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Culpa Calderón a gobiernos anteriores por el narco (discurso textual)
Culpa Calderón a gobiernos anteriores por el narco (discurso textual)
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Culpa Calderón a gobiernos anteriores por el narco (discurso textual)
05 de diciembre, 2011
Por: Dulce Ramos
@WikiRamos 

El Presidente Felipe Calderón dio un mensaje por su quinto año de gobierno y aprovechó para señalar que la pasividad de gobiernos anteriores ayudó a la expansión de los cárteles. Aquí el discurso íntegro:

Gracias, buenos días.

Señor Senador José González Morfín, Presidente de la Cámara de Senadores.

Doctor Agustín Carstens, Gobernador del Banco de México.

Doctor Raúl Plascencia Villanueva, Presidente de la Comisión de Derechos Humanos.

Doctor Eduardo Sojo, Presidente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Muy estimados señores gobernadores. Muchas gracias por su presencia.

Señoras y señores senadores.

Señoras y señores diputados.

Señoras y señores presidentes municipales.

Señoras y señores líderes académicos, sociales, universitarios.

Muy estimadas y muy estimados colaboradores del Gobierno Federal.

Muy queridas y muy queridos beneficiarios de programas sociales.

Distinguidos invitados especiales.

Señoras y señores:

Hace cinco años, iniciamos un proyecto humanista de Gobierno con un objetivo muy claro: transformar a México. Transformarlo en un país más seguro, más próspero y más justo.

Lo hicimos llenos de esperanza, convencidos de que México es una gran nación, que está llamada a ocupar un lugar preponderante en el mundo y que tiene todo para darle a sus hijas e hijos más y mejores oportunidades de progreso.

En el camino para construir ese México, hemos encontrado, desde luego, grandes retos. En particular, uno de los mayores desafíos que nos haya tocado vivir en la historia contemporánea: la inseguridad y la amenaza del crimen sobre nuestra sociedad.

Se trata de un problema, amigos, que se vino gestando a lo largo de décadas y que nos está mostrando su verdadero rostro, un rostro de violencia, un rostro de maldad, que México no había visto hace mucho tiempo.

Y ante este desafío, era fundamental tomar la decisión misma de combatir al crimen con toda determinación y pese a la adversidad. Y de no haberlo hecho, los criminales habrían avanzado inexorablemente sobre la sociedad y las instituciones.

Habrían avanzado hasta apoderarse de ellas como, por desgracia, ha llegado a ocurrir en algunas ciudades y pueblos donde no se les ha combatido. Y contra lo que algunos piensan, la delincuencia no tiene un comportamiento estático, tiene un comportamiento peligrosamente expansivo; es decir, si no se le contiene, crece sin mesura y todo lo corrompe.

Por eso digo que quienes afirman que hubiera sido mejor no meterse con los criminales, están rotundamente equivocados.

En el caso de México la razón de esta dinámica expansiva obedece a varios factores. Uno de ellos, por ejemplo, ha sido el cambio de la tradicional actividad del mero narcotráfico a los Estados Unidos, a además, ahora, practicar el narcomenudeo en nuestro propio México.

En el narcotráfico hay un negocio de transporte, en el narcomenudeo, en cambio, hay uno de distribución. El narcotraficante busca pasar por el lugar, y de preferencia sin ser visto; el narcomenudista busca quedarse en el lugar, necesita dominar todo un territorio para controlar sus tienditas y sus puntos de venta.

Por eso, también, se ostenta violentamente para aparecer como dueño de la plaza; y por eso busca someter a ciudades y pueblos, y en esa desenfrenada ambición, choca violentamente con otros grupos criminales, que quieren lo mismo, y se enfrentan entre sí. Además, con una crueldad singular, precisamente, para intimidar un adversario a otro.

Son diferentes, también, en el número de gente que emplean. Para pasar una tonelada de droga se necesitan decenas y, excepcionalmente, cientos de cómplices. Sin embargo, para vender esa misma tonelada, es decir un millón de bolsitas de un gramo, se requieren miles y miles de colaboradores.

Los estudiosos de este fenómeno encuentran que el crimen organizado evoluciona fundamentalmente en tres etapas.

La primera. La etapa predatoria, se caracteriza por la presencia de pandillas locales, que pueden ser controladas también por las policías locales.

En la segunda, en cambio, llamada parasitaria, las bandas del crimen comienzan a enquistarse en la sociedad, a corromper comandantes y policías, y a generar complicidades con la propia autoridad.

Y, finalmente, si sigue expandiéndose el crimen hay una tercera fase, conocida como simbiótica, donde simplemente ya no hay diferencia entre el Estado y sus instituciones y los criminales. Los criminales se apoderan de las instituciones policiacas y ministeriales, actúan a través de la policía y se diversifican hacia la extorsión, el secuestro y el cobro de piso para quedarse con las rentas de la sociedad.

Ante un fenómeno de esta naturaleza, podríamos permanecer pasivos y abandonar a los ciudadanos a su suerte. Desde luego que no.

Justamente, la lógica de quienes creyeron que dejándolos actuar no pasaría nada, eso es lo que hizo que el problema se multiplicara. La pasividad de los gobiernos terminó ayudando a la expansión de los cárteles en nuestro querido México.

Ante criminales que secuestran, extorsionan, lo mismo a un comerciante ambulante que a un gran empresario, ante criminales que asesinan, me he preguntado siempre cuál debe ser el deber de un gobernante. Y la respuesta invariablemente ha sido siempre clara y la misma:

La primera obligación de un gobierno es garantizar la seguridad y los derechos de los ciudadanos y nosotros hemos defendido y vamos a seguir defendiendo a las familias mexicanas hasta el último día de mi mandato.

Detener a la delincuencia, evitar el dolor y el sufrimiento de la gente es un deber constitucional, es un deber legal, pero también, amigos, es un deber ético, es un deber moral, es un imperativo categórico.

Y por eso estamos combatiendo con toda firmeza a esos criminales, y lo hacemos, además, con la ley en la mano, con la fuerza de la legalidad y la justicia. Lo hacemos con apego a los derechos humanos. Proteger las libertades y los derechos de todos los mexicanos es la razón que inspira nuestra lucha.

La estrategia de seguridad tiene tres componentes básicos:

Primero. Enfrentar y someter a los criminales.

Segundo. Reconstruir las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia, a través de la depuración y el fortalecimiento de los policías y ministerios públicos.

Y tercero. Reconstruir el tejido social, a través de una sólida política de prevención.

Por lo primero, amigos, hemos enfrentado a los criminales con toda determinación. La sociedad ha sido testigo de las innumerables capturas de delincuentes, de los decomisos inéditos de armas, de dinero, de sustancias ilícitas.

De la lista de los 37 criminales más peligrosos que publicamos en 2009, ya 21 de ellos han sido capturados o han fallecido, sea resistiéndose al arresto, o en manos de otros criminales. 21 de 37.

Ante el clamor de ayuda, ante el clamor de auxilio, expresado por ciudadanos en varias partes del país, y ante la petición expresa por escrito de sus autoridades, el Gobierno de la República ordenó que se apoyara a tales autoridades y se combatiera a la delincuencia con estricto apego a la ley.

Y, para ello, echamos mano de lo mejor que tenemos, de nuestras Fuerzas Federales, fuerzas entrenadas, bien equipadas, leales a México y a sus instituciones: el Ejército, la Marina Armada, la Policía Federal.

Ellos, no podemos olvidarlo los mexicanos, ellos están arriesgando la vida por todos nosotros. Estamos hablando de mujeres y de hombres de honor, de valientes, que no dudan ponerse en la línea de fuego para salvar vidas, para proteger a las comunidades.

Ellos han aceptado estar lejos de sus suyos y enfrentar el peligro para defender a otros mexicanos, que ni siquiera conocen. Para todos ellos, mi reconocimiento y gratitud, y la plena gratitud y reconocimiento del pueblo de México.

Hay que subrayar que, en tales acciones, las Fuerzas Federales asumen sus deberes constitucionales y legales.

Qué deberes.

Los de cumplir y hacer cumplir la ley, los de preservar la seguridad interior del país, los de coadyuvar con la seguridad pública y apoyar al Ministerio Público en sus labores de investigación y persecución de los delitos. Actúan bajo órdenes explícitas de respetar plenamente la ley, las garantías individuales y los derechos humanos.

En los casos que ha habido, en que desafortunadamente se ha tenido conocimiento de actos violatorios a tales derechos humanos, el Gobierno mexicano no sólo ha condenado enérgicamente, sino que, además, ha procedido legalmente en contra de los autores ante los tribunales competentes.

Tenemos un firme compromiso con los derechos humanos. Por eso, no es casualidad que en mi gobierno se hayan concretado las reformas a la Constitución en materia de derechos humanos, la reforma penal, la reforma en el amparo, que constituyen la mayor ampliación de libertades y de garantías que se haya realizado en México en décadas.

Estas reformas demuestran, además, que el esfuerzo del gobierno no se limita a enfrentar y combatir la criminalidad, sino que se ha avanzado en el segundo componente de la estrategia, que es el fortalecimiento de las instituciones encargadas de aplicar la ley.

Para ello, iniciamos una profunda reforma legal e institucional, para depurar y fortalecer los órganos encargados de la seguridad, los de la procuración y administración de justicia. Y esto incluye desde nuevas leyes, hasta la transformación de instituciones, como la Policía Federal o la Procuraduría General de la República. Incluye, también, el impulso a las entidades federativas para que ellas mismas depuren y fortalezcan sus cuerpos policiacos, ministeriales y judiciales.

Queda claro, mexicanas y mexicanos, que el país necesita contar con policías honestos, con policías confiables, que estén al servicio de los ciudadanos y no al servicio de los delincuentes.

Por eso, la Policía Federal está contratando jóvenes mejor preparados, muchos con carrera universitaria; los está sometiendo a estrictas pruebas de control de confianza. Por eso, hemos aumentado el número de policías, de seis mil elementos a más de 35 mil.

Por ello, también, realizamos exámenes de control de confianza en todos los mandos medios y superiores de las Fuerzas Armadas.

Y, ahora, hemos emprendido una vigorosa depuración y profesionalización de la Policía Ministerial Federal, de los Ministerios Públicos y de las Delegaciones de la Procuraduría General de la República.

Pero no basta con fortalecer las instituciones de cumplimiento de la ley a nivel Federal. Necesitamos que esto se replique en los estados y municipios, donde tristemente hemos visto, también, muchos casos de policías que son sometidos por los criminales.

Aquí, amigos, yo quiero hacer un reconocimiento a miles y miles de policías municipales, estatales, federales que, a pesar de la enorme presión a la que están sometidos por la delincuencia, a veces, incluso, por sus propios jefes, siguen sirviendo a la ciudadanía con honestidad en muchos pueblos y ciudades del país, sin que nadie les diga, siquiera: Gracias.

Por ello, y por lo mismo y por todos los ciudadanos, es indispensable sacar a aquellos policías que traicionen la confianza ciudadana, y comenzando urgentemente por los que ocupan posiciones de mando.

Los gobiernos estatales y municipales, al igual que el Federal debemos asumir sin dilación la responsabilidad de depurar y profesionalizar a nuestras policías.

La ley nos obliga, nos obliga a los tres órdenes de gobierno, a aplicar pruebas de control de confianza, por ejemplo, a todos los elementos policiacos antes de enero de 2013. Sin embargo, también, hay que decir que a la fecha todavía hay estados que ni siquiera han integrado su propio Centro de Control de Confianza. Y la aplicación de las evaluaciones registra un preocupante nivel de sólo 8% en las corporaciones locales.

También es indispensable, amigos, que el Poder Judicial revise sus estructuras y sus integrantes. Sé que la gran mayoría de los jueces y magistrados son personas intachables, pero debemos ser conscientes de que el poder corruptor y de intimidación de los criminales, puede poner a jueces y magistrados en la mira y debemos estar preparados para ello, porque nadie está exento de ese mal.

Adicionalmente a esto, el gobierno ha sostenido una política activa de prevención del delito. Lo hacemos a través del mayor esfuerzo de política social que se tenga registro, y que ha permitido alcanzar la Cobertura Universal de Salud, la mayor obra de infraestructura en materia de salud y educativa, la construcción de hospitales, clínicas, universidades y bachilleratos públicos y gratuitos en un número sin precedentes.

Se complementa la política preventiva, también, con el mayor establecimiento de Centros Nueva Vida para prevención y tratamiento de adicciones en jóvenes y adolescentes. Con el rescate de más de cuatro mil espacios públicos, con la implementación del Programa Escuela Segura.

El Gobierno Federal actúa para reconstruir el tejido social y generar condiciones que hagan menos propicia la incorporación de los jóvenes a la violencia y a las adicciones.

Lamentablemente, todavía hace falta una visión, una verdadera visión de Estado. Una en la que todas las fuerzas políticas apoyen con claridad la lucha por la seguridad, y tengan claro, también, que ésta no es lucha ni de un Gobierno, ni de un Presidente, ni de un partido. Es una lucha por el futuro de todos los mexicanos y que a todas las autoridades y a todos los poderes nos corresponde librar.

Para ganarla, amigos, es necesario que todas las fuerzas políticas expresen con claridad, sin dobles discursos, sin regateos, su repudio unánime al crimen organizado y su repudio unánime a la violencia que genera.

Aquí, no hay espacio, ni para mezquindades, ni para cálculos políticos, porque hablamos de un mal que representa una amenaza a la viabilidad del Estado mexicano, y una amenaza clara, cada vez más obvia, a la democracia nacional.

Además de enfrentar a los delincuentes, debemos tener en cuenta también, a quienes ya han sufrido por la acción criminal. Estamos trabajando para que encuentren, las víctimas, el alivio y reciban también el apoyo de la sociedad. Las víctimas de la criminalidad tienen un rostro, tienen una voz. Y en mi gobierno estamos decididos a escucharla y apoyar a esa voz.

Y, por ello, hemos creado la Procuraduría Social de Atención a Víctimas de la Violencia, cuya misión principal es, precisamente, ayudar a cerrar las heridas que el crimen ha abierto en el país.

Hoy reitero, mexicanas y mexicanos, que la razón de nuestra lucha son las familias mexicanas, la razón de nuestra lucha por la seguridad son las niñas y los niños de México y las generaciones que vienen en el porvenir. Y por ellas vamos a seguir adelante, con toda la fuerza de nuestro corazón y con toda la fuerza del Estado, que es contundente.

Y, hoy, reitero que la lucha por la seguridad pública tiene que seguir adelante.

Y, además, es momento también de que los mexicanos iniciemos una nueva etapa en materia del esfuerzo por la seguridad. Una etapa, en la cual, pongamos un mayor énfasis en los aspectos de prevención del delito; en la prevención y el tratamiento de las adicciones, en la formación de valores en los niños y en los jóvenes; en la generación de oportunidades, para ellos, de oportunidades educativas, de oportunidades de esparcimiento, de oportunidades de trabajo.

Y en algo muy importante, precisamente, en el fomento de una sociedad apegada a valores, el valor de la honestidad, el valor de la legalidad, el valor del respeto a uno mismo y del respeto a los demás.

Debemos ir a fondo en esta nueva etapa, debemos ir más a fondo en la protección de los derechos humanos. Debemos garantizar que todas las autoridades los protejan y los fomenten y, desde luego, acelerar el paso en el fortalecimiento de las instituciones de seguridad y justicia.

En esta nueva etapa, también es indispensable terminar ya el ciclo de reformas legislativas que están pendientes, iniciativas de ley que no pueden esperar más. La Ley de Mando Único, que permitiría reducir el número de cuerpos policiacos de más de dos mil a 32, pero hacerlos confiables, fuertes y eficaces.

El día que tengamos policías y Ministerios Públicos confiables, jueces confiables en cada una de las entidades federativas de la República, ese día estará ganada la batalla por la seguridad de los mexicanos.

La Ley del Combate al Lavado de Dinero, por ejemplo, que golpea a la delincuencia donde más le duele y que es en sus ganancias.

La Ley de Seguridad Nacional, que reglamenta la responsabilidad de todos, y establece de manera precisa qué le toca a cada quien y cuál es el rol de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas Federales en las tareas de seguridad interior.

O la reforma al Código Penal para tipificar conductas mucho más acordes con el actual comportamiento de los criminales, por citar unas cuantas.

Una nueva etapa, amigas y amigos, donde sigamos combatiendo a todos los grupos criminales sin descanso, pero también donde centremos nuestra acción, especialmente en los más violentos, donde nos concentremos en neutralizar a aquellos criminales empeñados en meterse con la gente, en meterse con ella a través del secuestro, de la extorsión o el cobro del derecho de piso.

Mientras más violentos y mientras más agresivos sean los grupos con la sociedad, más enérgica será la respuesta del gobierno en contra de ellos.

Y en esta nueva etapa, amigas y amigos, debemos, también, impulsar la corresponsabilidad de otros países y otros actores internacionales. Impulsar, también, el debate a nivel internacional sobre la manera en que el mundo está enfrentando u omitiendo resolver este problema del tráfico de drogas. Porque con todo y su diversificación de los grupos criminales, es en la venta de drogas a los Estados Unidos donde ellos encuentran su principal renta y donde obtienen los recursos que los vuelven poderosos.

Y ante una demanda de drogas que no ha podido o no ha querido ser controlada a nivel mundial, las naciones consumidoras tienen una responsabilidad y es impostergable que éstas exploren todas las alternativas lícitas que permitan disminuir las enormes ganancias de los delincuentes que obtienen de un consumo creciente e irresponsable de sus propias poblaciones.

Qué más estamos haciendo. Qué más estamos haciendo para construir ese México seguro, ese México justo y ese México próspero.

Como dije antes, algo que es sumamente importante, y que es el tercer componente de la estrategia, estamos fortaleciendo el tejido social. Nuestro México ha cargado por demasiado tiempo el lastre de la injusticia y el dolor de la pobreza. Y estos abismos de desigualdad han debilitado los lazos de solidaridad y de unión entre los mexicanos. Nos han debilitado como sociedad.

Hay que recordar que una sociedad más justa, no sólo es una sociedad más unida y solidaria. Será, también, una sociedad más segura, porque fortalecer el tejido social, también, nos permite cerrar el paso a la violencia.

Por eso, amigas y amigos, la igualdad de oportunidades ha sido el principio rector de la política social del gobierno y, desde luego, de la restitución del tejido social.

El humanismo en el que creo, el humanismo que practicamos, afirma que los seres humanos somos iguales, todos, en dignidad y en derechos. Somos iguales el indígena y el no indígena, la mujer y el hombre, el adulto, el anciano o la niña con discapacidad.

Y la clave para hacer eficaz esa igualdad es igualar las oportunidades. Igualar la oportunidad de estudiar, la oportunidad de tener salud, servicios públicos, casa propia. Igualdad de oportunidades para salir adelante con el propio esfuerzo.

Les doy un dato. Tan sólo con los Programas de Oportunidades y Apoyo Alimentario estamos apoyando económicamente a 6.5 millones de familias. Esto quiere decir, amigas y amigos, que casi 30 millones de mexicanos, que son los que más lo necesitan, reciben estos apoyos de alimentación, de salud, de educación para que puedan salir adelante y salir de la pobreza.

A partir de este año, por cierto, todos los beneficiarios de Oportunidades recibirán sus apoyos a través de una tarjeta bancaria.

Y eso qué importancia tiene.

Que, además, estamos poniendo con esa tarjeta, estamos poniendo en marcha el mayor programa de bancarización y de inclusión financiera de todo el mundo, el más ambicioso. Y está destinado, precisamente, a la gente más pobre.

Porque eso, el tener una cuenta por primera vez, les permitirá tener acceso al ahorro, al crédito, al seguro de vida y a muchas otras cosas que se han marginado secularmente para la gente más pobre del país.

Con esa misma convicción, amigas y amigos, una convicción de justicia, hemos apoyado a uno de los sectores más desamparados: el de la tercera edad. Con el Programa 70 y Más, estamos apoyando, precisamente, a estos jóvenes de 70 años o más que reciben por primera vez un apoyo. Quienes ya tienen poca asistencia de sus hijos y nietos, quienes viven en la pobreza y en la marginación de las marginaciones por su edad. En 70 y Más, hay más de dos millones de adultos mayores en áreas rurales, que disponen de una ayuda económica, para complementar su gasto.

Es interesante ver que, gracias a oportunidades y gracias a 70 y Más, durante la crisis, la peor que recuerden las generaciones presentes, logramos, no sólo contener, sino reducir la pobreza en el campo. Sin embargo, en las zonas urbanas, en donde por cierto no existe el Programa de 70 y Más, la pobreza se incrementó.

Y por eso, quiero anunciarles hoy, que a partir del próximo año llevaremos el programa de 70 y Más también a las ciudades, a las zonas urbanas y lo aplicaremos en las zonas de más alta marginación.

Pensando en las mujeres, es a ellas a quienes pagamos los apoyas de Oportunidades. Pensando en las mujeres, las becas de las niñas son más altas que las de los niños. Pensando en las mujeres, también, lanzamos, en esta Administración, el Programa de Estancias Infantiles. Con él, un cuarto de millón de mamás, jóvenes, mamás emprendedoras, hoy pueden ir a trabajar sabiendo que sus hijos están bien cuidados, y otras 50 mil mujeres, que cuidan a sus hijos tienen, a partir de ese esfuerzo, un ingreso digno.

En cinco años, amigas y amigos, hemos abierto más de nueve mil estancias infantiles. Quiere decir que en cinco años abrimos más estancias infantiles que todas las guarderías y estancias que se abrieron en México en todo el Siglo XX, y lo hicimos a un costo menor.

Pienso que ese es un gran logro de esta Administración, que tiene que seguir.

Y similares cosas hemos hecho con los pueblos indígenas. Hemos abierto caminos, hemos llevado agua, hemos respetado su comunidad, los hemos apoyado con ProÁrbol, con proyectos productivos. Todo ello, como nunca antes en la historia de México.

Por eso, en el desarrollo de los pueblos indígenas con nosotros ha habido menos discurso, pero más presupuesto; menos manipulación y más respeto a sus comunidades.

Y quizá, amigos, el mayor logro que percibe la gente, quizá el mayor es en materia de salud y concretamente la cobertura universal de salud. A principios del gobierno dije que al finalizar este sexenio alcanzaríamos dicha cobertura y lo hemos cumplido.

Hoy, toda mexicana y todo mexicano tienen médico, medicinas, tratamiento y hospital cuando lo necesite. Un logro que no han alcanzado pocas naciones en desarrollo, pocas naciones desarrolladas y prácticamente ninguna en desarrollo. México lo está logrando gracias al esfuerzo de los mexicanos. Éste ha sido el sexenio de la salud para México.

La cobertura universal de salud es un logro histórico y, también, un gran igualador social, porque las desigualdades empiezan cuando sólo puede curarse el que tiene dinero para pagar un médico o para pagar el hospital.

Ya no más médico sólo para el que tiene dinero, ya no más hospital sólo para el que puede pagarlo. Estamos igualando la oportunidad de curarse entre todos los mexicanos.

Hoy, afirmo categóricamente que en materia de salud México es un país más justo y más equitativo que lo que era hace cinco años.

Y, por eso, hemos construido más de mil hospitales y clínicas nuevas, y por eso hemos ampliado y remodelado otras dos mil más. Una inversión en infraestructura médica y hospitalaria que no se había visto nunca en nuestro país.

Quiero reconocer, además, la labor de los médicos, de las enfermeras, de los trabajadores en materia de salud. Porque con un gran compromiso y un gran esfuerzo están abriendo las puertas de la salud a todos los mexicanos. Y, también, digo, amigas y amigos, que en materia de cobertura universal de salud, México tiene que seguir adelante.

Igualar oportunidades, también, ha significado que la universidad y que el bachillerato lleguen a los lugares donde no existían y se abran lo mismo para el pobre que para el rico.

Nunca antes se habían construido tantas universidades y tantos bachilleratos públicos y gratuitos para los jóvenes de México. En cinco años, 96 universidades totalmente nuevas, 50 campus universitarios adicionales a otras universidades existentes. Y hemos abierto ya prácticamente casi mil nuevas preparatorias o bachilleratos en el país.

Por eso, la cobertura de bachillerato alcanza ya a siete de cada 10 jóvenes y en materia de educación superior. Yo recuerdo que nos comprometimos con los rectores del país a pasar la cobertura universitaria del 24 al 30% para el año 2012.

Quiero decirles que desde el año pasado ya rebasamos la meta y llegaremos probablemente al 33% de cobertura en educación superior en el país.

Además, por primera vez en México, alcanzamos, también, la cobertura en educación primaria, cobertura universal. Qué quiere decir. Que todo niño en edad de educación primaria tiene un lugar en la escuela pública y uno de cada cuatro estudiantes en escuelas públicas, además, cuentan con una beca para que no tengan que abandonar la escuela por falta de recursos.

Nuevamente se trata de igualar la oportunidad para estudiar y poder salir adelante con el propio esfuerzo. La oportunidad de hacer una carrera y obtener un mejor trabajo.

Aún con los problemas de calidad que, desde luego, tenemos, y con la falta de cobertura que debemos de completar en materia educativa, también lo afirmo, México es ahora un país más justo y, también, el esfuerzo educativo tiene que seguir adelante.

Y para que siga adelante, vamos por más este último año de Gobierno. Vamos por más, porque la beca escolar es otro gran igualador. Y, por eso, en este último año de Gobierno queremos apoyar, aunque sea con media beca, a un millón de jóvenes más para que nadie se quede sin escuela por falta de dinero.

Y elevamos la educación, amigos, no sólo porque iguala las oportunidades, sino también, y nuevamente, porque aleja a los jóvenes de la violencia y de las drogas.

Vamos por más becas y más universidades y más bachilleratos. Porque tenemos en mente, claramente, que ahí está el futuro. Y porque claramente queremos que para el país haya cada día más becarios y cada día menos sicarios. Hacia allá vamos, y por eso emprenderemos un esfuerzo adicional en esta materia.

Igualar oportunidades, también, es darle casa al que no tiene. Y con el Programa Tú Casa le hemos dado apoyo ya a cientos de miles de familias que no tenían ni para el anticipo de una vivienda.

Porque la casa es donde uno educa a los hijos, porque la casa es garantía de dignidad de la familia. Y por eso, en estos cinco años, hemos entregado casi seis millones de créditos y subsidios para vivienda, que es otra cifra récord de este gobierno.

Esto significa, amigas y amigos, que en cinco años se ha financiado la compra o el mejoramiento de prácticamente una de cada cinco casas, una de cada cinco de todas las casas existentes en el país.

Y lo digo con orgullo: Somos el gobierno que ha abierto las puertas de un nuevo hogar a más mexicanos en toda la historia de la República.

Una sociedad que no olvida a los más necesitados; que no olvida a los ancianos, a las madres solteras, a los niños y a los jóvenes, a las familias sin hogar, es una sociedad humana, una sociedad incluyente y solidaria.

En esa misma medida, es una sociedad menos violenta también, y más pacífica. Hemos apoyado a la gente más pobre y lo seguiremos haciendo.

En la ruta de la igualdad de oportunidades, México debe seguir adelante, seguiremos adelante.

Nos propusimos, también, hacer, de la mexicana, una economía competitiva, una economía generadora de empleo, y en ella hemos empeñado nuestros afanes.

Sin embargo, en esta materia, la adversidad nos puso en el camino, desde el segundo año de mi gobierno, la mayor crisis económica de la que tengan memoria las generaciones del presente. Pero puedo asegurarles, amigas y amigos, que esta adversidad, nacida no en México, sino en el ámbito internacional, nunca nos arredró. Pusimos todos, todos los instrumentos a nuestro alcance, para que el inevitable impacto en la economía de las familias mexicanas fuese el menor posible.

En todo momento actuamos con responsabilidad, actuamos con prudencia y con sensatez; evitamos salidas fáciles, como el endeudamiento o el dispendio. Lo hicimos, porque la estabilidad económica es clave para brindar más oportunidades de progreso a la gente y, a la vez, cerrarle la puerta a las inflaciones galopantes y a las crisis recurrentes, que tanto sufrimos en el pasado, que desaparecieron el crédito y que le quitaron de golpe a los mexicanos sus ahorros y su patrimonio.

Hoy, a la luz de lo que pasa en el mundo, sabemos que este esfuerzo ha valido la pena. Por décadas Europa fue símbolo de estabilidad y México símbolo de mal manejo macroeconómico.

Hoy, es al revés. Muchas naciones europeas viven graves problemas fiscales y están teniendo que reducir a la mitad sus pensiones, que cancelar las becas, que cerrar universidades.

En contraste, gracias a la estabilidad que los mexicanos hemos construido con tanto sacrificio, hoy tenemos una economía sana, que está creciendo y que está generando empleo. Estabilidad, crecimiento y empleo, en los que debemos perseverar, también, y mantener ahí la ruta del futuro para el país.

En el esfuerzo de elevar la competitividad de la economía, hemos puesto en marcha una estrategia integral para aprovechar nuestras grandes ventajas comparativas: nuestros recursos naturales, nuestra posición geográfica, nuestra gente, todas nuestras fortalezas.

Y, por eso, hemos invertido más que nunca en la gente, en el capital humano, hoy yo prefiero decir, en nuestro valor humano.

Con las universidades y escuelas que hemos fundado, por ejemplo, hoy se están graduando en México, fíjense bien, se están graduando casi 100 mil ingenieros cada año, sin contar los que se gradúan en las carreras técnicas cortas. Esto es, por primera vez, se gradúan en México más ingenieros que en Alemania o que en Brasil, el doble de ingenieros que en Brasil, que tiene casi el doble de nuestra población.

Eso le da una gran competitividad a la economía mexicana que tiene una fuerza de trabajo enormemente calificada. Elevar la competitividad, también ha significado impulsar de manera decidida la infraestructura del país.

En estos cinco años, hemos construido o modernizado más de 17 mil kilómetros de carreteras. También, hemos impulsado una impresionante obra portuaria y aeroportuaria para hacer de nuestro país una de las plataformas logísticas para el comercio global.

Todo esto significa mejores empleos para los mexicanos y mayor crecimiento para el país. Antes de tomar la Presidencia de la República, dije que éste iba a ser el sexenio de la infraestructura y ya lo cumplí. En estos cinco años se ha invertido en México más en infraestructura que en cualquier otra administración en más de un siglo de la vida del país.

Y, también, para apuntalar la competitividad, hemos impulsado reformas estructurales que habían sido pospuestas por décadas. La Reforma al Sistema de Pensiones, la Reforma Hacendaria, la Reforma para fortalecer a PEMEX, la Reforma en materia de Competencia Económica, la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Hemos desregulado al sector Federal, hemos abierto nuestra economía y nuestros productores son más competitivos y más exitosos a nivel mundial.

En todos los indicadores, prácticamente en todos los indicadores de competitividad, México ha avanzado, particularmente, en los últimos dos años. Para crecer y para generar empleo celebramos el Acuerdo Nacional por el Turismo para apoyar esta actividad fundamental y, también, hemos destinado la mayor cantidad de recursos que haya visto jamás el campo mexicano en su sector productivo.

Para generar empleo, también, hemos financiado a las pequeñas y medianas empresas del país, y este financiamiento ha multiplicado por cinco, cinco veces más todo el financiamiento que se había dado en el sexenio anterior, que, a su vez, había sido el más alto en mucho tiempo.

En suma, amigas y amigos, estamos trabajando duro para que México crezca y pueda generar los empleos que tanto necesitamos, para que haya cada vez más mexicanas y mexicanos con oportunidad de progreso, y más familias que tengan mejores condiciones de vida.

Hay que señalar que, incluso, en un entorno de recesión internacional, donde se han reducido los flujos de inversión, y a pesar de que la imagen del país se ha visto afectada por la violencia, México ha logrado atraer más de 100 mil millones de dólares en inversión extranjera directa en estos cinco años; la cifra más alta para un periodo similar.

Y a pesar de la crisis, a pesar de la crisis mundial, se dice fácil, pero la nuestra, como quiera que se le vea, es una economía en crecimiento, con baja inflación y con generación de empleos.

El año pasado crecimos 5.4%, y durante los primeros nueve meses de este año venimos creciendo a un ritmo de 4%. En lo que va del año, entre enero y noviembre, se han generado ya 815 mil nuevos empleos netos en el país, registrados en el Seguro Social.

Y desde el punto más bajo de la crisis, desde junio de 2009, se han generado en México, un millón 670 mil nuevos empleos netos para los mexicanos. Es decir, empleos registrados, pagada su cuota obrero-patronal, y ya descontadas las renuncias y las liquidaciones.

Sé, amigas y amigos, que aun así estamos lejos de poder alcanzar lo que queremos para la economía de los mexicanos. Estamos lejos aún de haber concluido la tarea y, por eso, también, en materia económica, México tiene que seguir adelante y tiene que profundizar la transformación de su economía.

Debemos apuntalar nuestra competitividad. Y, por eso, es imperdonable que se le nieguen, que se le regateen a México las reformas estructurales en materia económica que tanto necesita el empleo de los mexicanos.

Necesitamos una reforma laboral, cuyo contenido es ya conocido, y que permitirá generar más y mejores empleos, o la reforma en las Asociaciones Público-Privadas, que le darán renovado impulso a la inversión en infraestructura.

También, amigos, debemos estar cambiantes, debemos estar atentos a las circunstancias cambiantes de la economía internacional.

Me resulta claro que, por lo menos en esta década, el crecimiento no va a estar en Estados Unidos, y menos en Europa; las economías que tendrán mayores tasas de crecimiento serán las de la Cuenca del Pacífico; economías asiáticas y latinoamericanas, economías también en América Latina con fuerte producción de alimentos; sus economías crecerán, y crecerán tanto para ellos, como para nuestros productores, si nosotros sabemos aprovechar esos mercados crecientes.

Por eso, además de fortalecer el mercado interno, cosa que estamos haciendo con vivienda, con infraestructura, con gasto social, con promociones de crecimiento y estímulo al consumo, con crédito bancario, debemos ir decididamente a la conquista de esos mercados en expansión con la misma audacia como lo hicimos en su tiempo, con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.

Sería irresponsable dejar estancado a México y a la zaga del crecimiento que necesitamos, al que tenemos derecho. Sería irresponsable marginarle esa oportunidad, porque existan intereses, intereses particulares muy específicos que frenan estas decisiones estratégicas.

El mundo no va a esperarnos, y por eso todos debemos sumar esfuerzos y voluntades para que el país siga avanzando por el camino del crecimiento y la generación de empleos.

En la construcción de una economía competitiva y generadora de empleos, en la transformación económica del país que hemos iniciado, México, también, tiene que seguir adelante.

Soy un Presidente convencido de que es posible alcanzar el crecimiento económico sostenido, dinámico y, al mismo tiempo, es posible garantizar el cuidado de nuestro medio ambiente.

Y por eso, pusimos en marcha una política orientada al aprovechamiento sustentable de nuestros recursos naturales y la conservación del medio ambiente. En particular, pusimos en marcha programas como el Pago por Servicios Ambientales, el ProÁrbol; el programa de apoyo al sector forestal más importante que haya tenido el país.

Esto nos ha permitido avanzar en el aprovechamiento de nuestros recursos naturales, los bosques y las selvas, pero también, retribuir económicamente a las comunidades que participan en su conservación.

Con ello, no sólo hemos logrado atender la pobreza en la zona forestal, sino también, reducir las tasas de deforestación. Según la FAO, en la década de los 90, México perdía 354 mil hectáreas de bosque o selva cada año.

Con las medidas que hemos adoptado, el último dato disponible dice que entre 2005 y 2010 la deforestación en México se redujo a 155 mil hectáreas; es decir, a menos de la mitad.

Conservar el medio ambiente no sólo es una opción, es la única opción que tenemos. El planeta entero, México, en particular, ya está sufriendo las consecuencias desastrosas del cambio climático.

Sólo en 2011, hemos enfrentado graves inundaciones en el Sureste del país y, al mismo tiempo, actualmente estamos registrando la peor sequía que se tenga registro en el Centro y en el Norte de México.

Estos fenómenos impactan a todos los mexicanos, pero especialmente a la gente más pobre y que es la que más sufre. El campesino que no tiene agua, ni cultivo, ni ganado para comer, a la mujer que tiene que caminar más kilómetros para transportar el agua potable para su casa, la que necesita para tomar y para cocinar.

Por ello, México ha sido el primer país en desarrollo que puso en marcha un programa para enfrentar el cambio climático y contamos con una política integral que abarca desde programas de ahorro y eficiencia energética, hasta la promoción de energía limpia en el país.

Hoy, en México casi el 25% de la electricidad que producimos proviene de fuentes renovables de energía. Y, hoy también, estamos impulsando programas vitales para ello, por ejemplo, el Programa Luz Sustentable, el más ambicioso del mundo en su tipo, porque planea sustituir más de 40 millones de lámparas por focos ahorradores de energía.

O con el Programa de Sustitución de Electrodomésticos, Cambia tu Viejo Por Uno Nuevo, hemos sustituido más de un millón y medio de refrigeradores y 150 mil equipos de aire acondicionado. Estamos cumpliendo con el medio ambiente y, además, cumpliendo, también la meta de elevar a 60% el tratamiento de aguas residuales en el país.

Estamos construyendo las plantas de tratamiento de aguas residuales para la Zona Metropolitana de Guadalajara y la Planta de Atotonilco, en el Valle de México, que no sólo es la más grande de América Latina, sino ahorita es la planta de tratamiento que se construye, más grande del mundo.

Tal como afirmé al inicio de mi gobierno, hemos trabajado por un México limpio, un México que duré para siempre.

México tiene hoy, amigas y amigos, una democracia vibrante, una democracia que acota el ejercicio del poderoso. Una democracia que le da solidez a las decisiones públicas.

Cada uno de los actos de mi gobierno ha estado marcado por este carácter democrático de México. Hay equilibrio pleno entre los Poderes de la Unión, hay división de responsabilidades entre los tres órdenes de gobierno, hay organismos legales, constitucionales, autónomos e independientes, que ejercen sus atribuciones a plenitud y son reconocidos por la población.

La información del Gobierno Federal es pública, los ciudadanos tienen mecanismos eficaces para obtenerla. Las libertades de expresión, de prensa, de opinión y manifestación se ejercen sin cortapisa y a plenitud, sin restricción alguna del poder público.

Los derechos humanos no sólo tienen un marco constitucional más robusto que nunca, sino también, la Comisión Nacional en la materia ha asentado sus reales como un instrumento de defensa y promoción de las garantías individuales.

Hay un enorme pluralismo político, hay multiplicidad de partido, el Presidente no tiene mayoría en el Congreso, y pese a los intereses dentro de algunos partidos, que siguen bloqueando la Reforma Política, cada vez somos más los que creemos que la reforma de la política en México debe centrarse en ampliar el poder de los ciudadanos y no en restringir el poder de los ciudadanos.

Este carácter plenamente democrático de México es el que le da aún mayor valor a lo mucho que se ha alcanzado. Porque para nadie es un misterio el que sea más difícil lograr una reforma en Petróleos Mexicanos, o en materia de impuestos, o en materia de seguridad y justicia, en un entorno de mayor democracia, de mayor pluralismo que en las décadas pasadas.

En ese tiempo, todo el poder se concentraba hegemónicamente. Y, sin embargo, esta generación de mexicanos, de todos los signos políticos, hemos logrado muchos de estos avances, que parecían inalcanzables hace apenas cinco años.

En ese entorno de pesos y contrapesos, de rendición de cuentas, de control del poder, el que le ha dado marco al esfuerzo de todo el país, de sus tres órdenes de Gobierno, de sus Tres Poderes, de sus organizaciones, ese marco es el que ha servido para darle cauce a la demanda social de la seguridad y enfrentar a la delincuencia; el que ha dado marco para reconstruir a las instituciones desde la legalidad, el que nos permite restañar el tejido social de las comunidades más vulnerables al crimen.

Una delincuencia que, como he dicho ahora también, se constituye en una abierta amenaza a la democracia. La intervención palmaria y evidente de los delincuentes en procesos electorales, es un dato nuevo y es un dato preocupante; un dato al que ningún partido político puede permanecer silente u omiso, es una amenaza para todos, y a la que juntos, sin titubeos, debemos cerrarle el paso.

El fortalecimiento de las libertades, debe seguir siendo el carácter de nuestro esfuerzo. La lucha de un Estado democrático es por cumplir su obligación primordial: proteger la vida, la libertad, la integridad y el patrimonio de su gente.

En lo que respecta a política exterior, desde el principio de gobierno, dije que haríamos de México un protagonista, y no un espectador de las transformaciones. Que haríamos oír la voz de México y que nos empeñaríamos en tener más mundo en México y más México en el mundo y lo hemos cumplido.

A partir de este mes, México preside el Grupo de los 20. Ésta es la primera ocasión que un país en desarrollo tiene esta altísima encomienda; así, encabezaremos los esfuerzos globales para corregir las deficiencias estructurales de la crisis mundial y retomar, ente todos, la senda del crecimiento y evitar crisis futuras. Y, a la vez, seremos la voz de las economías emergentes, que están llamadas a jugar un papel más preponderante en la economía mundial.

Asimismo, México tiene ahora una renovada relación con América Latina y el Caribe. Firmamos un Tratado de Libre Comercio Único con toda Centroamérica que potenciará nuestra competitividad en la región, ampliamos el acuerdo que teníamos con Colombia y ampliamos el acuerdo que tenemos con Perú, a pesar de que, nuevamente, intereses específicos y parciales, están comprometiendo las posibilidades de progreso para el comercio de todo el país en el Senado de la República.

En febrero pasado, del año pasado, aquí, en México, congregamos a todos los países del Continente Latinoamericano y del Caribe, y fundamos, por primera vez en los 200 años de vida independiente, la primera Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños como el máximo organismo de interlocución política y cooperación regional. Eso nos acerca al sueño de integración de nuestros libertadores.

Con toda claridad, México es hoy un actor cada vez más relevante y cada vez más reconocido en el mundo. México organizó la COP-16 que, frente al desacuerdo y el desentendimiento imperante en materia ambiental, constituye, hasta ahora, en esta década, el mayor avance en acuerdos que haya tenido el mundo en materia de medio ambiente.

Mexicanas y mexicanos:

Hemos iniciado ya nuestro último año de gobierno.

Quiero agradecerle a todas y a todos ustedes su apoyo, que nos ha permitido llegar hasta aquí.

Les agradezco mucho a todos mis colaboradores, a los que están aquí presentes, a los que lo han sido, desde el primero hasta el último. A todos los que día con día, con su entrega generosa han servido a México desde el gobierno.

También, les agradezco y los recuerdo en el alma a los compañeros y amigos que, en el cumplimiento del deber, se nos han adelantado, en especial, a Juan Camilo Mouriño y a José Francisco Blake y a sus colaboradores.

Sé que gracias a ellos, avanzamos, y por ellos seguiremos, con determinación, con México hacia adelante.

Gracias Gloria, por estar aquí, gracias a todos.

En particular, quiero agradecerles a los integrantes del Gabinete de Seguridad del Gobierno Federal y a todos los soldados, marinos, policías y Ministerios Públicos, porque se la han jugado con México.

Quiero agradecerles su apoyo, su confianza, su lealtad y, sobre todo, su valentía para sacar a México adelante. Agradecerles, también, a los integrantes del Estado Mayor Presidencial, porque han cumplido su misión de tenerme aquí, frente a ustedes, en las circunstancias más demandantes que quizá les haya tocado enfrentar en muchísimo tiempo.

Quiero agradecerle, también, a la gente que todos los días me alienta y que me dice: Adelante, en las calles, en los eventos. A la gente que ora por mí y por mi familia, porque me aligeran la carga y porque me impulsan decididamente a seguir adelante, porque hacen que el camino sea ligero y llevadero.

Y le quiero agradecer, desde luego, a Margarita y a mis hijos, a María, a Luis Felipe y a Juan Pablo, por su paciencia, por su cariño y por todas las alegrías que me dan todos los días.

Le agradezco a Dios cada día de vida y la oportunidad de servir a México y a los mexicanos en esta trinchera. Aprendí de mi padre que servir a México era un deber.

Hoy puedo cumplir ese deber, y también, sé que servir a México es una gran honra, y que servirlo en horas de dificultad, es doblemente un gran honor que yo no tengo con qué pagar.

En estos cinco años, amigas y amigos, he puesto todo, todo mi entendimiento, todos los muchos o pocos talentos que se me hayan confiado los he puesto para servir a los demás.

Y con aciertos y con errores, he servido a la Nación, entregado totalmente a su causa. He servido con mano firme y pasión por México, como me comprometí hace muchos años.

En estos años, cuando miro hacia atrás, veo que millones y millones de mexicanos han recibido por primera vez en su vida la atención de calidad que necesitaban, que hemos alcanzado la Cobertura Universal de Salud.

Millones de familias, también, han encontrado, gracias a su esfuerzo y a nuestro apoyo, un hogar digno que nunca habían tenido. Y hemos apoyado, como nunca, a los indígenas, a las mujeres, a los hombres del campo.

Millones de jóvenes, hoy, reciben una beca para estudiar y muchos entran, por primera vez en su familia, a una universidad que nunca tuvieron sus padres y que les abrirá las puertas a un futuro mejor.

En salud, en educación, en vivienda, en atención a las mujeres y a los pueblos indígenas, hoy México es una Nación más justa de lo que era hace cinco años.

No es, aún, el país al que aspiramos, pero hoy sabemos, con nuestro esfuerzo, que ese México vendrá. Hoy, México tiene una política ambiental que lo coloca a la vanguardia del mundo, y que nos permitirá recuperar nuestros ríos, nuestros bosques y selvas del abandono y la destrucción a los que los habíamos condenado.

Falta mucho por hacer, pero ya estamos construyendo el México limpio que queremos, y aunque no estamos satisfechos, ni podemos estarlo, por las difíciles condiciones económicas que han tenido que enfrentar las familias mexicanas, hoy la economía de México es reconocida en el mundo por haber sido conducida con firmeza y con sensatez.

México crece y genera empleos con bajas tasas de inflación, y tenemos que seguir adelante, perseverando en el esfuerzo y vencer, así, a los intereses que siempre se oponen a los cambios que necesitamos. Sólo así, perseverando, construiremos el país próspero al que todos espiramos.

Me queda claro que el mayor desafío sigue siendo recuperar la seguridad de las familias mexicanas y preservarla. Y en eso, amigas y amigos, que no les quepa la menor duda, hemos empeñado el mayor de nuestros esfuerzos. Sé que queda mucho por hacer, pero hoy, claramente hoy, estamos enfrentando y capturando a los criminales. Hoy, estamos construyendo nuevas instituciones de seguridad y de justicia y el tejido social indispensables para hacer de nuestro país el México seguro al que aspiramos.

Con lo que hacemos hoy, sé que los mexicanos del futuro encontrarán para los suyos las policías, los fiscales y los jueces que nosotros, en nuestro tiempo, no tuvimos. Hoy, con lo que hacemos hoy, estamos sembrando ese México seguro, y en el futuro, cuando crezca ese árbol, su sombra será la garantía de un México fuerte, que aspiramos tengan los mexicanos por venir.

Con nuestro esfuerzo, con el esfuerzo de todos, ese México seguro, vendrá; de ello estoy cierto, hoy más que nunca, como Presidente de la República.

Y por eso, no sólo hemos actuado con toda determinación por la seguridad de los mexicanos. Hoy, refrendo, seguiremos actuando con todo y hasta el final de mi mandato por hacer de nuestro México la Patria segura a la que todos tenemos derecho.

Hasta el último día de mi mandato seguiremos en esta brega por darnos el México seguro que nuestros hijos merecen. Lo hacemos por ellos, sabedores de que lo que sembremos ahora florecerá en el futuro y será justo cuando ellos lo necesiten.

En estos cinco años de Gobierno, he guiado todas y cada una de mis decisiones por el anhelo de construir el México que todos queremos ver: un México justo, un México seguro, un México próspero, un México limpio, un México libre, un México democrático.

Sembrar la semilla de ese México no ha sido fácil, hemos tenido que ir arrancando de raíz la profunda cizaña de la corrupción y la impunidad. Hemos tenido que remover las pesadas piedras de la duda y la desesperanza. Hemos enfrentado, también, un entorno global desafiante y adverso.

De todos esos retos, amigas y amigos, no sin penalidades, pero hemos salido adelante. Y les puedo asegurar que el trabajo que hemos realizado sembrando esa semilla augura un porvenir seguro, justo y próspero para México.

Viene un México nuevo, un México que no hubiese podido ser construido sin este esfuerzo, el sacrificio enorme que ha implicado superar la adversidad ha valido con creces la pena. Y estoy convencido de que la semilla ha caído en tierra buena y dará frutos abundantes.

Siempre me he rebelado contra la fatalidad, siempre me he rebelado contra el: no se puede. Nunca, nunca me he resignado a pensar que México esté condenado al atraso, a la pobreza o a la inseguridad.

Y por eso hoy, hoy los convoco a renovar nuestra esperanza y a dar un último y definitivo esfuerzo en los días y meses por venir, a que venzamos la fatalidad, porque el futuro depende de nuestra determinación para construir el México que queremos.

Al mirar atrás puedo decir a ustedes que, sin menoscabo de nuestros problemas, es mucho y muy valioso lo que hemos hecho. Que hemos plantado la semilla de una nueva Patria democrática, ordenada y generosa, cuidémosla, nutrámosla con el esfuerzo generoso de la gente, de los servidores públicos, de los padres de familia que dialogan con sus hijos y les recuerdan los principios y valores fundamentales de la vida.

Sigamos adelante, con el temple de nuestro carácter, con el coraje de nuestra indignación ante la injusticia, con el dolor por los justos que han caído, con la esperanza de un futuro mejor que sí es posible y estamos cerca de lograrlo si seguimos adelante.

Y por eso, seguiremos luchando, seguiremos alegremente y sin rendirnos y la semilla que hemos sembrado dará un fruto generoso para nuestros hijos y las generaciones futuras.

Tenemos un año por delante, sigamos adelante.

México saldrá adelante.

Viva México.

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