La reciente creación de la Agencia de Gestión Urbana (AGU) de la Ciudad de México es una excelente señal de que el nuevo gobierno está preocupado por resolver el rezago que existe en los servicios públicos urbanos y en la movilidad de la ciudad. A pesar de que el DF es la entidad con los mayores niveles de talento e inversión, la calidad de sus servicios públicos está muy lejos de ser de clase mundial. Algunos ejemplos:
Estas deficiencias se deben a la falta de profesionalización, de coordinación intergubernamental y de una visión integral de largo plazo de los organismos encargados de proveer dichos servicios. Por esta razón, hemos impulsado en diversas publicaciones la creación de la figura del Administrador Urbano, un funcionario de alto nivel y con un sólido perfil técnico encargado de coordinar los diferentes servicios públicos de la ciudad. No obstante, dicha figura no puede ser considerada por sí sola como la solución a todos los problemas que aquejan a la ciudad, sino que debe ser parte de una estrategia a mayor escala que incluya a los diferentes actores y dependencias que inciden en su accionar.
Lo bueno
El diseño institucional de la Agencia tiene elementos que lo asemejan a modelos exitosos de city manager en otras latitudes:
Todo esto habla de una agencia gubernamental que, al menos en el papel, parece que jugará un rol central para mejorar el desempeño del gobierno local a través de la coordinación intergubernamental, la vinculación directa con ciudadanos, y el desarrollo de ideas y soluciones innovadoras de buen gobierno.
Lo malo
No obstante las virtudes mencionadas, el diseño de la AGU tiene debilidades y limitaciones significativas que deberán ser corregidas cuanto antes para que pueda alcanzar los objetivos fijados:
Conclusión
En resumen, la AGU es una apuesta interesante e innovadora de la administración pública del DF que vale la pena seguir de cerca. Para tener éxito deberá contribuir a mejorar de manera sustantiva y sostenida la calidad de los servicios públicos de la ciudad. Para ello, requiere todo el apoyo del Jefe de Gobierno, de la administración pública de la capital y de la propia sociedad.
No obstante, es necesario fortalecer algunas de sus atribuciones que le permitan coordinar sistemáticamente a muchas dependencias de gobierno. Incluso, sería ideal que en una segunda fase se amplíe su ámbito de influencia a toda la Zona Metropolitana (con el aval de las autoridades de municipios conurbados y del Estado de México).
Es indudable que la creación de la AGU está siendo recibida con escepticismo por parte de la opinión pública, que teme que simplemente se traduzca en más burocracia y por ende mayor gasto. Por ello será clave que rindan cuentas sobre su desempeño.
Finalmente, creemos que es una apuesta que vale la pena. Si queremos tener una ciudad que funcione bien, una ciudad con servicios públicos de calidad y buena movilidad, es indispensable innovar en la administración pública. Sólo de este modo podrá evolucionar, fortalecerse y establecerse como una práctica exitosa exportable a otras ciudades del país.
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