[contextly_sidebar id=”yZNCisQEgo7lAQttwd4beRtSfcZkHQMm”]En Bellas Artes había tristeza por él ídolo que se fue. Pero al ritmo de la música que Juan Gabriel dejó, el festejo fue más fuerte que el dolor.
El Mariachi de mi Tierra no dejaba de tocar en honor al Divo de Juárez –que falleció el 28 de agosto pasado– y pese a la amenaza de lluvia la gente no paró de cantar, gritar y bailar, mientras grababa en sus celulares la fiesta alrededor del mayor recinto cultural del país.
Avenida Juárez se convirtió en un karaoke de miles de personas, en el que todos conocían las letras, que tantas veces han cantado por amor o desamor.
“Yo me enamoré con sus letras”, dice Esther, de unos 70 años. Vino con sus sobrinas e hija desde Chalco y Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México. Calcula que estará en la fila para entrar a ver la urna con las cenizas del cantante unas tres horas, hasta las 10 de la noche, pero no le importa.
“No me voy hasta que lo vea”, dice. “No lo conocí en vida pero lo voy a despedir”.
Desde la muerte de Pedro Infante en la década de 1950 no se veía algo así.
Pedro Infante, dice Rafael Guerrero de 65 años, también fue despedido así por el pueblo, ahora le tocó presenciar el homenaje de Juan Gabriel, el autor de más de 1,600 canciones y cuyas letras se han traducido al inglés, japonés, francés e italiano, entre otros. Pedro Infante, la estrella del Cine de Oro mexicano, y Juan Gabriel, son ídolos reconocidos por su pueblo. “Quien sabe cuándo habrá otro así”, dice Rafael.
¿Pero por qué esperar horas solo para ver la urna con la cenizas?
“Porque Juan Gabriel me hizo feliz, porque con sus canciones lloré y baile, por todo eso merece que yo lo despida”, dice Georgina, de 60 años.
“Me gusta mucho, me gustas mucho tú”, coreaban y bailaban abuelos, hijos y nietos.
Con Se me olvidó otra vez y Hasta que te conocí empezaron las de dolor, que arrancaron gritos y lágrimas de sus miles de fans.
Mientras, dentro de Bellas Artes aunque también hubo música para despedir al Divo de Juárez, la solemnidad ganó. Nadie cantaba ni bailaba; pasaban rápido frente a la urna de madera, se tomaban una selfie, grababan y salían.
En tanto que personajes como la ex primera dama, Martha Sahagún de Fox, el empresario Miguel Alemán, María Elena Leal, hija de Lola Beltrán; el titular de Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, sus amigos y familiares hacían la guardia a los restos del oriundo de Parácuaro, Michoacán, hijo adoptivo de Ciudad Juárez y la tarde de este lunes 5 de septiembre por cada uno de los fans que le dijeron adiós.
Amor eterno sonó más de tres veces, dentro y fuera de Bellas Artes y no faltó quien llorara traicionado por algún recuerdo.
Tres chicos menores de 20 años llegaroncon guitarras y la entonan: “como quisiera, ay, que tú vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca”. Decenas más los siguen y eso se convierte en una serenata. Aquí, como ocurría en los conciertos de Juanga, la gente cantó al unísono, sin conocerse, une recuerdos a ritmo de “fue un placer conocerte y tenerte unos meses” y “yo no nací para amar”.
Abrazados, tomados de la mano, o solo en silencio, escuchaban, cantaban e inevitablemente se balanceaban casi inconscientemente.
Quienes llegaron a este sitio, ocho días después de la muerte intempestiva de Juan Gabriel a causa de un infarto, guarda recuerdos con su música.
Será por eso que el sentimiento que priva en el lugar es de agradecimiento, de alegría, de nostalgia pero no de llanto. Tal vez duele que el ídolo haya muerto, pero no hay sollozos. Hay porras, hay aplausos, hay música.
Bellas Artes recibió las cenizas del ídolo que abrió ese espacio –dedicado a la música culta de ópera y sinfónica– a la música popular, y puso a bailar a todos ataviados con vestidos largos y esmóquines negros por primera vez en 1990.
26 años después, Juan Gabriel nuevamente abrió el recinto a las masas. Esta vez, sin importar la vestimenta, cualquiera entra a ver a Juan Gabriel.
La mano temblorosa de Rafael Guerrero, de 65 años, apenas le permite sostener su viejo teléfono celular. Aún así, quiere conservar en video los segundos en que la carroza con las cenizas de Juan Gabriel, pasará frente a él. Lleva dos horas defendiendo su lugar en la valla de gente formada en Eje central.
A pesar de que caen algunas gotas, nadie se mueve un centímetro. Ahí están, esperarán el tiempo que sea necesario sin importar el clima. Por fortuna, la tormenta no llega.
Los policías están formados sosteniendo un lazo color naranja para contener a la multitud. Después de un rato, frente a los fanáticos, ya en confianza, les va avisando la ruta del cortejo fúnebre. “Apenas viene por Viaducto” y los fanáticos calculan que faltará media hora más.
Calcularon bien. Después de unos minutos, aparecen dos motocicletas y una patrulla, el anuncio de que la carroza se cerca. “Ya está a cien metros”, avisa el policía y la multitud se prepara: sube los brazos con los celulares listos para grabar.
#JuanGabriel pic.twitter.com/tF1awxurLl
— Daen (@ArturoDaen) 5 de septiembre de 2016
El cortejo avanza lento, pero cada uno de los presentes sólo alcanza a verlo unos segundos. Al ver la carroza, algunos gritan, no pronuncian nada, sólo gritan; otros aplauden, mueven las manos diciendo adiós. Solo alcanza el tiempo para eso. Son sólo segundos. Apenas pasa la carroza que lleva las cenizas y la vaya se deshace, los policías avanzan y la multitud también.
Rafael está emocionado. Vino del Estado de México para “ver” a Juan Gabriel, aunque “no físicamente, ni la urna, pero vimos la carroza”, dice, minutos después del gran momento. Sólo fueron unos segundos. “Sí, pero esos segundos se van a llevar para toda la vida”, responde.
Los músicos, coros, mariachi y bailarines que acompañaban a Juan Gabriel en la que fue su última gira por México y EU cierran el homenaje musical con el Noa Noa. Aunque son casi las 10 de la noche, lagente no se va. “Juan Gabriel lo vale todo”, dice Cristina.
La fila rodea el Bellas Artes y la Alameda, y aunque ya no hay música en vivo la gente no se irá hasta despedirse, por ello el palacio permanecerá abierto toda la noche.
La fiesta promete seguir este martes en Bellas Artes. A partir de las 10 de la mañana se prevé que más artistas suban al escenario a recordar los éxitos del Divo de Juárez.
Las autoridades de la Ciudad de México estiman que, en dos días de homenaje, unas de 750 mil personas se reunirán en el recinto y sus alrededores para despedirse del Divo de Juárez, quien falleció el 28 de agosto en Santa Mónica, California, a los 66 años.
De cumplirse estas previsiones, este homenaje triplicaría en asistentes al celebrado con motivo de la muerte del premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.
Tras su paso por la capital mexicana, las cenizas del artista regresarán a Juárez de manera permanente, por petición del propio cantante.
Juan Gabriel nació en Parácuaro, Michoacán, en 1950, pero creció en Ciudad Juárez, donde fue internado en un orfanato porque su madre no podía mantenerlo. Ahí empezó a componer música y a cantar en el cabaret Noa Noa, que inspiró su éxito “El Noa Noa”. El salón de baile fue demolido en 2007 y en su lugar quedó una placa con el nombre y una huella de sus manos.
Transmisión del homenaje en vivo vía internet que puedes seguir en este enlace.
Con información AP.
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