Home
>
Hablemos de...
>
Educacion
>
30 años del Premio Eugenio Garza Sada: un reconocimiento al compromiso social en México
30 años del Premio Eugenio Garza Sada: un reconocimiento al compromiso social en México
El galardón se entregó este 5 de septiembre en Monterrey, Nuevo León, en la institución educativa que cumple su 80 aniversario. | Foto: Especial
4 minutos de lectura
30 años del Premio Eugenio Garza Sada: un reconocimiento al compromiso social en México
FEMSA y el Tec de Monterrey entregaron el galardón en tres categorías: Liderazgo Empresarial Humanista, Emprendimiento Social e Innovación Social Estudiantil.
06 de septiembre, 2023
Por: Contenido Animal Político

El Tecnológico de Monterrey y FEMSA celebraron el 30 aniversario del Premio Eugenio Garza Sada, como parte del compromiso con líderes y emprendimientos sociales en México. 

El premio busca honrar la vida, obra y liderazgo de Eugenio Garza Sada, empresario, filántropo y fundador del Tecnológico de Monterrey.

El galardón se entregó este 5 de septiembre en Monterrey, Nuevo León, en la institución educativa que cumple su 80 aniversario.

En esta ocasión se conmemoró tanto el legado del fundador como tres décadas del premio, el cual rinde homenaje a aquellos que lideran proyectos de alto impacto y compromiso social en el país.

Ganadores del Premio Eugenio Garza Sada

El Premio Eugenio Garza Sada se divide en tres categorías: Liderazgo Empresarial Humanista, Emprendimiento Social, e  Innovación Social Estudiantil.

En la primera categoría, se reconoció a Daniel Cárdenas Izábal, un hombre de 92 años originario de Mazatlán, Sinaloa. Cárdenas ha dejado una profunda huella a través de la fundación de 10 empresas basadas en la sustentabilidad y la responsabilidad social. Su contribución ha impactado a más de 4,100 personas a través de estas empresas y ha beneficiado a más de 66,000 personas a través de obras sociales y económicas.

Entre sus logros destacan la promoción de la agricultura sustentable, la creación de la Fundación Cárdenas, A.C. para ayudar a hijos de familias jornaleras migrantes, y la fundación de tres universidades en Sinaloa, demostrando un compromiso excepcional con la educación y el bienestar de las comunidades.

En Emprendimiento Social, el Patronato Pro Zona Mazahua fue el ganador de la categoría. Con 25 años de experiencia, esta organización mexicana se ha dedicado a apoyar a los pueblos indígenas de México, beneficiando a más de 300 mil personas. Su enfoque en la mitigación de la pobreza extrema, la creación de oportunidades y la inclusión social ha tenido un impacto significativo en comunidades indígenas de todo el país.

El Modelo de Desarrollo Integral Sustentable implementado por el Patronato Pro Zona Mazahua está alineado con 15 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Esto demuestra su compromiso con el desarrollo sostenible y el empoderamiento de las comunidades indígenas.

 En la categoría de Innovación Social Estudiantil, el reconocimiento fue para MenstruAcción, un grupo estudiantil del Tecnológico de Monterrey, campus Querétaro. Su labor se centra en concientizar sobre la educación y los derechos relacionados con la menstruación, beneficiando a casi 1,400 mujeres. 

A través de diversas actividades como pláticas, foros, talleres y donaciones, el proyecto aborda la menstruación digna desde cinco ejes: legislativo, educación, concientización, atención a comunidades vulnerables y emprendimiento.

Además de la escultura “Luz Interior” creada por Yvonne Domenge, los galardonados recibieron un premio de 2 millones de pesos en total, destinado a apoyar la continuidad de sus compromisos sociales en México.

Mientras que el ganador en la categoría Liderazgo Empresarial Humanista donará su premio monetario a una asociación civil sin fines de lucro, los premiados en la categoría Emprendimiento Social lo invertirán en su proyecto, y los premiados en la categoría Innovación Social Estudiantil utilizarán parte del premio para una experiencia internacional en un ecosistema emprendedor líder.

Los nombres de los ganadores quedarán en el Mural de los Reconocimientos, un monumento dedicado a Eugenio Garza Sada, que se encuentra en el Campus Monterrey del Tecnológico de Monterrey.

FEMSA y el Tec de Monterrey entregaron el Premio Eugenio Garza Sada en tres categorías: Liderazgo Empresarial Humanista, Emprendimiento Social e Innovación Social Estudiantil.
FEMSA y el Tec de Monterrey entregaron el Premio Eugenio Garza Sada en tres categorías: Liderazgo Empresarial Humanista, Emprendimiento Social e Innovación Social Estudiantil. | Foto: Especial

Ceremonia del Premio Eugenio Garza Sada

Durante la ceremonia, José Antonio Fernández Carbajal, presidente ejecutivo del Consejo de Administración y director general de FEMSA señaló que, “si algo hemos aprendido de don Eugenio, y constatado por parte de los ganadores del Premio desde 1993, es la gran fuerza que tiene la sociedad, para lograr cambios positivos”.

“Seamos ciudadanos responsables para proteger a la democracia.  Impulsemos la economía de mercado a través de un sistema que se preocupa siempre porque la prosperidad llegue a todos: el capitalismo consciente”, dijo.

En tanto, Ricardo Saldívar Escajadillo, presidente del Consejo Directivo del Tecnológico de Monterrey, recordó los principios que han guiado por años al Tec de Monterrey y FEMSA, instituciones marcadas por el legado de su fundador.

“Hoy, como cada año, el Premio Eugenio Garza Sada nos brinda la oportunidad de celebrar y reconocer a aquellas personas y organizaciones que han demostrado un compromiso excepcional con la innovación, la excelencia y el servicio a los demás, contribuyendo de manera significativa al avance de la sociedad y al bienestar de nuestras comunidades. A las y los ganadores que hoy reciben este reconocimiento, muchas gracias por su ejemplo y guía. Sus contribuciones resuenan en la construcción de un mejor país y en la historia del Tecnológico de Monterrey”, mencionó.

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Sé parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
image
La escuela de Texas que ofició un funeral del español y prohibió que los niños de origen mexicano lo hablaran
8 minutos de lectura
La escuela de Texas que ofició un funeral del español y prohibió que los niños de origen mexicano lo hablaran

Las escuelas segregadas para niños de ascendencia mexicana existieron en suroeste de EE.UU. durante décadas. En una de ellas, en la pequeña ciudad texana de Marfa, celebraron un día una peculiar ceremonia.

23 de abril, 2024
Por: BBC News Mundo
0

“Ya habíamos asistido a funerales de familiares antes, así que entendimos que allí se estaba celebrando un entierro. Lo que no sabíamos era por qué”… Ni de quién.

Así recuerda Jessi Silva aquella mañana de 1954 en la que se encontró en el patio de su escuela, rodeada de otros alumnos, observando un hoyo recién cavado.

Allí estaba también Maggie Marquez, quien por aquel entonces cursaba cuarto grado. Nada más entrar a clase, se había percatado de que el día no iba a ser como cualquier otro.

“Cuando llegué al salón la maestra nos dio pedazos de papel y nos pidió que escribiéramos en ellos: ‘No hablaré español ni en la escuela ni durante el receso’”, le contó décadas después a StoryCorps, una organización estadounidense sin ánimo de lucro cuyo objetivo es registrar, preservar y compartir historias.

Obedientes, siguieron las instrucciones al pie de la letra. La profesora agarró todos los papelitos, los dobló y los metió en una caja de cigarros, tal como lo habían hecho el resto de los docentes del centro.

Niños en el patio de la Escuela Primaria Blacwell, la escuela segregada para alumnos con ascendencia mexicana en Marfa, Texas, Estados Unidos.
Cortesía de la Blackwell School Alliance
Enterraron a “Mr. Spanish” en el patio, junto al asta de la bandera.

A aquello le siguió una procesión al patio, donde introdujeron el estuche en el agujero cavado junto a un asta en el que ondeaba la bandera estadounidense.

Burial of Mr. Spanish, llamaron a la ceremonia, “El entierro del señor español”.

A partir de aquel momento el idioma de sus ancestros, la lengua materna de estas dos mujeres, que tienen hoy 76 y 80 años, quedaba prohibida en las instalaciones.

Marquez, sin embargo, recuerda que se rebeló ante el entierro simbólico del español.

De vuelta al aula, le dijo a sus compañeras: “Nadie me va a hacer que deje de hablar en español”.

“Lo que no sabía es que tenía a la maestra detrás, y me llevó a la oficina del director”, contó.

La jornada acabó con unos azotes.

Ocurrió en la Escuela Primaria Blackwell, en Marfa, un desértico pueblo de Texas situado a unos 95 kilómetros de la frontera con México.

Pero bien pudo haber pasado en cualquiera de las otras escuelas exclusivas para niños con ascendencia mexicana que existieron en el suroeste de Estados Unidos desde inicios del siglo hasta entrada la década de los 60, como parte de una segregación de facto cuyas consecuencias —según apuntan expertos e investigaciones varias— se sienten aún hoy.

Separados pero… ¿iguales?

A diferencia de la discriminación sufrida por los afroestadounidenses, sobre todo en los estados sureños, donde primaba el lema “separados pero iguales”, la aplicada contra los mexicano-estadounidenses no era por mandato legal sino una práctica común.

Los distritos escolares decidían si separaban o no a los estudiantes de ascendencia mexicana o a los latinos de otros orígenes, y muchos así lo hicieron en Arizona, California, Nuevo México, Texas.

En este último estado, para la década de 1940, existían las llamadas Mexican Schools (“Escuelas mexicanas”) en más de 120 ciudades que se mantuvieron hasta 1965, cuando se logró la integración.

Por la Escuela Primaria Blackwell, fundada en 1889, pasaron miles de estudiantes de entre primer y octavo grado; alumnos de origen mexicano que estudiaron con menos recursos que sus pares blancos, con materiales descartados por estos, en aulas con mobiliario de segunda mano.

 Unos graduados y el profesor Kappleman en la Escuela Primaria Blackwell, la escuela segregada para niños mexicano-estadounidenses en Marfa, Texas, Estados Unidos.
Cortesía de Blackwell School Alliance
En Marfa no había escuela secundaria segregada porque se asumía que los mexicano-estadounidenses dejarían los estudios tras terminar primaria.

Y el entierro del español no fue el único recuerdo de discriminación.

Otro día una alumna fue obligada a bañar a otra de piel más oscura por considerársela “sucia”.

En los años 50, los futbolistas de Blackwell eran considerados lo suficientemente buenos como para conformar equipo con menores anglos, pero no tanto como para que compartieran vestuarios.

“En Marfa aprendí lo que era el racismo”, le dijo Jesusita Williams Silva, quien empezó a estudiar en Blackwell en 1956, a Texas Monthly. “(Lo aprendí) Al ver a mi madre siendo rechazada en la tienda porque era hispana, al ver que mi padre no cobraba lo suficiente por ser hispano, al ver a la gente humillar a mis padres frente a sus hijos”.

En aquel entonces, en la puerta de algunos restaurantes había carteles que decían “Ni perros ni mexicanos”. En los cines, solo se podían sentar en los balcones superiores y bañarse solo los lunes, cuando el agua estaba más sucia, en las piscinas municipales.

La inevitable asimilación

En las escuelas segregadas, junto a la política que obligaba a comunicarse solo en inglés, justificada sobre la base de que era necesaria para brindarles a unos alumnos con “deficiencias lingüísticas” una formación efectiva, los educadores usaron prácticas pedagógicas y promovieron actividades que imponían valores e ideales blancos y de clase media.

El objetivo era que fueran lo más “estadounidenses posible”, escribió en su libro Culture, language, and the Americanization of Mexican children (“Cultura, lenguaje y la americanización de niños mexicanos”) Gilbert G. González, profesor de la Universidad de California y pionero de la disciplina de los Estudios Latinos y Chicanos.

La asimilación fue, en muchos casos, inevitable.

“No quería hablar español, no quería vestir como mexicana”, le contó Janie Martínez, quien asistió a una de esas escuelas, a Lilliana P. Saldaña, investigadora de la Universidad de Texas-San Antonio.

Saldaña incluyó su caso en un ensayo que aborda los traumas sufridos por una serie de mexicano-estadounidenses en el sistema educativo segregado y cómo eso los llevó a formarse como maestros.

“Durante sus años universitarios hizo todo lo posible por deshacerse de todo lo que la caracterizaba como mexicana y, cuando se graduó, pidió que su diploma dijera ‘Janie’ en lugar de ‘Juanita’. Tampoco les enseñó español a sus hijos, una decisión de la que hoy se arrepiente”, escribe Saldaña.

“Cómo los trataban los maestros y maestras, cómo el sistema escolar les cambió el nombre o hizo que se lo cambiaran, cómo los hizo sentirse avergonzados de ser pobres y mexicanos, del barrio… Eso fueron razones por las que tomaron la decisión muy consciente de ser docentes en su propia comunidad y de impulsar el bilingüismo”, le dice Saldaña a BBC Mundo.

Alumnos en clase en la Escuela Primaria Blackwell de Marfa, Texas, Estados Unidos.
Cortesía de Blackwell School Aliance

También hubo reacciones más generalizadas, como la creación de las llamadas “escuelitas”.

“Fueron comunes en muchas comunidades fronterizas. Las familias mexicano-estadounidenses las establecían, a veces en alguna de las casas, tras recolectar fondos entre ellas mismas”, explica Saldaña.

“Eran independientes, gerenciadas por las propias familias, no estaban bajo el control estatal, y reclutaban a las maestras en México, que hablaban español pero que también tenían experiencia como educadoras”, prosigue.

La segregación y la consiguiente asimilación también tuvo costos a distintos niveles, consecuencias que siguen sintiéndose hoy y que varios estudios han tratado de retratar.

De acuerdo a un estudio del Pew Research Center publicado el año pasado, el 75% de los latinos de EE.UU. aseguran que pueden mantener una conservación en un español bueno o muy bueno. Pero entre los de tercera generación, son menos de un tercio los que son capaces de ello.

La integración y el desentierro

En un fallo conocido como Brown contra el Consejo de Educación de Topeka, la Corte Suprema de EE.UU. dictaminó en 1954 que las leyes estatales que establecían la segregación racial en las escuelas públicas eran inconstitucionales.

Aunque la integración tardó años en alcanzar todos los rincones del país, y en muchos casos requirió de la intervención federal.

A Marfa llegó en 1965, con la apertura de una nueva escuela primaria que acogió tanto a los alumnos del antiguo colegio para niños de ascendencia anglosajona como a los de Blackwell.

Esta última sigue hoy en pie, uno de los pocos ejemplos de escuelas segregadas que no han sido demolidas.

Aunque en su día constaba de varios edificios, hoy luce sola, blanca y discreta, en el sector sur de la pequeña ciudad y rodeada de modestas casas de adobe, un bloque de viviendas sociales y la sede de la Patrulla Fronteriza del sector.

Tras años de trabajo de un grupo de exalumnos y miembros de la comunidad, agrupados bajo la Alianza de la Escuela Blackwell, el 17 de octubre de 2022 fue designada Sitio Histórico Nacional, y ahora alberga un museo y centro comunitario con fotografías, objetos varios y la recreación de un aula.

Una visitante en el museo que alberga el Sitio Histórico Nacional de la Escuela Primaria Blackwell, la que fue la escuela segregada de Marfa, Texas, Estados Unidos.
Cortesía de Blackwell School Aliance
La que fuera la escuela segregada de Marfa alberga ahora un museo.

“En el catálogo de los Sitios Históricos Nacionales hay pocos sitios que hablan de la historia mexicano-estadounidense moderna. Así que Blackwell está realmente a la vanguardia para empezar a contar esas historias nunca contadas”, le dice Daniel O. Hernandez, el presidente de la Alianza, a BBC Mundo.

“No podemos entender la dinámica racial y étnica de Estados Unidos hoy sin conocer lo que sucedió antes, cómo se trató a la gente, cómo la sociedad anglosajona justificó ese trato y qué consecuencias tuvo”, escribió su antecesora, Gretel Enck.

Quienes estudiaron en Blackwell tienen hoy 60, 70, incluso más años.

En 2007, un grupo de ellos se reunió en la antigua escuela, para un evento inspirado en el entierro de “Mr. Spanish”.

En el centro estaba Maggie Márquez, quien de un pequeño ataúd de madera contrachapada que había sido enterrado específicamente para la ceremonia, sacó un diccionario español.

Entre vítores, lo alzó y exclamó: “¡Yo tengo el español!”.

línea gris
BBC

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp, donde encontrarás noticias de última hora y nuestro mejor contenido.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Sé parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...