El exgobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, pospuso una semana más su encuentro con los dirigentes de las diversas corrientes perredistas que lo esperaban ayer, para ofrecerle la candidatura de unidad con la que buscan conformar una nueva dirigencia nacional.
Cárdenas prefirió quedarse en Brasil, donde se encuentra con su padre, Cuauhtémoc Cárdenas, porque ambos fueron invitados por la presidenta electa Dilma Rousseff, a su toma de posesión el próximo 1 de enero.
Lázaro, pues, cambió al PRD por Dilma.
Este tiempo extra para definir su posible candidatura permitirá a las corrientes del PRD elaborar el argumento para convencerlo. Porque Cárdenas ya había dicho que no quiere el cargo. Y porque uno de los elementos centrales que ha pospuesto la decisión es la vida actual del también exdiputado federal y senador: desde hace un año vive en Washington, D C, donde estudia y da clases sobre Políticas Migratorias en el Woodrow Wilson International Center for Scholars.
Se tiene previsto que a inicios de la próxima semana una comisión de cuatro personas se reúna con Cárdenas Batel para hablar del tema, según acordó la Comisión Política.
En un primer encuentro realizado la semana pasada, el michoacano pidió a diversos integrantes del Grupo de los 8 (que se opone a la dirigencia actual), que antes de plantear su candidatura de manera formal se definiera el proyecto de partido que se quiere rumbo a 2011 y 2012.
De tal forma, en el próximo encuentro le propondrán construir juntos “un esbozo de proyecto” de hacia dónde se quiere llevar al PRD con miras a los procesos electorales en puerta. Cárdenas Batel ha manifestado hasta ahora su apoyo a las alianzas, siempre y cuando vayan respaldadas por un proyecto común, sin importar las personas o los colores partidarios que las conformen, de acuerdo a un cercano colaborador.
“Es un hombre de alianzas, pero en base a proyectos. Si hay primero proyecto, no importa que los nombres sean azules, amarillos, verdes, o del color que sea”, expresó.
Este punto será otro de los temas centrales a discutir, toda vez que el G8 y Andrés Manuel López Obrador han descalificado la política aliancista de la dirigencia de Jesús Ortega.
