Home
>
Genero y Diversidad
>
Mamás usuarias de drogas: adicción durante el embarazo, criminalización y un montón de bebés con abstinencia
Mamás usuarias de drogas: adicción durante el embarazo, criminalización y un montón de bebés con abstinencia
Alejandra lleva casi seis meses en un centro de rehabilitación irregular en Cancún. Foto: Ricardo Hernández
19 minutos de lectura

Mamás usuarias de drogas: adicción durante el embarazo, criminalización y un montón de bebés con abstinencia

La política antidrogas alcanzó a embarazadas usuarias de sustancias en México. Personal médico las reporta a las fiscalías bajo argumentos penales y no de salud. Muchos de los procesos terminan en la separación de madres y bebés. Ellos son institucionalizados en espacios no adecuados para su atención. Además, la proliferación de la metanfetamina nos ha llevado a un escenario sin precedentes: recién nacidos con síndrome de abstinencia y otros trastornos derivados del consumo de sus madres, una población que al Estado no le interesa atender.
12 de agosto, 2025
Por: Ricardo Hernández

Este reportaje se realizó para Animal Político y CONNECTAS

Por miedo no dijo nunca nada a los doctores. En los dos últimos embarazos de Alejandra, esos que pasó entre la adicción, prefirió no informarles sobre su uso descontrolado de metanfetamina. 

No les dijo nada ni cuando la internaron por anemia y riesgo de aborto espontáneo, ni cuando llegó de urgencias al hospital a parir a su hija bajo los efectos del cristal, ni cuando se dio cuenta de que la bebé había nacido con síndrome de abstinencia, toda descompuesta, temblorosa y febril. Ni siquiera cuando vio cómo a la recién nacida se le dilataron las pupilas al amamantarla con leche que salía contaminada con esta droga barata y sintética que se ha propagado por todo el país. 

Prefirió callar por el miedo a la política punitiva de drogas que sostiene México para estos casos.

Lo de Alejandra, una joven de Cancún que solicitó sólo citar su nombre de pila, no es algo aislado. La metanfetamina es la droga ilícita más común con la que las personas inician el consumo de drogas, solo superada por la marihuana, según informes de la Secretaría de Salud (SSA).

Es cada vez más común, incluso, entre mujeres embarazadas. Y como consecuencia, cada vez más bebés están naciendo con síndrome de abstinencia, intoxicación y delirios. De 2011 a 2024, se cuentan casi 500 recién nacidos que llegaron a las salas de urgencias del país con trastornos derivados de la toxicomanía de sus madres durante la gestación, según datos obtenidos para esta investigación. Y, como respuesta, las instituciones no brindan atención institucionalizada: rehabilitación compatible con la maternidad y políticas de cuidados especiales para los bebés.

Madres usuarias de drogas
Crédito: Minerva GM

Muy al contrario. En muchos de estos casos hay criminalización, pues el personal médico reporta la adicción de mujeres embarazadas usuarias a las fiscalías bajo argumentos penales –y no de salud–, sin protocolos que dicten cómo actuar en estos supuestos y con una normativa para atención pre y neonatal desactualizada. Los Ministerios Públicos (MP) inician procedimientos contra ellas por un delito no punible, el de consumo personal en espacios privados. Y por otro lado, las autoridades de asistencia social, en muchos casos, separan a estos recién nacidos de sus madres para ingresarlos a casas hogares, que no fueron creados específicamente para recibir bebés en contextos de drogas o que no cuentan con capacidad ni infraestructura para atender casos así.

Quintana Roo y Jalisco son dos de los estados con mayor aumento en el consumo de metanfetamina, y por ello fueron seleccionados para este trabajo, a fin de revelar y entender el panorama al que se enfrentan mujeres embarazadas usuarias y sus hijos.

Casos médicos legales

La criminalización para las mujeres embarazadas con adicción a drogas empieza desde el control prenatal. En cuanto el personal médico tiene noticia de que la paciente es usuaria de sustancias psicoactivas notifica a las fiscalías bajo la figura de “caso médico legal”, contemplado en los Códigos Penales de 28 estados país.

En ellos, se establece como obligación para el personal médico notificar aquellos casos en los que hay un lesionado por presuntos hechos delictivos, tal como algún apuñalado o herido de bala. En ninguno de ellos se incluye el uso de sustancias psicoactivas como motivo por el cual levantar un reporte, y sin embargo, los médicos notifican ante el Ministerio Público a las mujeres embarazadas con adicción, como si se tratara de delincuentes.

Consumir drogas, siempre y cuando la portación de la sustancia no supere los gramajes permitidos no es ningún delito en México, según lo establecido en la Ley General de Salud. Los actos penados tienen más que ver con narcomenudeo o narcotráfico, con personas vendiendo o traficando drogas: escenarios lejos de una madre con problemas para superar su adicción.

“De por sí no es fácil transitar a la maternidad. No es fácil para ninguna mujer. Y si encima uno está luchando con una sustancia que ya de alguna manera ha tomado el control, el reto es todavía mayor y hay que abordarlo con compasión y con empatía y no con estigma y criminalización”, dice Corina Giacomello, investigadora de la Universidad Autónoma de Chiapas, una de las pocas especialistas a nivel global en infancias, maternidades y drogas.

En Quintana Roo, los avisos al MP se hacen a discreción y según el criterio personal de quien está brindando el servicio, de acuerdo con lo informado por el área de ginecología del Hospital Regional Número 17, del IMSS, en Cancún.

En Jalisco, en lo que va del año, el Hospital Civil de Guadalajara ha recibido a 38 mujeres embarazadas que informaron a los médicos ser usuarias de alguna droga, la mayoría de metanfetamina. Todas fueron reportadas al MP, según fuentes que trabajan en la dirección del área obstétrica del lugar.

No resulta extraño, entonces, que Alejandra haya preferido mantener oculta su adicción al cristal durante sus embarazos. Una tarde de mayo cuenta su historia, que revela el desamparo de mujeres embarazadas con dependencia a drogas y de bebés con trastornos por este consumo. Lo hace en un centro de rehabilitación irregular en Cancún, que opera sin permiso de la autoridad federal competente, y que fue el único espacio donde encontró ayuda.

Alejandra y los avisos al Ministerio Público

Nunca quiso ser madre y, sin embargo, Alejandra lo fue cuatro veces. El primero, un embarazo adolescente a los 14 años. El segundo, a los 17. Estudiaba y maternaba. Pero luego se dejó con su pareja y sintió esa sensación de libertad que da la soltería; empezó a cambiar las tareas por salidas, fiestas con amigos y antros con su hermana, en Cancún, el polo turístico de México. Y eso le gustó. 

A sus 22, comenzó a vivir la vida que no pudo de adolescente. En una ocasión, en Ginza Night Club, su hermana mayor la animó a probar cocaína.

—Al final me logró convencer, pero como ya se la habían acabado me dieron cristal. Me acuerdo que, esa vez que le inhalé, me lagrimearon los ojos—, recuerda Alejandra, quien solicita solo citar su nombre, sin apellidos.

Ese mismo día conoció las drogas y al chico que se las ofreció, un narcomenudista novato, con el que empezó un romance con citas llenas de besos y cristal, que evolucionó hasta ser una relación estable con dos nuevos embarazos, los que llevó a término con una adicción que se salió de control.

—Me empecé a drogar con él. Solo cristal. Nunca probé otra cosa […] Y luego me entero que tengo dos meses y medio de embarazada de mi hija. 

Para entonces, Alejandra ya había dejado la crianza de sus dos hijos previos a su madre y se había mudado a Playa del Carmen, en donde la pareja continuó con el narcomenudeo. 

El embarazo evolucionó y el consumo también: un gramo de cristal cada 15 días. En los nueve meses de gestación sólo tuvo dos consultas prenatales, de las cinco mínimas recomendadas. 

La primera fue porque tuvo contracciones a los seis meses y medio, indicios de un aborto espontáneo por el que la internaron una semana en el Hospital General de Playa del Carmen. Sobre este punto, el Centro Nacional de Información Biotecnológica del gobierno de los Estados Unidos advierte que el consumo de metanfetamina podría aumentar la posibilidad de aborto espontáneo.

Uno de los retos de las casas hogares en el país es hacerlos espacios amigables, con ambientes respetuosos para las infancias
Foto: Ricardo Hernández

Y la segunda cita prenatal fue para recibir las últimas indicaciones para el parto.

—Cuando te atendieron las enfermeras, ¿te preguntaron si consumías drogas? —pregunto.

—Sí, pero yo no sabía con qué intención me lo decían y yo les decía que no. 

A cada mujer que acude a consulta prenatal, explica Sandra Pérez Silva, jefa de ginecología del Hospital Regional Número 17 del IMSS, en Cancún, el personal médico le inicia una historia clínica, en la que se integran antecedentes heredofamiliares y también datos personales no patológicos en los que se incluye lo relativo al uso de sustancias psicoactivas.

—En ese punto uno interroga si tiene adicciones, tabaquismo, alcoholismo, drogadicción. Y empezamos a marcar, si alguna de esas respuestas es sí, desde cuándo, la cantidad, los periodos de duración, si ha tenido tratamiento o no, si ha pedido ayuda y todo lo que venga derivado de una afirmación de estas toxicomanías. Una vez que se detecta eso, valoramos el riesgo—, dice Pérez Silva. 

—¿Y cómo deciden dar o no aviso al MP? 

—Si viene aquí y deliberadamente dice “sí, sé que estoy embarazada, no me importa y consumo drogas”, sí tenemos que hacer aviso al MP. El aviso es un formato institucional, que incluye la información de la paciente que estás notificando, el hecho que provoca el aviso, la fecha y se entrega a nuestro departamento de Trabajo Social y ellos ya hacen la vinculación.

—Pero, ¿bajo qué criterio se hace?

—Porque cualquier mujer obstétrica que se ponga en peligro de morir, la NOM 007 es muy clara. Dice que tienes que salvaguardar la vida de la paciente. Si ella misma se está poniendo en riesgo, lo tienes que reportar.

MP mamas consumo drogas
Foto: Diseño AP

Pero la Norma Oficial Mexicana 007, la cual establece los criterios para atender y vigilar la salud de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio y la atención del recién nacido, solo indica que se debe promover que la mujer se abstenga de usar drogas durante el embarazo. No habla nada de reportes al MP por consumir drogas durante el embarazo. Además, la NOM es de 2016; está tan desactualizada que solo contempla al alcohol, tabaco y cocaína como las drogas de riesgo para las gestantes.

Alejandra estuvo una semana internada. La atención evitó el aborto, pero le diagnosticaron anemia. Uno de los efectos de la metanfetamina es que inhibe el apetito. Alejandra podía pasar dos o tres días sin comer, pero con la euforia del estimulante a tope. Una vez que la dieron de alta volvió a casa y también a consumir cristal hasta el día del parto, que fue el 31 de enero de 2020. 

—Ella nació de 2.100 kilos. O sea, a mí me dijeron los doctores: con 100 gramos menos se quedaba en la incubadora. Midió 46 centímetros, estaba muy pequeñita. 

Cuando la dieron de alta se fue a la casa donde vivía con su pareja, que con el tiempo se convirtió en un punto de venta y también un centro de reunión para otros amigos con adicciones. Todo el día, todos los días, personas tomando dosis.

—De repente se me olvidaba que mi bebé existía. Cuando empezó a gatear, pues iba por el suelo y se encontraba marihuana que se metía a la boca y yo se la quitaba. Luego, cuando lloraba le daba su leche y si no quería dormirse, pues había una que otra amiga que le soplaba el humo de la mota a ella para adormecerla. Y veía que sí funcionaba. Veía que sí se dormía y sí dejaba de llorar. Ahí empezó el consumo de ella.

Así pasaron cuatro meses, con soplos de marihuana a su hija por cada llanto y ella drogándose con cristal como nunca antes, hasta que Alejandra se embarazó por cuarta vez. 

Para entonces su adicción había evolucionado al grado de tener que consumir tres gramos por día. En este embarazo no fue a ni una sola cita prenatal, dice, porque ya sabía lo que tenía que hacer y por el miedo a que los doctores supieran de su adicción. 

Alejandra supo que iba a parir por las contracciones y porque expulsó algo de sangre cuando fue al baño. 

Alejandra espera poder rehabilitarse y ayudar a otras madres como ella.
Alejandra espera poder rehabilitarse. Foto: Ricardo Hernández

—Me di dos pases, pues por aguantar, ¿no? Eso nada más era para mantenerme despierta— recuerda.

Era agosto de 2022, tenía 23 años y se alivió de urgencias en el Hospital General Jesús Kumate, de Cancún. A excepción del bajo peso de la niña, todo salió bien. El problema, como pasa en estos casos, vino después, cuando regresó a casa y notó rara a su bebé, con fiebre, temblores, hiperactividad y llanto desesperado: síntomas compatibles con lo que especialistas han denominado Síndrome de Abstinencia Neonatal (SAN).

La metanfetamina consumida durante el embarazo había atravesado la placenta e ingresado al sistema nervioso de la bebé, desarrollando también en ella dependencia a esta droga y, consecuentemente, síndrome de abstinencia en los días posteriores al parto, pues ya no recibía directamente la sustancia como cuando estaba en el vientre. Por desconfianza hacia la autoridad, Alejandra decidió no visitar a ningún doctor; intentó calmarla como pudo. Pero luego todo se puso aún peor.

—Yo volví a drogarme. Era de noche, estaba drogándome normal y ella lloró. Lloraba mucho. Le dio mucho eso de llorar y de no dormir. A mí me estresaba eso, ¿no? Decía: “No se calla, le voy a dar el pecho para que se duerma”. Tenía dos días de nacida. Le di pecho y no sé cómo estoy en mi teléfono, volteo y veo que sus ojitos los tenía abiertos, sus pupilas bien dilatadas y su pulso en el pecho y en el cuello estaba alteradísimo. Me asusté.

Lo que pasa es que la metanfetamina que consumen las lactantes llega hasta la leche materna y los bebés terminan por consumirla por esta vía, según lo advertido por el Centro Nacional de Información Biotecnológica del gobierno de los Estados Unidos.

Apenas dos días de vida y la bebé de Alejandra ya sabía lo que era el síndrome de abstinencia y padecía los efectos de esta droga barata, sintética, súper adictiva, letal, cuando se abusa de ella y que ha causado estragos inéditos en México, especialmente, sobre mujeres embarazadas y bebés, una población invisibilizada cuando se aborda el tema.

El año pasado se marcó un récord en el país, con 54 recién nacidos en salas de urgencias con delirios, síndromes de abstinencia o intoxicación, de los que el 62 % estuvieron relacionados con fármacos y narcóticos, que son las drogas que registran un repunte sin precedentes en México.

Fármacos, narcóticos y bebés

La metanfetamina ha proliferado tanto al grado de que se ha colocado en el 90 % del territorio nacional como la droga de mayor impacto, es decir, el motivo principal por el cual los usuarios acuden a pedir ayuda para rehabilitarse. Una de cada tres personas atendidas desde 2011 por los Centros de Integración Juvenil (CIJ), un órgano sectorizado de la SSA dedicado al tratamiento de consumo de drogas, tiene problemas con los fármacos y narcóticos, donde el cristal figura como protagonista, de manera más notoria a partir del 2017.

Por otro lado, desde 2011 se han registrado más de medio millón de ingresos a Urgencias por trastornos derivados del consumo de sustancias psicoactivas, de acuerdo con datos de la SSA. De ellos, casi 500 son bebés con afectaciones a su salud por drogas. 2024 marcó el récord, con 54 recién nacidos con delirios, síndromes de abstinencia o intoxicación por estimulantes. Esta cifra son sólo los que van a hospitales. Los casos como el de Alejandra y sus bebés, que desconfían y hasta temen a las autoridades, están invisibilizados.

Te puede interesar |   Mujeres y drogas: ellas enfrentan acceso diferenciado a tratamiento, más estigma y discriminación

Jalisco y sus bebés entre drogas

De 2021 a 2024, el Ministerio Público de Jalisco intervino en 93 ocasiones por el reporte de recién nacidos de madres usuarias de drogas, de acuerdo con datos obtenidos vía Transparencia. Y tan solo en lo que va del 2025 ya se cuentan otros 72, según Sandra Trelles, titular de la Procuraduría del menor de Jalisco: un año atípico y alarmante. 

En todos ellos, el MP solicitó la intervención de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes. También emitió medidas de protección para los bebés y otorga un periodo de 60 días a la procuraduría para determinar su situación jurídica, explica Trelles.

Las procuradurías evalúan cada caso, con un equipo multidisciplinario de psicólogos, trabajadores sociales y abogados, según Trelles. Entrevistan a la madre y a la familia o red de apoyo con la que cuenta el bebé para conocer la situación emocional por la que pasan. Visitan la casa para determinar si es un espacio seguro y determinan qué derechos se están violando para el bebé.

La procuraduría emite entonces una medida de protección complementaria para el bebé. En el mejor y más raro de los casos, si es que hay un entorno favorable, el menor no se separa de la madre y así se evita la institucionalización del bebé. Ahora bien, si se determina que el núcleo familiar no es el óptimo o hay riesgos, el bebé queda bajo resguardo de algún familiar. En el peor y más común de los casos, los bebés son trasladados a casas hogares, públicas o privadas.

En cualquier caso, la procuraduría emite un plan de restitución, documento en el que se detalla la forma en que se llevará a cabo el restablecimiento de los derechos violentados al menor y con qué institución hace falta vincularse para remediar la situación.

Bebés sin redes de apoyo

Cada vez es más común que las Procuradurías del Menor no encuentren una red de apoyo para los bebés en lo que se soluciona la situación de la madre, según Trelles.

Por eso los trasladan a casas hogares, que suelen ser espacios no adecuados para recibir a esta población. Mario de Jesús Palma Ramírez, subdelegado de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños, Adolescentes y la Familia de Cancún, reconoce que no cuentan con las instalaciones ni el personal adecuado para recibir recién nacidos de madres usuarias de drogas. 

Ante las carencias, optan por trasladarlos a casas hogar privadas; llegar a acuerdos con fundaciones que apoyen a esta población, o también les delegan la responsabilidad a las familias. 

“A veces también se les da la apertura para que puedan, si ellos están en las posibilidades, de hacerse de algún especialista por su propia cuenta. Se le dan los accesos y las facilidades para que el niño pueda estar recibiendo todo ese tipo de terapias”, dice el funcionario. “Quisiéramos tener las instalaciones más óptimas del mundo, ¿no? Pero sí, hay situaciones que a veces tenemos que buscarlos nuevas formas para poder resolver”, añade.

Y no todas las casas hogar privadas son aptas para estos bebés. En Quintana Roo no existe ninguna especializada en la atención neonatal, pero en Jalisco sí. Según Sandra Trelles, el DIF Jalisco tiene convenio con nueve casas hogares con lo necesario para atender estos casos.

En algunas casas hogares dan clases de regularización para niños
Algunas casas hogares dan clases de regularización. Foto: Ricardo Hernández

Desde 2016, el DIF registra 1,185 bebés niños, niñas y adolescentes, hijos de toxicómanos, en Centros de Asistencia Social (CAS): establecimientos públicos, privados o de asociaciones civiles, destinados al cuidado o acogimiento residencial para infancias sin cuidado parental.

El dato es representativo porque solo 13 entidades respondieron a las solicitudes de información y no todas brindaron datos desde 2016. Se trata de menores separados de sus familias por ser víctima de alguna vulneración de sus derechos.

Lee | Nuevas drogas y dinámicas de consumo preocupan en México y el mundo

Aunque en la ley se establece que el DIF está facultado para recibir a población vulnerable, como personas en situación de calle, con discapacidad o adultos mayores, no tiene la obligación de albergar población con problemas relacionados a las drogas. Para eso existe una Red de Atención a las Adicciones, dirigida por la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), conformada por casi 2,400 unidades públicas y privadas.

A diferencia de estos, los CAS no cuentan, por ejemplo, con clínicas de desintoxicación, equipamiento o insumos médicos específicos para reducción de daños o sustitutivos de opiáceos. Tampoco hay personal capacitado como especialistas en rehabilitación, o psicólogos y psiquiatras con estudios relacionados a las adicciones, ni programas específicos o protocolos para atender a esta población, mucho menos para tratar con recién nacidos con trastornos por drogas. 

Un exprocurador de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes, que pidió el anonimato como condición para compartir información, reconoció que, durante su reciente gestión, no encontraron la manera de atender estos casos. Cada año ordenaban trasladar a varios bebés de madres con dependencia a drogas a diferentes CAS, mismos que llegaban con las secuelas del consumo de drogas de sus madres, con desnutrición severa, muy delicados de salud. 

El problema, dice la fuente, es que estas casas hogares no tienen pediatras o perinatólogos, tampoco una clínica para brindarles atención médica, ni protocolos ni programas para saber cómo proceder. Son casos difíciles, prosigue, pues tardan años en recuperar su salud, más otros años en que retornen a su familia, tutor o a un entorno seguro, tiempo en que pasa junto a otros niños y niñas desconocidos, en iguales o peores condiciones.

Con este panorama se incumple la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, en lo referente a la regulación de los CAS. “El Estado mexicano no se está haciendo cargo de la protección y restitución de derechos de niñas, niñas y adolescentes”, opina Krysha Carretero, presidenta de Conexiones de Byda, organización civil que promueve los derechos de la infancia.

La especialista explica que existe el Modelo tipo de atención y protección integral de centros de asistencia social para niñas, niños y adolescente, instrumento que permite estructurar los servicios integrales que se brindan al interior de un CAS. Es un manual muy general que no especifica, en ninguna parte, personas toxicómanas como población objetivo. Y, sin embargo, los están atendiendo. 

“El 90 % de los niños, niñas y adolescentes institucionalizados están en Centros de Asistencia Social privados y no están suficientemente regulados, ni vigilados”, dice Carretero, quien critica que el trabajo de buena parte de ellos se guían por mandatos religiosos y no por evidencia científica o políticas públicas.

“Si una niña o un bebé que viene de esta condición de drogas y no tiene un tratamiento especializado, pues difícilmente va a tener un desarrollo pleno como el resto de los niños que viven en otras condiciones”, advierte.

‘Allá afuera hay muchos pidiendo ayuda’

Alejandra relaciona las personalidades de sus hijos –aquellos dos que tuvo durante su periodo de adicción– con los efectos de las drogas con las que tuvieron más contacto. 

Una, la que calmaban a soplidos de marihuana, es muy tranquila, hasta diría que floja, duerme mucho y es de apetito voraz. La otra, la que se gestó con cristal, que nació con síndrome de abstinencia y que sintió los efectos de la droga cuando era amamantada, es mucho más vivaracha, muy inquieta, traviesa y llorona, y casi nunca tiene hambre o come muy poquito.

El deseo de cambio, de querer rehabilitarse, dice Alejandra, vino precisamente cuando se dio cuenta de eso, de cómo la droga se había colado en lo más íntimo de su familia. Empezó a sentir culpa y remordimiento. Hizo memoria y recordó que siempre había preferido empeñar sus muebles para comprar cristal a comprarles a ellos un dulce. 

“Antes de conocer el cristal yo disfrutaba pasar tiempo con mis hijos. Antes yo llevaba mis hijos al parque y no lo veía como una obligación”, recuerda.

Dice que estos dos últimos hijos, a diferencia de los que tuvo antes, no tenían esquema de vacunación completo ni siquiera acta de nacimiento, requisitos para inscribirlos a la escuela. Además, cada vez empeoraban los síntomas de la abstinencia: fiebre, psicosis, dolor de huesos, convulsiones y hasta ideaciones suicidas.

“Muchas veces estuve en el intento de suicidarme, pero el hecho de no dejar solas a mis hijas fue lo que me incitó a estar aquí hoy en día”, dice.

Pero cuando pidió ayuda nadie respondió. Cuando les decía a sus amigos que tenía hambre o que se sentía mal de usar cristal, ellos hacían caso omiso. “Todo el mundo dice que si quieres dejar la droga, lo puedes dejar y listo. No. Muchas veces quieres dejarla, pero no puedes. Necesitas la mano o necesitas la ayuda, en este caso, de un centro de rehabilitación que te obstruya el paso a acceder a la droga”, señala.

También lee | Perspectiva de género frente al consumo juvenil de drogas, clave para políticas locales

Buscó entonces opciones en Cancún y encontró este centro de rehabilitación irregular donde estamos, en donde se internó por su propia voluntad. “Actualmente, llevo ya tres meses sin consumo. Y ya apenas empiezo a ver la luz”, dice.

Puerta de un dormitorio en una casa hogar en Cancún.
Foto: Ricardo Hernández

Alejandra ahora tiene metas. Quiere dejar el cristal, completar los seis meses que dura el programa y luego hacer que sus amigos y amigas embarazadas o que son ya madres con adicción sepan que existen lugares donde les pueden ayudar a rehabilitarse. 

“Hay personas que ya no se quieren drogar, así como yo. Muchas veces tuve una pipa y decía ‘ayúdame a salir de esto, que ya no me quiero drogar, pero no sé cómo dejarlo’ y no recibía respuesta. Entonces, siento que hay muchas personas ahí afuera que también están con una pipa en la mano diciendo: ‘Ayúdame’”, dice y lanza un último cuestionamiento: “Toda madre, al final, aunque sea adicta, aunque sea alcohólica o drogadicta, tiene derecho a cambiar por su hijo, ¿no?”.

 

Etiquetas:
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC
La radiografía del suicidio en Chile, el fenómeno que causa más muertes que los homicidios en ese país
11 minutos de lectura

La tasa de suicidio en Chile en 2024 llegó a alrededor de 10.5 muertes por 100 mil habitantes, cuatro puntos por sobre la tasa de fallecimientos por homicidios en ese mismo periodo. Pero, ¿cómo se caracteriza este complejo problema de salud pública en el país sudamericano?

05 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

“No sé si ustedes saben que en Chile hay más suicidios al año que homicidios. En Chile se suicida más gente que la que muere en condiciones o víctima de la delincuencia”, dijo el presidente Gabriel Boric semanas atrás.

La afirmación, que podría ser simplemente un dato de salud pública, no lo es si se considera el contexto en el que se dijo: una campaña electoral donde la principal preocupación de los chilenos es la inseguridad.

“Los dos, por cierto, son terribles, no se trata de que una valga más que la otra, pero de una se habla mucho, de la otra se habla poco. Y por eso es importante hablar muy firme y muy fuerte de salud mental, es para cuidarnos, es para cuidarnos entre todos”, agregó Boric.

La sensación de inseguridad ha aumentado en los últimos años en ese país, entre otros factores, por el incremento de los niveles de violencia en delitos comunes como el robo y la reciente presencia de grupos criminales como el Tren de Aragua.

La contracara de aquello es que las cifras de delitos violentos han ido a la baja respecto del año pasado, según datos del Ministerio de Seguridad Pública de Chile.

La agenda de seguridad ha estado en el centro del debate nacional en el marco de las elecciones presidenciales, cuyo balotaje se celebrará el próximo 14 de diciembre entre la comunista Jeannete Jara y el derechista ultraconservador José Antonio Kast.

Y, aunque en mucha menor medida, el tema de la salud mental también ha sido parte de la discusión. Jara ha puesto especial énfasis en el tema. Ella tiene una historia personal al respecto: su primer marido se suicidó poco después de haberse casado.

“Un fallecimiento por suicidio es un duelo casi eterno”, ha dicho.

En su programa de gobierno propone justamente fortalecer la estrategia de prevención del suicidio y la implementación de un nuevo modelo de atención de salud mental en urgencias.

Kast, por otro lado, tiene entre sus propuestas fortalecer el plan nacional de salud mental y dar apoyo principalmente a adultos mayores.

Una tendencia sostenida

La tasa de suicidio en Chile en 2024 llegó a alrededor de 10,5 muertes por 100.000 habitantes.

El número es un poco mayor al promedio mundial (≈9,0), pero se encuentra entre los más altos de América Latina, de acuerdo al último informe de la Organización Mundial de la Salud de 2019.

Chile está por debajo de Uruguay, país que tiene de las tasas más altas de la región (21,35), pero por sobre países como México, Colombia o Brasil.

A la vez, tiene una tasa similar a las estimaciones para Europa, pero menor a la de Estados Unidos, la que ronda entre los 14 y 16 suicidios por 100.000 habitantes, de acuerdo a cifras del Centers for Disease Control and Prevention (CDC).

Más allá de la comparativa global, hace años y ya de manera sostenida se ha observado que el suicidio representa una mayor cantidad de muertes que los homicidios en el país, siendo la primera la principal forma de muerte violenta entre el 2018 y el 2024, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud de Chile.

“Esto implica que, pese a la creciente preocupación pública por la violencia interpersonal y el crimen, la violencia autoinfligida continúa representando una carga mayor desde la perspectiva de salud pública. En promedio, Chile enfrenta aproximadamente el doble de muertes por suicidio que por homicidio”, se lee en el Informe violencia autoinfligida e interpersonal, elaborado por el gobierno del país sudamericano.

En 2024 se registraron 1.984 suicidios, mientras que en el mismo periodo se registraron 1.207 víctimas de homicidios, lo que equivale a una tasa de 6,0 muertes por 100.000 habitantes.

“Eminentemente masculino”

De acuerdo a un estudio de académicos de la Universidad Adolfo Ibáñez, que indagó en la evolución histórica del fenómeno del suicidio en Chile (1920-2020), este ha ido aumentando significativamente en el porcentaje total de muertes en el país.

Si a inicios del siglo XX ocupaba una parte casi insignificante en el porcentaje total de decesos (0,2%), hoy se ubica en torno a un 2%.

El perfil de quienes más se suicidan hoy en Chile se concentra en la población masculina, algo que coincide con las tendencias mundiales.

Manuel Alberto Llorca, uno de los investigadores a cargo del estudio historiográfico del suicidio en Chile, explica a BBC Mundo por qué este es un fenómeno “eminentemente masculino”.

“En Chile el suicidio afecta principalmente a hombres. De cada cinco suicidios, aproximadamente cuatro los cometen ellos”, sostiene.

Llorca explica que esta brecha se da, por un lado, porque “los hombres tienden a ser más violentos, pero también tienen más acceso a armas letales, es decir, son más efectivos al momento de intentarlo, mientras que las mujeres lo son menos”.

“También los hombres consumen mucho más alcohol que la mujeres, lo que normalmente es un gatillante. El hombre recurre menos a atención psicológica y tiene menor tolerancia a la frustración, sobre todo, en países machistas donde se espera que sea el proveedor”, agrega.

Una mujer mira hacia afuera por la ventana.
Getty Images

Según el Ministerio de Salud de Chile, los hombres de 65 y más años se han mantenido como el grupo con mayor tasa de mortalidad desde 2004, con excepción de los últimos dos años, donde de acuerdo a números preliminares los hombres de los grupos de 40 a 64 años y de 20 a 39 se suicidaron más.

En contraste con aquello, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud de Chile, la prevalencia de trastornos depresivos, por ejemplo, es mayor en mujeres que en hombres. Lo mismo si se mira el riesgo de tener una lesión autoinfligingida con intención suicida, la que es el doble en la población femenina respecto de la masculina.

En Chile también se ha reportado una disminución del suicidio entre adolescentes, aunque sigue encontrándose entre las primeras causas de mortalidad para la población entre 15 y 29 años, según el Ministerio de Salud.

La subsecretaria de Salud Pública de Chile, Andrea Albagli, explica a BBC Mundo la importancia que ha tenido la creación del Programa Nacional de Prevención del Suicidio, que desde 2013 ha permitido institucionalizar una política específica a nivel estatal.

Bajo ese marco el país se fijó como meta sanitaria disminuir la mortalidad por suicidio entre los jóvenes, algo que dio resultados positivos.

“Tenemos una disminución general de la mortalidad por suicidio y, por sobre todo, una disminución mayor en la población joven”, señala Albagli.

Mayor riesgo en la vejez

A la vez, el país ha registrado un aumento en el riesgo de fallecimiento por suicidio entre la población masculina adulta y adulta mayor, y en particular en mayores de 80 años.

“Si uno mira la tasa de mortalidad por suicidio según sexo y según edad, que es otra manera de medir el riesgo específico, ahí te surge interesantemente otro grupo poblacional prioritario -y esto no solo ocurre en Chile sino que a nivel mundial- y es que es mucho mayor en población adulta mayor entre hombres”, explica Albagli.

La subsecretaria y psicóloga de profesión recalca que “la cifra es muy elocuente: para el periodo 2018-2022, la tasa de mortalidad acumulada en mujeres sobre 80 años fue de 1,4 por 100.000 habitantes, en el caso de los hombres de ese mismo tramo de edad fue de 31,1”.

Un hombre mayor se toca el cuello, en un gesto de agotamiento y agobio.
Getty Images
Los hombres de 65 y más años se han mantenido como el grupo con mayor tasa de mortalidad desde 2004.

“Si evalúas por sexo y por edad, no hay riesgo más alto que el riesgo de muerte por suicidio en población adulta mayor masculina”, agrega.

De acuerdo a la autoridad, uno de los factores de riesgo significativos entre la población de hombres adultos mayores es una mayor tendencia al aislamiento, la soledad, la ausencia de red de apoyo y la precariedad económica.

Si se mira el fenómeno desde una perspectiva geográfica, en tanto, se puede ver que las regiones del sur del país como Aysén, La Araucanía y Los Ríos exhiben tasas consistentemente superiores al promedio nacional en las últimas dos décadas, de acuerdo a cifras de la Subsecretaría de Salud Pública.

El estigma y otros determinantes

“Las causas del suicidio son múltiples, ya que incluyen factores sociales, culturales, biológicos, psicológicos y ambientales presentes a lo largo de la vida”, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre este fenómeno.

Está bien documentado en la experiencia comparada que las tasas de suicidio son mayores en países menos desarrollados.

A nivel mundial, se cometen unos 720.000 suicidios por año, y más de tres cuartas partes ocurren en países de ingreso bajo o medio, de acuerdo a la Organización Panamericana de Salud (OPS).

En el caso de los países de ingresos medios y altos, como ese el caso de Chile, la OMS ha informado sobre una relación entre el suicidio y los trastornos mentales, “en particular, la depresión y los trastornos por consumo de alcohol, si bien el principal factor de riesgo es, con diferencia, un intento previo de suicidio”.

El organismo destaca que, sin embargo, muchos casos ocurren de forma impulsiva en situaciones de crisis derivadas de problemas económicos, desempleo, desigualdad, dolor crónico, suicidio de una persona cercana, exposición a la violencia, falta de acceso a los servicios de salud mental y el estigma.

Sobre ese estigma es que la administración del presidente Gabriel Boric ha enfocado su estrategia de prevención.

De hecho, en octubre pasado se lanzó la primera campaña comunicacional nacional dedicada a la salud mental. Con el lema “Estigmatizar cierra puertas. Abramos la conversación a la salud mental”, el gobierno chileno busca justamente generar mayor conciencia sobre la prevención del suicidio en ese país.

El mandatario chileno ha jugado un rol activo en hablar del tema, haciendo público su Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) e incluso abordando abiertamente una internación voluntaria en un hospital psiquiátrico antes de llega a la presidencia.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, saluda a la prensa.
Getty Images
El mandatario chileno ha abordado abiertamente su salud mental.

“Durante mucho tiempo el tema de la salud mental se ha vivido en silencio, con estigmas, de manera prejuiciosa, siendo que es parte esencial de la salud integral de toda la población. Si alguien está haciendo deporte y se fractura y se va a operar lo cuenta sin ningún problema…Pero si alguien estuvo internado en un hospital psiquiátrico, como yo, que estuve internado tres semanas en un hospital psiquiátrico voluntariamente, el solo hecho de decirlo como que provoca escozor”, dijo en septiembre pasado en la inauguración de un centro de salud primaria especializado en salud mental en la capital chilena.

Los desafíos pendientes

Pese a que en sectores del mundo académico y de la salud mental se ha valorado que el gobierno chileno tenga entre sus prioridades este tema, también advierten que hay muchos desafíos pendientes.

A la administración actual se le ha cuestionado por poner demasiado énfasis en el relato y no así en políticas públicas concretas.

“Aquí no ha habido ningún aumento significativo en inversión en términos de salud mental durante este gobierno. Y la atención psiquiátrica en el sector público sigue siendo bien miserable. Eso no ha cambiado en absolutamente en nada”, dice Llorca.

Esto último coincide con las conclusiones del último informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Chile, el que detectó que “en el sistema público de salud una mujer o un hombre adulto deben esperar 236 días -en promedio- para recibir atención psiquiátrica. Mientras que un niño, niña o adolescente tiene que esperar 292 días”.

“Se trata de situación que afecta la accesibilidad a ayuda, algo fundamental para garantizar el derecho a la salud mental”, agrega un reporte del organismo.

En su informe el INDH también advierte sobre el hecho de que “pese a los esfuerzos y compromisos del Estado de aumentar el presupuesto destinado a salud mental, existe poca claridad respecto de su progreso en relación con las necesidades existentes”.

En el 2025 el Estado de Chile destinó un 4,5% de su gasto público en salud a la salud mental, por debajo del 6% recomendado por la OMS, aunque por sobre lo que destinan en promedio los países a nivel mundial.

La académica de la Universidad de Chile y Directora del Centro Colaborador OPS/OMS para el Desarrollo, Capacitación e Investigación en Salud Mental, Olga Toro, ha advertido sobre los desafíos pendientes.

“Aun cuando se reconoce que hay más conciencia, persisten la barrera del estigma, el limitado reconocimiento de la participación de personas con experiencia vivida y los débiles mecanismos de coordinación intersectorial que disminuyen la efectividad de los esfuerzos públicos”, afirmó en octubre pasado.

Otro de los desafíos pendientes que reportan expertos es la falta de especialistas en el sistema de salud pública.

Un terapeuta ofrece una consulta psicológica a su paciente.
Getty Images
Las causas del suicidio son múltiples, ya que incluyen factores sociales, culturales, biológicos, psicológicos y ambientales presentes a lo largo de la vida.

La subsecretaria Albagli asegura que la estrategia adoptada por el gobierno chileno ha tenido buenos resultados.

Para ella, poner el foco en el relato va en línea con la primera prioridad en materia de salud mental: terminar con el estigma social que lo rodea y que así las personas no teman a pedir ayuda.

De hecho, destaca que entre 2021 y 2025 la red pública de salud mental experimentó un aumento histórico en su actividad asistencial, con las prestaciones ambulatorias pasando de 3,2 millones en 2021 a 6,3 millones en 2024.

Asimismo, las hospitalizaciones psiquiátricas se incrementaron de 34.000 en 2021 a más de 50.000 en 2024.

Por otro lado, la autoridad recalca que el gobierno ha impulsado políticas específicas que han tenido resultados concretos. Entre otros, el establecimiento en 2023 de la Línea de prevención del suicidio *4141, la que opera 24 horas al día y ya suma más de 227.000 llamadas gestionadas y miles de personas conectadas con atención de salud.

Si tú o alguien de tu entorno piensa en el suicidio, busca ayuda. Puedes encontrar recursos de apoyo en este enlace.

línea gris
BBC

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro canal de WhatsApp.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Etiquetas:
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...