El Tecnológico de Monterrey y FEMSA celebraron el 30 aniversario del Premio Eugenio Garza Sada, como parte del compromiso con líderes y emprendimientos sociales en México.
El premio busca honrar la vida, obra y liderazgo de Eugenio Garza Sada, empresario, filántropo y fundador del Tecnológico de Monterrey.
El galardón se entregó este 5 de septiembre en Monterrey, Nuevo León, en la institución educativa que cumple su 80 aniversario.
En esta ocasión se conmemoró tanto el legado del fundador como tres décadas del premio, el cual rinde homenaje a aquellos que lideran proyectos de alto impacto y compromiso social en el país.
El Premio Eugenio Garza Sada se divide en tres categorías: Liderazgo Empresarial Humanista, Emprendimiento Social, e Innovación Social Estudiantil.
En la primera categoría, se reconoció a Daniel Cárdenas Izábal, un hombre de 92 años originario de Mazatlán, Sinaloa. Cárdenas ha dejado una profunda huella a través de la fundación de 10 empresas basadas en la sustentabilidad y la responsabilidad social. Su contribución ha impactado a más de 4,100 personas a través de estas empresas y ha beneficiado a más de 66,000 personas a través de obras sociales y económicas.
Entre sus logros destacan la promoción de la agricultura sustentable, la creación de la Fundación Cárdenas, A.C. para ayudar a hijos de familias jornaleras migrantes, y la fundación de tres universidades en Sinaloa, demostrando un compromiso excepcional con la educación y el bienestar de las comunidades.
En Emprendimiento Social, el Patronato Pro Zona Mazahua fue el ganador de la categoría. Con 25 años de experiencia, esta organización mexicana se ha dedicado a apoyar a los pueblos indígenas de México, beneficiando a más de 300 mil personas. Su enfoque en la mitigación de la pobreza extrema, la creación de oportunidades y la inclusión social ha tenido un impacto significativo en comunidades indígenas de todo el país.
El Modelo de Desarrollo Integral Sustentable implementado por el Patronato Pro Zona Mazahua está alineado con 15 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Esto demuestra su compromiso con el desarrollo sostenible y el empoderamiento de las comunidades indígenas.
En la categoría de Innovación Social Estudiantil, el reconocimiento fue para MenstruAcción, un grupo estudiantil del Tecnológico de Monterrey, campus Querétaro. Su labor se centra en concientizar sobre la educación y los derechos relacionados con la menstruación, beneficiando a casi 1,400 mujeres.
A través de diversas actividades como pláticas, foros, talleres y donaciones, el proyecto aborda la menstruación digna desde cinco ejes: legislativo, educación, concientización, atención a comunidades vulnerables y emprendimiento.
Además de la escultura “Luz Interior” creada por Yvonne Domenge, los galardonados recibieron un premio de 2 millones de pesos en total, destinado a apoyar la continuidad de sus compromisos sociales en México.
Mientras que el ganador en la categoría Liderazgo Empresarial Humanista donará su premio monetario a una asociación civil sin fines de lucro, los premiados en la categoría Emprendimiento Social lo invertirán en su proyecto, y los premiados en la categoría Innovación Social Estudiantil utilizarán parte del premio para una experiencia internacional en un ecosistema emprendedor líder.
Los nombres de los ganadores quedarán en el Mural de los Reconocimientos, un monumento dedicado a Eugenio Garza Sada, que se encuentra en el Campus Monterrey del Tecnológico de Monterrey.
Durante la ceremonia, José Antonio Fernández Carbajal, presidente ejecutivo del Consejo de Administración y director general de FEMSA señaló que, “si algo hemos aprendido de don Eugenio, y constatado por parte de los ganadores del Premio desde 1993, es la gran fuerza que tiene la sociedad, para lograr cambios positivos”.
“Seamos ciudadanos responsables para proteger a la democracia. Impulsemos la economía de mercado a través de un sistema que se preocupa siempre porque la prosperidad llegue a todos: el capitalismo consciente”, dijo.
En tanto, Ricardo Saldívar Escajadillo, presidente del Consejo Directivo del Tecnológico de Monterrey, recordó los principios que han guiado por años al Tec de Monterrey y FEMSA, instituciones marcadas por el legado de su fundador.
“Hoy, como cada año, el Premio Eugenio Garza Sada nos brinda la oportunidad de celebrar y reconocer a aquellas personas y organizaciones que han demostrado un compromiso excepcional con la innovación, la excelencia y el servicio a los demás, contribuyendo de manera significativa al avance de la sociedad y al bienestar de nuestras comunidades. A las y los ganadores que hoy reciben este reconocimiento, muchas gracias por su ejemplo y guía. Sus contribuciones resuenan en la construcción de un mejor país y en la historia del Tecnológico de Monterrey”, mencionó.
“Ayuda, es urgente”, fue lo primero que escuchó una periodista de la BBC al responder una llamada en su teléfono.
Una llamada que fue clave para el rescate de seis mujeres que se encontraban en la parte trasera de un camión en Francia.
Las cuatro vietnamitas y las dos iraquíes, que se cree que son migrantes, estaban atrapadas en el interior, presas del pánico y luchando por respirar.
Una de ellas fue la que logró hablar desde el interior del camión con la BBC, que después logró alertar a la policía.
Además de detener al conductor del camión, las autoridades francesas abrieron una investigación sobre una presunta operación de tráfico de seres humanos.
Hacia el mediodía del miércoles, la pantalla de mi teléfono se iluminó. Era un mensaje que decía: “Hay unas personas que han cruzado la frontera de Francia a Inglaterra en una camioneta frigorífica”.
Antes de que pudiera terminar de leer el mensaje, entró una llamada.
“¿Estás en Europa? Por favor, ayuda, es urgente”, me hablaron con una voz de pánico.
Sentí frío en todo el cuerpo. Todavía tengo fresca en la memoria la trágica historia de los 39 inmigrantes vietnamitas hallados muertos tras asfixiarse en el remolque de un camión en 2019 en Essex, al sureste de Inglaterra.
No sabía quién era la persona que llamaba, pero creía que me conocía de cuando cubrí esa tragedia en Essex ya que en aquella ocasión tuve contacto con muchas personas de Vietnam.
Le hice algunas preguntas, pero enseguida me sentí frustrada por no poder obtener la información que necesitaba.
Lo que supe fue que había un grupo de unas seis personas escondidas en el camión, pero desconocía su número de matrícula, así como su ubicación y la dirección en la que se dirigía.
Todo lo que sabía en ese momento, por lo que me había dicho la persona que llamó, era que el vehículo estaba en Francia, pero que parecía que había dado la vuelta y que ya no se dirigía hacia su destino original: la frontera con Inglaterra.
Me dijeron que las seis mujeres estaban en el cajón del camión y que habían prendido el aire acondicionado. Me contaron que las personas que estaban dentro tenían mucho frío y estaban en pánico.
Pero aún podían ponerse en contacto con el mundo exterior, y el interlocutor puso a una de ellas en contacto conmigo.
“Hace tanto frío, no para de sacar aire”, me escribió una joven desde el camión, que transportaba plátanos. Me dijo que el camión estaba cerrado con una barra de hierro.
También me envió dos videos cortos que mostraban la escena en el interior.
Un video mostraba un compartimento oscuro, y apiladas hasta el techo había cajas de cartón que contenían fruta, dejando sólo unos pocos centímetros de espacio para sentarse en el suelo. Se oyó una tos, y una voz femenina joven dijo en un inglés fluido: “No puedo respirar”.
La mujer me dijo que habían subido al camión sobre las 00.30 de la noche anterior. Habían pasado allí más de 10 horas y empezaron a inquietarse cuando los datos de localización de su teléfono mostraron que el camión había cambiado de dirección.
Sin mucho tiempo para pensar, me puse en contacto con colegas de la BBC y periodistas en Francia.
Un periodista del diario francés Le Monde en Londres también había sido contactado, y él alertó inmediatamente a su colega de la redacción de París encargado de los temas sobre inmigración.
La mujer pudo compartir conmigo su localización GPS en directo, a partir de la cual vi que el camión estaba en la autopista E15, cerca de Dracé, al norte de Lyon.
Luego pedí ayuda a un colega francés para contactar con la comisaría de policía más cercana al camión, que pudo ponerse en contacto con ellos y enviarles los datos que teníamos.
La mujer no podía hacer llamadas desde el interior del camión. No tengo claro por qué, pero puede que se debiera al tipo de tarjeta SIM que utilizaba.
Reunimos toda la información que necesitábamos y enviamos continuamente actualizaciones de la ubicación del vehículo a Pham Cao Phong, periodista independiente en París, así como al equipo de la BBC en Europa y a la policía francesa.
De repente, el intercambio de localizaciones se interrumpió: había perdido el camión.
Pero la joven pudo enviarme un mensaje de texto. Me dijo que habían apagado el aire acondicionado y que le costaba respirar.
“Estamos asfixiadas”, me escribió.
Hacinadas en el estrecho espacio que vi en el breve video, temí que no tuvieran mucho tiempo para resistir.
Intenté tranquilizarles, diciéndoles que mantuvieran la calma, que intentaran no hablar para ahorrar aire y que la policía vendría muy rápido.
Miré nerviosamente la pantalla del ordenador y luego mi teléfono, esperando noticias.
Después de hablar un rato, me enteré de que, antes de subir al camión, tres acompañantes de la mujer decidieron no ir con ella. No estoy seguro de por qué tomaron esa decisión, pero hicieron una foto de la matrícula del camión.
La foto mostraba que tenía matrícula irlandesa, y en mi teléfono pude volver a ver su ubicación.
La policía francesa de la región del Ródano nos dijo que había determinado la ubicación del vehículo y lo había interceptado.
Le envié un mensaje de texto, pero no creo que leyera mis mensajes: la policía debió de llegar y confiscarle el teléfono.
Las cuatro mujeres vietnamitas dicen que subieron al camión con la promesa de que las llevarían sanas y salvas a Inglaterra.
En cuanto a mí, sentí alivio al saber que ahora estaban a salvo en Francia. “Están seguras”, me dije, eso es lo más importante.
Hacia las 17:00 hora local, la fiscal francesa Laetitia Francart, de Villefranche-sur-Saône, informó de que el vehículo resultó ser lituano y que se estaba investigando al conductor.
Francart confirmó que cuatro jóvenes eran vietnamitas, una de ellas menor de edad, y las otras dos mujeres procedían de Irak.
Lo que me preguntó es ¿por qué, después de la tragedia en la que murieron 39 personas en Essex en 2019, sigue habiendo mujeres jóvenes de Vietnam que se suben a la parte trasera de un camión para cruzar la frontera?
No encuentro ninguna respuesta definitiva.
Información adicional de Mattea Bubalo.
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