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Gasoducto Sierra Madre y el proyecto Saguaro convertirán Chihuahua y Sonora en zonas de sacrificio
Gasoducto Sierra Madre y el proyecto Saguaro convertirán Chihuahua y Sonora en zonas de sacrificio
Foto: captura de video Mexico Pacific
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Gasoducto Sierra Madre y el proyecto Saguaro convertirán Chihuahua y Sonora en zonas de sacrificio

Mata Ortiz, territorio donde la tradición cerámica reconstruyó la vida del pueblo, libra hoy otra batalla: la imposición de un gasoducto transnacional que podría convertir a Chihuahua y Sonora en una franja de sacrificio industrial.
08 de diciembre, 2025
Por: Orsetta Bellani

De tanto que admira a Juan Quezada, Laura Bulgarini piensa que su ejido debería tener el nombre del célebre alfarero en lugar de Juan Mata Ortiz, mayor enviado a estas praderas de Chihuahua para exterminar a los apaches.

“Gracias al maestro Juan Quezada nació la tradición de la cerámica aquí en el pueblo: en los años cincuenta encontró una pieza de la antigua cultura de Paquimé, empezó a fabricar vasijas con la misma decoración y luego enseñó la técnica a sus familiares y amigos, entre ellos a mi mamá”, dice la artista ceramista, cuyas obras ganaron premios internacionales.

El gasoducto Sierra Madre y el proyecto Saguaro convertirán Chihuahua y Sonora en zonas de sacrificio
Héctor Gallegos y Laura Bulgarini, artistas ceramistas. Foto: Orsetta Bellani

La familia de Laura Bulgarini es ejidataria, pero tiene muy poca información sobre un gasoducto que tendría que pasar por el pueblo. Sólo su esposo, Héctor Gallegos, ha participado en una asamblea donde se presentó una empresa. “Hace aproximadamente un par de años llegaron a la asamblea ejidal con el proyecto de un gasoducto, pero no traían mucha información y la gente se quedó con dudas”, afirma Héctor Gallegos.

El gasoducto del megaproyecto Saguaro Energía

El gasoducto que tendría que cruzar las praderas de Mata Ortiz se llama Sierra Madre: una tubería de 800 kilómetros con un diámetro tan grande que un niño de ocho años podría estar parado dentro de ella. Su propietaria será la empresa estadounidense Mexico Pacific, a la que Animal Político pidió una entrevista sin recibir respuesta.

De acuerdo con la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) del proyecto, Sierra Madre empezará su camino en la frontera entre Estados Unidos y Chihuahua, donde se conectará con el gasoducto Saguaro Connector, que traerá hasta la frontera mexicana gas shale extraído mediante fracking en la cuenca Pérmica de Texas.

Lee: Terminales de gas fósil en el Golfo de California, una pesadilla climática

Sierra Madre cruzará seis municipios de Chihuahua y diez de Sonora y su metano alimentará la terminal Saguaro Energía de Puerto Libertad, en Sonora: un complejo de 400 hectáreas cuyos mecheros contaminarán el aire de forma permanente. Quemarán “gas natural”, compuesto casi totalmente por metano, promocionado como “energía limpia”, y que en realidad tiene hasta treinta veces más capacidad de calentamiento global que el CO2.

En la terminal Saguaro Energía, que mide poco menos del doble del tamaño de la colonia Roma Norte de Ciudad de México, el metano será licuado y cargado en buques de 300 metros de largo que cruzarán el golfo de California afectando a los pescadores sonorenses, a las ballenas y las demás especies que viven en este mar, considerado como el “acuario del mundo”.

Los navíos viajarán rumbo a Asia: Mexico Pacific ya firmó una decena de acuerdos, entre ellos con la empresa coreana Posco International Corporation y con las chinas Zhejiang Energy y Guangzhou Development Group.

El gasoducto Sierra Madre y el proyecto Saguaro convertirán Chihuahua y Sonora en zonas de sacrificio_3
Activistas que se oponen al megaproyecto Saguaro protestaron en octubre de 2024 en la Ciudad de México. Foto: Cuartoscuro

Buscando inversionistas

Al concretarse, Saguaro Energía representará la inversión privada más grande de la historia de México: el costo total proyectado alcanza los 15 mil millones de dólares y 3.262 millones de dólares serán dedicados a la construcción del gasoducto Sierra Madre. Los bancos Santander, JP Morgan y Mitsubishi Bank son asesores financieros, es decir que están tratando de conseguir la inversión, pero aún no alcanzan su objetivo.

Otro elemento que hasta el momento ha impedido el arranque de las obras del gasoducto Sierra Madre y de la planta de licuefacción en Puerto Libertad, Sonora, es la oposición de la sociedad civil, que interpuso diez amparos, juntó unas de 300 mil firmas, en contra del megaproyecto y organizó varias protestas en las calles.

Además, el gasoducto Sierra Madre obtuvo el permiso de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), más no la autorización de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

La historia obscura de Bonatti

Para la construcción del gasoducto Sierra Madre, en noviembre de 2023 México Pacific firmó un contrato con una joint venture integrada por dos empresas italianas: GDI Sicim Pipelines y Bonatti.

Bonatti tiene varias obras en México, entre ellas el gasoducto que es parte de uno de los emblemáticos del sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador: el Proyecto Integral Morelos (PIM).

Lee más: Ballenas, tiburones y delfines llegan a la Semarnat para exigir que no pase el proyecto Saguaro en el Golfo de California

En su investigación “La participación de Bonatti en el PIM y sus impactos sociales, ambientales y en DDHH”, el Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER) documenta las numerosas persecuciones en contra de los pobladores que se han opuesto a Bonatti y a las demás empresas involucradas en el megaproyecto. Entre ellos Samir Flores Soberanes, asesinado frente a la puerta de su casa el 20 de febrero de 2019.

Más recientemente, en el marco de la disputa alrededor del PIM, han sido asesinados también dos dirigentes de la Asociación de Usuarios del Río Cuautla (Asurco): Francisco Vázquez y Carolina Plascencia Carvajal.

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Foto: Cuartoscuro

Un negocio que podría no tener futuro

El proyecto Saguaro Energía posicionaría a México como el cuarto país más importante en el sector energético de exportación del llamado Gas Natural Líquido (GNL). Sin embargo, el gas shale que se quiere exportar a Asia a través del gasoducto Sierra Madre no sería mexicano sino estadounidense.

De acuerdo con la investigación “¿Qué impulsa la expansión de plantas de licuefacción de gas metano en México?”, del colectivo GeoComunes, Estados Unidos quiere exportar su gas fósil por México porque “la instalación en costas mexicanas les podría implicar a las empresas menores costos de construcción y operación en comparación con EU, así como una mayor flexibilidad en los requerimientos de mitigación y remediación de impactos socio-ambientales”.

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Además, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) planteó la construcción de las terminales portuarias de exportación de GNL —hay otras seis en proyecto y una ya en función— como solución al exceso de gas que tiene el compromiso de comprar a Estados Unidos.

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Foto: captura de video Mexico Pacific

Luca Ferrari, investigador del Instituto de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que el gobierno federal habla de soberanía energética, aunque en la práctica ha incrementado las importaciones de gas shale de Estados Unidos.

En entrevista, el académico afirma que en este momento Estados Unidos registra una sobreproducción de metano y lo vende muy barato, pero pronto podría alcanzar su pico de producción y la importación de gas podría volverse mucho menos conveniente.

“El tema se podría también convertir en un arma más de Donald Trump para chantajear a México”, dice Luca Ferrari, quien teme que se estén planteando inversiones muy altas en infraestructuras que, además de ser contaminantes, en un futuro podrían dejar de ser redituables.

“Creo que de todos modos el verdadero negocio será la construcción del gasoducto: aunque después de unos años no haya gas, quien haya hecho la obra ya ganó”, afirma el investigador de la UNAM. Para él, el gasoducto Sierra Madre y el proyecto Saguaro Energía convertirían a Chihuahua y Sonora en una “zona de sacrificio”.

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Foto: captura de video Mexico Pacific

Catorce impactos negativos y uno sólo positivo de acuerdo con la MIA

Entre los mezquites y agaves de la pradera de Mata Ortiz, algún día tendría que surgir una de las cuatro estaciones de compresión previstas por el proyecto Sierra Madre, que son sitios enormes que empujan el metano para que siga corriendo por el ducto.

De acuerdo con Claudia Campero, coordinadora de justicia climática para Conexiones Climáticas, las estaciones de compresión son muy contaminantes. “Las emisiones se pueden ocasionar por fugas no controladas o por flering, que se da cuando necesitan deshacerse de gas y, de forma controlada, lo ventean y queman. En general, no hay ningún gasoducto que no tenga fugas; la calidad de la construcción y el mantenimiento que le dan cambia su magnitud”, advierte la activista.

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La MIA del proyecto Sierra Madre señala que el gasoducto tendrá 15 impactos en el territorio: catorce son calificados como negativos, desde la afectación del aire, del suelo y de la hidrología hasta los impactos en la fauna, flora, en el paisaje y en el medio socioeconómico. La MIA indica un solo impacto positivo y tiene que ver con la creación de empleos durante la fase de construcción del ducto.

“Creo que también el discurso relacionado con el empleo se puede derrumbar, pues para otros proyectos de este tipo en el norte de México trajeron soldadores de la India, porque el nivel de especialización requerido no se encuentra localmente”, afirma Claudia Campero.

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Foto: Orsetta Bellani

Afectaciones a la Reserva de la Biosfera Janos

La MIA advierte que la construcción de la tubería implicará también la remoción de una superficie forestal en 1.979 hectáreas y que su trazo pasará a menos de 150 kilómetros de cinco reservas naturales.

Entre ellas, la Reserva de la Biosfera Janos, que se encuentra a poco más de una hora de Mata Ortiz y en un punto se ubica a un sólo kilómetro y medio del gasoducto. Janos es hogar de la única manada silvestre de bisontes que queda en México y tiene la colonia más grande de Norteamérica de perritos de la pradera, especie en peligro de extinción que, por el rol de conservación de los ecosistemas que habita, es considerada como “ingeniera ambiental”.

“El hecho de que el gasoducto esté enterrado causa desorden en el ecosistema, sobre todo cuando hablamos de roedores, como ardillas y perritos de la pradera, porque son especies que hacen madrigueras debajo de la tierra y son muy sensibles a vibraciones y ruidos”, dice la bióloga Diana Lugo, de la campaña Perritos en Fuga, que busca visibilizar los impactos del gasoducto. “Son especies clave para el mantenimiento de otras y, a pesar de esto, la existencia del perrito de la pradera ni siquiera está considerada en la MIA del proyecto”.

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Foto: Orsetta Bellani

El ejido Mata Ortiz quedó dividido

El gasoducto Sierra Madre creó divisiones internas al ejido Mata Ortiz. Algunas personas están a favor del megaproyecto y otras no.

Mientras enseña las cerámicas que expone en su casa, Héctor Gallegos cuenta que la economía del pueblo cayó después de la Revolución, cuando clausuraron el aserradero, y se levantó nuevamente una vez que Juan Quezada impulsó la alfarería.

Las promesas de empleo que trae la empresa Mexico Pacific no parecen ilusionar a Héctor Gallegos, que a la par de su esposa Laura Bulgarini es un prestigioso alfarero. “La empresa lo cuenta bonito, pero no sé qué tantas afectaciones o beneficios pueda traer el gasoducto. Lo que me preocupa es que pueda ser peligroso”, dice.

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Imagen BBC
El moho negro de Chernóbil que parece “alimentarse de radiación”
10 minutos de lectura

Una especie de moho estaría desafiando lo que los científicos entienden sobre los efectos de la radiación en la vida

02 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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El moho hallado en el lugar del desastre nuclear de Chernóbil parece alimentarse de la radiación. ¿Podríamos usarlo para proteger a los viajeros espaciales de los rayos cósmicos?

En mayo de 1997, Nelli Zhdanova entró en uno de los lugares más radiactivos de la Tierra -las ruinas abandonadas de la central nuclear de Chernóbil- y descubrió que no estaba sola.

En el techo, las paredes y el interior de los conductos metálicos que protegen los cables eléctricos, el moho negro se había instalado en un lugar que antes se consideraba perjudicial para la vida.

En los campos y el bosque que rodea la central nuclear, los lobos y los jabalíes habían resurgido ante la ausencia de humanos.

Pero incluso hoy en día existen zonas específicas donde se pueden encontrar niveles alarmantes de radiación debido al material expulsado del reactor al explotar.

Se ven grafitis en el abandonado Palacio de Cultura Enerhetyk, en la plaza central, el 12 de abril de 2025 en Prypiat, Óblast de Kiev, Ucrania.
Getty Images
Ciudades enteras tuvieron que ser abandonadas luego del desastre de Chernobyl.

El moho, formado por diversos hongos, parecía estar haciendo algo extraordinario. No se había instalado simplemente porque los trabajadores de la planta se hubieran marchado.

En realidad, Zhdanova había descubierto en estudios previos del suelo alrededor de Chernóbil que los hongos estaban creciendo hacia las partículas radiactivas que cubrían la zona.

Ahora, descubrió que habían llegado a la fuente original de radiación: las habitaciones dentro del edificio del reactor que explotó.

Con cada estudio que la acercaba a la radiación dañina, el trabajo de Zhdanova también ha revolucionado nuestras ideas sobre cómo la radiación impacta la vida en la Tierra.

Ahora, su descubrimiento ofrece la esperanza de limpiar sitios radiactivos e incluso proporciona maneras de proteger a los astronautas de la radiación dañina durante sus viajes espaciales.

El accidente que marcó una época

Once años antes de la visita de Zhdanova, una prueba de seguridad rutinaria del reactor cuatro de la central nuclear de Chernóbil se había convertido rápidamente en el peor accidente nuclear del mundo.

Una serie de errores, tanto en el diseño del reactor como en su funcionamiento, provocaron una enorme explosión en la madrugada del 26 de abril de 1986. El resultado fue una única y masiva liberación de radionucleidos.

El yodo radiactivo fue una de las principales causas de muerte en los primeros días y semanas, y, posteriormente, del aumento de casos de cáncer.

En un intento por reducir el riesgo de intoxicación por radiación y las complicaciones de salud a largo plazo, se estableció una zona de exclusión de 30 km, también conocida como la “zona de aislamiento”, para mantener a las personas alejadas de los restos radiactivos más peligrosos del reactor cuatro.

Pero mientras se mantenía a los humanos alejados, el moho negro de Zhdanova había colonizado lentamente la zona.

Una rana negra al lado de una rana verde sobre un fondo blanco
Germán Orizaola/Pablo Burraco
La radiación ionizante puede haber provocado que las ranas arbóreas dentro de la zona de exclusión de Chernóbil tuvieran la piel más oscura (izquierda) que las que estaban fuera de ella (derecha).

Como plantas que buscan la luz solar, la investigación de Zhdanova indicó que las hifas fúngicas del moho negro parecían atraídas por la radiación ionizante.

Pero el “radiotropismo”, como lo denominó Zhdanova, era una paradoja: la radiación ionizante suele ser mucho más potente que la luz solar, una descarga de partículas radiactivas que destroza el ADN y las proteínas como las balas perforan la carne.

El daño que causa puede desencadenar mutaciones dañinas, destruir células y matar organismos.

Además de los hongos aparentemente radiotrópicos, los estudios de Zhdanova encontraron otras 36 especies de hongos comunes, pero lejanamente relacionados, que crecían alrededor de Chernóbil.

Durante las dos décadas siguientes, el trabajo pionero sobre los hongos radiotrópicos que identificó llegaría mucho más allá de Ucrania. Contribuiría al conocimiento de una posible nueva base para la vida en la Tierra, una que prospera gracias a la radiación en lugar de la luz solar.

Y llevaría a los científicos de la NASA a considerar rodear a sus astronautas con paredes de hongos como una forma duradera de soporte vital.

Melanina

En el centro de esta historia se encuentra un pigmento ampliamente presente en la vida terrestre: la melanina. Esta molécula, que puede variar del negro al marrón rojizo, es la que determina los diferentes colores de piel y cabello en las personas.

Pero también es la razón por la que las diversas especies de moho que crecían en Chernóbil eran negras. Sus paredes celulares estaban repletas de melanina.

Así como la piel más oscura protege nuestras células de la radiación ultravioleta (UV), Zhdanova sospechaba que la melanina de estos hongos actuaba como escudo contra la radiación ionizante.

Una mujer con vitiligo, una enfermedad que afecta la melanina de la piel.
Getty Images
Se cree que la melanina, el pigmento que le da color a las pieles más oscuras, es el factor clave en el desarrollo del moho de Chernóbil.

No solo estaban los hongos aprovechando las propiedades protectoras de la melanina.

En los estanques alrededor de Chernóbil, las ranas con mayores concentraciones de melanina en sus células y, por lo tanto, de color más oscuro, lograron sobrevivir y reproducirse mejor, ennegreciendo paulatinamente a la población local que vivía allí.

En la guerra, un escudo podría proteger a un soldado de una flecha al desviarla de su cuerpo. Pero la melanina no funciona así. No es una superficie dura ni lisa. La radiación, ya sea UV o partículas radiactivas, es absorbida por su estructura desordenada, y su energía se disipa en lugar de ser desviada.

La melanina también es un antioxidante, una molécula que puede transformar los iones reactivos que la radiación produce en la materia biológica y devolverlos a un estado estable.

La radiación como alimento

En 2007, Ekaterina Dadachova, científica nuclear del Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York, contribuyó al trabajo de Zhdanova sobre los hongos de Chernóbil, revelando que su crecimiento no era solo direccional (radiotrópico), sino que, de hecho, aumentaba en presencia de radiación.

Descubrió que los hongos melanizados, al igual que los del reactor de Chernóbil, crecían un 10% más rápido en presencia de cesio radiactivo en comparación con los mismos hongos cultivados sin radiación.

Dadachova y su equipo también descubrieron que los hongos melanizados irradiados parecían utilizar la energía para impulsar su metabolismo. En otras palabras, la utilizaban para crecer.

Cuatro discos Petri con diferentes muestras del moho que crece en Chernóbil
Elsevier/ Zhdanova et al. 2000
Cultivos hallados en la cuarta unidad de Chernóbil, incluyendo Cladosporium sphaerospermum. La placa superior derecha muestra claramente la melanización.

Zhdanova había sugerido que estos hongos podrían aprovechar la energía de la radiación, y ahora la investigación de Dadachova parecía basarse en esta idea.

Estos hongos no solo crecían hacia la radiación para obtener calor o alguna reacción desconocida entre la radiación y su entorno, como había sugerido Zhdanova.

Dadachova creía que los hongos se alimentaban activamente de la energía de la radiación. Llamó a este proceso “radiosíntesis”. Y la melanina era fundamental en la teoría.

“La energía de la radiación ionizante es aproximadamente un millón de veces mayor que la energía de la luz blanca, que se utiliza en la fotosíntesis”, afirma Dadachova. “Por lo tanto, se necesita un transductor de energía bastante potente, y esto es lo que creemos que la melanina es capaz de hacer: transducir [la radiación ionizante] a niveles utilizables de energía”.

La radiosíntesis sigue siendo solo una teoría, ya que solo se puede demostrar si se descubre el mecanismo preciso entre la melanina y el metabolismo.

Los científicos necesitarían encontrar el receptor exacto -o un rincón específico en la intrincada estructura de la melanina- que participa en la conversión de la radiación en energía para el crecimiento.

Radiación cósmica

En años más recientes, Dadachova y sus colegas han comenzado a identificar algunas de las vías y proteínas que podrían explicar el aumento del crecimiento de los hongos con la radiación ionizante.

No todos los hongos melanizados muestran una tendencia al radiotropismo y al crecimiento positivo en presencia de radiación. Un estudio de 2006 realizado por Zhdanova y sus colegas, por ejemplo, descubrió que solo nueve de las 47 especies de hongos melanizados que recolectaron en Chernóbil crecieron hacia una fuente de cesio radiactivo (cesio-137).

Vista cercana de moho.
Getty Images
No todos los hongos melanizados parecían absorber radiación.

De manera parecida, en 2022, científicos de los Laboratorios Nacionales Sandia en Nuevo México no encontraron diferencias en el crecimiento cuando dos especies de hongos (una melanizada y otra no) fueron expuestas a radiación UV y cesio-137.

Pero ese mismo año, se volvió a detectar la misma tendencia de crecimiento fúngico al ser expuestos a la radiación en el espacio.

A diferencia de la desintegración radiactiva detectada en Chernóbil, la llamada radiación cósmica galáctica es una tormenta invisible de protones cargados, cada uno de los cuales viaja a una velocidad cercana a la de la luz a través del universo.

Originada en estrellas en explosión fuera de nuestro sistema solar, incluso logra atravesar el plomo sin mayor problema.

En la Tierra, nuestra atmósfera nos protege en gran medida de ella, pero para los astronautas que viajan al espacio profundo se ha descrito como “el mayor peligro” para su salud.

Pero ni siquiera la radiación cósmica galáctica supuso un problema para las muestras de Cladosporium sphaerospermum, la misma cepa que Zhdanova encontró creciendo en Chernóbil, según un estudio que envió estos hongos a la Estación Espacial Internacional en diciembre de 2018.

“Lo que demostramos es que crece mejor en el espacio”, afirma Nils Averesch, bioquímico de la Universidad de Florida y coautor del estudio.

Un disco de Petri con una muestra una muestra del moho de Chernóbil
Nils Averesch/ Aaron Berliner
El aislado de Cladosporium sphaerospermum de Chernóbil, cultivado en una placa de agar de papa y dextrosa, muestra una melanización muy alta.

En comparación con las muestras de control en la Tierra, los investigadores descubrieron que los hongos expuestos a la radiación cósmica galáctica durante 26 días crecieron un promedio de 1,21 veces más rápido.

Aun así, Averesch todavía no está convencido de que esto se deba a que C. sphaerospermum estaría aprovechando la radiación en el espacio. El aumento en los niveles de crecimiento también podría deberse a la gravedad cero, otro factor que los hongos en la Tierra no experimentaron.

Averesch está realizando experimentos con una máquina de posicionamiento aleatorio que simula la gravedad cero aquí en la Tierra para analizar estas dos posibilidades.

Pero Averesch y sus colegas también probaron el potencial protector de la melanina en C. sphaerospermum colocando un sensor debajo de una muestra de hongos a bordo de la Estación Espacial Internacional.

En comparación con las muestras sin hongos, la cantidad de radiación bloqueada aumentó a medida que los hongos crecían, e incluso una mancha de moho en un disco de Petri parecía ser un escudo eficaz.

“Considerando la capa comparativamente delgada de biomasa, esto podría indicar una gran capacidad de C. sphaerospermum para absorber la radiación espacial en el espectro medido”, escribieron los investigadores.

Averesch dice que aún es posible que los aparentes beneficios radioprotectores de los hongos se deban a componentes de la vida biológica distintos al de la melanina.

El agua, por ejemplo, una molécula con un alto número de protones en su estructura (ocho en el oxígeno y uno en cada hidrógeno), es una de las mejores maneras de protegerse contra los protones que se desplazan por el espacio, un equivalente astrobiológico a combatir el fuego con fuego.

Incluso así, los hallazgos han abierto perspectivas intrigantes para resolver el problema de la vida en el espacio. Tanto China como Estados Unidos planean tener una base en la Luna en las próximas décadas, mientras que SpaceX, con sede en Texas, aspira a que su primera misión a Marte despegue a finales de 2026 y a que los humanos aterricen allí entre tres y cinco años después.

Las personas que vivan en estas bases deberán estar protegidas de la radiación cósmica. Sin embargo, usar agua o plástico de polietileno como caparazón radioprotector para estas bases podría resultar demasiado pesado para el despegue.

El metal y el vidrio presentan un problema similar. Lynn J. Rothschild, astrobióloga del Centro de Investigación Ames de la NASA, ha comparado el transporte de estos materiales al espacio para construir bases espaciales con una tortuga que lleva su caparazón a todas partes.

“Es un plan fiable, pero con un alto coste energético”, declaró en un comunicado de la NASA de 2020.

Su investigación ha dado lugar a muebles y paredes a base de hongos que podrían cultivarse en la Luna o Marte.

Esta “micoarquitectura” no sólo reduciría el coste del despegue, sino que, si los hallazgos de Dadachova y Averesch resultan correctos, también podría utilizarse para formar un escudo de radiación, una barrera autorregenerativa entre los humanos que viajan al espacio y la tormenta de radiación cósmica galáctica del exterior.

Así como esos mohos negros colonizaron un mundo abandonado en Chernóbil, tal vez algún día podrían proteger nuestros primeros pasos en nuevos mundos en otras partes del Sistema Solar.

*Esta es una adaptación al español de una historia publicada originalmente en inglés por BBC Future. Si quieres leerla en su idioma original, haz clic aquí.

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