[contextly_sidebar id=”h20n54r3Hejpmoud9UPwq5yRXppHaWT5″]La suya es una historia de superación personal y de pura pasión por el deporte.
Y, aunque cosechó una medalla de plata para México en Río 2016, sus primeros sueños olímpicos poco tenían que ver con la pista de atletismo.
María Guadalupe González, más conocida como “Lupita”, se ha convertido, a sus 27 años, en la primera mujer mexicana en ganar un éxito olímpico para su país en marcha atlética.
Lo logró este viernes al hacerse con la plata en la caminata de 20 kilómetros en Río, con un tiempo de una hora 28 minutos y 37 segundos.
De hecho, fue una de las únicas dos medallas que obtuvo su país en todas las Olimpiadas de este año.
La primera la obtuvo el joven boxeador Misael Rodríguez, quien se llevó el bronce.
Y fue precisamente en el ring donde comenzó la historia deportiva de Lupita.
A Lupita siempre le gustó el boxeo.
La joven, nacida en Ciudad de México y criada en Tlalnepantla —lo cual le valió el apodo de “la guerrera de Tlalnepantla”— llegó a competir en un torneo local llamado “Los Guantes de Oro”.
Pero no pudo llegar a la final del campeonato.
“Me dejaron fuera de la final por el peso (bajo). Nunca lo pude dar. Entonces me di cuenta que no podía luchar contra eso”, explicó la deportista en una conferencia de prensa en Río de Janeiro.
Fue en ese momento cuando la mexicana decidió probar suerte en el atletismo.
Comenzó como velocista, participando en carreras de 400 metros con vallas, con la intención de convertirse en la nueva Ana Guevara (también mexicana, y una de las 10 mejores velocistas de la historia).
Pero Lupita sufrió varias lesiones.
Y una de ellas, en la rodilla, fue tan seria que tuvo que dejar las carreras de velocidad que tanto le gustaban.
“Tardé mucho en recuperarme. De hecho, visité muchos médicos y me dijeron que ya no podía hacer deporte“, explicó la joven en una entrevista audiovisual que concedió a la revista Runners en septiembre de 2015.
Entonces, un doctor le dijo que lo que tenía que hacer para recuperarse era fortalecer los músculos contrarios a la carrera (los que se ejercitan en marcha).
Así fue como Lupita entró en el mundo de las marchas olímpicas, y también gracias a la insistencia de su entrenador, Juan Hernández.
“Primero fue el box, en los Guantes de Oro. No era para mí, batallaba mucho con el peso. Entonces cambié y tampoco en el atletismo por lesiones. Tres años (después) aquí estoy cumpliendo mis sueños deportivos y personales“, dijo González en Río.
La joven, quien asegura que el deporte le gustó, “desde los 12 o 15 años”, puso en la caminata todo su empeño, a pesar de que al principio no quería practicar esa disciplina.
“Para mí, la marcha fue un completo desafío, pero me dije: ‘Si lo voy a hacer, lo haré de la mejor manera’“, aseguró.
Lupita era una de las esperanzas latinoamericanas en Río 2016, luego de haberse hecho con el oro en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, acabando la carrera en un desmayo.
También conquistó los campeonatos mundiales de marcha en Roma en mayo de este año, logrando un nuevo récord.
Pero en Río 2016, la china Hong Liu le arrebató la victoria con tan sólo dos segundos de diferencia.
Y aunque México no haya logrado este año sus mejores resultados olímpicos, Lupita puede sentirse orgullosa.
No sólo es la primera mujer marchista mexicana en subirse al podio olímpico, sino también la primera en llevarle medallas a su país en caminata olímpica después de 16 años.
Y mientras sigue superando retos, está dispuesta a seguir pisando fuerte, con todo lo que ello implique.
“Les quedo a deber el oro”, le prometió a su público mexicano.
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