Apenas va a iniciar el 2024 y ya hay que preparar la cartera, pues la Secretaría de Medio Ambiente de la CDMX y del Estado de México dieron a conocer el calendario de Verificación Vehicular para el primer semestre del próximo año.
En el caso de la Ciudad de México la verificación del primer semestre de 2024 quedará así:
Tendrá un costo de 5.625 UMA más IVA y la multa por verificación extemporánea será de 20 UMA.
Mientras que en el Estado de México las fechas son las siguientes:
De acuerdo a lo emitido por la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, la constancia de doble “00” tendrá un costo de 10 veces el valor de Unidad de Medida y Actualización (UMA); cero “0” 5 UMA; y “1” y “2” 4 UMA. Es decir, los precios quedarían en mil 037 pesos, 518 pesos y 414 pesos, respectivamente.
Se trata de una revisión visual y mecánica mediante el cual se registra a cada vehículo y la cantidad de emisiones contaminantes que genera, con lo que se le asigna un engomado que le permitirá circular diario o descansar algunos días de acuerdo con el programa Hoy No Circula.
En el caso de la CDMX deben verificar:
Por otro lado, los que están exentos de verificar son tractores agrícolas, la maquinaria dedicada a las industrias de la construcción y minera, las motocicletas, los vehículos con peso bruto vehicular menor o igual a 400 kilogramos, los vehículos eléctricos, vehículos híbridos categorías I y II, los que cuentan con matrícula de auto antiguo, así como los automotores con matrícula de demostración o traslado y aquellos cuya tecnología o dimensiones impida la aplicación de la Norma Oficial Mexicana.
Si tu auto es engomado amarillo o terminación de placas 5 o 6 te toca cumplir este requisito entre enero y febrero, para cumplir con él debes obtener una cita en la página https://data.finanzas.cdmx.gob.mx/sma/Consultaciudadana
El día de tu cita acude 15 minutos antes y debes llevar los siguientes documentos:
Antes de acudir deberás revisar que tu auto no tenga adeudos de tenencia, infracciones o fotocívicas. De lo contrario, deberás realizar los pagos antes de verificar.
El ave del terror superaba los 2,5 metros de altura y tenía poderosas extremidades y un pico enganchado con el que destrozaba a sus presas.
Hace 13 millones de años, en los amplios pantanales primitivos de Sudamérica, un enorme reptil aviar no volador, conocido como el “ave del terror”, dominaba el entorno con violenta voracidad.
Estas aves eran depredadoras por excelencia; podían alcanzar estaturas de más de dos metros y tenían poderosas extremidades, afiladas garras y potentes picos encorvados con los que despedazaban la carne de sus presas.
Sin embargo, un nuevo estudio de un fósil encontrado en Colombia hace varios años concluyó que el ave del terror posiblemente no lo tenía todo a su favor y también fue víctima de otros depredadores en un mundo de “todos contra todos”.
Los paleontólogos en el país sudamericano observaron unas marcas de colmillos en un hueso fosilizado que pertenece a una de estas peligrosas aves, lo que supone que algún otro animal aún más grande la pudo haber matado.
Los expertos compararon las perforaciones de los colmillos en el hueso de pata fosilizado con la dentadura de otro reptil prehistórico de tipo caimán o cocodrilo.
Escaneos en 3D de las mordeduras permitieron a los científicos reconstruir lo que creen que fue una “pelea a muerte” que el ave del terror no sobrevivió.
El nuevo estudio, publicado en la revista Biology Letters, comparó el tamaño y la forma de las marcas de dientes con los cráneos y dientes de depredadores similares a cocodrilos en colecciones de museos.
Los investigadores dicen que la muestra es una rara evidencia de la interacción entre dos de los principales depredadores extintos de la época.
El hueso estudiado fue descubierto hace más de 15 años en el desierto de Tatacoa en Colombia.
Cuando el ave habitaba en los pantanos de la región hace 13 millones de años, tendría unos 2,5 metros de altura y se cree que usaba sus poderosas extremidades para dominar y despedazar a su presa.
Lo que los científicos no han podido probar de forma concluyente es si esta particular y desafortunada ave del terror murió en el ataque o si el caimán la devoró como carroña.
“En las marcas de mordedura del hueso no hay señales de curación”, explicó el principal investigador Andrés Link, de la Universidad de los Andes, en Bogotá.
“Así que si ya no estaba muerta, murió en el ataque. Ese fue el último día en que el ave estuvo en este planeta. 13 millones de años después se encontró un pedazo del hueso de su pata”.
El desierto de Tatacoa es rico en yacimientos de fósiles de una época conocida como el Mioceno Medio.
En ese entonces, era un pantano húmedo, donde la sedimentación de los ríos atrapaba y fosilizaba los huesos de animales muertos, resultando en los restos preservados que se encuentran en la actualidad.
Este hueso en particular fue descubierto hace 15 años por César Augusto Perdomo, un coleccionista de fósiles de la región.
Los científicos colombianos trabajaron conjuntamente con Perdomo, estudiando y catalogando los fósiles que había recopilado en su museo.
Allí se dieron cuenta de que el trozo de hueso del tamaño de un puño correspondía a la pata de una ave del terror.
Ese fue un descubrimiento emocionante, porque los fósiles de ave del terror son raros.
Link y sus colegas también quedaron fascinados con las marcas de perforaciones en el hueso, que claramente habían sido hechos por los colmillos de otro poderoso depredador.
Dichas marcas corresponderían a una especie de caimán extinto llamado Purussaurus neivensis, un tipo de cocodrilo que midió hasta cinco metros de largo.
Los investigadores piensan que emboscó a su presa desde la orilla del río, muy similar a como lo hacen los cocodrilos y caimanes modernos.
“Me imaginaría que estaba esperando a que una presa se acercara”, expresó Link.
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Si eso, en efecto, fue una batalla entre dos depredadores ápice, que permite formar una idea de lo que era un antiguo ecosistema.
Las feroces aves del terror pudieron ser mucho más vulnerables a los depredadores de lo que se pensaba.
“Cada pedazo de un cuerpo nos ayuda a comprender mucho sobre cómo era la vida del planeta en el pasado”, declaró Link a la BBC.
“Eso es algo que me asombra, cómo un pequeño hueso puede completar una historia”.
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