Para entender mejor
La eliminación de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) y que sus funciones pasen a la Secretaría de Energía (Sener), que propone Morena en su paquete de reformas contra órganos autónomos, pone en duda la regulación del sector energético del país, y la competencia equitativa en los mercados petrolero, eléctrico y de gas.
Pero especialistas consultadas por El Sabueso mencionaron que al absorber sus funciones a la Sener, esta sería juez y parte cuando se den controversias entre las autoridades, las empresas del sector público como CFE y Pemex, y la inversión privada, lo que incluso podría tener repercusiones en los compromisos de México como parte del Tratado de Libre Comercio, el T-MEC.
¿Pero cuál es exactamente el papel de los organismos autónomos CRE y CNH? ¿Por qué son importantes como reguladores? Te explicamos a detalle:
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La CRE se encarga de regular los mercados de la electricidad y el gas natural, así como la importación, almacenamiento, distribución y expendio de petrolíferos mediante la entrega de permisos y el establecimiento de tarifas.
Esta institución es la responsable, por ejemplo, de otorgar permisos para la instalación de gasolineras y de plantas de generación eléctrica por parte de particulares.
Además, emite reglas para buscar asegurar la cobertura de gasolina, gas y electricidad en el país. Por ejemplo, desde agosto de 2021 la CRE emitió un acuerdo para fijar los precios máximos de venta del gas LP, ante el alza del precio del combustible desde un año atrás.
Ello permitió que mientras en 2021 el precio promedio del gas LP se elevó 25.9% anualmente, en 2022 el precio se redujo 3.48% y para 2023 la baja fue de 22.38%, según datos del Inegi.
Por otro lado, la CNH mantiene el control de la exploración y extracción de hidrocarburos. Entre sus tareas estuvo la organización de las rondas petroleras, en que se realizaron subastas y firmas de convenios de asociación entre empresas privadas con Pemex para exploración y explotación de petróleo entre 2015 y 2018, mismas que se suspendieron antes del inicio del sexenio pasado.
La propia CNH sugirió en julio pasado a la Sener que retome estos mecanismos de asignación de contratos para la extracción de hidrocarburos en el país.
Tanto la CRE como la CNH se integran por siete comisionados. Las decisiones se toman por mayoría de votos de forma colegiada, y con la presencia de al menos cuatro de los siete comisionados.
Los comisionados de la CRE y de la CNH los nombra el Senado por votación de mayoría calificada de dos terceras partes, a propuesta de una terna por parte de la Presidencia de la República, y previa comparecencia de cada aspirante ante el pleno de esa cámara para un periodo de siete años.
Como parte de las medidas para procurar la autonomía de ambas comisiones, la ley establece que la renovación de sus comisionados debe darse año con año de manera escalonada. Sin embargo, en el primer año del sexenio de Andrés Manuel López Obrador renunciaron seis de los siete comisionados de la CRE por diferencias con la política energética del nuevo gobierno.
Por lo que la conformación del nuevo pleno de la CRE fue mayoritariamente de personas propuestas por el entonces presidente, contrario a lo que busca para procurar su autonomía. Incluso cuatro de ellos fueron designados de forma directa por el exmandatario, ante la falta de acuerdo en el Senado.
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En la presentación de la Estrategia Nacional del Sector Eléctrico el pasado 6 de noviembre, la presidenta Claudia Sheinbaum mencionó la continuidad de la CRE y la CNH pero bajo el mando de la Sener, y prometió que se garantizará su independencia técnica, aunque alineados al plan eléctrico gubernamental de largo plazo.
Al ser cuestionada sobre si México mantendría sus órganos reguladores en el sector energético, la presidenta respondió: “No como ahora. Es parte de lo que se va a presentar en estas leyes secundarias”.
Pero de acuerdo con Karla Cedano, académica de la UNAM, si bien en la propia presentación se muestra la continuidad de estos órganos, con lo que se menciona en la iniciativa para desaparecer ambos organismos autónomos no hay certeza sobre cómo se conformarán ni de cómo se darán condiciones para su autonomía e independencia.
“Lo importante es garantizar su independencia y que se mantenga como una entidad reguladora que evite el conflicto de interés natural por ser juez y parte. ¿Qué tan fácil o difícil es eso si estás dentro o fuera de una estructura gubernamental? Eso es tema de análisis”, sostuvo.
En el estudio que hicieron académicos de la UNAM de las 20 reformas que envió el expresidente Andrés Manuel López Obrador en febrero pasado, Sergio López Ayllón, Lucía Ojeda, César Hernández y Guillermo M. Cejudo Ramírez advirtieron que esta propuesta implica una mayor politización de la función regulatoria de la CRE y la CNH.
“Por la fusión de las atribuciones regulatorias dentro de la misma dependencia encargada de conducir la política pública, y por el hecho de que los funcionarios encargados de la política pública y la regulación ya no tendrían garantías de estabilidad en sus encargos”, sostuvieron en el texto.
Al respecto, Cedano consideró necesario esperar a conocer el contenido de las leyes secundarias, que definan cómo funcionarán estas dependencias.
“Es más fácil modificarlas y corregir, y aprender y ensayar. La ley secundaria está para eso, para que se pueda normar, ves cómo te va, y qué ajustas, qué cambias. Me parece muy sano que la letra fina de las intenciones del gobierno federal se vea en leyes secundarias y no estén enmarcadas en letra de oro en la Constitución”, agregó.
Aunque no se menciona textualmente en dicho acuerdo ni a la CRE ni a la CNH, sus tareas sí están referidas en el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá.
Como te contamos en esta nota, el capítulo 22 del TMEC contempla que los gobiernos de los países miembro deben garantizar la imparcialidad y transparencia en la regulación, con el fin de que haya condiciones de justas de competencia para empresas de particulares y del Estado.
“Cada Parte asegurará que cualquier órgano administrativo que la Parte establezca o mantenga que regule una empresa propiedad del Estado, ejerza sus facultades discrecionales de regulación de manera imparcial con respecto a las empresas que regula, incluidas las empresas que no son empresas propiedad del Estado”, señala el acuerdo.
En este sentido, la incorporación de la CRE y la CNH a la Secretaría de Energía ponen en duda esta meta, ante la falta explícita de candados que garanticen su autonomía en especial de la persona titular de esa dependencia, consideró Óscar Ocampo, del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
“Aunque el T-MEC no te plantea un regulador de energía, sí te dice que en el capítulo 22 de empresas propiedad del Estado que los actores estatales no deben recibir un trato parcial o artificialmente benévolo por parte del regulador. Así es que sí trae consideraciones de independencia regulatoria en el sector energético”, explicó.
En caso de aprobarse la reforma, el Congreso tendrá 180 días para adaptar las leyes secundarias donde detallarán cómo la Secretaría de Energía asumirá las funciones de la CRE y la CNH, y la forma en que estos órganos serán independientes.
Y es ahí, insistió Cedano, donde tendrá que definirse cómo funcionarán estos órganos reguladores, y si ese funcionamiento se ajusta a lo planteado en tratados internacionales.
“Ante la visión actual, (falta que) encontremos una figura que nos asegure esa regulación, tan imparcial como sea posible, y que permita una convivencia de lo público con lo privado que beneficia al sector eléctrico”, comentó.
Mientras que Sofía Ramírez, directora de México Cómo Vamos, consideró que será importante establecer reglas para la selección de quiénes estarán al frente de los nuevos órganos reguladores para el sector energético.
“Lo que importa son las reglas de asignación de las personas que trabajan allí… al eliminar ese mecanismo (de designación de comisionados por el Senado), estás sujetando a decisiones políticas de la secretaria o secretario de Energía quién encabeza y cómo encabeza cada uno de estos órganos”, cuestionó.
A los 89 años, el exmandatario de izquierda logra encaminar la continuidad de su proyecto político más allá de su figura.
Apoyado en un bastón y frágil de salud a sus 89 años, José “Pepe” Mujica reflexionó un instante sobre su porvenir al votar en el balotaje presidencial del domingo en Uruguay.
“Yo personalmente ya no tengo más nada que esperar”, dijo el expresidente de forma pausada ante cámaras y micrófonos. “Mi futuro, lo más próximo, es el cementerio, por razones de edad”.
La frase prenuncia un fin cercano del extraordinario ciclo político que Mujica ha recorrido por más de medio siglo, en varias etapas: de guerrillero tupamaro a prisionero torturado, de legislador y ministro a presidente admirado en el mundo.
El pasado domingo pareció concluir otro capítulo al lograr que su proyecto de izquierda se encamine más allá de su figura con la elección de su delfín, Yamandú Orsi, como nuevo presidente de Uruguay con 49,8% de los votos.
El propio Orsi reconoció la trascendencia que tuvo Mujica en su triunfo electoral al visitarlo a él y a su esposa, Lucía Topolansky, en su chacra de las afueras de Montevideo este lunes.
“Uno tiene que ser agradecido, porque lo que hicieron estos veteranos ha sido muy importante para mí”, dijo al salir del encuentro Orsi, que con 57 años pertenece a una nueva generación de izquierda que llega al gobierno en Uruguay.
No ha sido un acto fácil para Mujica, que vio fracasar otros posibles herederos políticos antes de salirse con la suya el domingo.
Presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, Mujica ha dado claras señales de inquietud por la continuidad de su fuerza política cuando él ya no esté.
De hecho, el recambio generacional es algo en lo que piensa desde hace años.
“Los viejos podemos servir para hacer sombra y no dar paso, o podemos servir para ayudar a que exista la gente nueva; yo estoy en esta última”, le dijo Mujica a BBC Mundo antes de las elecciones de 2019, en las que descartó buscar un nuevo mandato pese a su popularidad.
Al año siguiente, renunció a su banca de senador por el riesgo que le marcaba la pandemia de covid debido a su edad y a que padece una enfermedad inmunológica crónica.
Y la noche de octubre de 2022 en que su amigo Luiz Inácio Lula da Silva volvió a ser electo presidente de Brasil, Mujica advirtió en otra conversación con BBC Mundo desde el búnker del brasileño en São Paulo que su “punto débil” era la sucesión.
“¿Qué hay después de Lula?”, preguntó. “Los hombres pasan y las causas quedan. Ese es un problema que tenemos todos. Y realmente en los últimos años he visto desaparecer los partidos históricos en Francia, Italia y en otros lugares. No es sencillo lo que está pasando”.
Si bien el recambio de líderes suele ser un desafío para cualquier fuerza política sin importar su ideología, en América Latina la izquierda ha mostrado dificultades particulares para hacerlo.
En algunos casos, izquierdistas que llegaron a la presidencia en la región buscaron quedarse allí sin abrir espacio a nuevas candidaturas.
En otros casos, los sucesores escogidos perdieron en las urnas o dirigieron gobiernos que acabaron en crisis, como le pasó al kirchnerismo en Argentina.
Y, a veces, la elección de delfines de líderes fuertes de izquierda abrió ásperas disputas dentro de sus partidos, como ocurre en Bolivia con el pulso entre el presidente Luis Arce y su antecesor Evo Morales.
Por cierto, otros presidentes de izquierda pudieron pasar el mando sin traumas visibles a sus elegidos, como lo hizo este año el mexicano Andrés Manuel López Obrador con Claudia Sheinbaum.
Pero el caso de Mujica parece especial porque está fuera del gobierno, superando un arduo tratamiento contra un cáncer de esófago, y pese a ello jugó un papel clave en el triunfo de Orsi al hacer campaña activa a su favor y contra el candidato de la coalición de centroderecha en el poder, Álvaro Delgado.
Mujica había contemplado otros posibles herederos políticos en Uruguay tras dejar la presidencia en 2015 con una fama global por su prédica anticonsumismo y por medidas aprobadas en su mandato, como la legalización de la marihuana y el aborto.
Para el gobierno que siguió al suyo, respaldó como vicepresidente a Raúl Sendic, hijo de uno de los líderes de la organización guerrillera Tupamaros que Mujica integró en las décadas de 1960 y 1970.
Pero la promisoria carrera política de Sendic se desplomó con su renuncia a la vicepresidencia en 2017 ante denuncias de corrupción y con una condena posterior por abuso de cargo y peculado.
Mujica también impulsó la candidatura de su propia esposa, la exsenadora Lucía Topolansky, como intendenta de Montevideo, pero ésta perdió los comicios municipales en 2015 con otro correligionario del Frente Amplio, la coalición de izquierda que ambos integran.
Esa derrota electoral de su compañera de vida fue una señal para Mujica de las dificultades de delegar votos, por más popular que fuera.
“El gran tema de los grandes líderes políticos son siempre los sucesores”, le dice la historiadora uruguaya Mónica Maronna a BBC Mundo.
“El caudal electoral de los sectores y los liderazgos no es permanente, no se transmite de forma mecánica”.
Sin embargo, Mujica siguió fomentando la renovación generacional y el surgimiento de nuevas figuras en el Movimiento de Participación Popular (MPP), la fuerza que creó en 1989 con otros extupamaros.
Una de esas figuras ascendentes era Orsi, que conoció a Mujica hace tres décadas cuando militaba en el MPP en su departamento natal de Canelones, limítrofe con Montevideo.
Con su firme respaldo, Orsi fue electo intendente de Canelones en 2015 y reelecto en 2020, y renunció al cargo en diciembre pasado con altos índices de aprobación para lanzar su exitosa candidatura presidencial.
El exmandatario atrajo además a su agrupación a personas ajenas a la política profesional, como Blanca Rodríguez, una exconductora de informativos de TV que en octubre fue electa senadora.
Así, sin tener ya a Mujica en sus listas, el MPP recibió en octubre una votación histórica que lo afianza como el principal grupo del Frente Amplio, con nueve senadores en una cámara de 30 para la próxima legislatura y 36 diputados en un total de 99.
Si bien Orsi carece del carisma de Mujica, “es un buen heredero” de éste y de su escuela, con características en común como el pragmatismo y la apuesta a la negociación política, señala Adolfo Garcé, un profesor de Ciencia Política en la Universidad de la República, en Montevideo.
Aún está por verse qué papel jugará Mujica en el gobierno de Orsi que comenzará en marzo.
El presidente electo dijo este lunes, luego de visitarlo, que Mujica “tiene la sabiduría de no plantearte las cosas como consejos, sino de plantearte cuál fue su experiencia”.
También negó que le haya sugerido nombres para el gabinete.
“Él armaría lo que a él le parece”, señaló Orsi, “pero él también me dice que yo voy a ser el presidente y yo tengo que decidir“.
Sea cual sea el futuro, todo indica que el dilema de la herencia política se aleja de las preocupaciones de Mujica.
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