“Si los congresistas republicanos realmente están intentando llegar al fondo de esta operación (“Rápido y Furioso”) desarrollada a lo largo de la frontera y concebida enfermamente  por la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés), ellos deberían llamar al presidente Felipe Calderón como un testigo experto“, inicia la editorial de The New York Times de hoy.

Según esta lógica, tres de cada cinco de aquellas armas eran de asalto, las cuales fueron prohibidas para su venta a los civiles en EU entre 1994 y 2004. El diario destaca que Calderón ha pedido retomar esta prohibición e implementar otras normatividades para ayudarlo a detener el sangriento caos.

“Esto es lo último que el congresista republicano de California Darrel Issa  quiere oir”, según NYT. Él y el senador Charles Grassley, un republicano de Iowa, publicaron un reporte la semana pasada criticando la operación federal “Rápido y Furioso” de la ATF. Dos de las armas vendidas en EU aparecieron en la escena del crimen de un asesinato de un agente de la patrulla fronteriza,  en Arizona el año pasado, afirma el diario. “El departamento de Justicia ha ordenado una investigación y deben ser sinceros al evaluar qué pasó”, concluye.

Finalmente, sobre el Congreso, el NYT afirma que deben ser honestos también sobre el enorme mercado ilegal que las lagunas jurídicas han causado y que ha llevado miles de armas a México. En una audiencia, registra el rotativo, Issa insistió: “No estamos aquí para hablar sobre las propuestas para legislar sobre armas”. Algunos funcionarios pidieron en febrero pasado facultades para exigir a los mayoristas de armas que reporten grandes ventas de armas de asalto, pero encontraron el rechazo debido al presupuesto aprobado por los republicanos.