A mi madre le ha emocionado mucho la visita del papa Francisco. Hasta me mandó un mensaje para decirme que ojalá los medios difundieran sus “precisas palabras” en la homilía de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en la que dijo que se debe pedir perdón a los pueblos indígenas por excluirlos de la sociedad.
Me conmueve que se conmueva, porque a mi madre nunca le ha gustado el clero ni la jerarquía eclesiástica. Su trato con dios -el de los católicos- es directo, sin intermediarios. Y con ese derecho de picaporte que ella misma se ha arrogado a través de su fe, ha ido por la vida siendo buena persona y haciendo el bien a los demás.
Le concedo entonces credibilidad a su emoción y a su sentimiento. Ella ha visto, conoce la situación en la que viven indígenas de Veracruz (su estado), Oaxaca (el estado de su padre), Chiapas (el que más le gusta por su belleza). Y no, la indignación no se le ha pasado con los años. Comparte con tantos mexicanos ese reclamo de justicia, que en el fondo de su alma guarda la esperanza de que las palabras del papa Francisco toquen el corazón de los políticos y de la gente de poder en México como ha tocado el de ella.
Lamentablemente, no comparto su ilusión. Llevo cinco días deprimida de escuchar al papa regañar de pasadita a obispos y políticos por sus grillas, su indiferencia, su corrupción, su insensibilidad, sólo para ver a políticos y obispos negar tal regaño mientras aplauden, ovacionan y corren presurosos a besar la mano y el anillo del pontífice. Quién sabe a quién le hablará el papa, porque a ellos no. Quién sabe a qué mundo y a qué injusticias se referirá Francisco, porque en el de ellos esas cosas no pasan. Quién sabe para qué será tanto fervor y tanto rezo, con tantas cuentas pendientes. Pero eso sí, que no falte la foto que para eso arrollaron al que se les puso en frente que la selfie es lo más importante de todo.
Les comparto un momento muy emotivo para mi: el saludo y bendición de @Pontifex_es a mi nieta Majo. #PapaEnEdoméx pic.twitter.com/EpQmogTrl2
— Eruviel Ávila (@eruviel_avila) febrero 16, 2016
Los mexiquenses, mi familia y yo estamos agradecidos por la visita de @Pontifex_es a #Ecatepec. #PapaEnEdoméx pic.twitter.com/jODbJ9HldQ — Eruviel Ávila (@eruviel_avila) febrero 15, 2016
Si no pregúntenle al subsecretario de Desarrollo Social y Humano de la Secretaría de Desarrollo Social, Ernesto Nemer, quien después de acompañar a su jefe José Antonio Meade, y al gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, en la homilía del papa en San Cristóbal de las Casas, se atrevió a postear el siguiente tuit:
Tan emotivo le pareció el mensaje del papa a Nemer, que habrá creído corresponder a la solidaridad pedida por el pontífice para con los pueblos indígenas al tomarse la foto y pagarle sus 20 pesotes a Angelito, que siempre le da su buena boleada cuando va a su estado. ¿Tantas veces de pagar sus servicios y nunca se le ocurrió al subsecretario de Desarrollo Social y Humano de la Sedesol preguntarse por qué ese niño indígena de San Cristóbal de las Casas bolea zapatos en vez de ir a la escuela o jugar? No lo sabemos, porque en vez de callarnos la boca a los que alcanzamos a ver su tuit con información estilo “por supuesto que Angelito va a la escuela” o “por supuesto que ya no boleará zapatos porque él y su familia ya forman parte de tal programa de la Sedesol” o “por supuesto que no fomentamos ni toleramos el trabajo infantil”, Nemer borró su tuit. Y ya.
De cuando acá un funcionario de Sedesol tiene que aguantar cuestionamientos o dar explicaciones -ya no digamos disculparse- por algo tan insensible, desafortunado y revelador sobre la función que realiza, ni que no supiéramos que en Chiapas es “normal” que los niños indígenas trabajen. De cuando acá un subsecretario de Sedesol tiene que conocer el Convenio 138 de la OIT que México ratificó el año pasado y que tiene como objetivo eliminar el trabajo infantil; seguro Angelito aparenta menos edad de la que tiene porque ya sabemos que en Chiapas -uno de los estados más pobres del país- los niños no se alimentan bien y pues eso afecta su desarrollo. Por qué habría de traer el señor Nemer en la cabeza la Ley para la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes publicada el 4 de diciembre de 2014, como si la atención, cuidado y desarrollo integral infantil tuviera que ver con su trabajo. Si el Congreso tiene dos años sin asignar recursos al recién creado Sistema Nacional para Proteger a la Infancia Mexicana, por qué habríamos de reclamarle algo a él.
Y eso por poner sólo un ejemplo que salió de botepronto mientras escribía este texto, porque así de cotidianas son las cosas injustas y absurdas que suceden en este país. No tiene uno que rascarle demasiado para que un funcionario o político se exhiba, o para revelar lo que hacen mal. El problema es que ante la injusticia y el escándalo no pasa nada. En este país la responsabilidad siempre es de alguien más, no sabemos quién.
Ya podrá el papa Francisco darles un zape o correrlos a todos de la siguiente misa para que hagan algo de provecho con su tiempo, que políticos y gobernantes mexicanos siempre tendrán una lectura diferente de por qué los zapearon o los corrieron. Ya podremos los periodistas revelar fraudes al erario, robos descarados, impunidades siniestras, que para ellos no habrá problema con los hechos dados a conocer sino con la revelación de los mismos. Quién dijo que teníamos derecho a enterarnos de corruptelas y a exigir que haya justicia. Si ya sabemos que en Veracruz el crimen organizado mata periodistas y veracruzanos, por qué exigir al gobernador que haga su trabajo. O para qué hacemos preguntas sobre el dinero que gasta la mamá del gobernador de Chiapas, medios amarillistas. Si los ofendidos son ellos, que ahí están Humberto Moreira y Javier Duarte para comprobarlo.
Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión — Papa Francisco (@Pontifex_es) febrero 15, 2016
Si de veras quieren que creamos que los conmovió ver, oír y hasta tomarse la foto con el papa, empiecen por pedirle perdón a Angelito. Luego que Manuel Velasco se siga con todos los indígenas de Chiapas, no sólo con los 10 que invitó a su boda. Y así, vayamos estado por estado con cada gobernador reconociendo sus errores hasta que lleguemos con el presidente. Tal vez entonces estemos en condiciones de empezar a gestionar cómo enderezar las cosas.
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