En junio de 2024 los mexicanos elegirán nuevo presidente y también se renovarán nueve gubernaturas, entre ellas la de Yucatán.
La entidad del sureste mexicano también tendrá elecciones para el Congreso local, que cuenta con 41 diputados, para 27 presidencias municipales, 217 sindicaturas y mil 819 regidurías.
Yucatán, gobernado por Mauricio Vila Dosal del PAN y que llegó en alianza con Movimiento Ciudadano (MC), se ha mantenido como uno de los estados más seguros del país pero también es escenario de constantes conflictos territoriales.
Quien gane la gubernatura de Yucatán, ya sea que el PAN continúe, Morena gane el estado o bien el PRI logre algo solo o en alianza, tendrá como retos principales mantener la seguridad en la entidad así como mediar y resolver los diversos conflictos por el territorio y el cuidado al medio ambiente.
Yucatán es la entidad con menor número de asesinatos, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y se ha mantenido así a lo largo de la administración de Mauricio Vila, que tomó posesión en octubre de 2018.
Ese año, el estado registró 59 homicidios; 46 en 2019; para 2020 la cifra subió a 72; en 2021 bajaron a 55 y 2022 cerró con 54, señalan cifras del Inegi. Entre enero y agosto de este 2023 van 25 casos, según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
A su vez, Yucatán tiene las menores tasas de asesinatos por cada 100 mil habitantes en los últimos cinco años: 3 en 2018 y 2020; 2 en 2019, 2021 y 2022.
La entidad es la segunda, después de Baja California Sur, en la que sus habitantes dicen sentirse seguros. El porcentaje de percepción de inseguridad pública es de 37.8%, señala la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2023 del Inegi.
Por su parte, el Observatorio Nacional Ciudadano da cuenta de la tendencia a la baja que mantiene Yucatán desde 2018 en incidencia delictiva. Ese año se registraron 18 mil 195 delitos y para 2019 la cifra subió a 21 mil 391; en 2020 fueron 10 mil 332 y 10 mil 610 en 2021. El año pasado el estado cerró con 5 mil 521 delitos en total.
Otro de los retos que deberá enfrentar el o la futura gobernadora de Yucatán son aquellos relacionados con los conflictos territoriales así como el cuidado al medio ambiente y comunidades por megaproyectos agroindustriales y deforestación.
En agosto pasado, pobladores del municipio Ixil se enfrentaron con policías de Yucatán, tras acusar a las autoridades de intentar despojarlos de tierras ejidales. Los habitantes denunciaron que en el presunto despojo están relacionadas familias dueñas de gasolineras y de empresas de transporte y construcción.
En Sisal, uno de los ecosistemas más frágiles de la Península, Eugenia Correa, exfuncionaria del gobierno de Mérida, y una empresa impulsan un complejo habitacional construido con irregularidades y que, según vecinos y especialistas, causará daños ambientales.
La empresa a cargo del proyecto, Foster Corporation, en conjunto con la consultora de Correa, Ambiente Sustentable, han deforestado casi 60% del terreno para construir un edificio de siete pisos de altura, cuatro más de lo permitido por las normas.
Por otra parte, desde 2021 los habitantes de municipios como Izamal o Kinchil se han organizado ante el impacto negativo de las granjas de cerdos que les impusieron en su territorio y que han provocado problemas graves de contaminación. Han realizado protestas en las que han denunciado represión y detenciones ilegales de activistas.
Un informe de Greenpeace reveló que de 257 granjas porcícolas localizadas en Yucatán en los diferentes registros federales y estatales, al menos 43 están ubicadas en zonas protegidas.
En cuanto a deforestación de la selva, apicultores denuncian avance en la tala de árboles y organizaciones señalan que por obras del Tren Maya se han deforestado hasta el momento 6 mil 659 hectáreas en Yucatán, de acuerdo con investigaciones de Mongabay.
Luego de que el pasado 18 de septiembre Morena emitió una convocatoria para elegir a su coordinador o coordinadora del Comité de Defensa de la Cuarta Transformación en Yucatán, es decir el virtual candidato a la gubernatura, al menos 18 personas se registraron como aspirantes.
Sin embargo, este 29 de septiembre, el consejo estatal de Morena dio a conocer a sus cuatro finalistas para participar en la encuesta en la que se definirá a los candidatos de Morena, Partido Verde y Partido del Trabajo.
Entre los elegidos están Joaquín “Huacho” Díaz Mena, delegado estatal de la Secretaría de Bienestar, quien renunció a su cargo y realizó su registro para competir por la candidatura de Morena en Yucatán.
También pasó a la siguiente etapa Rocío Barrera, diputada federal que participó activamente en la promoción de Claudia Sheinbaum durante el proceso interno de Morena antes de ser elegida como coordinadora nacional de la defensa de la cuarta transformación.
Además, la senadora Verónica Camino Farjat y la diputada local Jazmín Villanueva también participarán en el proceso.
En días pasados Federica Quijano, diputada por el Partido Verde y cantante de Kabah, anunció que buscaría competir por la candidatura al gobierno del estado como parte de la coalición “Juntos haremos historia”, sin embargo no fue elegida por su partido.
José Carlos Ramírez Marín, senador que apenas renunció a la bancada del PRI y se sumó a la del Verde, no quedó entre los seleccionados de Morena, pero sí será propuesto por el Partido Verde.
Ramírez Marín fue dos veces diputado local por el PRI y dirigente estatal, tres veces legislador federal, presidente de la Mesa Directiva en Cámara de Diputados y vicecoordinador de campaña de Peña Nieto en 2018 y funcionario federal en su gobierno.
Contrario a lo que pasa a nivel nacional y en otros estados, en Yucatán no hay una alianza entre el PRI y el PAN, partido que actualmente gobierna el estado y que llegó en coalición con Movimiento Ciudadano.
Por el PAN los nombres que suenan para ser candidatos a la gubernatura del estado son Renán Barrera, actual alcalde de Mérida; Julián Zacarías, presidente municipal de Progreso, y Liborio Vidal, secretario de Educación del estado.
En tanto, por el PRI algunos de los nombres que han figurado son los de los diputados federales Pablo Gamboa Miner y Mauricio Sahuí Rivero.
El PRD, que anunció irá solo por la gubernatura, ha perfilado a Jorge Zavala Castro, excandidato por el mismo partido hace seis años y quien también fue director del Centro de Investigaciones Regionales de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Con un salto en la evolución de los grandes modelos lingüísticos, algunos pensadores destacados se preguntan si la IA podría volverse consciente.
Entro a la cabina con cierta inquietud. Estoy a punto de ser sometido a una iluminación estroboscópica mientras suena una música.
Es parte de un proyecto de investigación que intenta comprender qué nos hace verdaderamente humanos.
Es una experiencia que recuerda a la prueba de la película de ciencia ficción Blade Runner, la cual fue diseñada para distinguir a los humanos de los seres creados artificialmente que se hacen pasar por humanos.
¿Podría yo ser un robot del futuro y no saberlo? ¿Pasaría la prueba?
Los investigadores me aseguran que de eso no se trata realmente este experimento.
El dispositivo, que llaman la Dreamachine, está diseñado para estudiar cómo el cerebro humano genera nuestras experiencias conscientes del mundo.
Cuando comienza la luz estroboscópica, y aunque tengo los ojos cerrados, veo patrones geométricos bidimensionales arremolinados.
Es como saltar a un caleidoscopio, con triángulos, pentágonos y octágonos en constante cambio. Los colores son vivos, intensos y cambiantes: tonos rosas, magentas y turquesas, que brillan como luces de neón.
La Dreamachine saca a la superficie la actividad interna del cerebro con luces intermitentes, con el objetivo de explorar cómo funcionan nuestros procesos de pensamiento.
Según los investigadores, las imágenes que estoy viendo son únicas y corresponden a mi propio mundo interior. Creen que estos patrones pueden arrojar luz sobre la conciencia.
Me oyen susurrar: “Es precioso, absolutamente precioso. ¡Es como volar a través de mi propia mente!”
La Dreamachine, en el Centro de Ciencia de la Conciencia de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, es solo uno de los muchos nuevos proyectos de investigación en todo el mundo que investigan la conciencia humana: la parte de nuestras mentes que nos permite ser conscientes de nosotros mismos, pensar y sentir y tomar decisiones independientes sobre el mundo.
Al aprender la naturaleza de la conciencia, los investigadores esperan comprender mejor lo que está sucediendo dentro de los cerebros de silicio de la inteligencia artificial.
Algunos creen que los sistemas de IA pronto se volverán conscientes de forma independiente, si es que no lo han hecho ya.
Pero ¿qué es realmente la conciencia y qué tan cerca está la IA de obtenerla?
¿Y esa creencia de que la IA pueda llegar a ser consciente por sí misma podría cambiar fundamentalmente a los humanos en las próximas décadas?
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La idea de la posible existencia de máquinas que tengan sus propias mentes ha sido explorada durante mucho tiempo en la ciencia ficción.
Las preocupaciones sobre la IA se remontan casi 100 años atrás, a la película Metropolis, en la que un robot se hace pasar por una mujer real.
El miedo a que las máquinas se vuelvan conscientes y representen una amenaza para los humanos se explora en la película “2001: odisea del espacio” de 1968, en la que la computadora HAL 9000 ataca a los astronautas a bordo de su nave espacial.
Y en la más reciente película de la saga “Misión imposible”, que acaba de estrenarse, el mundo se ve amenazado por una poderosa IA deshonesta, descrita por un personaje como un “parásito digital consciente de sí mismo, autodidacta y devorador de la verdad”.
Pero, recientemente, en el mundo real ha habido un rápido punto de inflexión en el pensamiento sobre la conciencia de las máquinas, y voces con credibilidad han expresado su preocupación de que esto ya no sea materia de ciencia ficción.
El cambio repentino ha sido impulsado por el éxito de los llamados grandes modelos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés: large language models), a los que se puede acceder a través de aplicaciones en nuestros teléfonos como Gemini y Chat GPT.
La capacidad de la última generación de LLM para tener conversaciones plausibles y fluidas ha sorprendido incluso a sus diseñadores y a algunos de los principales expertos en ese campo.
Existe una opinión creciente entre algunos pensadores de que a medida que la IA se vuelva más inteligente, las luces se encenderán repentinamente dentro de las máquinas y se volverán conscientes.
Otros, como el profesor Anil Seth, que dirige el equipo de la Universidad de Sussex, no están de acuerdo y describen la visión como “ciegamente optimista e impulsada por el excepcionalismo humano”.
“Asociamos la conciencia con la inteligencia y el lenguaje porque van de la mano en los humanos. Pero el hecho de que vayan juntos en nosotros, no significa que vayan juntos en general, por ejemplo en los animales”.
Entonces, ¿qué es realmente la conciencia?
La respuesta corta es que nadie lo sabe.
Eso queda claro en los argumentos bondadosos, pero sólidos, del propio equipo de jóvenes especialistas en IA del profesor Seth, expertos en computación, neurocientíficos y filósofos, que están tratando de responder a una de las preguntas más importantes de la ciencia y la filosofía.
Si bien hay muchos puntos de vista diferentes en este centro de investigación de la conciencia, los científicos están unificados en su método: dividir este gran problema en muchos otros más pequeños a través de una serie de proyectos de investigación, que incluye la máquina Dreamachine.
Al igual que la búsqueda de la “chispa de vida” que hacía que los objetos inanimados cobraran vida se abandonó en el siglo XIX en favor de la identificación de cómo funcionan las partes individuales de los sistemas vivos, el equipo de Sussex ahora está adoptando el mismo enfoque para estudiar la conciencia.
Esperan identificar patrones de actividad cerebral que expliquen varias propiedades de las experiencias conscientes, como los cambios en las señales eléctricas o el flujo sanguíneo a diferentes regiones.
El objetivo es ir más allá de la búsqueda de meras correlaciones entre la actividad cerebral y la conciencia, y tratar de encontrar explicaciones para sus componentes individuales.
Al profesor Seth, autor de un libro sobre la conciencia, Being You, le preocupa que podamos estar precipitándonos de cabeza en una sociedad que está siendo rápidamente remodelada por el gran ritmo del cambio tecnológico sin suficiente conocimiento sobre la ciencia, o sin pensar en las consecuencias.
“Lo tomamos como si el futuro ya estuviera escrito; que hay una marcha inevitable hacia un reemplazo sobrehumano”, dice.
“No tuvimos estas conversaciones lo suficiente con el auge de las redes sociales, en detrimento nuestro. Pero con la IA, no es demasiado tarde. Podemos decidir lo que queramos”.
Hay quienes en el sector tecnológico creen que la IA de nuestras computadoras y teléfonos puede que ya sea consciente, y que deberíamos tratarla como tal.
Google suspendió al ingeniero de software Blake Lemoine en 2022, después de que argumentara que los chatbots de IA podían sentir cosas y potencialmente sufrir.
En noviembre de 2024, un director de bienestar de la IA de la compañía Anthropic, Kyle Fish, fue coautor de un informe que sugería que la conciencia de la IA es una posibilidad realista en un futuro próximo.
Recientemente le dijo a The New York Times que también cree que hay una pequeña posibilidad (15%) de que los chatbots ya sean conscientes.
Una de las razones por las que cree que esto es posible es que nadie, ni siquiera las personas que desarrollaron estos sistemas, saben exactamente cómo funcionan.
Eso es preocupante, dice el profesor Murray Shanahan, científico principal de Google DeepMind y profesor emérito de IA en el Imperial College de Londres.
“En realidad, no entendemos muy bien la forma en que los LLM funcionan internamente, y eso es motivo de preocupación”, le dice a la BBC.
Según el profesor Shanahan, es importante que las empresas de tecnología consigan una comprensión adecuada de los sistemas que están construyendo, y los investigadores están analizando eso con urgencia.
“Estamos en una posición extraña de estar construyendo estas cosas extremadamente complejas, una posición en la que no tenemos una buena teoría de exactamente cómo logran las cosas notables que están consiguiendo”, señala.
“Por lo tanto, tener una mejor comprensión de cómo funcionan nos permitirá dirigirlos en la dirección que queremos y garantizar que estén seguros”.
La opinión predominante en el sector tecnológico es que los LLM no son actualmente conscientes en la forma en que nosotros experimentamos el mundo, y probablemente no lo sean de ninguna manera.
Pero eso es algo que el matrimonio formado por Lenore y Manuel Blum, ambos profesores eméritos de la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Pensilvania, cree que cambiará, posiblemente muy pronto.
Según los Blum, eso podría suceder ya que la IA y los LLM tienen más entradas sensoriales en vivo del mundo real, como la visión y el tacto, conectando cámaras y sensores hápticos (relacionados con el tacto) a los sistemas de IA.
Están desarrollando un modelo informático que construye su propio lenguaje interno llamado Brainish para permitir que estos datos sensoriales adicionales sean procesados, intentando replicar los procesos que ocurren en el cerebro.
“Creemos que Brainish puede resolver el problema de la conciencia tal como la conocemos”, le dice Lenore a la BBC. “La conciencia de la IA es inevitable”.
Manuel interviene con entusiasmo para decir que los nuevos sistemas que él cree firmemente que surgirán, serán “la próxima etapa en la evolución de la humanidad”.
Los robots conscientes, considera, “son nuestra progenie. Más adelante, máquinas como estas serán entidades que estarán en la Tierra y tal vez en otros planetas cuando ya no estemos”.
David Chalmers, profesor de Filosofía y Ciencia Neural en la Universidad de Nueva York, definió la distinción entre la conciencia real y la aparente en una conferencia en Tucson, Arizona, en 1994.
Expuso el “problema difícil” de averiguar cómo y por qué cualquiera de las complejas operaciones del cerebro da lugar a la experiencia consciente, como nuestra respuesta emocional cuando oímos cantar a un ruiseñor.
El profesor Chalmers dice que está abierto a la posibilidad de que se resuelva el difícil problema.
“El resultado ideal sería uno en el que la humanidad compartiera esta nueva bonanza de inteligencia”, le indica a la BBC. “Tal vez nuestros cerebros estén aumentados por sistemas de inteligencia artificial”.
Sobre las implicaciones de ciencia ficción de eso, observa irónicamente: “En mi profesión, hay una delgada línea entre la ciencia ficción y la filosofía”.
El profesor Seth, sin embargo, está explorando la idea de que la verdadera conciencia sólo puede ser alcanzada por sistemas vivos.
“Un argumento sólido puede ser que no es la computación lo que es suficiente para la conciencia, sino estar vivo”, plantea.
“En los cerebros, a diferencia de las computadoras, es difícil separar lo que hacen de lo que son”.
Sin esta separación, argumenta, es difícil creer que los cerebros “son simplemente computadoras a base de carne”.
Y, si la intuición del profesor Seth sobre la importancia de la vida va por el camino correcto, la tecnología más probable no será hecha de silicio con un código de computación para su funcionamiento, sino más bien consistirá en pequeñas colecciones de células nerviosas del tamaño de granos de lentejas, como las que están actualmente siendo cultivadas en laboratorios.
Llamados “minicerebros” en los reportes de los medios de comunicación, la comunidad científica los denomina “organoides cerebrales” y son utilizados para investigar cómo funciona el cerebro y para las pruebas de drogas.
Una empresa australiana, Cortical Labs, en Melbourne, incluso ha desarrollado un sistema de células nerviosas en una placa que puede jugar al videojuego deportivo Pong de 1972.
Aunque está muy lejos de ser un sistema consciente, el llamado “cerebro en un plato” es espeluznante, ya que mueve una pala hacia arriba y hacia abajo de una pantalla para golpear una pelota pixelada.
Algunos expertos creen que si la conciencia va a surgir, lo más probable es que sea de versiones más grandes y avanzadas de estos sistemas de tejidos vivos.
Cortical Labs monitorea su actividad eléctrica en busca de cualquier señal que pudiese ser algo posiblemente parecido a la aparición de la conciencia.
El director científico y de operaciones de la empresa, el doctor Brett Kagan, sabe que cualquier inteligencia incontrolable emergente podría tener prioridades que “no están alineadas con las nuestras”.
En cuyo caso, dice medio en broma, que los posibles jefes de los organoides serían más fáciles de derrotar porque “siempre hay lejía” para verter sobre las frágiles neuronas.
Volviendo a un tono más solemne, Kagan explica que la pequeña, pero significativa amenaza de la conciencia artificial es algo en lo que le gustaría que los grandes actores en ese campo se centraran más como parte de los intentos serios de avanzar en nuestra comprensión científica, pero -asegura- que “desafortunadamente, no vemos ningún esfuerzo serio en este espacio”.
El problema más inmediato, sin embargo, podría ser cómo nos afecta la ilusión de que las máquinas son conscientes.
En solo unos años, es posible que vivamos en un mundo poblado por robots humanoides y deepfakes que podrían parecer conscientes, según el profesor Seth.
Le preocupa que no podamos resistirnos a creer que la IA tiene sentimientos y empatía, lo que podría conducir a nuevos peligros.
“Significará que confiemos más en estas cosas, que compartamos más información con ellas y estemos más abiertos a la persuasión”.
Pero el mayor riesgo de la ilusión de la conciencia es una “corrosión moral”, señala.
“Distorsionará nuestras prioridades morales al hacer que dediquemos más de nuestros recursos al cuidado de estos sistemas a expensas de las cosas reales en nuestras vidas”, lo que significa que podríamos tener compasión por los robots, pero que nos preocupemos menos por otros humanos.
Y eso podría alterarnos fundamentalmente, según el profesor Shanahan.
“Cada vez más, las relaciones humanas se van a replicar en las relaciones de IA, se utilizarán como maestros, amigos, adversarios en los juegos de computadora e incluso parejas románticas. Si eso es bueno o malo, no lo sé, pero va a suceder y no vamos a poder evitarlo”.
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