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Columbia, el epicentro del movimiento pro-Gaza que sacude las universidades en Estados Unidos
Columbia, el epicentro del movimiento pro-Gaza que sacude las universidades en Estados Unidos
Protestas en Universidades de Estados Unidos
4 minutos de lectura
Columbia, el epicentro del movimiento pro-Gaza que sacude las universidades en Estados Unidos
Este miércoles estallaron manifestaciones en la Universidad del Sur de California y en la Universidad de Texas. En esta última se produjo un tenso enfrentamiento entre estudiantes y policías antidisturbios, con más de 20 detenidos.
24 de abril, 2024
Por: AFP
@AFP 

Hace más de una semana que Yazen duerme en un descampado de la Universidad de Columbia. Este estadounidense-palestino de 23 años es uno de las decenas de estudiantes que protestan en Estados Unidos por la grave crisis humanitaria provocada por el conflicto entre Israel y Hamás y que se acentúa en Gaza.

Desde el 15 de abril, tiendas de campaña multicolores han sido levantadas en los jardines de Columbia, en Nueva York. Las decenas de estudiantes y graduados piden a la dirección del prestigioso centro universitario que corte sus lazos con empresas vinculadas a Israel.

“Millones de palestinos en Gaza duermen a la intemperie todas las noches sin acceso a comida ni abrigo”, clamó Yazen, que no quiso dar su apellido.

Las universidades se han convertido en centro de debate en Estados Unidos desde el ataque sin precedentes del grupo islamista Hamás en suelo israelí del 7 de octubre, que causó la muerte de 1, 170 personas, según un recuento de la AFP basado en cifras oficiales israelíes.

Israel respondió con una vasta represalia en la Franja de Gaza, donde en seis meses de guerra han muerto más de 34 mil  personas, la mayoría mujeres y niños, de acuerdo con el Ministerio de Salud del territorio palestino.

Otros campus estadounidenses se han unido al movimiento de protesta, incluida la Universidad de Yale.

Este miércoles estallaron manifestaciones en la Universidad del Sur de California y en la Universidad de Texas. En esta última se produjo un tenso enfrentamiento entre estudiantes y policías antidisturbios, con más de 20 detenidos.

Ante el aumento de las movilizaciones, la Casa Blanca aseguró que el presidente Joe Biden “apoya la libertad de expresión” en las universidades, pero aclaró que rechaza esas manifestaciones “cuando hay retórica de odio” o “violencia”.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, consideró como “horrendas” las protestas propalestinas en los campus estadounidenses y pidió actuar para detenerlas.

Perfilan intervención de la Guardia Nacional 

De visita en Columbia, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, sugirió que si las manifestaciones no se contienen pronto sería “un momento apropiado para (que intervenga) la Guardia Nacional”.

Dijo que exigirá “medidas” a Biden y advirtió que estas protestas “ponen una diana en la espalda de los estudiantes judíos de Estados Unidos”.

En el campus neoyorquino, los manifestantes, entre los que también hay varios alumnos judíos, han negado haber cometido actos de antisemitismo. Pero otros han señalado incidentes de ese tipo, y sostienen que las universidades están fomentando la intimidación y la incitación al odio.

Mostrar solidaridad

Yazen fue uno de los primeros en instalarse en los jardines de Columbia, donde el número de participantes en el campamento fluctúa a lo largo del día, pero a veces llega a varios centenares. Y está decidido a quedarse a pesar de las presiones.

“Como palestino, ¿es mi responsabilidad estar aquí y mostrar mi solidaridad con la gente de Gaza? Por supuesto”, afirmó.

La semana pasada, las tensiones aumentaron cuando el rectorado autorizó a la policía a entrar en el campus y detener a los manifestantes. También suspendió a un centenar de estudiantes.

En un arriesgado ejercicio de objetividad, las autoridades de Columbia afirman que quieren permitir la libertad de expresión, al tiempo que condenan los comentarios y actos antisemitas.

Melissa Saidak, estudiante judía, denuncia que la manifestación atrajo a individuos agresivos y a menudo violentos.

“Una persona me gritaba, me increpaba, me llamaba sionista y asesina. Estaban golpeando una olla o algo así”, dijo la alumna, que porta una placa en solidaridad con los rehenes israelíes tomados por Hamás y una estrella de David alrededor del cuello.

Este mi´rcoles se registraron protestas en universidades de Texas y Califoirnia
Este mi´rcoles se registraron protestas en universidades de Texas y Califoirnia

La rectora de Columbia, Nemat Shafik, había fijado la medianoche del martes como fecha límite para terminar la protesta.

Pero inmediatamente después de ese anuncio, cientos de personas más acudieron a la acampada, desbordando las aceras y otra zona verde del campus.

En medio de la confusión, los manifestantes se apresuraron a desalojar el campamento. Sin embargo, las autoridades universitarias ampliaron el plazo otras 48 horas y acordaron no llamar a la policía ni a la Guardia Nacional.

Los estudiantes lo calificaron de “importante victoria”.

Este miércoles por la mañana, el campamento había retomado su programación habitual y, a pesar del nuevo plazo que se avecina, no parece que vaya a cesar.

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Qué pasa en tu cerebro haces scrolling (y 3 consejos para evitar hacerlo compulsivamente)
8 minutos de lectura
Qué pasa en tu cerebro haces scrolling (y 3 consejos para evitar hacerlo compulsivamente)

Deslizar el dedo por la pantalla mientras vemos fotos y videos en Instagram o Tiktok es un hábito que puede consumir horas de nuestras vidas. La explicación de por qué lo hacemos está en la forma como funciona nuestro cerebro.

13 de mayo, 2024
Por: BBC News Mundo
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Un video de un perrito, luego una foto de una vieja amiga en la playa, después un videomeme, luego una noticia del otro lado del mundo. Si te gusta, lo ves; si no te gusta, lo pasas.

El hábito de deslizar el dedo por la pantalla hace parte de la vida cotidiana de muchos de nosotros, a veces por unos segundos cuando vamos en un ascensor, a veces por horas antes de dormir.

¿Pero qué es lo que pasa a nivel neuronal cuando hacemos scrolling? ¿Por qué es tan adictivo? ¿Y cómo podemos evitar que se nos vuelva un problema?

Éilish Duke, profesora sénior de psicología en la Universidad de Leeds Beckett, dice que lo primero que hay que entender es que el impulso de agarrar nuestro celular y encender la pantalla, que desencadena el scrolling, es automático.

No somos conscientes de él porque hemos construido ese hábito por un largo periodo de tiempo, como pasa con el de cerrar la puerta cuando salimos de casa, por ejemplo.

“En una investigación que hicimos hace algunos años, encontramos que los participantes pensaban que revisaban su teléfono cada 18 minutos, pero cuando usamos grabaciones de pantalla notamos que realmente lo estaban revisando con mucha más frecuencia”.

Desde ese primer clic que enciende nuestra pantalla, entran en juego en perfecta consonancia ciertas funciones de nuestro cerebro y el sofisticado diseño de las aplicaciones de nuestro celular.

Según la profesora Ariane Ling, del Departamento de Psiquiatría de NYU Langone, un hábito como el scrolling se explica por cómo somos los seres humanos naturalmente, pero se ve exacerbado por factores del entorno.

Ling explica que los seres humanos estamos predispuestos a querer saber qué es lo que está pasando. Por eso, leemos las noticias o, por ejemplo, nos detenemos para mirar cuando hay un accidente en la vía. Es algo que hace parte del desarrollo evolutivo que nos ha permitido sobrevivir.

Y nuestro celular está diseñado para alimentarnos continuamente con información que nos interesa.

Es un matrimonio perfecto.

Ilustración
El scrolling activa el circuito de recompensa del cerebro. Imagen: Getty Images

La constante búsqueda de placer

Nuestros cerebros buscan naturalmente ser recompensados. Tenemos ciertos centros neuronales que reaccionan al placer —el sexo, las drogas, ganar dinero en un casino— y buscan que se repita una y otra vez.

“Están buscando esa novedad, ese próximo golpe de placer, lo que sea que podamos realmente disfrutar”, explica la profesora Duke.

Es lo que se conoce como sistema o circuito de recompensa del cerebro, y es exactamente el mismo mecanismo por el que una persona se vuelve adicta a una sustancia como el alcohol.

“Para muchos de nosotros, esa novedad viene en forma de nuestro teléfono”.

Las redes sociales, particularmente, siempre tienen ese algo nuevo placentero para ofrecer: una foto, un video, un tweet, un mensaje.

Pero hay otra parte de tu cerebro que lucha contra esos impulsos de buscar el placer y la recompensa inmediata: la corteza prefrontal.

Es la región del cerebro responsable de hacer que tomes decisiones menos impulsivas y más equilibradas, la que te hace, por ejemplo, parar de scrollear, levantarte del sofá y decidir ordenar tu casa o ejercitarte.

Esas dos funciones del cerebro, sin embargo, no siempre están perfectamente equilibradas.

Lo que nos pasa a muchos es que “la parte lógica de nuestro cerebro que controla nuestros impulsos no hace su parte, o al menos no tan bien como podría, está abrumada por la búsqueda de placer”, explica Duke.

Y en las personas jóvenes, más.

“Lo que vemos en los adolescentes es que el circuito de recompensa está en alerta máxima, está listo para funcionar todo el tiempo. Pero la corteza prefrontal no termina de desarrollarse hasta los 23 o 24 años, entonces no puede realmente controlar ciertos impulsos, como el de usar el teléfono”, afirma la profesora Éilish Duke.

Una mujer viendo su celular en la cama
El “flujo” en el que entra nuestra mente cuando scrolleamos explica que perdamos la noción del tiempo. Foto: Getty Images.

Distorsión temporal

Lo que pasa cuando hacemos scrolling, según la profesora Duke, es que entramos en un estado de flujo.

El concepto de flujo en psicología se refiere a un estado mental en el que la dificultad de la tarea que está haciendo una persona se ajusta muy bien al nivel de atención y habilidad que tiene para dar en ese momento dado.

Aplicaciones como Tiktok, en las que el algoritmo está constantemente cambiando y dándote nuevas cosas que te interesan y están especialmente dirigidas para ti, alimentan directamente ese estado de flujo.

Absorben toda tu atención y entras en una fase de distorsión temporal en la que no te das cuenta de que han pasado dos horas y estás sentado con la mano entumecida y has perdido todo ese tiempo viendo videos de perritos”, agrega Duke.

La doctora Ariane Ling explica cómo nuestro cerebro empieza a recaer excesivamente en el hábito del scrolling con una metáfora.

“Si piensas en un camino que se ha recorrido muchas veces diferentes, ese camino se vuelve mucho más claro, y seguimos caminando por ahí. Es más fácil”.

“Si estás scrolleando constantemente, se convierte en la experiencia por defecto. Y entonces, es muy difícil enfocar tu atención y tu tiempo en otra cosa”, añade.

En el manual diagnóstico de psiquiatría no existe la adicción al celular. Entonces, no hay unos criterios establecidos para diferenciar un uso saludable de uno problemático o directamente una adicción.

“Nos basamos en los criterios clásicos de diagnóstico de las adicciones, como que exista un impulso incontrolable o que el comportamiento esté teniendo un impacto funcional negativo en el resto de la vida de la persona; por ejemplo, que esté dejando de hacer las cosas que necesita hacer en el día a día o tenga síntomas de abstinencia”, explica la doctora Duke.

Pero también es importante escuchar tus propias preocupaciones.

“Si tú mismo has intentado parar, y lo has intentado de verdad y no has sido capaz de hacerlo, yo recomendaría que busques ayuda o una intervención más significativa”, dice Ariane Ling, de NYU Langone.

Cómo evitar el scrolling compulsivo

1. Tiempo lejos de la pantalla

“Tener ciertos rituales que te separen de tu celular es siempre de gran ayuda”, afirma la profesora Ling.

Según ella, ha habido un montón de investigación sobre cómo un ejercicio tan sencillo como salir a caminar sin tu teléfono puede tener un gran impacto.

“Siempre que puedas dejar el teléfono y tomarte un respiro, bien sea para dar un paseo o ir al gimnasio, es excelente hacerlo”, coincide la profesora Duke.

Y no solo lo es porque te impide usar tu teléfono durante ese lapso, sino también porque te ayuda a poner tu atención en lo que hay a tu alrededor, ejercitar otras funciones del cerebro y ser consciente de cómo te sientes dejando tu teléfono atrás.

Crear el hábito de no permitir celulares en la mesa cuando estás con tu familia o tus amigos también es ideal, porque así no depende solamente de ti, sino que alguien más te va a recordar que no es momento de usar tu celular. Y tener un refuerzo visual de esa regla, como una canasta para poner los celulares antes de comer, puede hacerla aún más efectiva.

En general, cualquier esfuerzo consciente de separar en tu rutina el tiempo con celular del tiempo sin celular puede ayudarte a evitar el scrolling sin sentido y por defecto.

“Si puedes reservar períodos de tiempo en los que no vas a usar tu teléfono, sino concentrarte en una tarea o simplemente estar presente con tus amigos, es una buena idea hacerlo”, aconseja Duke.

“Otra cosa que yo hago a veces es poner mi teléfono a blanco y negro, lo cual hace que sea menos atractivo mirar la pantalla”, dice le profesora Ling.

Un grupo de personas reunidas alrededor de una mesa sobre la cual hay una canasta en la que hay varios celulares
Según las expertas, no permitir teléfonos en la mesa es una buena medida para limitar tu tiempo en el celular. Foto: Getty Images.

2. Interactuar con el mundo físico

Hacer pequeños cambios en tu rutina para hacer las tareas que haces en tu celular sin usar tu celular también puede ayudarte a tener una relación más saludable con el scrolling.

“En uno de los estudios que hicimos hace algunos años, vimos una gran diferencia entre las personas que usaban relojes normales y las que usaban su celular para ver la hora”, cuenta Éilish Duke.

Sin quererlo, las personas que usaban su celular para ver la hora se quedaban atascadas scrolleando.

También, por ejemplo, “si puedes leer lo que sea que estés leyendo sin estar en línea, es maravilloso”, suma Duke.

“Yo animo a la gente a ser curiosa y buscar trucos para reducir su tiempo de uso del celular y pasar tiempo en el mundo tridimensional”, agrega Ling. “Somos táctiles, queremos involucrarnos con cosas en el mundo real”.

3. Navegar el impulso

Pocas veces cuando sentimos el impulso de entrar a una aplicación a scrollear o cuando ya llevamos horas haciéndolo, nos detenemos a pensar por qué lo estamos haciendo o qué tan satisfechos nos sentimos con esa decisión.

Tratar de ser más conscientes de nuestras decisiones, de cómo nos estamos sintiendo y de cómo funciona nuestra mente en esos momentos es una intervención poderosa que podemos hacer.

“El impulso de coger el teléfono es como tener un antojo. Te das cuenta de que tu cuerpo comienza a anhelarlo. Tu cerebro te dice: “oye, no hemos consumido dopamina en un rato, vamos por un poco”. Y ese antojo puede crecer, como una ola”, explica la doctora Ling.

Pero puedes aguantar ese impulso, ¿cierto? Puedes decir, ok, esto es lo que estoy notando, realmente quiero mirar mi celular, abrir esa notificación, pero puedo no hacerlo”.

“Se necesita mucha práctica y responsabilidad, pero creo que la gente que realmente practica diligentemente algo de esto nota los beneficios a largo plazo, como que es capaz de mantener su atención, se siente mejor, tienen experiencias fuera de su pantalla que hacen su vida más rica y significativa”, concluye Ling.

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