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El tianguis más antiguo de Iztapalapa: pugnas de poder, fracturas, supervivencia y precariedad
El tianguis más antiguo de Iztapalapa: pugnas de poder, fracturas, supervivencia y precariedad
8 minutos de lectura
El tianguis más antiguo de Iztapalapa: pugnas de poder, fracturas, supervivencia y precariedad
14 de julio, 2019
Por: Alberto Pradilla
@albertopradilla 

María Lourdes Sanabria tiene 58 años y lleva 35 vendiendo en el tianguis de Santa Cruz Meyehualco, en Iztapalapa. Más de media vida despachando perfumes y jabones en el que, según cuentan sus vendedores, es el mercado al aire libre más antiguo de Ciudad de México.

Tiene el gesto severo, cuesta arrancarle una sonrisa y es parca en palabras. Solo se da un respiro cuando habla de futuro.

“Queremos ser un tianguis modelo”, dice. En ese momento sí se relaja y reivindica cambios que, en su opinión, deberían modificar el modo en el que ciertos sectores tienen de este tipo de comercio.

Lee: Guardia Nacional inicia en Iztapalapa con 450 elementos: Sheinbaum

Son las siete de la mañana del martes 2 de julio, uno de los tres días de actividad en el tianguis, junto al viernes y el domingo. Sanabria, a quien la gente conoce como Doña Lulú, hace algo más que despachar clientes. Ahora también representa a los suyos, a los tianguistas, a un colectivo controversial.

Ellos defienden ser simples comerciantes que tratan de salir adelante en condiciones precarias. Hay quien, como la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, los señala como uno de los focos de venta de mercancía robada en la capital.

Es posible que ambas versiones tengan su parte de verdad.

Esta historia no va de hechos ilícitos, aunque estos se cruzan en el relato.

Esta historia va de autorganización, de pugnas por el poder en un espacio determinado, de supervivencia, de precariedad, de cómo el tianguis más antiguo de Ciudad de México, el considerado “padre” de todos los tianguis, terminó convertido en cuatro mercados al aire libre sin conexión entre ellos, más allá de la personal.

Esta historia va de que hasta las tradiciones con un pie en la ilegalidad sufren la presión de los tiempos.

Esta historia va de miedo a desaparecer.

“Queremos ser un tianguis modelo”, repite Sanabria. Dice que se ha prohibido vender medicamentos y alcohol. Que eran demandas de la alcaldía y hay que cumplir. Que apuestan por el cambio para no desaparecer.

A su espalda hay dos hombres. Dos hombres que en ningún momento se separan de ella. Dos hombres que se mueven tras de sí cuando avanza entre los puestecitos de cremas, chocolates, zapatillas o perfumería. Dos hombres que no se identifican pero que, si uno tuviese que apostar, aseguraría que se trata de guardaespaldas.

-¿Hay problemas de seguridad?

-“La seguridad está mejor que nunca”.

-Usted parece que lleva seguridad personal

-“La seguridad está mejor que nunca”.

Desde abril de este año, María Lourdes Sanabria es presidenta de la asociación Brillando por Santa Cruz, un grupo que reúne a más de 2,000 comerciantes de la zona, los que se colocan en la calle Genaro Estrada, junto al hospital veterinario. En la antigua ubicación se calculaba que había unos 5,000, pero actualmente todo está fragmentado.

“Es la primera vez que existe una asociación legal como esta”, dice. Esta es una de las claves de esta historia. Por primera vez un grupo de comerciantes, de tianguistas, ha constituido una representación con papeles y no solo basada en la legitimidad adquirida. Hay disputas, malos entendidos, no todo el mundo está conforme con su dirección, pero también hay un papel legal, una institucionalización.

El colectivo surgió en un contexto difícil, cuando la alcaldía de Iztapalapa dio los primeros pasos para reubicar el mercado.

Desde hace más de medio siglo, el tianguis se estableció en Santa Cruz Meyehualco. Desde que los chachareros montaron sus primeros puestos hasta la actualidad el comercio su tamaño no hizo sino aumentar. A su alrededor se montó un microcosmos de negocios informales. Unos vendían frutas, zapatillas Nike de imitación, camisas de paca, celulares rotos, cables de aparatos que ya no se fabrican. Otros cobraban por estacionar, por guardar el material, por utilizar el baño.

Hasta el 7 de junio de este año, las tiendas, los plásticos y los puestos se extendían entre las calles 6 y 31. Ahora, lo que antes era un único tianguis se ha fracturado en cuatro mercados independientes y otro montón de vendedores que no tienen dónde exponer su mercancía.

Es compleja la situación del mercado. Una cosa es lo que la gente dice cuando el periodista toma notas y otra es lo que se admite en el momento en que se charla a condición del off the record.

Cosas que se dicen cuando los vendedores tienen el micro abierto:

Que la nueva ubicación no está tan mal, que las reglas están para respetarlas y que hay que hacer caso a los líderes.

Cosas que se dicen protegiendo la identidad:

Que hay gente que vende productos robados, que hay zonas en las que los comerciantes son renteados por grupos criminales que les amenazan si no pagan, que existe mucha inconformidad por el reparto de lugares.

El día en que todo cambió

La madrugada del 7 de junio, Víctor, a quien todos conocen como “Chabelo”, estaba en la calle. Si hubiese sido un viernes normal, andaría preparando su puesto de venta de ropa de paca, el mismo por el que, según dice, pagó 10,000 pesos hace unos meses.

Nota: en este tianguis, como en otros en la Ciudad de México, se compran y se venden plazas en la vía pública. Se llega a pagar un dineral por un espacio en la calle que, cuando el mercado no está en marcha, es un simple pedazo de carretera.

No era un día normal. No había zapatillas ni ropa apilada aquella madrugada. El plazo impuesto por la alcaldía de Iztapalapa vencía y decenas de agentes de la Policía Federal se desplegaron para impedir que los trabajadores levantaran su mercado irregular.

Realizaron algún corte en la vía. Fueron golpeados por los policías. Pero no lograron su objetivo.

“Nosotros luchamos por quedarnos en Santa Cruz”, dice Chabelo.

Así se ponía fin a 55 años de mercado en Santa Cruz Meyehualco.

Según varios comerciantes consultados, el argumento de la alcaldía era que había daños en la calzada y las viviendas de la zona en la que se instalaban. Que el sismo de 2017 provocó hundimientos y que había que realizar mejoras. Animal Político quiso hablar con las autoridades locales pero, al cierre de la nota, no había recibido respuesta.

Hay dos cambios fundamentales desde la reubicación. Por un lado, la ubicación histórica. Por otro, la correlación de fuerzas en los liderazgos.

El origen del tianguis está en los chachareros, vendedores de basura.

Históricamente, el principal dirigente de este y otros tianguis fue Felipe Serralde. Como si de la estirpe de un emperador se tratase, el liderazgo pasó de padre a hijo y en aquel momento era Armando Serralde quien se hacía cargo del mercado.

El cambio de ubicación también supuso un desafío a su autoridad, porque surgieron nuevos grupos.

El aviso de que serían desalojados venía desde febrero. Ahí es donde toma fuerza Doña Lulú, que incentiva un amparo que no prosperó. Ahí está el origen de Brillando por Santa Cruz. En los 500 pesos que cada puesto aportó para pagar abogados y los 50 de inscripción que daban derecho a un carné.

No fue fácil este proceso. Un tianguista que protege su identidad por razones de seguridad, denuncia haber sufrido amenazas cuando recababa firmas para pedir seguir en el lugar habitual. “Vino un grupo de hombres, nos amenazaron con dos pistolas, nos golpearon y nos quitaron los papeles que llevábamos”, afirma.

Son muchos los conflictos que pueden surgir entre cientos de seres humanos que ven peligrar su medio de subsistencia. Son infinitas las sospechas, envidias, acusaciones, imputaciones. También los temores, enemistades, fidelidades, dudas y quejas.

En medio de un cúmulo de voluntades enfrentadas lo que se sabe, a día de hoy, es que el tianguis que permaneció medio siglo unido se ha quebrado en cuatro.

En su parte más al norte, en el parque Cuitláhuac, los que se mantienen afines a Serralde. Algo más abajo, en la Genaro Estrada, quienes se sumaron a Brillando por Santa Cruz. Entre ambos, al noreste, está un terreno que lidera Norma Gutiérrez, hija del célebre Rafael Gutiérrez, conocido como “el rey de la basura”, que llegó a diputado del PRI por su control sobre los pepenateros y que en 1987 fue asesinado por orden de su esposa.

Al este, se ubican quienes se hacen llamar “Primera mesa” o “independientes”. En el sur, por último, están comenzando a levantar sus puestos quienes no alcanzaron a obtener una plaza en la Genaro Estrada o ven mal la zona de Cuitláhuac.

Los que dicen que se quedaron fuera

“Ahora está siendo un poco lento. No nos ubican los clientes. Tenemos que volver a empezar”, dice José Alberto Domínguez, de 42 años. Tiene un puesto de comidas en el parque de Cuitláhuac. Huele a chicharrón en diez metros a la redonda. Sin embargo, todas las mesas están vacías.

José Alberto Domínguez trabaja cerca de una torre eléctrica, pero dice estar acostumbrado a las condiciones adversas en la vida de tianguista.

Para Domínguez, un hombre que expresa su fidelidad al liderazgo de Serralde, ese es el gran problema, que los clientes no terminan de llegar. Excusa la falta de negocio en los 20 días justos que lleva en su nueva ubicación, por 32 años que despachó en Santa Cruz. Ni siquiera le preocupa que su puesto esté a menos de 15 metros de una enorme torre de alta tensión.

Dice que hay ocasiones en las que sí se sienten los toques, pero no teme un accidente.

“Hemos trabajado en otros tianguis en estas condiciones”, afirma.

Hay desacuerdo entre los vendedores, pero esto depende del lugar en el que les hayan ubicado.

Por ejemplo, Patricia Ramírez, de 55 años, vende dulces en la avenida Renovación, la última de las ubicaciones. Junto a su puesto hay un enorme charco al lado de la acera. Y eso que no ha llovido. “Llevaba 35 años vendiendo en Santa Cruz. Heredé el lugar de mis padres. Luchamos por meter un amparo, dicen que no procedió, y la nueva asociación dejo fuera a los que estamos más tiempo para dejar espacio a sus amigos y familiares”, afirma.

Después de casi medio siglo en las calles de Santa Cruz Meyehualco, Patricia Ramírez considera injusta la reubicación.

Doña Lulú, que lidera Brillando por Santa Cruz, niega estas acusaciones. Reivindica el lugar que lograron arrancar a la alcaldía y dice que si no hay más tianguistas es porque el espacio es limitado.

Dice que, a partir de ahora, el dinero que paguen por su plaza los comerciantes, una especie de tasa a la organización, será reinvertida en mejoras sobre el terreno.

Pero hay quienes no están contentos. El problema es que los insatisfechos que tienen plaza en la zona de Brillando por Santa Cruz no hablan en público, no vaya a ser que pierdan lo poco que tienen. Y los que están fuera se quejan de haber sido discriminados, pero aseguran que, en realidad, a todos les van mal las ventas.

El principal miedo en el tianguis es que este sea el paso previo para que desaparezca este tipo de comercio irregular.

¿Imaginan una Ciudad de México sin tianguis?

Fotos: Alejandro Ponce

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