Por: Juana Acosta
En el marco del Día Internacional de la Mujer, y en el contexto preelectoral en un país de electoras, vale la pena hacer un balance sobre el estado que guardan los derechos políticos de las mujeres a casi 60 años de que el Estado mexicano reconociera su derecho a votar y ser votada.
Hoy podemos apreciar una presencia mayoritaria de las mujeres en la lista nominal. De acuerdo con el Instituto Federal Electoral, para el proceso federal electoral del 2012 las mujeres representamos el 51.87% de las personas que actualizaron y solicitaron su inscripción al padrón electoral para obtener la credencial para votar y con ello ejercer el derecho al voto.
Asimismo, las cifras muestran que las mujeres no sólo somos mayoría, sino que además jugamos un papel importante en la elección de los representantes populares. Por ejemplo, en la elección federal de 2009 participó el 44.1 por ciento de la lista nominal, del cual el 25.4 por ciento fueron mujeres y 19.6 hombres. Es decir, existe un mayor índice de participación electoral de las mujeres, aunque ello no se traduce en un número equiparable de puestos de elección popular a los que son postuladas y electas.
Pese a que la ley electoral (COFIPE) reconoce las cuotas de género en el artículo 219 (los partidos políticos que presenten candidaturas propietarias a la Cámara de Diputados y de Senadores deben garantizar una cuota de género del 40 por ciento, procurando llegar a la paridad), en la práctica hemos visto cómo se vulneró la composición equitativa de la Cámara de Diputados en la presente legislatura, pues mujeres que fueron electas como diputadas titulares pidieron licencia cediendo su puesto a suplentes hombres (Efecto “Juanitas”).
En el registro de candidaturas para las elecciones 2012 se ha señalado la existencia de listas amañadas por parte del Partido Revolucionario Institucional, lo cual no sólo vulnera la equidad de sus candidaturas sino el reconocimiento a los derechos políticos de las mujeres que hemos venido impulsando en lo individual y lo colectivo desde nuestras respectivas trincheras.
La actual composición política del poder legislativo visibiliza la limitada participación de la mujer en este espacio de decisión. En el Senado, sólo el 22.7% de sus integrantes son mujeres (29 de 128) y en la Cámara de Diputados, el 28.2% son diputadas, es decir 141 de 500.
A nivel local, la participación es más limitada, pues a pesar de ser un grupo mayoritario, encontramos que un porcentaje minoritario de éstas son quienes han accedido a los principales cargos de elección. Sólo seis mujeres han encabezado gobierno estatales (Tlaxcala, Colima, Michoacán, Distrito Federal, Zacatecas y 2 de Yucatán). Asimismo, ninguna mujer ha ocupado el máximo cargo en el poder ejecutivo federal, contrario a lo ocurrido en países de América Latina como Chile, Nicaragua, Argentina, Jamaica, Brasil y Costa Rica.
Sin embargo, es necesario precisar que el hecho de ser mujer no garantiza el compromiso con la agenda de género que requerimos para gozar a plenitud todas las garantías reconocidas en el marco jurídico nacional e internacional. No sólo requerimos mujeres en el poder, requerimos mujeres comprometidas con las luchas reivindicadoras de nuestros derechos.
Miscelánea
El sábado 10 de marzo estaremos en el zócalo capitalino para celebrar el Día Internacional de la Mujer de las 10:00 de la mañana hasta las 15:00 horas.
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