La amenaza global a la vida surgida a raíz de la emergencia del SARS-CoV-2 (COVID-19), representa una crisis que, según su etimología, es una “mutación grave que sobreviene a una enfermedad para mejoría o empeoramiento”. Esta crisis nos coloca ante las posibilidades que surgen por ser un “momento decisivo en un asunto de importancia”1, siempre y cuando nos detengamos a cuestionar los discursos hegemónicos que buscan explicarla. Hacer frente a la pandemia, y más aún, defender la vida, implica en estos días un ejercicio de imaginación política. Preguntarnos desde, hacia dónde y con quiénes queremos construir un futuro. La normalidad que teníamos no puede ser un horizonte político posible desde una visión de derechos y emancipadora.
Si bien la prevalencia del discurso médico y específicamente el epidemiológico es imprescindible ante la crisis que vivimos, creemos que existe el riesgo de sacar la pandemia de su contexto social. Por otro lado, se habla de los impactos catastróficos en la economía que las medidas de contención del coronavirus generarán, como el desaceleramiento y el decrecimiento de la economía, lo cual también parte del supuesto de que el capitalismo funciona perfectamente y los esfuerzos del Estado se deberían enfocar en rescatarlo. Por esta razón, consideramos fundamental recuperar los debates que contextualizan la pandemia en la crisis generada por el capitalismo, la desigualdad, la destrucción de la naturaleza, etc.
Para nosotras, la pandemia es una oportunidad para resquebrajar el imaginario de la modernidad y repensar la manera en que entendemos la compleja trama de relaciones que sostienen la vida. Creemos que la pandemia abre la puerta a un “proceso de liberación cognitiva que active nuestra imaginación política”2 que ponga en el centro la interdependencia de la vida en sus distintos niveles. Esto tiene que ver con denunciar la violencia que se desprende de la mercantilización de la vida humana y el abandono de los derechos al mercado, para reconocer nuestra responsabilidad como parte de redes complejas que incluyen a otros animales humanos y no humanos, así como a la naturaleza; y a nivel global, la importancia de crear formas solidarias de gestionar la pandemia.
Por esto, desde el punto de vista psicosocial queremos poner el acento en la crítica a la subjetividad depredadora capitalista y patriarcal, para imaginar la posibilidad de nuevas subjetividades alternativas/disidentes a las de la modernidad, así como otras formas de hacer vínculos sociales basados en la solidaridad, el cuidado y la responsabilidad. Por ello buscamos retomar experiencias de formas de organización previas frente a la precarización y mercantilización de la vida, como los colectivos de víctimas y de familiares de personas desaparecidas.
¿Cuáles son las crisis preexistentes y que determinan los impactos de la pandemia de coronavirus? ¿Cuáles son los discursos hegemónicos para comprender y gestionar la pandemia? ¿Qué otras formas de vínculos solidarios hemos visto frente a la pandemia? ¿Cómo podemos construir respuestas solidarias a pesar del aislamiento físico? ¿Qué cosas de la “normalidad” deben cambiar? Queremos comenzar a responder estas preguntas con las académicas y activistas Mina Lorena y Cristina Vega, el próximo martes 21 de abril, a las 12:00 hrs., en el webinar “Cuando la normalidad es el problema: Repensar la interdependencia para enfrentar la pandemia”, dentro del ciclo de conversaciones Articulaciones: diálogos sobre COVID-19, derechos y desigualdades de Fundar.
* Ximena Antillón y Ángel Ruiz son investigadora e investigador en el programa de Derechos Humanos y Lucha contra la Impunidad de @FundarMexico.
1 Del griego krisis: “decisión”. (Corominas, J. y Pascual, J. A., Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, CE-F, Madrid: Gredos, 1980, p. 179.
2 Maristella Svampa. “Reflexiones para un mundo post-coronavirus”, Nueva Sociedad. 6 de abril de 2020.
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