El ‘oro verde’ que ayudó a las mujeres de Huejotengo a tener ingresos tras el sismo

POR MAYRA ZEPEDA (@mayra_zepeda)

13 SEPTIEMBRE 2019

El aguacate que todas tenían en sus jardines fue el detonador de un proyecto económico que ayudó a estas mujeres a contar con fondos propios para reconstruir sus vidas tras el sismo.

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Las mujeres de Huejotengo, Morelos, que lideraron la reconstrucción de su pueblo después del sismo del 19 de septiembre de 2017 comenzaron un proyecto para poder terminar de acondicionar sus hogares y asegurarse un futuro.

“Los fondos gubernamentales (para la reconstrucción) no fueron suficientes”, dice Violeta Rivas, cuya casa de adobe se derrumbó casi por completo después del temblor.

Por eso, ella y sus compañeras agrupadas en “El sueño de Huejotengo” pensaron en un plan que les permitiera salir adelante por cuenta propia, sin depender tanto de ayudas gubernamentales, donaciones de asociaciones civiles o el dinero de sus maridos.

“Las instituciones gubernamentales se tardan en dar los fondos (del Fondo de Desastres Naturales, Fonden), ponen muchas trabas legales… Y para terminar la reconstrucción optamos por hacer algo más”, cuenta Yeni Lara, una de las fundadoras de “El sueño de Huejotengo”.

Este panorama obligó a estas mujeres a voltear a ver un fruto que abunda en esta región de Morelos: el aguacate.

“La mayoría de nosotras tiene sus aguacatitos”, dice Yeni mientras muestra unos pequeños aguacates criollos con una piel oscura y suave que también se come.

Y sí, para donde voltees, Huejotengo está lleno de árboles de aguacate.

Pero la idea millonaria no llegó a la primera. Antes, estas mujeres intentaron empezar un negocio pequeño con gallinas para producir huevo orgánico.

Pronto se dieron cuenta que no sería nada sencillo: necesitaban grandes extensiones de tierra para colocar naves, mantener a las gallinas y los pollos, y, lo más complicado, financiar una investigación del terreno y el agua para garantizar que los huevos fueran 100% orgánicos.

En uno de los talleres de emprendimiento impartidos por el gobierno local les dieron una idea que cambiaría su proyecto: “Tienen que ver lo que los demás no ven; tienen que hacer lo que los demás no hacen”, cuenta Santa.

“Entonces les dije a mis compañeras: tenemos muchos aguacates y ya sabemos hacer aceite de aguacate, ¿por qué no lo intentamos?”

/ Una labor completamente artesanal

Así, Santa, Yeni, Violeta y otras chicas de la comunidad aprovecharon los talleres de industrialización, derivados del aguacate y herbolaria impartidos por el gobierno local para dar valor agregado al fruto y empezar a hacer, además de aceite, jabones, shampoos, tinturas, cremas y otros productos.

Hacerlo no es fácil: para extraer 1 litro de aceite se necesitan 10 kilos de pulpa de aguacate, cuenta Yeni Lara al cortar un aguacate criollo para mostrar cómo luce en su interior.

“Si tuviéramos la maquinaria adecuada nuestro rendimiento sería mayor”, explica Santa Solórzano mientras aplasta las cáscaras de varios aguacates con una prensa que usualmente se utiliza para hacer tortillas o gorditas. “Metimos nuestro proyecto al Estado para el apoyo de maquinaria, pero ya pasaron siete meses y no hemos recibido respuesta”.

/ Más que un negocio de aguacate

Cuando expusieron sus productos en una feria local por primera vez, la reacción de la gente del pueblo -hombres incluidos- fue inesperadamente buena.

“Ya nos van reconociendo y creyendo en nosotros”, cuenta Violeta con orgullo. “Cuando les platicábamos lo que queríamos hacer nos tachaban de locas, no nos creían”.

Además de hacer productos con aguacate, a las mujeres de Huejotengo les interesa compartir con otras mujeres algunas cosas que también saben hacer, como tejer o elaborar jabones con otros ingredientes, todo, mientras charlan sobre temas fundamentales como violencia de género, autoestima y amor propio.

“Las mujeres aquí no se hablan”, cuenta Violeta. Con estos talleres “nosotras queremos generar esa confianza y decirles: ‘Puedes acercarte, platicar, aquí se va a quedar tu historia’”.

Más que un taller, Yeni define estas sesiones como “un círculo de sanación” para todas, uno que, además, sirve para que las mujeres sean productivas y se empoderen, “pues en nuestra región prevalece el machismo y eso siempre nos ha limitado”.

Para las mujeres de Huejotengo, esto no solo es trabajo, también es una especie de terapia para despejarse de los problemas y para, como dice Yeni, “hacer algo más que tortillas y cuidar la casa”.