El Gobierno de la Ciudad de México envió una iniciativa que busca reducir el periodo de tiempo en que los propietarios ponen en renta sus viviendas en plataformas de alojamiento temporal como Airbnb, aunque expertas anticipan un efecto limitado.
La inciativa de reforma enviada el pasado miércoles 18 de septiembre al Congreso de la CDMX plantea que si una propiedad se ocupa más del 50% del año por renta a través de la plataforma, no podrá renovar su registro en el padrón de anfitriones al siguiente año, y tendrá que dejar pasar un periodo para volver a rentarse como alojamiento temporal.
Otros puntos que se proponen son cambios a las leyes locales de Vivienda y Reconstrucción para impedir que la vivienda social, popular –de precio máximo al público de 1.17 millones de pesos en 2024– y producto de la reconstrucción tras el sismo de 2017 puedan colocarse en renta en esas plataformas.
En El Sabueso consultamos a especialistas para saber qué implican estos cambios y cómo pueden impactar el derecho de acceso a la vivienda en la CDMX:
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Si bien ambas medidas se consideran un acierto, expertas consultadas por El Sabueso advirtieron que fijar un límite de 182 noches al año para estar en años consecutivos en la plataforma tendrá un impacto menor para frenar el uso de la vivienda en las plataformas de alojamiento.
“No sería justamente un límite que podría significar realmente un cambio. Porque podría ser que no sea suficientemente atractivo para la gente seguir manteniendo la vivienda en una renta tradicional”, explicó Silvia Emanuelli, coordinadora de la Coalición Internacional del Hábitat (HIC-AL).
De acuerdo con el portal Inside Airbnb, que registra los espacios disponibles para alojamiento temporal en la CDMX, en el último año en la CDMX sólo el 16.6% de los espacios de alojamiento temporal estuvo ocupado más de 180 noches. Es decir, uno de cada seis alojamientos.
La especialista contrastó este plazo por ejemplo con el que se fija en la ciudad de Nueva York, de un máximo de 30 noches al año. “Estos límites normalmente deberían ser antecedidos de estudios que demuestren si pueden ser eficaces”, agregó Emanuelli.
En tanto, Carla Escoffié, especialista en derecho a la vivienda, cuestionó que estas medidas sólo se enfoquen en la vivienda en arrendamiento en plataformas de alojamiento temporal, problemática que se concentra en las alcaldías del centro de la ciudad.
“Sigue habiendo una deuda muy grande que es zonificar la ciudad. Los procesos que tienen que ver con Airbnb, con la especulación, con la gentrificación no ocurren igual y al mismo tiempo en toda la Ciudad de México”, advirtió Escoffié.
Actualmente, las alcaldías Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Benito Juárez concentran el 75.1% de los 26 mil espacios ofrecidos en la plataforma Airbnb, mientras que alcaldías como Tláhuac y Milpa Alta no superan los 50 espacios, acorde con los datos de Inside Aribnb.
“Cada zona tiene sus dinámicas, entonces debieron optar por un esquema para hacer estatus diferenciados en cuanto al número de Airbnb que se permite o el plazo, pero desde una perspectiva más integral y más zonificada”, explicó Escoffié.
Por ello, insistió en la necesidad de fortalecer un registro de vivienda en arrendamiento más allá de las plataformas de alojamiento temporal. Escoffié recordó que desde la reforma al Código Civil, aprobada en julio de 2024, se plantea la creación de un registro de contratos de viviendas en arrendamiento.
“Pero este registro también está un poquito como al aire, no hay claridad de quién lo va a ver, quién es el encargado de este registro, o cómo lo van a monitorear”, sostuvo.
Por otro lado, cuestionó que los cambios se realicen “a cuentagotas”. Apenas en abril pasado entró en vigor un primer paquete de cambios a la Ley de Turismo para regular la vivienda en renta para alojamiento temporal.
Sin embargo, varias de sus disposiciones como la creación del padrón de anfitriones no está activo y el establecimiento de sanciones en caso de incumplimiento, a establecerse en el Reglamento de la ley, aún no se ha publicado.
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Las especialistas consultadas coincidieron en que es una medida positiva que se busque prohibir que la vivienda de interés social, especialmente la construida con recursos públicos como la de reconstrucción tras el sismo, o la que recibe financiamiento a través del Instituto de Vivienda de la CDMX (INVI), llegue a las plataformas de Airbnb.
“Nos parece fundamental porque el esfuerzo que el Estado hace para construir vivienda popular, vivienda social, es muy grande como para que muy pronto esa vivienda pueda insertarse en el engranaje de la vivienda mercancía”, explicó Emanuelli.
Destacó que aunque actualmente son pocos los casos en que han recibido reportes de vivienda social en renta, consideró relevante tener un enfoque preventivo para evitar esta práctica en el futuro.
Por otro lado, Carla Escoffié resaltó que es conveniente poner candados para que la vivienda de interés social, y más aquella en la que intervienen recursos públicos, se mantenga no sólo alejada de las plataformas de alojamiento temporal, sino también se restrinja su acceso al mercado inmobiliario.
“Uno de los problemas es que cuando se produce vivienda pública, vivienda social, siempre está el riesgo de que después de un tiempo se traslade al mercado inmobiliario, porque los beneficiarios la venden o se hereda. Y pues ya es vivienda que se pagó con financiamiento público, que pasa al mercado. Este es un problema que esta iniciativa no resuelve”, comentó.
Los dilemas morales presentan situaciones hipotéticas ante las que debemos actuar. Que sean en nuestra lengua nativa o en una segunda lengua influye en el tipo de respuestas que damos.
¿Sacrificarías a una persona para salvar a cinco? Es la pregunta del típico dilema del tranvía, en el cual un tren cortocircuitado se precipita sin control sobre cinco personas que trabajan en una vía.
Se ha visto que diferentes características de los dilemas morales llevan a respuestas diferentes.
Una respuesta que resulta aceptable para mucha gente es accionar una palanca para desviar el tren a otra vía donde hay una única persona trabajando.
Es lo que se llama respuesta utilitarista, porque se basa en el mal menor.
Aceptamos la muerte de un trabajador para evitar que mueran cinco de ellos.
El dilema del tranvía tiene otra versión, en la que las opciones son o bien dejar que el tranvía siga su curso y atropelle a las cinco personas que trabajan en la vía, o empujar a una sola persona a la vía para que el tren descarrile antes.
Esta segunda opción conlleva una implicación más personal que accionar una palanca, por lo que esta versión del dilema suele derivar en una respuesta deontológica: la mayoría de personas deciden no hacer nada y dejar que el vagón siga su curso.
Al tratarse de dos enfoques éticos diferentes, en realidad no hay una respuesta correcta.
La respuesta depende de la evaluación del coste-beneficio que haga cada persona.
Por ejemplo, las personas religiosas tienden a dar una respuesta deontológica, quizá porque hacer daño voluntariamente es más costoso que dejar “que sea lo que Dios quiera”.
En algunas variantes del dilema también podría ser que la persona sola en la vía sea alguien querido, y entonces la evaluación de coste-beneficio también cambia.
Las características de cada persona también influyen en estas decisiones.
Por ejemplo, se ha visto que las personas bilingües responden de forma diferente según si usan su primera o segunda lengua al enfrentarse con un dilema moral.
Si el dilema se les presenta en su lengua materna, tienden a dar una respuesta deontológica.
En cambio, en su segunda lengua tienden responder de forma utilitarista.
Este “efecto de la lengua extranjera” sucede incluso cuando las personas han aprendido la segunda lengua siendo muy jóvenes.
También se da en lenguas emparentadas, como el italiano y el veneciano.
Nuestro grupo de investigación llevó a cabo un estudio para dilucidar si también sucede con otra pareja de lenguas romances. En concreto, en bilingües de catalán-castellano.
Todos los participantes de nuestro estudio consideraron que su lengua materna (L1) era el catalán y que tenían un segunda lengua que, aunque adquirida tempranamente, no era nativa (L2, castellano).
Así, presentamos a los participantes una serie de dilemas morales parecidos al famoso dilema del tranvía.
Como hemos adelantado, a partir de diferentes factores (como la implicación personal), un mismo dilema puede tener diferentes versiones.
Así, se podían mostrar diferentes versiones de un dilema en cada lengua.
Sorprendentemente, no encontramos una diferencia significativa en las decisiones morales tomadas en catalán en comparación con las tomadas en castellano.
Nuestros hallazgos sugieren que los bilingües catalán-castellano no exhiben el efecto de la segunda lengua.
Las personas bilingües responden de forma diferente según si usan su primera o segunda lengua al enfrentarse con un dilema moral
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Existe la hipótesis de que tomamos mayor distancia emocional en una segunda lengua.
Es posible que esto tenga que ver con la habilidad o competencia concreta en esa segunda lengua pero en nuestro estudio no queda claro.
Aunque los participantes adquirieron su segunda lengua de forma temprana y eran muy competentes en ambas lenguas, había diferencias significativas entre la competencia lingüística de su segunda lengua respecto de su lengua materna.
Entonces, ¿qué otras variables podrían tener que ver con una mayor distancia emocional?
Nuestro estudio examinó la influencia de los rasgos de personalidad psicopática en las decisiones morales. Se evaluó la audacia, la desinhibición y la malevolencia.
Estos rasgos de personalidad están presentes en todas las personas, sin que necesariamente se puedan considerar psicópatas.
Por ejemplo, quien más quien menos se ha adelantado alguna vez en la cola del supermercado o ha insultado a alguien, ¿verdad? Esta falta de empatía, cuando damos mayor importancia a nuestro tiempo o herimos a alguien, aunque sea verbalmente, tiene que ver con la malevolencia.
En este sentido, nuestro estudio muestra que esta malevolencia está significativamente asociada con una mayor proporción de decisiones utilitaristas, independientemente del idioma en el que se presenta el dilema.
Esto se alinea con estudios previos que sugieren que las personas con mayores rasgos psicopáticos son más propensas a tomar decisiones utilitaristas, priorizando el bien mayor sobre el daño individual.
Además, nuestro estudio exploró cómo las diferencias entre dilemas podían determinar diferentes decisiones morales.
Por ejemplo, los dilemas pueden percibirse más o menos verosímiles, o ser más o menos inquietantes para quien los lee. Así, los dilemas más inquietantes, percibidos como más vívidos y realistas, tenían más probabilidades de conducir a respuestas utilitaristas.
Esto sucedía particularmente en las personas con mayores puntuaciones en malevolencia.
Otros resultados de nuestro estudio enfatizan la importancia de considerar la implicación personal, que ya hemos comentado, pero también otras características de los dilemas.
Por ejemplo, los dilemas redactados de forma que la protagonista se salva a sí misma con su acción (beneficio propio) obtienen mayor porcentaje de respuestas utilitaristas.
También sucede cuando la persona dañada iba a morir de todas formas (muerte inevitable).
Todos estos resultados van en la línea de anteriores estudios llevados a cabo con este tipo de dilemas validados en muchos idiomas.
La ausencia del efecto de la segunda lengua en bilingües tempranos catalán-castellano podría atribuirse a la estrecha relación lingüística y cultural entre el catalán y el castellano.
Ambas son lenguas romances utilizadas de manera intercambiable en la mayoría de contextos sociales y educativos en la isla de Mallorca.
¿Podría ser que esta riqueza lingüística “proteja” a las personas mallorquinas del efecto de la segunda lengua? Es una hipótesis para poner a prueba en futuras investigaciones.
Por ahora, nuestro estudio proporciona nuevos datos sobre los factores que influyen en la toma de decisiones morales.
Destaca el papel de rasgos de personalidad como la malevolencia en la respuesta a los dilemas morales. También recuerda el papel del lenguaje y los factores inherentes al dilema o percibidos por quien los lee.
Aunque no seamos del todo conscientes, nuestra respuesta a dilemas morales no solo depende de nuestro razonamiento, sino también de nuestras emociones, nuestro lenguaje y nuestra personalidad.
Saberlo quizá no nos lleve a tomar mejores decisiones, porque no hay unas más correctas que otras, pero podría ayudarnos a entender nuestras respuestas.
*Albert Flexas Oliver, Daniel Adrover Roig, Eva Aguilar Mediavilla y Raúl López-Penadés son profesores de psicología de la Universitat de les Illes Balears.
Este artículo apareció en The Conversation. Puedes leer la versión original aquí.
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