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Londres 2012: ¿qué hace a un atleta veloz, los genes o el entrenamiento?
Londres 2012: ¿qué hace a un atleta veloz, los genes o el entrenamiento?
6 minutos de lectura
Londres 2012: ¿qué hace a un atleta veloz, los genes o el entrenamiento?
09 de agosto, 2012
Por: Dulce Ramos
@WikiRamos 
El velocista jamaicano Usain Bolt.

¿Qué hace que unos atletas sean más veloces que otros?

Los jamaiquinos tienen un gen que los hace veloces, dicen unos. No, es que se han especializado en velocidad y se entrenan mucho y muy duro, dicen otros.

Son muy pocos los que afirman que se entrenan muy duro porque saben que tienen el don de la velocidad y entonces quieren ser más rápidos todavía.

Y algo similar podría decirse de los keniatas y los etíopes en cuanto a la carrera de larga distancia, o de los… vamos, que así se da la discusión, polarizada y con acaloramiento. Son raros los que afirman una cosa y también admiten la otra.

Los primeros, los del gen, dicen que negarlo es cerrar los ojos a la luz. Los segundos, los del entrenamiento, sospechan que los otros son racistas.

Esto se debe a que el tema de “genética o entrenamiento” toca las mismas zonas de susceptibilidad que el de la inteligencia cuando se habla del rendimiento intelectual de mujeres y hombres, o de blancos y negros.

Es una de las discusiones básicas en las tertulias deportivas y no deja indiferente a nadie, porque esto de los genes y su importancia en el rendimiento suele arrastrar consigo, como una cola lógica, la conclusión de que la excelencia no se debe al talento y al esfuerzo, sino a una ventaja física.

El tabú

Y una ventaja física que hereda una comunidad o una raza entera, en vez de un determinado número de individuos en determinados países o regiones, o en todas partes, aunque en diferentes proporciones.

Lo primero, la herencia global de una raza o de un pueblo, es un tabú, pero en cuanto a lo segundo es sabido que todos los técnicos, burócratas y científicos que se ocupan de identificar, seleccionar y preparar a los futuros atletas tienen en cuenta los factores genéticos en su tarea, y nadie se escandaliza por ello.

Una de las razones del éxito olímpico del equipo británico es un programa denominado Gigantes Deportivos, que se encargó de identificar y “reclutar” a jóvenes altos, fuertes y de determinada contextura física, para deportes como remo, por ejemplo, que a ese tipo físico le calza como un guante.

Chelsea Warr, directora de Desarrollo de Atletas en UK Sports, no tiene empacho en decir que su tarea es “genética multiplicado por medio ambiente, multiplicado por planificación sistemática, multiplicado por suerte”.

Dos científicos

Colin Blakemore, profesor de Neurociencia en la Universidad de Oxford, se preguntó hace unos días (en el periódico The Sunday Times, el 6 de agosto) por qué a la gente no le llamaba la atención que chinos, indios y negros apenas figuren en las pruebas de remo, algo tan evidente como la ausencia de blancos en los 100 metros.

Roger Bannister, el primero en bajar de los cuatro minutos en la milla, ahora un célebre científico, osó decir en 1995 que los atletas negros podrían tener ventajas relativas en ciertos deportes, tal vez debido a diferencias genéticas en sus músculos y tendones.

La reacción fue de lo más virulenta y contribuyó a sepultar el debate: si a Bannister le habían saltado al cuello…

Pero Blakemore dice ahora que dentro de poco tiempo Gigantes Deportivos, además de altura, fuerza y contextura de los candidatos, estará analizando sus ADN, que se convertirían así en un requisito para recibir fondos públicos.

La visión de Michael Johnson

El gran campeón estadounidense Michael Johnson, colaborador de la BBC, es uno de los pocos atletas negros que comparten la perspectiva genética de la excelencia deportiva, pero él le da un sesgo muy particular, que ha levantado una polvareda.

Asegura que debe su atleticismo al hecho de ser descendiente de esclavos.

Hace poco, en un programa de televisión, dijo que la brutalidad del tratamiento de los esclavos africanos, desde su captura hasta el trabajo en las plantaciones americanas, habría significado un proceso de selección natural.

Llama la atención la independencia de esta postura de Johnson, ya que muchos atletas negros, como la sociedad negra en general, sospechan de las teorías de la superioridad física, porque muchos racistas blancos las invocan como “prueba” de la supuesta inferioridad intelectual de los negros.

Los racistas también sugerían que la superioridad física del negro “explicaba” su supuesta pereza: porque no tienen que esforzarse tanto.

Se abrió paso así la falsa noción que convierte el tema en tabú: que el índice de capacidad física es inversamente proporcional al índice de inteligencia.

Dos regiones africanas

La mayoría de los esclavos provino de África Occidental, de modo que los “genetistas” suelen decir que “el gen de la velocidad” se originó allí.

Ahora, Johnson dice que el desarrollo se dio en América y el Caribe. En su apoyo, uno podría preguntarse por qué, si se originó en África Occidental, los velocistas de esa región no son tan dotados como los americanos y caribeños.

En forma similar, se habla del “gen del fondo” de los pueblos del llamado Cuerno de África: Kenia, Etiopía, Somalia, Eritrea, que tienen una constitución física y atlética muy diferente a la de los velocistas.

De esto hemos hablado extensamente en El Blog de Lalo, pero cabe señalar que los defensores de la teoría del entrenamiento han señalado triunfalmente que la medalla de plata obtenida en los 10.000 metros de estos juegos por el blanco estadounidense Galen Rupp refuta las pretensiones de los genetistas.

Un atleta blanco que gana una medalla y ya se dice que todo es entrenamiento y que es una prueba del “error” de los genetistas.

El hecho de que el ganador del oro, Mo Farah, sea británico, no es anotado como prueba en contra de los genetistas, debido al simple hecho, que no les conviene citar, de que Farah es un somalí que llegó a Gran Bretaña de niño.

¿Por qué no ambas cosas?

Y así está el debate, por lo menos a nivel popular, ya que los científicos no vacilan en aceptar ambas teorías, que no son mutuamente contradictorias.

Explican, en primer lugar, que el hecho de que no se haya encontrado “el gen” no significa que no exista, así como el Bosón de Higgs existía antes de ser encontrado.

¿Y por qué debe ser exclusivo de un pueblo o de una raza?

Ross Tucker (no confundir con el periodista de ESPN), un fisiólogo que codirige un sitio de internet especializado en ciencia deportiva, The Science of Sports, dice que lo más sensato es suponer que los “genes favorables” abundan más en ciertos grupos que en otros.

“Cuando tratas de encontrar un gen que tú crees que los jamaiquinos pueden tener y otros pueblos no”, dice Tucker, “te condenas a una búsqueda negativa, porque el gen podría estar presente en todas partes. Estás haciendo la pregunta equivocada. Deberías averiguar si el gen puede existir en más gente de ciertos grupos, y así determinarla probabilidad de que allí sea más fácil producir un campeón”.

Bolt trabaja y también…

En otras palabras, más sencillas: gente rápida hay en todas partes, no sólo en Jamaica. Pero el hecho de que en esa pequeña isla (10.000km2) de menos de 3 millones de habitantes los velocistas surjan como hongos no se puede “explicar” con el argumento de que trabajan y se entrenan más que los demás.

Tucker y sus colegas afirman que el rendimiento de élite es consecuencia tanto del entrenamiento especializado como de factores genéticos que facilitan el rendimiento.

De ambas cosas en diferentes combinaciones, no de una sola de ellas.

Sin esfuerzo, sin trabajo, Usain Bolt sólo sería un señor simpático que cuenta buenos chistes. Y lo mismo si no tuviera “algo” en su perfil genético.

 

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