La pandemia trajo consigo decenas de miles de muertes y la crisis económica más profunda del siglo. Por si eso fuera poco, de manera silenciosa y casi desapercibida, ha traído también consigo otros efectos que pueden combinarse peligrosamente y resultar en una tragedia: un retroceso de 20 años en el combate a la desnutrición infantil.
En un periodo de dos décadas (de 1998 a 2018), Mexico pasó de una prevalencia de desnutrición crónica o baja talla en menores de 5 años de 26.9% a 14.2%. Lentísimo, pero nada despreciable avance. No obstante, los efectos indirectos del COVID y las decisiones políticas y de política en materia de desnutrición infantil podrían fácilmente regresar al país a los mismos niveles que teníamos a finales de los 90. Estimaciones recientes publicadas por la serie The Lancet para países de ingresos medios y bajos indican que, en caso de no implementar medidas urgentes para contenerla, la prevalencia de desnutrición podría aumentar hasta en 14 puntos porcentuales (Headey D, Heidkamp R, Osendarp S, et al. 2020).
Tabla: Comparación de la prevalencia nacional de baja talla/desnutrición crónica en menores de cinco años de edad, de 1988 a 2018.
La desnutrición infantil es el resultado de la pérdida o consumo insuficiente de calorías o de nutrientes necesarios para sostener adecuadamente las funciones vitales, el crecimiento y desarrollo de un niño o niña. Entre sus causas directas se encuentra la ingesta inadecuada de alimentos –entendida como aquella que no provee al individuo de nutrimentos suficientes en calidad y/o cantidad– y la persistencia de enfermedades infecciosas. La ingesta inadecuada y las enfermedades infecciosas tienen a su vez, tres causas subyacentes. La primera es la inseguridad alimentaria; la segunda refiere a una inadecuada atención o cuidados para las mujeres y los niños, y la tercera apunta a la escasez de servicios de salud y saneamiento ambiental.
Las tres cosas estan pasando en México, así como en muchos otros lugares del mundo: hay un incremento registrado en la inseguridad alimentaria, particularmente en los hogares con niños. El acceso a servicios de salud se vio afectado por el miedo de la población, pero también por los procesos de reconversión hospitalaria, y el cuidado general a mujeres y niños se ha visto afectado por idénticas razones. Ante la conjunción de estas causas, es muy probable que en los próximos meses observemos un deterioro importantísimo en los indicadores de nutrición en preescolares en México.
Las consecuencias de la desnutrición crónica en los primeros años de vida son devastadoras. No solo es la responsable de una parte importante de las muertes de niñas y niños menores de 5 años a nivel mundial, sino que también es la causante de pérdidas significativas en el desarrollo cognitivo de millones de personas y, por ende, de dificultades de aprendizaje y de oportunidades perdidas en ese ámbito. De igual forma, esta relacionada con problemas de salud a lo largo de toda la vida; afecta la capacidad física y de trabajo a lo largo del ciclo vital, y por tanto, merma la productividad y oportunidades de ingreso en la vida adulta (Wisbaum, 2011). Por todas estas razones, es posible afirmar que la desnutrición produce y reproduce la pobreza.
Para agravar el cuadro, en nuestro país el gobierno federal desmanteló, al inicio de esta administración, una de las herramientas de política que durante dos décadas sirvió como mecanismo de contención de la desnutrición infantil en México: el Progresa-Oportunidades-Prospera (POP).
El POP tenía dos componentes directamente encaminados a prevenir y tratar la desnutrición infantil. Según su propia descripción, el componente Salud brindaba “acceso a un paquete de salud preventiva, pláticas educativas para la salud y provisión de suplementos alimenticios para niños pequeños y mujeres embarazadas o en lactancia, con seguimiento a los casos que presentan desnutrición”. El componente alimentación consistía en “transferencias monetarias a las familias, condicionadas a la asistencia a las consultas de salud y las sesiones educativas”. Distintos estudios documentaron un impacto positivo del POP en indicadores nutricionales como talla, peso y anemia en niños y mujeres embarazadas (CONEVAL, 2019). No obstante, debemos de reconocer que la magnitud y velocidad de estos impactos fue menor al esperado.
Por el otro lado, esta administración decidió disminuir en 44% el monto de recursos que, dentro del Fondo de Aportaciones Múltiples (FAM)1, se destina a niñas y niños menores de 6 años, al pasar de 865 millones en 2018 a 485 millones en 2020. De acuerdo con el artículo 40 de la Ley de Coordinación Fiscal, el 46% del FAM se destina al otorgamiento de desayunos escolares, apoyos alimentarios y de asistencia social. Estos apoyos se operan a través de los Sistemas DIF a nivel estatal y municipal, bajo la dirección del Sistema DIF Nacional.
Así pues, el gobierno federal desmanteló el primero y recortó el segundo sin antes haber previsto o diseñado un esquema alternativo que fuera capaz de resolver el problema de la desnutrición en México. Esta omisión ya era muy grave en el contexto previo a la Pandemia. En estos tiempos, se vuelve criminal.
Cierro con un llamado urgente a las autoridades actualmente en el poder: las niñas y niños en México tienen derecho a una alimentación suficiente y variada, a tener acceso a servicios de salud de calidad, a disfrutar de oportunidades de aprendizaje desde el nacimiento, y a recibir un cuidado cariñoso y sensible para alcanzar su pleno potencial. Hacer cumplir esos derechos es su obligación. No hay tiempo que perder.
#LaNiñezImporta
* Aranzazu Alonso, Coordinación Pacto por la Primera Infancia (@Pacto1aInfancia).
Referencias
Wisbaum, W. (2011) La Desnutrición Infantil: Causas, consecuencias y estrategias para su prevención y tratamiento. Madrid: UNICEF España
Lutter, C., & Chaparro, C. (2008). La desnutrición en Lactantes y Niños Pequeños en América Latina y el Caribe: Alcanzando los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Washington, D.C.: Organización Panamericana de la Salud.
Headey D, Heidkamp R, Osendarp S, et al. (2020) Impacts of COVID-19 on childhood malnutrition and nutrition-related mortality. Lancet; publicado en línea el 27 de julio. https://doi.org/10.1016/ S0140-6736(20)31647-0.
Hernandez-Licona G., De la Garza-Navarrete T.P., Zamudio-Chavez J. (coord.) (2019) El Progresa-Oportunidades-Prospera, a veinte años de su creación. México: Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
1 Es importante precisar que el monto total del FAM ha crecido, lo que se ha recortado son los recursos que, dentro de ese fondo, se destinan a primera infancia, incluidos los correspondientes desayunos escolares, apoyos alimentarios y de asistencia social.
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