
El secretario de Gestión Integral del Agua (Segiagua) de la Ciudad de México, José Mario Esparza Hernández, aseguró que no habrá desabasto de agua en la capital mientras se desarrolla el Mundial 2026.
El titular de Segiagua indicó que los hoteles de la ciudad se encuentran en balance hídrico, lo que quiere decir que tienen la infraestructura necesaria para atender las capacidades máximas de hospedaje.
Desde mayo de este año, vecinos de la zona cercana al Estadio Azteca advirtieron que la justa mundialista provocaría escasez de agua, por lo que solicitaron la cancelación de un pozo de agua que está en manos de Televisa.

Sobre el pozo, José Mario Esparza señaló que se cuenta con un convenio en el que Televisa le cede la infraestructura y los derechos de agua del pozo del Estadio Azteca al gobierno de la Ciudad de México.
Sin embargo, la concesión sigue siendo de la televisora, pues en el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA), de la Conagua, sigue apareciendo a su nombre.

“Estamos en pláticas con la Comisión Nacional del Agua y el Estadio Banorte para la sesión definitiva de esos derechos de agua para que sea un legado que nos deje el Mundial para todos los habitantes de la Ciudad”, agregó Esparza Hernández, tras ser cuestionado sobre la demanda de agua durante el Mundial.
Finalmente, adelantó que el “nuevo pozo” será parte de la infraestructura del Gobierno de la Ciudad de México en servicio de la población.
Vecinos de Santa Úrsula Coapa, zona aledaña al Estadio Azteca, han denunciado que el Mundial 2026 les traería escasez de agua y especulación inmobiliaria por su cercanía con el recinto donde se llevará a cabo la inauguración del evento.
A principios de mayo, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, presentó las acciones que su administración proyecta realizar en la zona con motivo del Mundial; sin embargo, los vecinos consideraron que estas obras resultan insuficientes para contrarrestar los problemas de acceso al agua, turistificación, movilidad y contaminación que traería la competencia deportiva.
Entre los proyectos está la rehabilitación de siete pozos de agua, la construcción de tres colectores, iluminación de calles, construcción de ciclovías, la rehabilitación de la central de transporte y de espacios públicos.

Los pobladores señalaron en un encuentro con autoridades realizado en mayo que dichas obras no tendrían que estar sujetas a la realización de un Mundial de futbol. Además, pidieron la cancelación de la concesión del pozo y de un parque temático que se haría en el territorio, la realización de una consulta indígena sobre los proyectos, así como la entrega de información de estudios de movilidad con datos de aforo e impactos sociales y ambientales.
Al respecto, el gobierno capitalino dio su palabra de que la concesión pasará a ser de los pobladores, pero hasta el momento no hay avances.
Los vecinos expresaron preocupación por el enfoque de la ciudad ante la Copa del Mundo, al considerar que las obras previstas priorizan la promoción turística sobre la atención de necesidades básicas de la población local.

Las incautaciones de cocaína con destino a Bélgica procedente de Sudamérica se multiplican. Mientras, la sociedad belga sufre las consecuencias del narcotráfico.
A finales de octubre, una magistrada de instrucción belga causó revuelo al publicar una carta abierta para pedirle ayuda “urgente” al gobierno de su país.
La funcionaria aseguraba que el narcotráfico estaba convirtiendo a Bélgica en un narcoestado y advirtió que el Estado de derecho estaba amenazado en este país ubicado en el corazón de Europa y cuya capital es también la capital de la Unión Europea (UE).
“¿Nos estamos convirtiendo en un narcoestado? ¿Exagerado? Según nuestro comisionado antidrogas, esta evolución ya ha comenzado”, acusó la jueza de Amberes, una ciudad cuyo puerto se ha convertido en una de las principales entradas de cocaína en Europa.
La magistrada de instrucción describió al narcotráfico como una “amenaza organizada que mina las instituciones”.
“Se han consolidado grande estructuras mafiosas, que se han convertido en una fuerza paralela que desafía no sólo a la policía, sino también al poder judicial”, añadió.
Aunque los expertos consideran que la denuncia de que Bélgica ya es un narcoestado es una exageración, alertan que el tráfico de drogas se ha convertido en un gran problema en el país europeo.
Debido a una creciente demanda de drogas en toda Europa, los narcotraficantes aprovechan la ubicación estratégica de Bélgica y del puerto de Amberes, como punto de distribución de la mercancía ilícita.
Pero quizá el factor más importante que ha hecho de Amberes un hub de la cocaína en Europa es el hecho de que su puerto es uno de los más grandes del continente: el flujo constante de contenedores ofrece oportunidades para ocultar productos ilícitos en cargamentos.
“Amberes tiene el segundo puerto más grande de Europa y tradicionalmente recibe mercancías de América Latina. Por eso, se ha convertido en un punto de entrada natural, junto con el puerto de Róterdam, para la cocaína”, le dice a BBC Mundo Letizia Paoli, criminóloga y profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lovaina, en Bélgica.
“Y las autoridades neerlandesas comenzaron a intensificar los controles en Róterdam antes que las belgas”, prosigue.
“Pienso que la acusación de ‘narcoestado’ es exagerada, pero hay tendencias preocupantes, sin duda”, añade.
El año pasado, los funcionarios de aduanas belgas interceptaron 44 toneladas de cocaína en el puerto de Amberes, una caída significativa respecto a las 121 toneladas incautadas en 2023.
Pero las autoridades belgas afirman que estas cifras no son necesariamente una señal de progreso.
Durante el primer semestre de este año, 51 toneladas de cocaína con destino a Bélgica fueron interceptadas en Sudamérica, un aumento del 155% en comparación con las 20 toneladas del mismo período del año anterior.
Pero el problema no sólo se limita al sur del continente americano, si no que va más allá.
En diciembre de 2024, las autoridades de República Dominicana informaron la incautación de más de nueve toneladas de cocaína, la mayor en la historia del país.
La droga se encontró en dos contenedores de banano procedentes de Guatemala y que tenían como destino el puerto de Amberes.
Este relativamente nuevo problema belga no se limita a Amberes.
En Bruselas, la capital del país y de la UE, el narcotráfico también está dejando huellas.
Según cifras de la policía de Bruselas, en 2023 se registraron 1.977 casos de tráfico de drogas, un aumento del 26% respecto a 2022 y del 76% desde 2015.
También en el año 2023 se registraron en la capital belga 6.595 incidentes de posesión de drogas.
Y la violencia, que algunos vinculan al uso y tráfico de drogas, parece estar saliéndose del control de las autoridades.
En 2024 se registraron 89 tiroteos en la capital belga y los reportes apuntan que este año la cifra será aún mayor.
De igual forma, desde el año pasado, Bruselas tiene catalogadas 16 zonas que se consideran especialmente peligrosas llamadas hotspots, principalmente relacionadas con bandas criminales y el narcotráfico.
También se han registrado varias muertes relacionadas con las drogas, algo rarísimo hace tan sólo una década.
“Mientras que en 2013 no encontramos ningún asesinato relacionado con el comercio de cocaína en Bélgica, entre 2014 y 2025 encontramos que en Amberes, que es el centro del tráfico de cocaína, hubo seis asesinatos relacionados con la droga”, explica la criminóloga Letizia Paoli.
“Pero si consideramos que en un solo año ocurren alrededor de 160 homicidios en Bélgica, los asesinatos relacionados con las drogas no son muchos. No representan ni siquiera el 10% de los asesinatos asociados con el tráfico de cocaína de alto nivel en Amberes, fueron solo seis en diez años”, matiza.
La carta abierta señala que las organizaciones criminales se han infiltrado en los puertos, las aduanas, la policía e incluso en los sistema penitenciario y judicial.
También afirma que jueces, incluida la autora, han sido amenazados y pide acción gubernamental.
La criminóloga Letizia Paoli asegura que apoya el llamado a que las autoridades destinen más recursos y ofrezcan una mayor protección a los magistrados: “Son peticiones realmente razonables y necesarias”.
Pero insiste en que no hay razón para hablar de Bélgica como un narcoestado.
En su opinión, un narcoestado tiene tres características: un nivel muy alto de violencia que afecte la vida comunitaria, una corrupción relacionada con las drogas tan extendida que alcance las más altas esferas del gobierno y una economía de la droga que aporte mucho al PIB.
“Ninguno de estos tres criterios se aplica a Bélgica”, apunta.
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