Por: Liliana Estrada (@LilianaEG145)
El pasado 22 de febrero, el presidente Enrique Peña Nieto anunció el adelanto de la apertura de la importación de gasolinas y diésel para las empresas privadas a partir del primero de abril del 2016. Originalmente dicha situación estaba prevista para principios del próximo año como lo mandata la Ley de Hidrocarburos, en su artículo décimo cuarto transitorio fracción segunda, sin embargo, el gobierno federal decidió adelantarlo.
Durante 2015 las importaciones de gasolinas en México aumentaron 15% en comparación con el 2014, alcanzando un volumen de más de 426 mil barriles diarios en promedio. Esta situación se debió principalmente a la caída tanto de la producción petrolera, como de la refinación nacional, del 6% y 9% respectivamente. El volumen de gasolinas que el país importa representa el 53% del combustible que se consume al interior, lo que equivale al mayor porcentaje en la última década (SENER, 2015).
La caída de los precios del petróleo no genera ingresos suficientes al país e impacta en las finanzas de Petróleos Mexicanos (Pemex), por lo que ha sido necesario diseñar nuevas medidas que buscan la eficiencia económica. Una primera disposición por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) fue incrementar la recaudación del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), el cual generó en 2015 un ingreso por más de 220 mil millones de pesos (SHCP, 2015).
El adelanto de la liberalización de la importación de gasolinas se plantea como una oportunidad para atraer nuevas inversiones al país, pues se espera preparar el mercado energético para una mayor competencia, y con ello aumentar la infraestructura, la disposición, la calidad y el precio del combustible.
Con respecto a los beneficios para el consumidor, se pretende que pueda acceder a diversas calidades de gasolina además de la Magna y la Premium, por ejemplo, con un mayor número de octanaje, lo cual permitiría obtener un mejor rendimiento del motor de los vehículos; así como con un menor contenido de azufre, lo que reduce las emisiones contaminantes de los automóviles.
Aunque la liberalización de la importación de gasolinas no cambia la política de precios establecida, la medida permitirá generar la competencia en el sector de combustibles para obtener menores precios cuando se liberen totalmente en 2018. No obstante, si los importadores de gasolina operan con eficiencia y a bajo costo, el precio del consumidor se mantendrá en la línea mínima establecida mensualmente.
Con el adelanto de la liberalización se intenta disminuir los costos de producción de Pemex al enfocarse en fortalecer su sistema de refinación y de comercialización, ya que actualmente resulta más caro producir que importar, y en el corto – mediano plazo tendrá que competir con otras empresas privadas en términos de calidad y precio de las gasolinas. Igualmente, dará la oportunidad de que haya diversas estaciones de servicio (gasolineras), pues los privados podrán vender gasolina sin tener una franquicia, por lo que el suministro no estará condicionado a la Empresa Productiva del Estado.
En caso de que el consumo de gasolinas aumente 47.5% para el 2029 como se estima en la Prospectiva de petróleo y petrolíferos 2015-2029, la apertura del mercado de los combustibles permitirá obtener una mayor recaudación a partir del cobro de los impuestos fijos que se suman al precio de importación y primera enajenación (IEPS Federal, IEPS estatal, cuota de combustibles fósiles e IVA), ya que los privados deben pagar los mismos gravámenes a los que Pemex está sujeta. No obstante, dicha medida podría a su vez impactar en la transición energética del país, pues para mitigar los efectos del Cambio Climático y avanzar en el consumo de fuentes renovables se debe construir una economía con menor dependencia de los combustibles fósiles.
En lo que los privados construyen su propia infraestructura se podrán obtener ingresos por el uso de la infraestructura de Pemex, puesto que la iniciativa privada debe pagar por utilizarla para transportar, almacenar y distribuir la gasolina que importen. Sin embargo, se debe fortalecer y operar de manera eficiente dicha infraestructura para evitar un posible desabasto del combustible, ya que de acuerdo a un análisis realizado por Pemex Refinación, los principales oleoductos y poliductos para el transporte de petrolíferos en el Norte, Centro y Sureste del país se encuentran en niveles críticos de saturación, a lo que se suman los problemas de seguridad vinculados al robo de combustible.
Actualmente solo se cuenta con más de nueve mil kilómetros para el transporte; así como con solo 77 estaciones de almacenamiento y reparto, lo que representa una infraestructura limitada para abastecer de gasolinas a todos los centros de consumo del país a bajo costo.
Por ello, los siguientes factores deben garantizarse para el correcto funcionamiento de la política a instrumentar:
Como podemos observar, aún falta mucho para que los beneficios de la importación de combustibles al país por particulares se traduzcan en una disminución en el precio final al consumidor.
* Liliana Estrada es investigadora de Inteligencia Pública (@IntPublica)
A partir de la entrada en vigor de la Ley de Hidrocarburos y, como máximo, hasta el 31 de diciembre de 2016, únicamente se podrán otorgar permisos para la importación de gasolinas y diésel a Petróleos Mexicanos o sus empresas productivas subsidiarias. A partir del 1o. de enero de 2017, o antes si las condiciones de mercado lo permiten, los permisos para la importación de gasolinas y diésel podrán otorgarse a cualquier interesado que cumpla con las disposiciones jurídicas aplicables.
Banda de precios mínimos (13.16 pesos por litro ($/lt) de Magna, 13.95 $/lt de Premium y 13.77 $/lt de diesel) y máximos (13.98 $/lt de Magna, 14.81 $/lt de Premium y 14.63 $/lt de diesel).
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