En el 54% de las cárceles mexicanas “los internos ejercen el control mediante la violencia sobre el resto de la población”, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). De otra manera, el narco y no el gobierno es quien gobierna y manda en esas instituciones.
Las prisiones del sistema carcelario son 359 y en ellas están internas poco más de 250,000 personas. Un estudio de la CNDH revela que todas las cárceles tienen carencias y que “las mayores deficiencias se refieren a la clasificación entre procesados y sentenciados, hacinamiento, falta de actividades laborales y de capacitación, para el trabajo”.
Dice también que se identifican como “deficiencias importantes, la falta de personal de seguridad y custodia, así como la prevención y atención de incidentes de violencia, es decir, no hay suficientes acciones para prevenir o atender incidentes como riñas, lesiones, fugas, homicidios o motines”.
Más de la mitad de las cárceles están sobrepobladas. En áreas donde deberían estar cuatro reclusos llegan a reunirse 30 de los mismos. El hacinamiento convive con “zonas de privilegio” donde los narcotraficantes, que imponen su ley, gozan de condiciones especiales.
En 2015 en las prisiones mexicanas hubo 2,110 incidentes violentos: 1,382 riñas, 250 desórdenes, 55 casos de abuso, 54 asesinatos y 23 “suicidios”, asegura la CNDH.
El documento plantea que el sistema carcelario es insalubre y no existen “programas para la prevención de adicciones y de desintoxicación voluntaria”. Esto se une a las “deficiencias en las condiciones materiales e higiénicas de las instalaciones para alojar a los internos”.
Las peores cárceles del sistema penitenciario se encuentran en los Estados de Nayarit, Quintana Roo, Guerrero, Hidalgo y Tabasco. El estudio anota que las cárceles no son un tema de interés para los distintos órdenes de gobierno.
El texto asegura que “los hechos no nos permiten concluir que el sistema penitenciario esté plenamente organizado y opere sobre una base de respeto a los derechos humanos, en donde el trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte sean los medios que logren la reinserción social de las y de los internos, previniendo que reincidan”.
Urge, es una prioridad nacional, que los tres órdenes de gobierno, de manera conjunta, inicien la transformación del sistema penitenciario. De otra manera las cárceles seguirán siendo escuelas del crimen y espacios con un alto nivel explosivo. En cualquier momento pueden tronar.
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