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La vida del <i>Presunto Culpable</i><br>después de la cárcel
La vida del <i>Presunto Culpable</i><br>después de la cárcel
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La vida del <i>Presunto Culpable</i><br>después de la cárcel
21 de febrero, 2011
Por: Alberto Tavira Álvarez
@WikiRamos 

No lo podía creer. El 26 de abril de 2008 Antonio Zúñiga abandonó el reclusorio Oriente, luego de permanecer recluido durante dos años y medio acusado de un crimen que no cometió. El joven, entonces de 29 años, antes de poner un pie afuera de la cárcel se despidió de todos sus  compañeros de celda que le decían “A huevo Zúñiga, les ganaste”, y que en el tiempo que estuvo encerrado, se convirtieron casi como de su familia.

El protagonista de la película-documental Presunto Culpable caminó lentamente hacia la salida del penal. Le temblaban las piernas. Le temblaba la voz. No sabía si llorar, si reír, si gritar. Simplemente estaba en shock. Afuera los esperaban ansiosos y con pancartas de apoyo su familia y sus amigos, pero sobre todo, lo esperaba el amor: Eva, la novia que Toño tenía antes de ser encarcelado y que dentro del reclusorio se casó con él en un evento masivo de bodas. Pero la ahora esposa de Zúñiga no iba sola, en sus brazos llevaba a Valeria, la bebé que procrearon en alguna de las visitas conyugales y que nació poco tiempo antes de que Toño fuera declarado inocente.

“Era un chorro de gente la que estaba afuera del reclusorio –dice Toño en entrevista con Animal Político– y es que un amigo había llevado a todos en una micro. Cuando salí, me decían que fuéramos a festejar que estaba libre, pero yo les dije que no porque la verdad estaba en shock”. Zúñiga se fue a su casa sólo con su esposa y su hija. “A pesar de estar con ellas yo me sentía superraro, porque después de estar con 20 personas conviviendo 24 horas al día de pronto me sentía solo. Además como que no me caía el veinte que salgo siendo padre, esposo, yerno… era algo bastante fuerte”.

Contrario a lo que cualquiera hubiera pensado, horas después de haber recobrado su libertad Toño no quería hablar. No quería comer. Llegando a su casa no encendió la tele, tampoco puso música. Apenas si platicó un poco con su mujer. Su hija estaba dormida en su camita. Mientras tanto, Toño tenía la mente en blanco. “Todo fue muy extraño, muy solemne, no había nada de ruido, como si fuera un minuto de silencio por haber salido de la cárcel. Recuerdo que me traté de dormir en la cama y no pude, era incómodo porque llevaba años durmiendo en el suelo de la celda donde estuve, así que las primeras noches en mi casa me quedé en el piso porque no podía dormir”.

Al otro día Eva se levantó temprano, fue al mercado y compró lo necesario para hacerle de desayunar a su esposo por primera vez en casa. Le preparó unos tacos dorados, tipo flautas, las cuales a Toño le gustan mucho. “Afuera de la cárcel así te den piedras, te saben rico”.

Víctima de Paranoia

Tuvieron que pasar un par de meses para que Antonio se reincorporara a su vida diaria. En ese periodo no trabajaba, tampoco estudiaba. “Te juro que no podía, estaba traumado. Salir a la calle para mí era un terror, volteaba para todos lados fijándome que no viniera ninguna patrulla, sentía que todo el tiempo me perseguían y cuando veía patrullas se me doblaban las piernas y decía: ‘Dios mío, que no me agarren esos policías’. Me quedaba paralizado mientras me brincaba el corazón”.

Fue cuestión de tiempo. Toño no se sometió a ninguna ayuda psicológica con el fin de atenderse la posible paranoia que sufría. Él mismo aprendió a controlarse pues, como dice: “no me quedaba de otra”. El primer paso para enfrentar a sus demonios era regresar a un escenario similar al que lo habían agarrado. Así que en lugar de volver al tianguis de Iztapalapa donde vendía artículos de computación y  donde en diciembre de 2005 lo aprendieron por el supuesto homicidio de un joven, Toño se fue a otro tianguis y ahí, con un dinero que consiguió, se compró unos tenis. “Llegué como a las 9 de la mañana y salí como a las 6 de la tarde. Era una gran felicidad y yo daba vueltas y vueltas por el lugar, entonces mi primer desahogo fue estar en ese tianguis”.

Una vez que Toño venció el miedo por la calle, empezó a actualizarse en el tema de las computadoras. Se había quedado dos años y medio atrás, por lo que empezó a investigar qué había de nuevo, cuáles eran los nuevos programas, qué piezas eran las más potentes. Entonces, la gente que sabía la situación por la que había pasado comenzó a llevarle trabajo a su casa y así él empezó a arreglar máquinas, a ganar dinero y a dejar de depender de su esposa, su mamá y sus suegros quienes le habían ayudado económicamente durante todo este tiempo.

Más tarde Layda Negrete y Roberto Hernández, los héroes detrás de la película Presunto Culpable, le ayudaron a Toño a conseguir trabajo en la Cámara de Diputados, a través de una de las hermanas de Layda quien era diputada en la Legislatura pasada. Zúñiga se desempeñó como auxiliar de soporte técnico, ayudaba en la elaboración de videos y también manejaba la página de un diputado –de quien prefiere guardar el anonimato–.

Con el término de la legislatura vino el cierre del ciclo laboral de Toño en San Lázaro. Actualmente el joven que estudió hasta la secundaria se dedica a la actualización de computadoras, instalación de programas y ventas electrónicas de piezas de computación en los sitios ebay.com y mercadolibre.com.

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