento del crimen organizado, y de trata en todas sus variantes”, añade.

Conductas como las que vivió Valeria podrían ser tipificadas bajo la figura de acecho, pues no siempre pueden ser consideradas acoso. El primero significa, sobre todo, reconocer la prevalencia en el tiempo de una misma conducta: correos electrónicos reiterados donde solo se adjuntan imágenes, sin mensajes o amenazas; envío repetido de flores cuando no existe una relación consensuada o se trata de una persona a la que nunca se le ha comunicado el domicilio; mensajes diarios con fotos de la persona en diversos lugares, aunque no se exprese intención alguna en particular. 

“Estamos hablando de una persona que está empleando sus recursos, ya sea tiempo o dinero, para poder seguir, rastrear a una persona y con eso crearle una intimidación; con qué fines, justo es lo que estamos en proceso de investigación. En México la violencia, en su gran mayoría, crece. El acecho es la antesala de muchos delitos, no solo una conducta como tal que busque seguir a una persona toda su vida”, precisa.

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Foto: Cuartoscuro/Archivo

 

Políticas, activistas, periodistas y en general, personas que tienen una vida pública también pueden vivirlo, alerta Murrieta. No siempre implica que la persona exprese la intención de daño, agresión o conducta sexual, pero no es normal que sus acciones tengan connotación de seguimiento, ya sea repetitivo o diario. 

“En México nos falta muchísimo en temas de tipificación, lo estamos trabajando, todavía tenemos activas 10 iniciativas en el país. Es un exhorto también a que los congresos se interesen por estos delitos; creo que a todas, a todos y a todes nos interesa bajar las cifras de violencia, pero no nos interesa desde la prevención”, remarca.

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Incidir en la prevención y el cambio de mentalidad sobre el acecho

Reconocer la figura de acecho –añade– es, a final de cuentas, una medida preventiva, que al mismo tiempo ayuda a mandar el mensaje, desde las primeras conductas, de que no es una manera sana de relacionarse. 

“Nos han enseñado muchísimo acerca del amor romántico, y de cómo nos tenemos que relacionar, que ha viciado la manera en la que nosotras aceptamos una relación consensuada, al nivel de no saber que podemos consentir no estar en contacto, y que no tenemos que sentirnos responsables por no querer hacerlo”, dice Murrieta.

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El planteamiento de la asociación para tipificar el delito no es punitivista, sino desde la justicia restaurativa, pues están convencidas que lo principal es que incida en el cambio de mentalidad en la sociedad y en la sensibilización de las autoridades para otorgar medidas de protección en lugar de ignorar cuando una víctima, como Valeria, tiene miedo incluso de llegar a casa.

“No es algo aislado, y es sumamente importante trabajarlo, porque al parecer nadie está trabajando en la prevención. Decimos que lo hacemos, con todas estas campañas, pero al menos de la parte de las autoridades, dejan mucho que desear. Hay mucho más movimiento de activistas y mujeres que lo que tendrían que estar haciendo las autoridades, que les corresponde trabajar en estos casos”, subraya Valeria.  

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Imagen BBC
Donald Trump y Kamala Harris llegan a elección con empate técnico en 6 estados clave
11 minutos de lectura

Las encuestas no resuelven la duda de si ganará Kamala Harris o Donald Trump. Es lo que se conoce como un empate técnico. Así están las encuestas en la recta final por la presidencia.

05 de noviembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Seguramente te estés preguntando quién va a ganar las elecciones en Estados Unidos este martes. ¿Donald Trump o Kamala Harris?

Pues la respuesta, según las encuestas, es que no se sabe.

Los sondeos son tan cerrados que no se puede predecir. Trump y Harris se encuentran en lo que se conoce como un empate técnico.

El promedio de encuestas nacionales elaborado por ABC News/538 indica que el apoyo a Harris se encuentra en torno a 48%, mientras que Trump obtiene 47%. Esta escasa diferencia se encuentra dentro del margen de error de las encuestas, por lo que no es posible sacar conclusiones de esos datos.

“La campaña para la elección presidencial está empatada a nivel nacional. Las encuestas son muy buenas para darnos una idea del panorama general, pero no son lo suficientemente precisas como para distinguir uno o dos puntos en todo un país”, explica a BBC Mundo Whit Ayres, encuestador republicano y presidente de la empresa de sondeos North Star.

Hay que destacar que esas encuestas hacen referencia a la intención de voto de los ciudadanos, pero en Estados Unidos el presidente o la presidenta no se escoge a través de votación directa por lo que el llamado voto popular no siempre sirve para anticipar el resultado que arrojarán las elecciones.

De hecho, en 2016 la candidata demócrata Hillary Clinton obtuvo casi tres millones de votos más que Donald Trump, pero perdió los comicios.

Esto se explica debido a que en Estados Unidos el presidente es escogido a través de un mecanismo de elección de segundo grado, gracias al cual más importante que ganar en la cuenta total de votos hay que vencer en un número suficiente de estados que permita obtener la mayoría de los votos en el llamado colegio electoral.

Sumando estados y votos

¿En qué consiste esto?

Básicamente en que a cada estado de EE.UU. se le asigna un número determinado de votos, que se calculan de acuerdo con el tamaño de su población. Así, por ejemplo, California -el estado más poblado- cuenta con 54 votos, mientras que estados como Dakota del Norte o Vermont -que están entre los menos poblados- solamente cuentan con 3 votos cada uno.

La abrumadora mayoría de los estados y el Distrito de Columbia otorgan todos sus votos al candidato que obtiene allí la mayoría de votos. Las únicas excepciones son Maine y Nebraska, donde los votos se distribuyen de forma proporcional.

En total, hay 538 votos a repartir por lo que para que un candidato resulte electo presidente tiene que obtener al menos 270 votos.

“En 43 de los estados sabemos bien de antemano cómo van a votar porque son consistentemente estados republicanos o demócratas”, indica Ayres.

Ese patrón de votación, que según las encuestas se prevé que se mantenga para las elecciones de este martes, indica que los demócratas cuentan con 21 estados que suman unos 230 votos del colegio electoral, mientras que los republicanos cuentan con 23 estados que suman 215 votos.

Así, la carrera por la Casa Blanca terminará decidiéndose seguramente en siete estados, conocidos como péndulos porque suelen cambiar su apoyo de un partido al otro. En 2024 hay siete estados péndulos que en su conjunto representan 93 votos del colegio electoral: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin.

“La elección se decidirá por quién gane la mayoría de los 93 votos electorales en esos siete estados clave”, señala Ayres.

¿Y cómo va la carrera presidencial en esos estados? Veamos.

Una carrera muy cerrada

De acuerdo con el promedio de encuestas estadales elaborado por la web de análisis de encuestas 538, que forma parte de la cadena de noticias estadounidense ABC News, la competencia entre el exmandatario republicano y la vicepresidenta demócrata está muy reñida también en estos siete estados, con diferencias que oscilan entre 1 y 2 puntos porcentuales.

Trump aparece adelante en Pensilvania, Nevada, Carolina del Norte, Georgia y Arizona, mientras que Harris lidera en Wisconsin y Michigan.

Pero esas diferencias son demasiado pequeñas como para ser significativas.

“La contienda entre Trump y Harris está esencialmente empatada en esos siete estados en disputa y es muy difícil decir en este momento qué candidato obtendrá la mayoría de esos 93 votos electorales”, apunta Ayres.

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BBC

Entre el “cinturón del sol” y el “cinturón del óxido”

Cuatro de los estados en disputa se ubican en el llamado cinturón del sol: Arizona, Nevada, Carolina del Norte y Georgia. Los otros tres forman parte del conocido como “cinturón del óxido”: Wisconsin, Michigan y Pensilvania.

Arizona

Este estado del suroeste representa 11 votos del colegio electoral. Aquí Trump adelanta a Harris por tres puntos porcentuales.

En 2020, Biden ganó en Arizona por unos 10.000 votos, pero durante las últimas décadas ha sido un estado republicano. De hecho, desde 1912 nunca un candidato republicano ha llegado a la Casa Blanca sin ganar en este estado.

Arizona alberga un porcentaje importante de votantes hispanos y comparte una frontera de centenares de kilómetros con México, por lo que es uno de los lugares donde el tema migratorio ha tenido preponderancia y ha generado malestar entre los ciudadanos, aunque las cifras de cruces de migrantes han caído en los últimos meses.

El asunto migratorio es una de las grandes armas de Trump contra Harris dado que durante el gobierno de Joe Biden y Harris creció el número de personas que llega a la frontera.

Aquí también hubo una fuerte polémica por el tema del aborto, debido al intento fallido de la legislatura estatal controlada por los republicanos para instaurar una prohibición del aborto casi total.

La defensa del derecho al aborto es un asunto que motiva a ir a las urnas a los votantes demócratas, por lo que favorece a Harris.

Trump dando un discurso junto al muro fronterizo en Arizona.
Getty Images
La entrada de inmigrantes por la frontera sur de EE.UU. es un tema importante en Arizona en el que se ha centrado la campaña de Trump.

Nevada

Una ventaja de 34.000 votos permitió a Biden llevarse en 2020 los 6 votos del colegio electoral de Nevada.

Antes del retiro de la candidatura de Biden a la reelección, Trump tenía una amplia ventaja en las encuestas, pero las cosas han cambiado con Harris y ahora Trump solamente aparece con menos de un punto por delante.

Con un porción importante de electores hispanos, la recuperación de la economía postcovid ha sido más lenta en este estado, que tiene actualmente la tasa de desempleo más alta de EE.UU.: 5,1%.

Carolina del Norte

Trump ganó en este estado por 74.000 votos en 2020 y, en la actualidad, supera a Harris en las encuestas por poco más de un punto porcentual.

Liz Mair, asesora política republicana y presidenta de la empresa de consultoría Mair Strategies, señala que un elemento que podría afectar las votaciones en este estado es la respuesta que se ofrezca ante el impacto destructivo que recientemente tuvo allí el huracán Helene.

Dos hombres circulan en un vehículo frente a una casa destruida por el huracán Helene en Carolina del Sur.
Getty Images
Los daños que el huracán Helene causó en Carolina del Norte podrían incidir en la decisión que tomen los votantes de ese estado en las elecciones.

Georgia

En 2020, Biden ganó los 16 votos del colegio electoral de Georgia por una ventaja de 13.000 votos. Los supuestos intentos de Trump por intentar revertir ese resultado -algo que él rechaza- derivaron en un juicio penal en su contra aún en marcha.

El triunfo de Biden fue posible gracias al apoyo que obtuvo de los votantes afroestadounidenses, que representan un tercio de la población de Georgia.

Sin embargo, el desencanto de estos electores -y de los hispanos- derivó en una caída del apoyo a los demócratas en Georgia, algo que Harris intenta cambiar. Por lo pronto, no obstante, se encuentra dos puntos porcentuales por detrás de Trump.

Michigan

El conocido como estado de los Grandes Lagos representa 15 votos del colegio electoral y durante los últimos dos comicios presidenciales fue clave tanto para la victoria tanto de Trump en 2016 como para la de Biden en 2020.

Durante los últimos 11 meses, sin embargo, los demócratas han enfrentado un retroceso en ese estado debido al apoyo que el gobierno de Biden le ha dado a Israel durante la guerra en Gaza. Esa reacción negativa se explica por el hecho de que Michigan es el estado con mayor proporción de población árabe de EE.UU.

A pesar de ello, Harris aventaja a Trump en las encuestas por menos de un punto porcentual. Los tres principales cargos electos del estado los ocupan mujeres demócratas, quizás un buen presagio para Harris.

Manifestantes pro-palestinos en Michigan.
Getty Images
En Michigan, votantes pro-palestinos se rehusan a respaldar a Harris por su apoyo a Israel durante la guerra en Gaza.

Wisconsin

Este estado representa 10 votos del colegio electoral y, al igual que Michigan, le dio apoyo mayoritario tanto a Trump en 2016 como a Biden en 2020. En ambos casos por un margen estrecho de unos 20.000 votos.

Los vínculos históricos con los sindicatos y el hecho de que la población es menos religiosa hace que los demócratas gocen en Wisconsin, Michigan y Pensilvania de un mayor apoyo entre los electores blancos sin estudios universitarios, un grupo de votantes que tiende a votar de forma clara a favor de Trump.

Según las encuestas, Harris cuenta con menos de un punto porcentual de ventaja sobre Trump en Wisconsin.

Pensilvania

Con 19 votos en el colegio electoral, los expertos consideran a Pensilvania como el estado péndulo más importante para ambos candidatos. Acá Trump aventaja a Harris por menos de un punto.

Whit Ayres destaca que Harris no aprovechó la oportunidad de postular como su candidato a vicepresidente al popular gobernador demócrata de este estado, Josh Shapiro.

“Eso le habría dado a su campaña una ventaja en Pensilvania, pero por alguna razón ella escogió a un candidato que no pertenece a ninguno de los estados péndulo”, dijo el experto a BBC Mundo en referencia Tim Walz, candidato de Harris a vicepresidente.

La economía -y, en especial, la inflación- es considerado como uno de los temas clave en Pensilvania, que es el estado de EE.UU. donde más han aumentado los precios de los víveres en EE.UU., de acuerdo con la consultora Datasembly.

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BBC

Qué necesitan para ganar

Valla republicana que invita a los electores a tener un plan para votar.
Getty Images
Los partidos intentan asegurarse de que ninguno de sus simpatizantes se quede sin votar.

Pero en una elección tan cerrada, ¿qué necesitan los candidatos para ganar la Casa Blanca?

Liz Mair asegura que los candidatos deberían centrar sus esfuerzos en la movilización de los electores que les apoyan.

“Ahora, cuando ya tenemos gente votando [por correo o con voto anticipado], creo que es muy poco realmente lo que los candidatos pueden hacer. Lo más obvio que puede impactar el resultado son las operaciones para aumentar la participación electoral”, dice Mair.

La experta recomienda que intenten replicar y modernizar lo que hizo la campaña de Barack Obama en 2012.

“Es una de las cosas más inteligentes que he visto hacer en una campaña. Contar con listas de tus votantes potenciales de forma de poder acercarte a ellos el día de las votaciones y asegurarte de que participen. Esa es una de las pocas cosas que los candidatos pueden controlar hasta cierto punto. Básicamente, se trata de una operación de participación”, señala Mair.

Por su parte, Ayres apunta que ya la gran mayoría de los electores han tomado una decisión y que, al estar las elecciones tan reñidas en los estados péndulo, es probable que el resultado final lo determinen un pequeño grupo de electores allí que no han decidido aún si votarán ni por quién.

El experto apunta que hay cuatro grandes temas de campaña que tienen peso en los siete estados péndulo.

“Aborto, democracia, economía y migración son asuntos críticos, aunque tienen mayor peso en un lugar que en otro. En Arizona, por ejemplo, la inmigración es muy relevante, pero todos esos temas son importantes en todos los estados péndulo”, apunta Ayres.

Un puesto para promover la inscripción de electores.
Getty Images
Los partidos deben impulsar la movilización y participación efectiva de sus potenciales votantes.

Mientras la agenda republicana se centra en la economía y la migración, los demócratas se enfocan en el derecho al aborto y la defensa de la democracia.

En el caso de Harris, Ayres apunta que ella intenta cambiar la percepción que tienen los votantes de que los republicanos saben manejar mejor que los demócratas la economía del país.

“Harris está haciendo énfasis en la economía y en su propuesta de ayuda a la clase media, para intentar cerrar la brecha de confianza sobre la gestión de la economía que ahora favorece a Trump. Eso es justo lo que ella debe hacer”, dice Ayres.

Liza Mair apunta que desde que Harris llegó a la carrera presidencial ha tenido que cerrar esa y otras brechas que existían debido a que Biden había perdido apoyo entre distintos grupos de electores, incluyendo los hispanos.

La experta cree que Harris podría intentar movilizar más el voto latino a través de su propuesta para impulsar el sector de la construcción de viviendas.

“Si ella quisiera intentar conseguir un 2% o 3% adicional entre el voto hispano, sería inteligente que saliera y hablara sobre esas políticas, pues muchos latinos trabajan en ese sector o en industrias relacionadas. Y si se construyen muchas nuevas viviendas, las oportunidades que tendrán de mejorar su situación socioeconómica serán mayores”, indica.

En el caso de Trump, Mair señala que uno de los puntos débiles que tiene es el apoyo de las mujeres que, paradójicamente, estaría perdiendo tanto entre las que apoyan el aborto como entre las que se oponen a él.

“No creo que consiga sumar a muchas mujeres aparte de las que ya lo apoyan”, dice.

Kamala Harris
Getty Images
El tema del aborto ha fortalecido la posición de los demócratas entre las mujeres y ha debilitado la campaña de Trump.

En general, Trump tiene un problema con las votantes mujeres. Creo que por eso está tratando de presionar a los electores masculinos más jóvenes, que son menos propensos a participar, pero que cuando lo hacen tienden a favorecerle”, agrega.

La experta considera que es de esperar que Trump redoble su apuesta por estos electores masculinos, así como por su discurso anti-inmigrantes.

“Él tiene que concentrarse en conseguir que salgan a votar las personas que son increíblemente hostiles a todo lo que perciben como extranjero, principalmente a los inmigrantes, y a cualquier tipo de comercio exterior. Si puede hacerlo, podría ganar y con un apoyo mayor del que la gente espera”, asegura.

“En este momento, se trata de un juego de participación, no de persuasión. Y, para Trump, probablemente siempre ha sido un juego de participación”, apunta.

Es la recta final y ante el empate técnico que reflejan los sondeos, la decisión del triunfo puede estar en manos del último puñado de indecisos.

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