“¿Cómo evalúa el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto?”
He recibido esa pregunta unas 28 veces en los últimos tres días (pues sí, soy popular). Con toda probabilidad, me la harán varias veces antes de que acabe la semana. Para facilitar la comunicación, va mi respuesta abreviada:
En resumen de resúmenes, no ha sido un año catastrófico, pero ciertamente no ha sido bueno. Se puede discutir todo lo que se quiera sobre la disminución puntual en el número de homicidios, pero, sin lugar a dudas, no hay una mejoría dramática en las condiciones de seguridad. Y las cosas no apuntan mucho mejor para el futuro: la agenda de transformación institucional ha estado, en el mejor de los casos, en piloto automático, sin liderazgo político para llevarla a buen término. Peor aún, el pensamiento estratégico del gobierno no parece haber evolucionado mayormente en un año: a las preguntas sobre la política de seguridad, se sigue respondiendo con las mismas banalidades sobre coordinación, prevención o inteligencia que han marcado el discurso del gobierno desde hace doce meses.
En fórmula para tuit, 2013 tuvo poco nuevo, poco bueno y casi nada alentador.
Estamos procesando tu membresía, por favor sé paciente, este proceso puede tomar hasta dos minutos.
No cierres esta ventana.
¡Agrega uno!