
El municipio de Culiacán, en Sinaloa, es la ciudad en México donde los habitantes se sienten más inseguros, pues encabeza la lista de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), con un 90.8 % de percepción. Un aumento considerable, ya que el año pasado registró un 44.7%.
Respecto a Mazatlán, el porcentaje de percepción de inseguridad disminuyó de manera estadísticamente significativa. En junio de 2024, el indicador se situó en 75.5%, mientras que para junio de 2025 descendió a 64.5 %. Esta disminución fue una de las más relevantes entre las áreas urbanas consideradas en el estudio.
El Inegi precisó que, de las 91 áreas urbanas de interés incluidas en la encuesta, 10 registraron incrementos estadísticamente significativos de percepción de inseguridad entre marzo y junio de 2025, mientras que seis áreas urbanas presentaron disminuciones significativas, entre las que se encontró Mazatlán.
El estudio también indicó que las mujeres manifestaron percepciones de inseguridad superiores a las de los hombres. En junio de 2025, 68.5% de las mujeres consideró inseguro vivir en su ciudad en comparación con 56.7 % de los hombres.
A 11 meses de la crisis de violencia que se vive en la entidad, autoridades federales han señalado la aprobación de nuevas leyes de la Guardia Nacional y de Seguridad Pública para que ayuden a reducir la incidencia delictiva en Sinaloa.

“Es importante destacar que las tareas de seguridad en esta entidad se verán fortalecidas con las nuevas leyes aprobadas en materia de seguridad”, señaló Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
El pasado 20 de julio, el funcionario federal destacó que con la Ley de Inteligencia se podrá perseguir los delitos con mayor eficacia y que con la creación de una plataforma en el Centro Nacional de Inteligencia, la cual interconectará a distintas instituciones de seguridad, se incrementará la coordinación.
En tanto, Ricardo Trevilla Trejo, secretario de la Defensa, respaldó a García Harfuch e indicó que las nuevas leyes servirán para “dar un impulso” a las acciones que se vienen realizando en Sinaloa.
Desde el 9 de septiembre de 2024, el balance es de mil 767 homicidios dolosos, mil 773 personas privadas de la libertad, 6 mil 293 vehículos robados, mil 497 personas detenidas y 105 personas abatidas
Ayer miércoles, un colectivo de buscadoras reportó la localización de restos óseos a la orilla de un camino de Aguaruto, en Culiacán.
En Sinaloa han huido de sus hogares más de mil 250 familias en 10 meses, desde que inició la pugna del crimen organizado en el estado.
María Inés Pérez Corral, titular de la Secretaría del Bienestar y Desarrollo Sustentable (Sebides), destacó que las personas desplazadas por la violencia son originarias de los municipios de Rosario, Concordia, San Ignacio, Cosalá, Elota, Culiacán, Choix y de la zona de Las Puentes perteneciente a Navolato.
“Son más de mil 250 familias, mil 250 familias que van y vienen. Pues después que se generó la violencia, después. Pues no fue propiamente los primeros días de septiembre, fue en el transcurso de cómo fue avanzando la violencia”, expuso Pérez Corral.
Asimismo, se suman los 43 agentes policiacos que han sido asesinados, desde municipales, estatales y hasta de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana federal de acuerdo con un conteo realizado por el medio Noroeste.

Los ataques han sido en contra de agentes en diferentes circunstancias, ya sea en cumplimiento de su deber o en descanso, hacia agentes en activo o en retiro.
El primer registro que se tiene de homicidio de un agente fue el 11 de septiembre del 2024, en Las Tapias al sur de Culiacán, donde asesinaron a Raúl Demetrio Herrera, “El Brujo”, quien era subdirector de la Policía Municipal, y tenía alrededor de un año retirado.
De septiembre de 2024 al 10 de junio de 2025 la Fiscalía General del Estado ha registrado 17 desapariciones de personas con ocupación Policía Estatal o Municipal.
De los agentes desaparecidos, tres fueron localizados con vida y seis sin vida, mismos que se ubican dentro de los 43 policías asesinados.
La FGE estableció que continúan activas las búsquedas de ocho agentes, pues no han sido ubicados.
Uno de los casos reportados fue el 13 de septiembre del 2024, cuando quedó abandonado dentro del Parque 87 de Culiacán el vehículo de un policía estatal activo, quien fue privado de su libertad y horas más tarde lo localizaron sano y salvo en su domicilio.
Para el 26 de septiembre del 2024, ocurrió con un oficial de la Municipal de Mazatlán.
Asimismo, una custodio del Centro Penitenciario de Aguaruto, en Culiacán, fue vista por última vez en el fraccionamiento Villa Bonita, en la capital. Pasó su periodo de descanso de 72 horas, pero ya no se presentó a trabajar.
La Confederación Patronal de la República Mexicana en Sinaloa (Coparmex) exigió al gobierno federal y estatal la implementación de apoyos fiscales y la condonación de cuotas ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), al considerar que la economía de la entidad se ha visto afectada de forma crítica tras 10 meses de crisis de violencia por disputas entre grupos del crimen organizado.
Señaló que la situación en el estado ha obligado a personas a recurrir a la informalidad, lo que pone en desventaja a los empresarios que deshicieron mantenerse por la vía formal, y destacó que se han perdido 15 mil 700 trabajos formales permanentes y más de 7 mil patrones dados de baja ante el IMSS.
Por su parte, el gobernador Rubén Rocha Moya ha admitido que su gobierno no ha logrado mejorar en cuanto a la contención de delitos de alto impacto, pero aseguró que continúan trabajando de la mano del gobierno federal a través del despliegue de fuerzas armadas.

“Más que el mensaje, pues son los hechos. Estamos reforzando nuestras capacidades. Bueno, que tengan confianza en que seguimos insistiendo en lograr la paz completa”, pidió el mandatario.
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En ese aspecto, el gobernador Rocha Moya admitió que el mes de junio es el más violento en la historia de la entidad con 212 asesinatos y 29 cuerpos hallados en fosas clandestinas.
Indicó que la fuerza pública tiene la capacidad suficiente para continuar atendiendo la ola de violencia.
“No hemos mejorado, efectivamente, ya lo ha dicho la propia presidenta, mayo y junio nos representa a nosotros un alza en homicidios, para eso también estamos trabajando”, dijo Rocha.

Desde estimular el cerebro hasta reducir el dolor, unirse a otros para cantar (así como cantar en soledad) puede traer amplios beneficios.
Estamos en esa época del año en la que el aire empieza a vibrar con voces angelicales, o a resonar con algún que otro himno vigoroso, mientras los villancicos transmiten su indomable alegría festiva.
Pero estos cantores, se den cuenta o no, mientras llenan centros comerciales, estaciones de tren, residencias de ancianos y la calle de tu casa con canciones jubilosas, también están mejorando su salud.
Se ha descubierto que cantar, aporta una amplia gama de beneficios —que abarcan desde el cerebro hasta el corazón— para quienes lo practican, especialmente si lo hacen en grupo. Puede unir a las personas, preparar nuestro cuerpo para combatir enfermedades e incluso suprimir el dolor. Entonces, ¿valdría la pena alzar la voz para celebrar?
“Cantar es un acto cognitivo, físico, emocional y social”, afirma Alex Street, investigador del Instituto de Investigación de Musicoterapia de Cambridge, quien estudia cómo la música puede ayudar a niños y adultos a recuperarse de lesiones cerebrales.
Los psicólogos llevan mucho tiempo maravillados de cómo las personas que cantan juntas pueden desarrollar un poderoso sentido de cohesión social, e incluso los vocalistas más reticentes se unen al cantar. Investigaciones han demostrado que personas completamente desconocidas pueden forjar vínculos inusualmente estrechos después de cantar juntas durante una hora.
Como era de esperar, cantar tiene claros beneficios físicos para los pulmones y el sistema respiratorio. Algunos investigadores han utilizado el canto para ayudar a personas con enfermedades pulmonares, por ejemplo.
Pero cantar también produce otros efectos físicos mensurables. Se ha descubierto que mejora la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Incluso se ha visto que cantar en grupos o coros refuerza nuestra función inmunitaria de una forma que simplemente escuchar la misma música no puede.
Existen diferentes explicaciones para esto. Desde un punto de vista biológico, se cree que cantar activa el nervio vago, que está conectado directamente a las cuerdas vocales y los músculos de la parte posterior de la garganta. La exhalación prolongada y controlada que implica cantar también libera endorfinas asociadas con el placer, el bienestar y la supresión del dolor.
Cantar también activa una amplia red de neuronas en ambos hemisferios del cerebro, lo que provoca que se activen las regiones que gestionan el lenguaje, el movimiento y las emociones. Esto, combinado con el enfoque en la respiración que requiere el canto, lo convierte en un eficaz calmante del estrés.
“Las respuestas de bienestar se hacen evidentes en voces, expresiones faciales y posturas más vívidas”, afirma Street.
Estos beneficios podrían tener raíces profundas. Algunos antropólogos creen que nuestros ancestros homínidos cantaban antes de poder hablar, utilizando vocalizaciones para imitar los sonidos de la naturaleza o expresar sentimientos.
Esto podría haber desempeñado un papel clave en el desarrollo de dinámicas sociales complejas, la expresión emocional y los rituales, y Street señala que no es casualidad que cantar forme parte de la vida de todos los seres humanos, tengan o no inclinación musical, señalando que nuestros cerebros y cuerpos están sintonizados desde el nacimiento para responder de forma positiva a las canciones.
“Se les cantan canciones de cuna a los niños y luego se cantan canciones en los funerales”, explica. “Aprendemos las tablas de multiplicar cantando y el abecedario mediante la estructura rítmica y melódica”.
Pero no todos los tipos de canto son igualmente beneficiosos. Cantar en grupo o coro, por ejemplo, promueve un mayor bienestar psicológico que cantar en solitario. Por esta razón, investigadores educativos han utilizado el canto como herramienta para promover la cooperación, el desarrollo del lenguaje y la regulación emocional en niños.
Los especialistas médicos también están recurriendo al canto para mejorar la calidad de vida de quienes sufren diferentes afecciones. Investigadores de todo el mundo han estudiado los efectos de unirse a coros comunitarios dedicados a sobrevivientes de cáncer y accidentes cerebrovasculares, personas con enfermedad de Parkinson y demencia, y sus cuidadores. Por ejemplo, cantar mejora la capacidad de articulación de los pacientes con Parkinson, algo con lo que se sabe que tienen dificultades a medida que la enfermedad progresa.
Cantar también representa una forma de mejorar la salud general, ya que se ha demostrado que es un ejercicio subestimado, comparable a una caminata rápida. “Cantar es una actividad física y puede tener beneficios similares al ejercicio”, afirma Adam Lewis, profesor asociado de fisioterapia respiratoria en la Universidad de Southampton, en Reino Unido.
Un estudio incluso sugirió que cantar, junto con diversos ejercicios vocales que realizan cantantes profesionales para perfeccionar el tono y el ritmo, es un ejercicio para el corazón y los pulmones comparable a caminar a un ritmo moderado en una cinta de correr.
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Pero los investigadores también se interesan en destacar los beneficios, a menudo poco reconocidos, de participar grupos de canto para la psique de las personas que viven con enfermedades crónicas a largo plazo. Street explica que cantar permite a estas personas centrarse en lo que pueden hacer, en lugar de en lo que no pueden.
“De repente, se genera una sensación de igualdad en la sala, donde los cuidadores ya no son cuidadores, y los profesionales de la salud también cantan la misma canción de la misma manera”, dice Street. “Y realmente no hay mucho más que logre eso”.
Entre quienes han demostrado beneficiarse más del canto se encuentran las personas con enfermedades respiratorias crónicas, algo que se ha convertido en un importante foco de investigación para Keir Philip, profesor clínico de medicina respiratoria en el Imperial College de Londres. Philip advierte que cantar no curará estas enfermedades, pero puede servir como un enfoque holístico eficaz que complementa los tratamientos convencionales.
“Para algunas personas, vivir con disnea puede provocar que cambien su forma de respirar, volviéndola irregular e ineficiente”, dice Philip. “Algunos enfoques basados en el canto ayudan en esto en términos de los músculos utilizados, el ritmo y la profundidad [de la respiración], lo que puede ayudar a mejorar los síntomas”.
Uno de sus estudios más destacados consistió en aplicar un programa de respiración desarrollado mediante el trabajo con cantantes profesionales de la Ópera Nacional Inglesa como parte de un ensayo controlado aleatorio en pacientes con covid-19 de larga duración. Durante seis semanas, los resultados mostraron que mejoró su calidad de vida y alivió algunos aspectos de sus dificultades respiratorias.
Al mismo tiempo, cantar no está exento de riesgos para las personas con afecciones subyacentes. El canto en grupo se vinculó a un evento de superpropagación en las primeras etapas de la pandemia de covid-19, ya que cantar puede emitir grandes cantidades de virus en el aire.
“Si tienes una infección respiratoria, es mejor faltar esa semana al ensayo del coro para evitar poner en riesgo a otras personas”, comenta Philip.
Pero quizás el beneficio más notable del canto es que parece contribuir a la autoreparación cerebral. Esto quedó ilustrado por la historia de la excongresista estadounidense Gabrielle Giffords, quien sobrevivió a un disparo en la cabeza durante un intento de asesinato en 2011.
A lo largo de muchos años, Giffords reaprendió a caminar, hablar, leer y escribir, gracias a terapeutas que utilizaban canciones de su infancia para ayudarla a recuperar la fluidez verbal.
Los investigadores han utilizado enfoques similares para ayudar a los supervivientes de un ictus a recuperar el habla, ya que cantar puede proporcionar las horas y horas de repetición necesarias para promover una nueva conectividad entre los dos hemisferios cerebrales, que a menudo se dañan tras un ictus agudo. También se cree que cantar mejora la neuroplasticidad del cerebro, lo que le permite reconectarse y crear nuevas redes neurológicas.
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Hay teorías de que cantar también podría ayudar a las personas con deterioro cognitivo debido a la intensa exigencia que impone al cerebro, que requiere atención sostenida y estimula la búsqueda de palabras y la memoria verbal.
“Existe una creciente base de evidencia que respalda los beneficios cognitivos del canto en adultos mayores”, afirma Teppo Särkämö, profesor de neuropsicología en la Universidad de Helsinki, Finlandia. “Sin embargo, aún sabemos poco sobre el potencial del canto para ralentizar o prevenir el deterioro cognitivo, ya que esto requeriría estudios a gran escala con años de seguimiento”.
Para Street, toda la investigación que demuestra los poderosos efectos del canto, ya sea a nivel social o neuroquímico, subraya por qué es una parte tan universal de la vida humana. Sin embargo, una de sus preocupaciones es que, a medida que las personas pasan cada vez más tiempo conectadas a la tecnología en lugar de entre sí a través de actividades como cantar, relativamente pocas personas experimentan sus beneficios.
“Estamos descubriendo mucho, especialmente en la rehabilitación de lesiones cerebrales”, afirma. Apenas están empezando a surgir estudios que demuestran que cantar puede tener estos efectos, incluso en personas con lesiones importantes. Es lógico que podamos beneficiarnos tanto, ya que el canto siempre ha desempeñado un papel fundamental en la conexión entre las comunidades.
Quizás sea una razón más para disfrutar el cantar villancicos alrededor del árbol de Navidad este año.
*Este artículo fue publicado en BBC Future. Haz clic aquí si quieres leer la versión original en inglés.
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