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‘Vivir la pandemia con un familiar desaparecido es doblemente angustiante’
‘Vivir la pandemia con un familiar desaparecido es doblemente angustiante’
4 minutos de lectura
‘Vivir la pandemia con un familiar desaparecido es doblemente angustiante’
04 de septiembre, 2020
Por: Jessica Ignot / El Mundo de Orizaba
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La veracruzana Zuleima Flores narra que vivir una pandemia con un familiar desaparecido ha sido doblemente angustiante: las instancias de gobierno pararon labores, las investigaciones ministeriales se detuvieron, y las labores de búsqueda de los familiares se paralizaron.

El mundo, en definitiva, se detuvo, aunque la angustia por no tener noticias de Ciro, esposo de Zuleima, ha seguido creciendo.

Tras el cambio a semáforo amarillo en Veracruz, el Colectivo de Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba reanudó la búsqueda de sus seres queridos tras 155 días en los que se vieron obligados a parar por la pandemia de coronavirus.

Esta semana, padres, madres, familiares, amigos, parejas, han vuelto a su terrible rutina: rastrear cualquier pista de sus desaparecidos en hospitales, comandancias, centros de detención, y también en las múltiples fosas clandestinas que brotan en el estado de Veracruz.

El diario El Mundo de Orizaba, en colaboración con Animal Político, publica en esta tercera entrega la historia de Ciro Álvarez Cantor, un joven que desapareció junto a otras dos personas en el municipio de Ixtaczoquitlán, en la zona montañosa del centro de Veracruz.

Ayudaba a la gente

Ciro Álvarez, de 29 años, desapareció hace casi un año: el 8 de octubre de 2019.

Ese día viajaba en una camioneta junto con dos conocidos, de nombre Martín y Fernando, cuando a la altura de la exhacienda de Tuxpango, en el municipio veracruzano de Ixtaczoquitlán, se encuentran un retén de policías municipales y estatales que les dan el alto.

Los elementos los revisan y deciden detenerlos para llevarlos detenidos, aunque en la comandancia de policía del municipio no consta ningún registro con la detención.

Ciro y su esposa tenían un pequeño restaurante familiar y la camioneta en la que viajaba al momento de ser detenido, misma que apareció abandonada días después a su desaparición, siendo hasta el momento el único indicio, la única pista, que se ha encontrado de los tres jóvenes tras su desaparición.

Zuleima, que durante la entrevista no deja de aferrarse a una enorme fotografía en la que su esposo mira sonriente a la cámara que lo retrata, describe a Ciro como una “persona tranquila, responsable, noble, que le gustaba ayudar a la gente cuando podía”.

Su desaparición, explica, trajo un “cambio radical” para su familia. “La desaparición de un ser querido es algo que no se puede superar”, recalca varias veces la mujer, coincidiendo en su lamento con lo expuesto en la entrega 1 y la entrega 2 de estos reportajes por Laura Mora Castro y Gabriela San Pedro, familiares de Angelo Montiel y Marco Julio Gomez, desaparecidos también en la zona de Orizaba.

Sin embargo, Zuleima trata de sacar valor y energía de donde no la hay para seguir con la búsqueda del padre de su hijo, que aún no sabe que Ciro está desaparecido desde hace casi un año.

“Vivir la pandemia con un familiar desaparecido es doblemente angustiante”, explica Zuleima.

“Muchas instancias pararon labores y también las búsquedas de nuestros seres queridos. Pero el tiempo no se detiene. Sigue pasando. Y seguimos sin noticias de qué fue lo que les pasó. Seguimos sin respuestas”.

Ahora, con el cambio del semáforo epidemiológico por la Covid 19 en Veracruz, las búsquedas se han reiniciado. Y con el apoyo del Colectivo de Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba, Zuleima tiene la esperanza de que se agilicen las labores de la Comisión Estatal de Búsqueda en una entidad con un problema grave de desapariciones: solo durante el mandato de Javier Duarte, la Fiscalía estatal abrió al menos 200 investigaciones por desapariciones forzadas a manos presuntamente de la propia policía.

Unen fuerzas

Debido a que Ciro, Martín y Fernando desaparecieron juntos, las esposas y madres se han vuelto una familia en el dolor.

Ellas se acompañan en los trámites, en las declaraciones, en las opciones de búsqueda. Tuvieron que unir fuerzas para poder exigir justicia y una búsqueda efectiva de sus familiares.

“Nosotros quisiéramos respuestas rápidas e inmediatas porque el tiempo se va”, pide Zuleima. Por eso, cada minuto que pasa sin noticias de él, “es una tortura”.

A su hijo no le ha dicho que su papá está desaparecido porque considera que necesita acompañamiento psicológico, debido a que es una situación muy difícil de asimilar y más para un pequeño.

“Nada más me pregunta: ¿mi papá cuándo va a regresar?, o, ¿por qué no me llama?… Yo sólo le digo que donde está no le permiten hablar con nadie”.

Zuleima sigue viviendo con sus suegros, busca apoyarlos como sea, sobre todo a la mamá de su esposo.

“A veces, te dan ganas de tirar la toalla y decir: ya no más. Pero mi motivo en la vida ahora es encontrar al padre de mi hijo. Porque los familiares siempre estamos con la esperanza de encontrarlos vivos. Siempre”.

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