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Nos siguen matando y nos piden que estemos bien portadas, reclaman mujeres zapatistas
Nos siguen matando y nos piden que estemos bien portadas, reclaman mujeres zapatistas
8 minutos de lectura
Nos siguen matando y nos piden que estemos bien portadas, reclaman mujeres zapatistas
28 de diciembre, 2019
Por: Celia Guerrero
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“En todo el mundo siguen asesinado mujeres, las siguen desapareciendo, las siguen violentado, las siguen desapareciendo”, dijo la comandanta Amada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), quien hizo un llamado a colectivos a autodefenderse en cada uno de sus territorios

“Tenemos que defendernos, autodefendernos como individuas y como mujeres, y sobre todo tenemos que defendernos organizadas, apoyarnos todas”, dijo la comandanta.

Durante el Segundo Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan, que reunió a 3 mil 259 personas, las zapatistas, en voz de la comandanta Amada, llamaron a las mujeres a luchar por sus derechos y a no dejarse violentar por ningún ser humano.

Este segundo encuentro fue convocado con una temática en particular: la violencia contra las mujeres. Por ello, durante el primer día la actividad principal consistió en abrir el micrófono a las asistentes para compartir sus testimonios y vivencias de propia voz.

Asistieron mujeres de 49 países, entre ellos: Alemania, Argentina, Bélgica, Bolivia, Chile, Dinamarca, El Salvador, Francia, Guatemala, Italia, Japón, Paraguay, Perú, Suecia, Venezuela y México.

La oradora destacó que las integrantes del EZLN convocaron a este evento para conocer los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres que viven fuera de su territorio con el objetivo de sumar esfuerzos para apoyar su causa y realizar mesas de diálogo para proponer iniciativas que ayuden a erradicar la violencia de género.

“Dicen que ahora las mujeres tienen más voz, pero nos siguen asesinando, dicen que ahora hay más leyes que nos protegen, pero nos siguen asesinado, dicen que la mujer ya está en más espacios, pero nos siguen asesinando (…) cada vez más asesinadas, cada vez con más brutalidad, cada vez con más coraje, envidia y odio y cada vez con más impunidad”.

“En este año no se ha parado el número de violentadas, desaparecidas y asesinadas. Ha aumentado y nosotras como zapatistas lo miramos que es muy grave”, expresó la mando.

“Cada vez hay más machos que no se castigan, que siguen sin pena, como si nada, como si asesinar a una mujer, desaparecerla, explotarla, usarla, agredirla, despreciarla, es cualquier cosa. Nos siguen asesinando y todavía nos piden, nos exigen, nos ordenan que estemos bien portadas”, leyó en su pronunciamiento.

Cuestionaron que si se viola a una mujer apenas se pone un número más o un número menos en sus estadísticas, pero si protestan, cierran carreteras o rayan monumentos y rompen vidrios, entonces sí “hay gran bulla”.

En el encuentro aseguraron que nunca antes en la historia de la humanidad ha sido tan mortal ser mujer. “Tú y nosotras lo sabemos, que lo más peligroso ahora en el mundo es ser mujer…Y por este dolor, esta rabia que tenemos, no podemos vivir libres, es que queremos mandar un grito de rabia a todo el mundo”.

“Tal vez te ayude en tu lucha escuchar y conocer otras luchas de mujeres, aunque estemos de acuerdo o no a todas nosotras nos sirve escuchar por eso te pedimos que tengas respeto por los diversos pensamientos”, dijo la comandata.

La comandanta también apeló a la unión de las distintas generaciones de mujeres: “Si no dejamos que nos dividan la geografía, entonces tampoco dejemos que nos divida el calendario. Estamos en lo mismo, en la lucha por nuestros derechos”.

El encuentro se realiza del 27 al 29 de este mes en el caracol del municipio de Altamirano, Chiapas.

Foto: Celia Guerrero

Para mostrar la diversidad de las asistentes al encuentro de mujeres, presentamos esta serie de perfiles en donde algunas de ellas hablan de cómo enfrentan la violencia en sus lugares de origen y sus expectativas al rededor de su participación en este evento.

Liz Mirel Cázares

A sus 56 años, Liz Mirel Cázares, una maestra jubilada, asistió al segundo encuentro de mujeres que luchan junto con su hija menor, de 20 años. Ambas viajaron desde la ciudad de Chihuahua hasta el municipio autónomo rebelde zapatista “17 de noviembre”, en Chiapas.

En la ciudad en donde vive, al norte del país, Liz explica que la organización es una de las maneras en la que las mujeres se defienden de la violencia machista. Han creado grupos y colectivos como al que ella misma pertenece, llamado 8 de marzo.

A pesar de los esfuerzos para fortalecer las organizaciones, la violencia feminicida en Chihuahua es profunda y continua, y ha inspirado a Liz a escribir un poema que lee para explicar cómo es el lugar que habita:

“En la ciudad de mis sueños/niñas y niños juegan a esconderse/y el juego termina/cuando alguien ágil carrera/alcanza un bote y grita:/¡Un dos tres por todos mis amigos y yo!/Aquí/alguien juega escondiendo niñas/que pocos buscan y nadie encuentra.”

Para Liz, las mayores coincidencias que se dan entre las mujeres asistentes a este encuentro son el deseo de romper los esquemas y estereotipos de ser mujer, el cuidado del medio ambiente y el reconocimiento de pueblos indígenas.

Foto: Celia Guerrero

Carolina Oviedo 

“Se está haciendo la guerra en el cuerpo de las mujeres”, opina Carolina, una abogada argentina que actualmente dirige un proyecto de difusión de estrategias de defensa del territorio en América Latina.

Carolina voló de Perú hasta Cancún, México, para luego viajar otras 36 horas en autobús y llegar al encuentro de mujeres en Chiapas. Su mayor expectativa de este evento es aprender de las formas de organización de otras asistentes y la posible creación de redes de apoyo para enfrentar la violencia machista, sin importar las fronteras geográficas.

En Buenos Aires, la ciudad donde creció, considera que el movimiento feminista ha logrado visibilizar las violencias en contra de los cuerpos feminizados. Pero aún persiste un problema: el rechazo a la identidad y los pueblos indígenas.

Carolina es firme cuando sostiene que tanto la violencia machista, la invisibilización de los pueblos originarios y a la naturaleza, tienen como origen el pensamiento dominante colonial. Por ello, considera que lo que une a las mujeres que asisten al encuentro es un enfoque colonial y la ponderación de una cosmovisión apartada de dicotomías.

Foto: Celia Guerrero

Katia Ramírez 

Desde hace un año y medio Katia, estudiante de agroecología, vive en Mérida, Yucatán, aunque es originaria de la Ciudad de México. Ese lugar al sureste del país tiene fama de ser una comunidad segura. Sin embargo, opina Katia, ese discurso suele invisibilizar violencias como el acoso y otras que se dan en contra de mujeres.

Recientemente, en su universidad y en las calles de Mérida el movimiento feminista ha tomado fuerza, aunque prevalece la criminalización de las mujeres que asumen una postura política feminista.

Katia viajó al encuentro de mujeres en Chiapas con la expectativa de aprender de mujeres de otros lugares del mundo, empatizar y conocer su contexto para entenderlo y replicar sus formas de organización.

“Creemos que podemos construir algo mejor. Y no nos conformamos con lo que nos violenta”, dice sobre lo que piensa que la une al resto de las mujeres que asisten al encuentro.

Foto: Celia Guerrero

Josafa Vázquez

Josefina tiene 39 años, es empleada de una tienda y mamá soltera de dos niñas que la acompañan al encuentro de mujeres.

Su familia y ella viven en la colonia Paraíso, en la zona norte de San Cristobal de las Casas, Chiapas; un lugar que, explica, es considerado peligroso. Aunque Josefa no detecta haber vivido directamente una violencia, sí identifica algunas precauciones que suele tomar para protegerse ella y a sus hijas: hay cierta hora de la noche en la que ya no es prudente caminar por la calle, si toma un taxi siempre avisa sobre su trayecto a algún conocido, sus hijas viajan con ella a donde vaya.

Josefina colabora en la organización Cambalache, un proyecto basado en el intercambio de habilidades, servicios y ayuda mutua. Ahí, aprendió el valor de los espacios exclusivos de mujeres y fue este aprendizaje lo que la orilló a participar en el encuentro de mujeres convocado por las zapatistas.

“La solidaridad nos une. Somos capaces de identificar la violencia vivida por otras porque es la misma que nos toca a nosotras, aunque sea de diferentes formas, cada una la conocemos y estamos hartas de servir o ser violentadas”, dice sobre su percepción de lo que la une a otras mujeres que asisten a este evento.

Foto: Celia Guerrero

Amanda González 

Para Amanda, originaria de Jalapa, Veracruz, y arquitecta de profesión, el segundo encuentro de mujeres que luchan es una oportunidad para encontrarse con otras mujeres diversas, activistas o feministas, y compartir vivencias en un espacio de confianza.

Cada vez hay más espacios en los que esto sucede, pero éste en particular le parece uno con el que se identifica porque la narrativa de las mujeres zapatistas le parece sincera. Su discurso es honesto y fuerte sin necesidad de ponerle lenguaje académico, opina.

“Que estemos en medio de la nada puras mujeres, sin hombres, y nos sintamos seguras es muy poderoso e inspirador”, dice sobre una segunda circunstancia que le parece excepcional de este encuentro.

En el estado de Veracruz, donde ella realiza su labor de activismo, las mayores preocupaciones del movimiento feminista, además de los feminicidios, son la despenalización y el acceso al aborto seguro, y la criminalización de quienes se nombran feministas.

Espera que de las conversaciones e interacciones con otras asistentes al encuentro, pueda rescatar aprendizajes para su propio contexto.

Foto: Celia Guerrero

Neida Julissa Solia

Hace 4 años, Neida, una joven maya chalchiteca, estudiante de sociología, conoció sobre la lucha zapatista e inmediatamente se identificó con el discurso comunitario que promueven. Desde entonces quiso visitar el territorio autónomo y, a pesar de que logró llegar al primer encuentro de mujeres en 2018, para el segundo encuentro se preparó y viajo en autobús desde la Ciudad de Guatemala durante unas 36 horas para llegar a Chiapas.

Lo que más le genera expectativa de este evento es conocer a otras mujeres interesadas en el rescate de la identidad indígena, la lucha colectiva y la creación de espacios para escucharse y comprenderse.

En Guatemala, rememora, el último año la cifra oficial de feminicidios aumentó, además de que las autoridades siguen considerándolos crímenes pasionales. Después del feminicidio de las 41 niñas en la casa hogar Virgen de la asunción, en 2017, son las feministas quienes han mantenido la memoria de lo sucedido. Aun así, muchas de esas mujeres han tenido que salir de sus comunidades por identificarse como feministas o viven con el estigma de ser violentas, cuenta.

“Creo que nos une querer denunciar lo que se ha callado. Nos unen las cicatrices de nuestras ancestros, abuelas. Nos une el decir ‘Calladas, nunca más’.

Celia Guerrero
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