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Por COVID se reducen casi 50% diagnósticos de VIH; pacientes llegan tarde y sin atención
Por COVID se reducen casi 50% diagnósticos de VIH; pacientes llegan tarde y sin atención
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Por COVID se reducen casi 50% diagnósticos de VIH; pacientes llegan tarde y sin atención
08 de noviembre, 2021
Por: Andrea Vega
@EAndreaVega 

En 2020 se hicieron solo 50.8% de las pruebas para la detección de VIH de las que se realizaron en 2019. También los diagnósticos cayeron a la mitad, lo que provocó que los pacientes llegaran más enfermos a recibir atención. 

La pandemia revirtió la tendencia ascendente en el diagnóstico de casos de los últimos años: mientras en 2019 se diagnosticaron 17 mil 216 casos nuevos de VIH, para 2020 ese número disminuyó a 9 mil 220, según datos del Boletín Integral de Personas que viven con VIH del tercer trimestre de 2021 y los datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de VIH, ambos de la Secretaría de Salud. 

A nivel nacional, 6% de las mujeres y el 38% de los hombres que acudieron a recibir atención lo hizo en peligro de fase de Sida, como se le conoce, cuando el sistema inmunitario no puede luchar contra infecciones oportunistas que atacan al organismo y pueden provocar la muerte. 

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Para conocer el estado de las personas cuando van a iniciar tratamiento se hace un estudio conocido como CD4, que mide los linfocitos T4 en sangre o glóbulos blancos encargados de combatir las infecciones. Cuando un paciente tiene menos de 200 CD4 ya está en una posible fase de Sida. 

Al segundo trimestre del año pasado, 587 mujeres y 3 mil 347 hombres que iban a ingresar a atención médica, presentaron recuentos de CD4 menores a 200.

Carlos Magis, epidemiólogo, doctor en Salud Pública y exdirector de Atención Integral del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/Sida (Censida), explica que quienes no saben que tiene VIH llegan tarde a recibir atención médica y “en Sida importa mucho el diagnóstico temprano porque de lo contrario empiezan las manifestaciones de enfermedades graves, como neumonías u otras”.

Magis recalca que si en 2020 se diagnosticaron la mitad de los pacientes esperados, entonces hubo alrededor de 8 mil personas que podrían haber llegado tarde a recibir su tratamiento. 

En junio de 2020, “Héctor”, nombre ficticio para proteger su identidad, quiso hacerse una prueba de VIH en la clínica 2 del IMSS, en Monterrey, Nuevo León. Pero le dijeron que no había servicio de pruebas por la pandemia. Se la hizo en un particular. Salió positivo. Regresó al IMSS para ver si le daban el tratamiento, pero le dijeron lo mismo, que no había consultas porque todo estaba concentrado en COVID. Hasta noviembre le dieron la atención y el medicamento.

“Desde entonces solo he visto al médico una vez y no me han hecho estudios de la carga viral, hasta la fecha no me los han hecho. Ya llevo un año en tratamiento y no conozco mi carga viral. Tengo el acceso al tratamiento, pero no a estudios, ni al médico y la verdad estoy muy preocupado”, relata. 

Con la recuperación de los servicios de salud y la baja de casos de COVID, los números de pruebas y nuevos diagnósticos han empezado a repuntar, pero todavía de forma insuficiente.

En el segundo trimestre del 2021 hubo un aumento en el número de test de VIH aplicados, de 36%: se hicieron 789 mil 552 pruebas, mientras que en el mismo periodo de 2020: 501 mil 868.

Hasta junio de este año se detectaron 6 mil 359 nuevos casos. En cuanto al estado inmunológico en el que ingresaron las personas a atención en la Secretaría de Salud, el 26.34% obtuvieron resultados de CD4 menores a 200, 146 mujeres (15.3%) y 810 hombres (84.7%). 

Los factores de la caída en el diagnóstico y la atención 

La disminución en las pruebas, los diagnósticos tardíos y que las personas lleguen con su salud ya muy comprometida a buscar atención médica son los resultados de un conjunto de factores, explica Adrián Quiroz, presidente y representante legal de Salud, Derechos y Justicia A.C y vocal del Consejo Nacional para la Prevención y Control del Sida (Conasida). 

“La caída no se le puede atribuir solo a que las personas llegaron tarde a buscar atención, es un conjunto de factores. En la primera parte de la pandemia muchos centros hospitalarios estaban cerrados y los médicos concentrados en atender COVID. Hasta las unidades de primer nivel estaban saturadas y esas son la puerta de entrada para garantizar el diagnóstico. No había consultas de especialidades. El inicio de los tratamientos fue muy lento y hubo retrasos por los problemas con la compra de medicamentos tanto en 2020 como en 2021”, señala Quiroz. 

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Activistas de organizaciones de la sociedad civil basadas en entidades como Ciudad de México, Quintana Roo, Veracruz, Nuevo León y Tamaulipas, a quienes entrevistó Animal Político, coinciden en esa conjunción de factores. 

Rubén Maza, presidente y fundador de It Gets Better México, basada en Nuevo León y enfocada en los temas de derechos humanos, sexuales y reproductivos y en la prevención y detección del VIH, cuenta que durante los primeros meses de la pandemia, en el Centro de Atención para la Prevención y Atención del VIH/Sida y otras infecciones de transmisión sexual (Capacits) de Monterrey, que pertenece a la Secretaría de Salud, solo daban y resurtían recetas, y atendían urgencias, pero ni siquiera había acceso al centro. 

“No dejaban ni entrar a la gente a la unidad, había una especie de barricada en la entrada, hecha con dos escritorios, ahí te daban o te tomaban la receta y volvían con el medicamento. Dos organizaciones estuvimos haciendo incidencia para abrir los servicios, anduvimos en el estira y afloje con las autoridades hasta julio de 2020, hasta entonces solo estuvieron abiertos farmacia y urgencias”. 

En el Capasits de Monterrey, precisa Abel Quiroga, presidente de la organización de la sociedad civil Acodemis, “se hacían 5 mil o 6 mil pruebas anuales, en 2020 cayeron hasta mil, documentamos la cifra a través de Transparencia, ahorita en 2021 ya se duplicó ese número, pero esa no puede ser la meta, falta más”. 

En el IMSS pasó lo mismo, dice Maza, solo les daban las recetas y los tratamientos, “no hubo consultas y todavía hay varias clínicas, la 2, la 4, la 25 y la 67 donde las dan de forma intermitente, incluso hay personas que tiene más de un año que no les hacen estudios de carga viral y CD4, cuando se los deben hacer cada seis meses. En el ISSSTE igual documentamos falta de atención médica e incluso desabasto de antirretrovirales”. 

Raúl C tuvo una infección y fue, en abril de 2021, a hacerse la prueba de VIH a un laboratorio privado. Salió positivo. Hizo cita en la Clínica 14 del IMSS, en Cancún Quintana Roo, a través de la aplicación en línea que el Seguro tiene para esto, y se la dieron hasta después de más de un mes, el 9 de junio. 

En la consulta le dijeron que necesitaban hacerle tres estudios de emergencia, que los pidiera para el día siguiente, le dieron cita solo para uno, una semana después. De los otros dos le decían que ya se había enviado la solicitud y había que esperar. 

Prefirió darse de baja del IMSS, tenía un seguro de estudiante, y acudir mejor a un Capasits de la Secretaría de Salud. Ahí está tomando sus consultas y el tratamiento, pero las inició hasta este octubre, casi seis meses después de que le dieron su resultado positivo. 

Hugo Pérez, coordinador de Unidos Ayudando por Cancún (Unayac) dice que ante la caída en los servicios de atención y diagnóstico en esa ciudad, las organizaciones de la sociedad civil siguieron haciendo las pruebas en sus centros comunitarios, pero la vinculación de los nuevos pacientes detectados con VIH a las instituciones de salud fue complicada. 

“La persona tenía que sacar su cita para el Capasits vía una aplicación o en un número 800, y sí era lenta la atención, en lo que les hacían los estudios de carga viral y CD4, tardaban hasta tres meses para acceder al tratamiento, el doble de lo normal”. 

Pérez dice que en lo que va de la pandemia él se encontró con alrededor de 10 casos de personas que ya estaban en fase de Sida, “eso no es común, incluso porque las mismas organizaciones hacemos mucha detención temprana, pero ahora por resguardo también tuvimos que parar el principio de la pandemia”. 

El diagnóstico y prevención que hacen las organizaciones de la sociedad civil también se ha visto afectado por el cierre de recursos que les aportaba el gobierno federal, y que dejó de canalizarse casi desde el inicio de este gobierno a todas las organizaciones de la sociedad civil, quienes ahora deben buscar fondos municipales, estatales, internacionales o de la sociedad. 

Ana Karen López Quintana, representante de Tamaulipas Diversidad Vidha Trans, habla de otro problema que generó la pandemia, dejó a muchas personas sin trabajo y por lo tanto sin seguridad social. “Alrededor de 25 personas que viven con VIH nos buscaron porque se quedaron sin empleo y no podían ya seguir con sus tratamientos en el IMSS, así que tuvimos que dialogar con Censida para que los integraran al Capasits de Tampico, pero hubo un lapso de tres o cuatro meses que se quedaron sin atención y sin medicamento y también tuvimos que intervenir para que reactivaran las pruebas de carga viral y CD4”. 

López Quintana también señala que llegaron personas no diagnosticadas a tiempo que ya estaban en proceso de Sida. “Llegaban al hospital con infecciones oportunistas, con neumonías, y les decían, ah, es COVID, los internaban y fallecían ahí. Eran personas de San Luis Potosí y de otros estados que llegan aquí a Tamaulipas, unos 30 deben haber sido”. 

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En Veracruz, Celso Pérez Ruíz, presidente de la asociación civil Tendremos Alas confirma que allá también se cerraron las consultas y los primeros meses de la pandemia tampoco se hicieron pruebas, ni exámenes de carga viral y CD4, que son muy importantes para saber en qué estado se encuentra la persona que vive con VIH, antes y durante el tratamiento. “Ahora ya los servicios se han normalizado, pero seis meses estuvo todo cerrado, solo les daban el medicamento e incluso a veces no había”. 

Raúl Caporal, codirector de Casa Frida Refugio LGBTTI en la CDMX resume que el impacto de la pandemia de COVID se presenta en el diagnóstico de nuevos casos, en el apego al tratamiento y en los estudios de seguimiento. 

“De por sí ya había un problema de detección tardía, pero estaba contenido, porque los servicios de salud no son amigables para las poblaciones claves en VIH. Hay, por ejemplo, gente desplazada de sus lugares de origen y les piden el INE para acceder a los servicios médicos. Ya diagnosticados tienen que esperarse a hacer el trámite de sus documentos para acceder al tratamiento. Además los horarios de atención son reducidos y los centros de atención le quedan muy lejos a la mayoría”. 

De acuerdo con las cifras definitivas sobre muertes durante el año pasado, que el jueves 28 de octubre hizo públicas el Inegi, en 2020, 4 mil 573 personas fallecieron a consecuencia de la enfermedad por VIH o alguna complicación generada por ella. La tasa de defunciones registradas por cada 100 mil habitantes fue de 3.6, mientras en 2019 fue de 4.2 y en 2018 de 4.0; es decir, aún no se registra un impacto en decesos, al menos no en estas cifras, por esta causa, debido a la interrupción en los servicios de salud. 

La falta de antirretrovirales

Jaime, nombre ficticio que usaremos para proteger su identidad, cuenta que a él apenas lo diagnosticaron con VIH en abril de 2021. Desde el año pasado padecía accesos de tos. En enero con el frío de Nuevo León, donde vive, le dio una infección pulmonar. La primera prueba que le hicieron fue la de COVID, pero salió negativo, le hicieron entonces más estudios, incluido el de VIH, y hasta abril le dieron el diagnóstico positivo. 

“Me dieron tratamiento, pero ahora resulta que luego no hay medicamento en el ISSSTE León, que es un subsistema de salud estatal, primero me faltó movitrem, tuve que buscar a una asociación para que me ayudaran a conseguirlo, y a finales de septiembre fui a resurtir la receta y no había dolutegravir, que cuesta 10 u 11 mil pesos, se tardaron como una semana en dármelo y ahora fui este 22 de octubre y otra vez no había, me lo surtieron hasta cinco días después”, dice Jaime, que además cuenta que solo ha tenido una consulta presencial con el infectólogo, desde abril, y lo demás por teléfono. 

Pedro, persona que vive con VIH y reside en Nuevo León también reporta desabasto de antirretrovirales, pero él en el IMSS. “Al principio de la pandemia me suspendieron consultas, estudios, todo, en la Clínica 2 del IMSS, en Monterrey, solo me daban las recetas, ahorita ya reactivaron la consulta, es cada tres meses. Con falta de medicamentos no había tenido problema hasta este mes, el 11 de octubre fui y no había biktarvy, el miércoles 20 se me agotó lo que tenía de medicamento y le pedí apoyo a una asociación para conseguirlo, hasta el lunes 25 me lo dieron, pero para nosotros quedarnos un día sin tratamiento es muy grave y da mucha ansiedad”. 

Georgina Gutiérrez, integrante del Movimiento Mexicano de Ciudadanía Positiva, señala que en el ISSSTE hay falta de tenofovir y todo septiembre no hubo biktarvy. “Le preguntamos a las autoridades del ISSSTE qué pasa y nos dicen sí hay, lo estamos viendo en el sistema, el problema es en la farmacia, no sabemos qué pasa o nos dicen que los médicos no hacen el pedido a tiempo, y la pregunta es, si a eso se debe el problema de desabasto, ¿qué no pueden revisar la cadena de abasto o ir a checar las farmacias?”. 

En el segundo informe de evaluación a la cuenta pública 2020, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) presentó un informe sobre Adquisición de Medicamentos para la Atención del VIH/SIDA y Otras ITS en Censida y determinó que hubo deficiencias en la recepción, almacenamiento y distribución de los medicamentos antirretrovirales y para el tratamiento de hepatitis C por parte del Consejo Estatal para la Prevención del SIDA (COESIDA), órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud en el estado de Jalisco, entidad que se seleccionó para evaluar en la auditoría. 

De igual forma, se determinaron inconsistencias en la recepción, almacenamiento y distribución de los medicamentos antirretrovirales y para el tratamiento de hepatitis C por parte de los Centros Ambulatorios para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPASITS) adscritos a Servicios de Salud en el estado de Veracruz, que también se seleccionó para evaluar en la auditoría. 

Animal Político solicitó entrevista a la Secretaría de Salud para hablar del impacto de la pandemia en el diagnóstico de nuevos casos y la atención a personas que viven con VIH en los Capasits, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta. 

Quienes sí aceptaron la entrevista fueron el IMSS y el ISSSTE. Elizabeth Durán infectóloga de la Clínica Especializada San Fernando del ISSSTE, admite que sí hubo una caída en las consultas externas, en los estudios de CD4 y carga viral y que en algunas clínicas de primer contacto el acceso a las pruebas para el diagnóstico de la enfermedad se dificultó, a la vez que las personas tenían temor de asistir y contagiarse de Covid. 

“Por eso se abrió la Clínica de San Fernando, en octubre de 2020. Antes el ISSSTE no tenía una instalación dedicada solo a atender este padecimiento. Con la pandemia fue evidente que es necesario estar listo para dar continuidad a la atención en un lugar específico. De hecho, esta clínica es una especie de piloto para abrir unidades similares en otros lugares”, explica Durán. 

Actualmente ya está estabilizando la atención en todo el ISSSTE, dice la especialista, “y en la clínica estamos haciendo todo el esfuerzo para apoyar, hemos hecho 231 pruebas de VIH solo aquí en lo que va del año, no solo para los derechohabientes sino para población abierta, la atención se da de lunes a viernes, a nuestros pacientes se les inicia aquí el tratamiento y a los demás se les refiere a sus instituciones”. 

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En cuanto a los medicamentos, asegura que hay abasto en el almacén central, y que si hay faltantes es cuestión de la administración de las unidades. “Cada administración tiene que solicitar las piezas dependiendo del número de pacientes que las usan y el estimado de nuevos, si hacen esa solicitud, se van enviando, pero a veces no la hacen a tiempo”. 

Alfonso Vega Yañez, de la coordinación de Programas Clínicos del IMSS, asegura que en esta institución los servicios de atención a las personas que viven con VIH no se suspendieron, pero la gente no fue. Los servicios de diagnóstico en el instituto se brindaron de forma continua, subraya, pero las personas tenían temor de acudir a las unidades médicas, por eso la caída, pero incluso se detectaron y vincularon 2 mil 009 pacientes en 2020, precisa, aunque dice no tener la cifra de 2019. 

Y reitera que en el instituto las consultas se dieron y se implementaron acciones como la receta resurtible, que se daba cada tres meses, para garantizar el apego al tratamiento. Sobre desabasto de medicamentos, dice que no hay tal. “Los inventarios de antirretrovirales son suficientes, hay surtimiento de recetas de cerca de 99%, cuando los años anteriores fue de 97 y 98%”.

 

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