El contexto de la pandemia por covid-19 ha puesto sobre la mesa varios temas relevantes que las instituciones y la sociedad en general hemos mantenido guardados bajo la alfombra durante mucho tiempo. Uno de esos temas emergentes ha sido la política de cuidados y su repercusión e importancia en diversos planos de la vida cotidiana. Si bien, el tema de los cuidados es muy amplio, porque comprende aspectos de salud, bienestar físico, emocional, social, económico, material, etc., en esta reflexión analítica me concentraré en el terreno ético del cuidado, específicamente en los aspectos psicológicos y emocionales en el ámbito institucional policial.
Para apoyar esta reflexión retomaré la experiencia de un taller recientemente impartido sobre contención emocional y autocuidado en donde fue posible observar la desatención de la institución policial en estos temas. El taller se dictó en modalidad virtual y fue dirigido a policías municipales que integran las células de búsqueda de personas desparecidas y no localizadas y a personal de atención integral a víctimas de delitos.
El objetivo de este fue incentivar la cultura del autocuidado y plantear la necesidad de buscar opciones de contención psicológica y emocional para anticipar y/o atender cuadros clínicos asociados al desgaste profesional en instituciones y profesiones de cuidado que atienden procesos de victimización y/o traumatización asociados a la violencia, la delincuencia o catástrofes, y otros actos relacionados con la seguridad y bienestar de la ciudadanía. En este sentido, es importante revisar y repensar la concepción que tenemos sobre la institución policial, y sobre la diversidad de funciones que desempeña, aquellas conocidas y orientadas la regulación de los actos violentos y delictivos, como la prevención, contención, persecución e investigación, y sobre aquellas que los les permiten actuar para resguardar, cuidar o proteger a personas o grupos en situaciones de riesgo, que han sufrido algún daño o perjuicio. Incluso, la función y obligación de la Policía para respetar y/o restituir los derechos humanos y garantizarlos, nos remonta a un acto de cuidado. Desde esta mirada, la policía forma parte de las instituciones de cuidado y desempeña acciones de dicha naturaleza.
El diseño e implementación del taller implicó un esfuerzo doble, en primer término, porque fue parte de un programa formativo que requirió separar el aspecto académico de la meta de brindar un espacio de escucha y de cuidado focalizado en las necesidades psicosociales de ambos perfiles profesionales. El segundo reto fue adaptar los contenidos del taller para el entorno y formato virtual debido a las circunstancias de la pandemia. Este ejercicio requirió de un esfuerzo adicional para lograr la apertura, la confianza y el ambiente de seguridad necesarios para facilitar procesos de reflexión y sensibilización hacia los temas abordados por parte de las y los participantes.
Como ya mencionó, el taller estuvo orientado a detectar las necesidades psicológicas y emocionales del funcionariado participante para desarrollar competencias básicas en materia de autocuidado y sensibilizar sobre la relevancia de la contención profesional. Para ello, se plantearon varios objetivos específicos: 1) detectar los efectos e implicaciones del trabajo que desarrollan, 2) identificar las gratificaciones que tiene el trabajo que desempeñan, 3) la oportunidad de construir resiliencia personal y colectiva, 4) la disposición y utilización de recursos y herramientas para el autocuidado y la contención emocional (prácticas de distensión, liberación de estrés, regulación y autorregulación para la atención de los efectos de desgaste por empatía, burnout y/o el trauma vicario, producto de una exposición continua a fenómenos de violencia y riesgo que por su trabajo suelen padecer este profesionales y, 5) el desarrollo de competencias básicas de autocuidado y la promoción de la contención psicoemocional.
Como en otras oportunidades el taller se realizó al término de la jornada de trabajo, es decir en sus “horas de descanso o tiempo franco”, lo que supuso el desafío de captar la atención de personas cansadas, y también habituadas a utilizar sus espacios de descanso para continuar su profesionalización, además de tener presentes las condiciones propias de la naturaleza del trabajo de estos sectores; también se sumaron a estas condiciones, el formato virtual del taller, lo cual planteó la necesidad de emplear otras herramientas para captar y mantener la atención y el interés del grupo durante las sesiones. Otra de las metas que se establecieron para el encuadre del taller fue concentrar la atención en las necesidades del funcionariado de gabinete y del funcionariado policial en las temáticas del cuidado y autocuidado y no en los servicios, ni en los procesos de atención. Este esfuerzo buscó virar la mirada hacia la atención del funcionariado desde la ética del cuidado, un aspecto poco recurrido para la policía y para el funcionariado a cargo de la atención a víctimas.
Durante el desarrollo de esta actividad formativa nos llamó la atención la dificultad del grupo para entender el taller como un espacio para ellos y ellas, donde no mediaba la acreditación, diferente de la lógica de un curso. Durante casi todo el taller, contamos con una asistencia fluctuante desde el inicio hasta el fin de cada sesión, debido a que la mayoría del grupo se incorporaba al taller cuando llegaba a sus casas, después de la jornada de trabajo y sólo algunos/as iniciaban o continuaban en sus horarios de trabajo (18-20:30 hrs.). La situación referida implicó cambiar la estructura secuencial original del taller, para dar tiempo a que la mayoría se incorpora y participara en las técnicas grupales y plenarias y particularmente en los ejercicios prácticos.
A medida que el grupo se fue abriendo para compartir los efectos laborales, personales, familiares y de salud, atribuidas a la naturaleza de su trabajo, también fueron emergiendo los relatos de experiencias positivas, las gratificaciones, las satisfacciones y valor de su trabajo. Los aspectos que no tuvieron la respuesta esperada fueron el cumplimiento de algunos requerimientos para la realización de algunas actividades para las siguientes sesiones (llevar materiales de trabajo, realizar algunos ejercicios de repaso) y en particular la auto-aplicación de la batería psicométricas para medir el desgaste profesional (Maslach Inventory) y la Calidad de Vida Profesional (Escala Proqol- vIV) y otras herramientas para ponderar su estado (semáforo de alarma de Burnout). Si bien, al final del taller se contestó toda la batería para completar todas las actividades, esta no se hizo como parte de un ejercicio de auto evaluación y autoconocimiento, tal como lo ameritaba
¿Qué hallazgos y aprendizajes revelaron los talleres?
Reflexión final
Los resultados de esta experiencia educativa de autocuidado y contención emocional dan cuenta de los grandes retos que tienen hoy las instituciones policiales y otras dependencias respecto a la incorporación de acciones o programas relativos a la política de cuidados o la inserción e institucionalización de principios que aludan a la ética del cuidado. El hecho mismo de que la responsabilidad del autocuidado y la contención emocional queden totalmente en el terreno y responsabilidad del funcionario o funcionaria, indican el deslinde de las autoridades institucionales al respecto, y la negación de los derechos de las y los policías a recibir las prestaciones y servicios necesarios para atender las necesidades o afectaciones que se derivan de la naturaleza de su actividad laboral o trabajo.
A la luz de este breve análisis es difícil pensar en la posibilidad de instalar programas o iniciativas de esta naturaleza en las instituciones policiales, incluso en casi cualquier instancia pública. No obstante, esta dificultad no le resta relevancia al tema, ni a la necesidad de continuar pugnando y visibilizando aspectos y servicios esenciales que merecen ser atendidos. Si en verdad queremos mejores instituciones de seguridad y mejores policías toca dirigir la mirada al interior de las policías, y estar consientes de que las responsabilidades y actividades asignadas a la Policía crece cada día, pero poco se conoce de acciones para mejorar de fondo sus condiciones laborales y su calidad de vida. Sin duda alguna, debemos caminar hacia procesos de modernización y de innovación policial, pero ninguno de esos avances tiene coherencia, si no hay antes una profunda renovación ética al interior de las policías que sostenga y motiven cualquier proceso sostenible de reforma.
* Antia Mendoza (@Antiamexico) es especialista en seguridad ciudadana, prevención de la violencia y modelos de atención victimológica
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