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Se enfrentan al Parkinson con la elegancia del tango
Se enfrentan al Parkinson con la elegancia del tango
4 minutos de lectura
Se enfrentan al Parkinson con la elegancia del tango
08 de septiembre, 2017
Por: Paris Martínez (@paris_martinez)
@arturodaen 

Mario Alvarado Alcocer es un boxeador retirado, al que los 64 años de edad no le han borrado cierta forma de pararse y cierta forma de mirar, típica de los pugilistas dentro del ring. Pero hoy, el oponente de Mario no es otro competidor, sino una enfermedad, el Parkinson, que hace cinco años comenzó a restarle coordinación motora, capacidad de desplazamiento y fortaleza.

[contextly_sidebar id=”DzjLtcnJcFoA8ANmJHb81UygdrIddOC0″]”Cuando supe de esta enfermedad lloré, me deprimí mucho, ya no quería saber de nada. Inclusive me daban ganas de… –Mario no se atreve a terminar su frase– Yo de joven me dediqué al box, y cuando me retiré fui plomero y luego taxista. Pero hace cinco años me diagnosticaron Parkinson y ya no pude seguir trabajando”.

Mientras Mario habla, mira fijamente, por debajo de su sombrero de fieltro negro, ligeramente ladeado, a su nuevo couch, una joven pelirroja y sonriente que lo entrena para enfrentar al nuevo rival, a través de una técnica que Mario nunca imaginó dominar: el tango.

“Yo conocí el tango, cuando conocí a Brandy, nuestra maestra, y gracias al tango, ahora me siento mucho mejor: relajado, más coordinado, y sobre todo, me siento a todo dar, porque aquí he encontrado amigos, mucha hermandad y ahora convivo con la gente. Es otro rollo”, remata sonriendo.

Mario forma parte del grupo de tangoterapia para personas con Parkinson, dirigido por la bailarina Brandy Ruvalcaba, quien hace tres años comenzó a desarrollar esta terapia, a partir de de su mismo amor por la danza.

“Yo vengo de una familia muy católica, muy tradicional, y estoy acostumbrada a los milagros –dice Brandy–, pero a los milagros que son producto del trabajo: sé que tú trabajas, los resultados tienen que llegar, tarde o temprano. Y nuestro grupo es un ejemplo. La tangoterapia no es un invento mío, pero las técnicas para aplicarla a gente con Parkinson las he ido desarrollando en estos tres años, con muy buenos resultados”.

El tango, explica la bailarina, es una disciplina que a simple vista parece fácil, pero que en realidad demanda muchas habilidades de coordinación y, por ello, las rutinas para aprender esta forma de baile permiten a las personas con Parkinson “ejercitar los vínculos entre su cerebro y sus músculos, se desarrolla memoria muscular y se recupera movilidad, así como equilibrio. Hace tres años, aquí había gente que ni siquiera podía dar un paso, y ahora dan pasos de hasta 35 centímetros”.

Pero este grupo de baile, subraya Brandy, no sólo sirve para apoyar su rehabilitación física, sino también para combatir la exclusión que, lamenta, sufre este sector de la población. “Hay que decirlo: vivimos en una sociedad que margina a las personas con alguna discapacidad, o las personas que enfrentan alguna enfermedad”.

Si a estas características, remata, “le sumas que son gente de edad avanzada, que ya no consigue trabajo, que han sido rechazados a veces incluso por su misma familia, te das cuenta de la complejidad del problema: se trata de gente que no sólo enfrentan problemas físicos, sino también emocionales y económicos”.

Lucía Corrales y José son esposos desde hace 45 años, y ambos son parte del grupo de tangoterapia para personas con Parkinson.

“Yo empecé a tener lentitud en un brazo –narra Lucy, como todos aquí la conocen–, fui al neurólogo y cuando él me habló del Parkinson, yo jamás había escuchado esa palabra, me deprimí mucho. Fue uno de mis hijos el que encontró este grupo, y con las terapias que he recibido aquí, la depresión desapareció, y en estos siete años creo que he logrado reducir un poco el desarrollo de la enfermedad. Obviamente tomamos otras terapias neurológicas y físicas, tai chi, yoga, y obviamente tango, que es un baile muy bonito, que nos ha ayudado a mi esposo y a mí a convivir más, a recuperar un trato más estrecho, porque antes sólo nos dedicábamos a trabajar, somos comerciantes, pero ahora, cuando termina el trabajo, nos ponemos a practicar tango, en nuestro local”.

Todo en la vida, concluye Brandy, es danza. “En la danza se unen el sentimiento y lo físico. Y lo único que exige el tango, es constancia, y todos los integrantes del grupo han sido constantes. Yo les dije, como a Dumbo, agarren esta pluma y podrán volar. Ellos agarraron la pluma y no están volando, están haciendo algo mejor: están bailando”.

Este sábado, la experiencia de este grupo de tangoterapia para personas con Parkinson será expuesta como parte del ciclo de conerencias TEDxCuauhtémoc, que se realizarán en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

Igualmente, las personas interesadas en conocer esta terapia, pueden acercarse a la Asociación Mexicana de Perkinson (ampacmexico.com), o contactar directamente a su responsable, Brandy Ruvalcaba, a través de Facebook (https://www.facebook.com/brandy.ruvalcaba).

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