Estos días de mudanza en los que se halla inmersa la familia de esta mala madre no sólo han servido para deshacernos de las cosas inútiles que hemos acumulado en los últimos 16 años, sino también para bosquejar un examen de conciencia sobre lo que no nos ha funcionado, más allá de lo material. Ya saben, casa nueva, vida nueva. O por lo menos se intenta.
Por ejemplo. A la adolescente mayor le ha servido para revisar sus redes sociales y darse cuenta que su santa madre siempre ha tenido la razón –ah, pero nadie me escucha. Que por qué le permití abrir su facebook a los 9 años y postear barbaridad y media (lleva la última semana queriendo borrar su huella digital y horrorizándose por su ortografía de cuarto de primaria). Que por qué le dimos margen para endiosarse con el tal Justin y la llevamos a cuanto concierto armó por estos lares, (y ni les cuento las veces que me negué y me negué a plantarme horas frente al hotel donde llegaba a hospedarse el escuincle, que tengo mis límites. Ahora la hija ya no sabe qué peripecia hacer para quitarse el mote de la bieber). Que por qué no opuse mayor resistencia a que toda la familia le entrara con fe a las gorditas de chicharrón (y eso que ellos son los que comen y yo la que engorda…) La frase que más escucho por estos días es “¿por qué nadie me lo dijo?” Y ésta otra, que es una joya: “eres mi madre, ¿en qué estabas pensando?” Ajá. Y yo que creía tener un par de años de gracia antes de que me alcanzara el inevitable reclamo filial.
En mi defensa diré que traté de alargar lo más que pude su incursión en las redes del mal, sociales y musicales, pero fui mayoriteada. El padre, la abuela, la tía, la sobrina, todo mundo tenía algo qué decir sobre esa pobre chiquilla fuera de la jugada porque no incursionaba en lo que se encontraba en boga. Rendí la plaza y perdí esa batalla, pero que conste que no la guerra. Sobre la alimentación de esta familia ya les contaré cómo a los cuatro tragones nos nació la conciencia, luego de que la mudanza nos depositara en una zona rodeada de cuanta garnachería, taquería y antojito mexicano se puedan imaginar.
La parte positiva de esta primera introspección familiar es que las debilidades de carácter y errores de educación tienen remedio y estamos a buen tiempo de enmendar. La terapia, la ciencia médica y el sentido común han encontrado buena recepción en este momento de renovación. Tan simple como percatarse que se está haciendo algo mal y corregir el camino. O por lo menos intentarlo. Ya ustedes saben, algo muy parecido a lo que se vivió el martes 10 de marzo en el Senado.
Porque ese día los legisladores dieron ejemplo de lo que están hechos. Emplazados a nombrar ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, recibieron la terna propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto y luego luego supieron cuál era el bueno. Los argumentos de quienes consideran que Eduardo Medina Mora no cuenta con la trayectoria para formar parte de la Corte, respaldados por más de 50 mil ciudadanos que firmaron una petición en Change.org iniciada por especialistas, sólo ameritó una extensa respuesta del cuestionado, pero nada más. ¿A poco no se lucieron?
No soy buen abogado, le dijo Medina Mora a los americanos. Ese quiero para la Corte, dijo Peña. Buena idea dijeron los senadores.
— Carlos Puig (@puigcarlos) marzo 10, 2015
Que los senadores no hayan hecho caso a las razones esgrimidas y hasta se hayan ofendido por lo que el senador priista Ernesto Gándara llamó “atentado a la reputación” del ex procurador son detalles, ustedes que se fijan. El único inconveniente en el horizonte son los 15 años que tendremos que vivir con esa decisión. Designaron a quien dijo de sí mismo que no era un buen abogado, por decir lo menos. Ahora nomás falta que tras los subsecuentes procesos electorales y recambios de los grupos en el poder, estos señores nos reclamen que les hayamos permitido cometer semejante barbaridad y que no la hayamos armado suficiente de tos.
Pues nada, pues esto: http://t.co/pToNUHjJg5 #NoHaganMinistroAMedinaMora pic.twitter.com/RvdSK70hoQ — Alberto Serdán (@albertoserdan) marzo 10, 2015
En mis sueños guajiros casi oigo los indignados “¿por qué nadie nos dijo?” y “¿en qué estaban pensando?” (nosotros, no ellos ¬¬). Y no sólo en el tema de la Corte. Echémosle ojo a la Ley General de Aguas, al Sistema Nacional Anticorrupción, a los escándalos de las casas del Grupo Higa, al proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, al cambio de estatus legal del Nevado de Toluca… Que a diferencia de mi adolescente estos llamados representantes populares nos estén mayoriteando y no tengamos garantías de que se vayan a arrepentir después, también son detalles. Sólo no olvidemos que habrá elecciones intermedias el 7 de junio y que algo se nos podrá ofrecer. Chance legisladores mejor preparados, ocupados en ver por el bien común y preocupados por hacer política en el buen sentido de la palabra. Que escuchen a la ciudadanía. Que no le teman a las impugnaciones ni al debate. Que estén dispuestos a rifársela por su país. Que sean transparentes y rindan cuentas… No sé. Tal vez.
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