Con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos el pasado 24 de junio, se anuló el fallo histórico Roe vs. Wade (1973). Desde hace 50 años, Roe fungió como un referente para toda la región y permitió que miles de mujeres en Estados Unidos tuvieran acceso a abortos legales y seguros, aunque de manera crecientemente desigual. Tras la reciente decisión de la Corte, la protección constitucional al aborto, vinculada al derecho a la intimidad, cortó de tajo este precedente y el freno que éste representaba para la adopción de modelos más restrictivos. Con ello, abrió paso a que cada estado del país imponga una serie de restricciones respecto al acceso al aborto legal, sin establecer mínimos de acceso con respecto al plazo o ciertas causales o límites para su posible criminalización. Algunos de ellos comenzaron a adoptarlos el mismo día.
No se hicieron esperar las protestas de personalidades del mundo artístico, cultural y político, incluyendo el presidente Biden y el expresidente Trump, quienes condenaron y celebraron la decisión respectivamente, así como las muestras de apoyo a las posturas antiderechos adoptadas por una mayoría de los jueces de la Corte Suprema. En un país tan dividido, las consecuencias fueron igualmente polarizadas. De un lado, los estados demócratas han puesto sobre la mesa que continuarán garantizando el acceso a abortos legales seguros, nombrándose estados “santuario” y comprometiéndose a establecer legislación que proteja el acceso a servicios de aborto legal tanto para sus residentes como para personas que vivan en contextos restrictivos; mientras tanto, los estados republicanos ya se aprestan para limitar de manera casi absoluta el acceso y perseguir a quienes aborten o procuren abortos.
Hoy el panorama se vislumbra complejo en Estados Unidos, tanto para quienes deseen interrumpir un embarazo como para quienes acompañan o brindan servicios de aborto. Y como en todo, sabemos que la decisión afectará fundamentalmente a quienes han sido históricamente discriminadas y habitan en estados “rojos”, pues verán limitado su acceso al no poderse trasladar a los estados donde sí se permita o, incluso, podrían ser víctimas de persecución y hostigamiento en caso de hacerlo, entre ellas las millones de mujeres y personas con capacidad de gestar con un estatus migratorio irregular en el país. Las muestras de preocupación no son para subestimarse.
No obstante, desde contextos restrictivos y adversos, en Latinoamericana hemos visto avances notables en el acceso al aborto en los últimos años, resultado de trabajo de décadas por parte de diferentes sectores de los movimientos feministas. Poco a poco, se han ido eliminando barreras legales, jurídicas y sociales y las mareas verdes han cobrado fuerza por todo el continente. Pero sabemos que no hay puntos finales y lo ocurrido en Estados Unidos es un recordatorio claro de la necesidad de defender y fortalecer los avances logrados, y también de trabajar juntas para compartir aprendizajes que nos permitan caminar acompañadas en la lucha global por el aborto legal y seguro. Confiamos en que las movilizaciones a favor del derecho a decidir permitan que más estados puedan moverse hacia legislaciones permisivas al aborto y que, en el mediano y largo plazo, una nueva conformación de la Corte estadounidense vuelva a garantizar una protección constitucional al aborto no sólo en clave del derecho a la intimidad, en un modelo que reconozca las desigualdades que impiden el acceso para todas aquellas personas que lo requieren.
La experiencia muestra que, aún en contextos restrictivos, las mujeres y personas con capacidad de gestar abortan y lo seguirán haciendo. El reconocimiento del aborto como un servicio de salud esencial contribuye a reducir el estigma asociado a éste y garantiza que se realice de forma segura. La sacudida en Estados Unidos que representó la reciente sentencia que revirtió el precedente de Roe v. Wade sin duda impondrá retos importantes para el movimiento feminista en el país. Al mismo tiempo, abre una oportunidad para entablar diálogos entre movimientos que permitan fortalecer los avances logrados y defenderlos de manera conjunta. Si algo hemos aprendido de este lado del continente es que la defensa de nuestros derechos es una lucha constante.
La batalla por el aborto legal, seguro y gratuito es una lucha global, un retroceso como éste nos afecta a todas, por ello desde GIRE estamos con ustedes.
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