Por: Dana Corres (@dana_corres)
Los peatones irresponsables, los peatones tontos, los peatones distraídos… son un invento de la década de 1920. Este invento conceptual surge en Estados Unidos a partir de la llegada masiva (en 1913) del modelo T a las ciudades norteamericanas. La gente se empieza a dar cuenta que, a partir de nuestra idea de desarrollo-auto, muchos niños comienzan a morir en las calles atropellados.
To make a story short: la gente estaba horrorizada en que prefiriéramos sacrificar las vidas de los más vulnerables justificando el desarrollo. Es decir, el dios Moloch moderno (el dios asesino de niños de los fenicios).
Gente levantándose en contra del automóvil y diciendo: no, no queremos este desarrollo que mata. Gracias al auto generamos entonces un tipo de muerte que antes no existía; la muerte por siniestro vial.
El clamor es imparable y la gente comienza a organizarse: no quieren más autos en las calles. Es en Cincinatti en 1923 donde 40 mil vecinos firman para sacar a los coches de sus casas.
¡La gente estaba organizándose para sacar al automóvil de sus calles en nombre de la vida!
Pero la vida, claro, no funciona así. Gracias al aparato mismo (el del Estado junto con las ambiciosas armadoras de coches y grandes planes de marketing), se retoma una palabra que ya se usaba desde antes pero no en el mismo sentido: jaywalker. El jaywalker es una persona que viene del pueblo o del campo a la ciudad y queda maravillado y pasmado con lo que allí ve. El jaywalker solía asociarse a la ignorancia y servía para ridiculizar al “pueblerino”.
Como muchas cosas en nuestras luchas de poder, el ridiculizar algo sirve como mecanismo de control. Estas prácticas suelen ser discriminatorias y las sufren grupos discriminados (afroamericanos, indígenas, mujeres… You name it). La industria del marketing lo sabe y recurre a este mecanismo y retoma la palabra para darle ese significado al caminante distraído, al que no se fija por donde va, al que se cruza por donde van los coches.
Nadie quiere ser un tonto y recibir burlas por ser un tonto jaywalker. El aparato supo hacerlo perfectamente. Lo inteligente es respetar a los coches, no cruzarse por donde me queda más cerca o más fácil cruzar. Todo en nombre del desarrollo, de lo contrario, no eres muy listo.
Para conocer esta historia completa pueden echarse este podcast de menos de 20 minutos (en inglés).
Es probable que esta idea llegara ya masticada a México y que, junto con la venta de coches, ya entendiésemos que los peatones no podían cruzarse o caminar distraídos o, de lo contrario, serían tildados de ignorantes e irresponsables (y también de “pobres” y “jodidos”. Recordemos que en México tener un coche implica algo deseable y aspiracional porque te coloca más arriba en la escala social).
¿Por qué no debemos multar peatones?
El mensaje debe ir hacia los automovilistas por aportar el mayor factor de peligro: comparte la calle, cuida al más vulnerable (porque nada lo protege, ni un casco, ni una armadura de 1 tonelada. Lo único que lo protege eres tú), frena, siempre frena; muévete a velocidades en las que puedas ver lo que pasa a tu alrededor y entonces puedas frenar. La vida siempre es primero. Lo único que cuida a los peatones niños, adultos mayores, con discapacidad, distraídos, disfrutadores, enamorados, los que tuvieron un mal día… ERES TÚ.
Apuntemos a ser como los suecos que en su casco antiguo han colocado estos señalamientos que advierten a automovilistas sobre peatones distraídos (o, más bien, sobre peatones disfrutando su conectividad por internet).
Nos inventamos a los peatones irresponsables en nombre al desarrollo, pero la vida siempre es primero. Cuidemos a los peatones.
* Dana Corres es comunicóloga y actualmente funge como Coordinadora de Comunicación en CTS EMBARQ México. Es miembro fundador de la Liga Peatonal y ha colaborado en diversos proyectos de movilidad sustentable. Es parte del Comité Organizador del III Congreso Nacional de Peatones, La Merced 2016. Dana.o.corres @gmail.com
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