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Xóchitl trabajaba en el bar de Veracruz para pagar sus estudios y mantener a sus hijos
Xóchitl trabajaba en el bar de Veracruz para pagar sus estudios y mantener a sus hijos
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Xóchitl trabajaba en el bar de Veracruz para pagar sus estudios y mantener a sus hijos
30 de agosto, 2019
Por: Notimex
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Alegre, ocurrente y llena de vida, Xóchitl Nayely Irineo Gómez trabajaba como bailarina en el centro nocturno “El Caballo Blanco” para pagar sus carrera como abogada, mantener a sus dos hijos y ayudar a su familia.

Xóchitl perdió la vida asfixiada por el humo del incendio que provocaron delincuentes la noche del pasado martes, junto con otras 28 personas, hasta el momento.

Su padre, Abraham Irineo, vive el dolor de haber perdido a su “niña”, de 24 años, a la que despidió este jueves cuando depositaron sus restos en el Panteón Municipal Antiguo.

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Con lágrimas, Abraham cuenta que su hija deja a un niño de siete años y una niña de tres, a quienes ahora buscará sacar adelante.

Aunque agradece con cariño el apoyo recibido tanto por familiares como conocidos, Abraham está preocupado por cómo sacará adelante a los pequeños de su niña, pues su salud ya no es buena y por lo mismo desde la semana pasada había dejado de trabajar.

“Me empecé a sentir mal la semana pasada, sentía un dolor en el pecho y me faltaban las fuerzas. Pensé que me estaba muriendo y sentía que algo iba a pasar, por lo que ya no salí a trabajar”, comentó el hasta la semana pasada taxista, quien agregó que la unidad que manejaba estaba en el taller por mantenimiento.

Recordó que su hija, al verlo cansado y desgastado, le pidió que no se preocupara, que todo estaría bien y que saldrían adelante, luego “se despidió y desde lejos me dijo, adiós papito, nos vemos mañana”, antes de partir por última vez a El Caballo Blanco.

“Y esa fue la última vez que la vi con vida”, agrega llorando. Luego, vino el aviso de la tragedia a las 11:30 de la noche y después toda una peregrinación para reconocer y rescatar el cuerpo del panteón de Cosoleacaque.

Abraham recuerda a su hija como “una joven muy alegre, llena de vida, que iniciaba cada mañana con un beso y un saludo cariñoso a sus padres”.

Al fondo de la humilde casa, compuesta apenas por dos construcciones, una de dos habitaciones de cuatro metros por ocho y otra de dos por dos y que conforma el baño, una cruz de cal y flores marca el lugar donde por algunas horas fue colocado el ataúd para velar a su hija.

Los pequeños hijos de Xóchitl juegan con primos y amigos, ajenos a la tragedia. Aun así, el menor de siete años no puede ocultar ocasionalmente un rostro de tristeza aunque ríe de momento mientras patea un balón de futbol.

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Xóchitl, al igual que muchos habitantes del sur de Coatzacoalcos, vivía en condiciones de pobreza, pero eso no era obstáculo para buscar salir adelante. Por ello su decisión de estudiar Leyes, llegar a ser abogada y sacar adelante a sus hijos, refiere Abraham Irineo.

La tragedia le pegó en donde más le dolía a esta familia veracruzana: en el ser más querido. Pero “no te preocupes mi niña, ahora yo veré por tus hijos”, comenta Abraham durante sus últimas palabras antes de echar la primera palada de tierra.

Durante el funeral, al menos en dos ocasiones la madre de Xóchitl se desvaneció. 

Al igual que en el caso de Xóchitl, hoy muchas familias en Coatzacoalcos continúan enterrando a los familiares que murieron en el bar.

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