Los estragos de los huracanes Ingrid y Manuel dejarán una huella difícil y costosa de borrar en Guerrero. A la fecha, no existe un cálculo oficial del costo económico, pero las estimaciones van desde 4,000 millones de pesos hasta 16,000 millones de pesos. Esto sin contar las invaluables pérdidas de vidas humanas. Preocupantemente, este fenómeno no es un suceso aislado. Entre 2000 y el 2012, los desastres naturales costaron a México alrededor de 360,000 millones de pesos. El cambio climático de los últimos años indica que esta cifra solo aumentará. Es fundamental tomar medidas para reducir el impacto de estos fenómenos y así evitar más pérdidas dolorosas para el país.
Con este objetivo en mente, el IMCO realizó un estudio sobre la vulnerabilidad climática de los municipios mexicanos. Éste proyecto busca señalar aquellas características que generan un mayor impacto y pérdidas de un desastre natural. Para lograrlo, analiza variables de capital humano y social, la calidad de la infraestructura y las tendencias climáticas de las últimas décadas. La idea es que el impacto de un desastre natural no sólo depende de su magnitud sino también de la capacidad de prevención y respuesta ante dichos eventos.
Hay tres lecciones principales que aprender de este ejercicio:
El cambio climático es ya una realidad en México
En general, los municipios del país son lugares más calurosos y secos, donde la temporalidad y magnitud de las lluvias son menos predecibles. Entre 1974 y 2011, por ejemplo, 65% de los municipios del país se volvieron más secos. Además, en 40 % de los municipios hubo una mayor volatilidad en la precipitación pluvial. El hecho que exista una menor capacidad predictiva es una fuente de vulnerabilidad, pues los fenómenos naturales no esperados son los que causan mayores estragos.
La vulnerabilidad tiene más determinantes económicos y sociales que climáticos
Es posible hacer frente a la adversidad climática si las sociedades están preparadas para ello y cuentan con la infraestructura adecuada. Sin embargo, en el caso de los municipios mexicanos existen serias limitaciones. Los estragos recientes en Guerrero son una muestra de lo anterior. Los municipios de este estado presentan una alta vulnerabilidad en la calidad de su infraestructura y la capacidad de adaptación social. La lección es que la magnitud del impacto de un desastre natural no sólo depende de la Madre Naturaleza, los gobiernos deben invertir en una infraestructura adecuada para enfrentar los retos climáticos actuales.
La vulnerabilidad es mayor en las zonas periféricas de las ciudades y zonas metropolitanas
El estudio analizó 373 poblaciones de las cuales el 73.2% tiene una población inferior a los 200,000 habitantes. Estos municipios presentan las calificaciones más bajas en los subíndices de vulnerabilidad social y de infraestructura. En muchas ocasiones, estos municipios son parte del área conurbada de una ciudad.
Un ejemplo es la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM). En el Distrito Federal existen casi dos doctores más por cada mil habitantes que en los municipios conurbados de la ZMVM. Además, 60% del Distrito Federal está conectado por una red carretera avanzada, mientras que sólo 22% de los municipios conurbados lo están. La lección es clara, las zonas periféricas de las ciudades están menos preparadas porque usualmente existe una mala planeación además que es más caro llevar servicios de calidad a lugares más alejados. Este es un llamado a crear ciudades compactas.
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