
Una jueza federal vinculó a proceso a cuatro excolaboradores del exgobernador Silvano Aureoles por haber cometido un presunto desfalco por más de 3 mil millones de pesos en Michoacán.
Se trata de Carlos “N”, exsecretario de Finanzas y Administración; Mario “N”, exdelegado administrativo de la misma dependencia; Elizabeth ”N”, exdirectora de Catastro y José Antonio “N”, exsecretario de Seguridad Pública.
Tras una audiencia de casi 22 horas, la jueza de control Patricia Sánchez Nava del Centro de Justicia Penal Federal del Reclusorio Oriente dictó la vinculación a proceso en contra de los cuatro señalados, quienes son acusados de los delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita, administración fraudulenta, asociación delictuosa y peculado.
La audiencia comenzó alrededor de las 11:00 horas del jueves 6 de marzo y concluyó este viernes a las 8:30 horas.
La juzgadora ratificó además la medida de prisión preventiva oficiosa dictada en contra de los cuatro funcionarios y fijó un plazo de tres meses para la investigación complementaria.
De acuerdo con Proceso, la Fiscalía General de la República (FGR) señala a los excolaboradores de haber participado en la adjudicación directa de contratos a favor de la empresa Inmobiliaria DIP para la renta, mantenimiento y posterior venta de siete cuarteles que fueron adquiridos por el gobierno de Michoacán en más de 3 mil 400 millones de pesos.
Según la FGR, el entonces gobernador Silvano Aureoles (2015-2021), actualmente prófugo de la justicia, habría autorizado la compra a sobreprecio.
En la última parte de la audiencia, la defensa de los acusados indicó que en noviembre del año pasado la empresa firmó un acuerdo de reparación con el gobierno de Michoacán para devolver más de 90 millones de pesos.
Sin embargo, la jueza descartó que este acuerdo pueda favorecer a los cuatro exfuncionarios o al resto de personas acusadas en esta misma causa penal y que están pendientes de ser detenidas.

La medida de paralización de los procesos migratorios afecta a las personas provenientes de 19 países no europeos.
El gobierno de Donald Trump anunció este martes la suspensión de las solicitudes de inmigración presentadas por ciudadanos de Venezuela, Cuba, Haití y otros 16 países no europeos, a los que les había restringido la posibilidad de viajar a Estados Unidos a principios de este año.
La decisión paraliza las solicitudes de residencia y ciudadanía pendientes de las personas procedentes de ese grupo de países y exige que todos los inmigrantes procedentes de esos estados “se sometan a un proceso de revisión exhaustiva”.
Además de los países latinoamericanos mencionados, la lista afecta a los ciudadanos de Afganistán, Burundi, Chad, Eritrea, Guinea Ecuatorial, Irán, Laos, Libia, Myanmar, República del Congo, Somalia, Sudán, Yemen, Sierra Leona, Togo y Turkmenistán.
La medida fue formalizada a través de un memorando del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos en el que se anuncia un proceso exhaustivo de reevaluación, para analizar a fondo “las amenazas a la seguridad nacional y pública, así como cualquier otro motivo de inadmisibilidad o inelegibilidad”.
El texto oficial que detalla la nueva política hace referencia al ataque armado ocurrido la semana pasada en Washington D.C. contra dos miembros de la Guardia Nacional, uno de los cuales falleció.
Por ese ataque fue detenido como sospechoso Rahmanullah Lakanwal, un hombre afgano que había colaborado con las fuerzas estadounidenses en Kabul y que entró a EE.UU. en 2021, beneficiado por un programa que otorgó protección especial a los migrantes de ese país, tras la retirada de los militares de EE.UU. de ese país.
La oleada de restricciones ocurridas tras el ataque a los miembros de la Guardia Nacional sugiere un enfoque creciente del gobierno de Trump sobre la inmigración legal, enmarcado en la protección de la seguridad nacional.
Desde que volvió a la presidencia en enero, Trump firmó una orden ejecutiva en la que busca “proteger a los ciudadanos estadounidenses de extranjeros que puedan intentar cometer actos terroristas, representar amenazas a la seguridad nacional, promover ideologías de odio o explotar las leyes de inmigración con fines maliciosos”.
En ese contexto, Trump ha ordenado enviar a decenas de agentes federales a las principales ciudades de Estados Unidos para detener migrantes indocumentados y concretar deportaciones.
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