“Los migrantes están viviendo una ola de terror”. Martín Cruz nació en Ciudad de México, donde fue brigadista después del terrible sismo del 85. Pero ya lleva más de 35 años en Estados Unidos, país del que ya adoptó la nacionalidad.
Ahí, el activista, líder comunitario y trabajador en una escuela, vive en Los Ángeles; ciudad californiana que, a pesar de ser considerada históricamente como un ‘santuario migrante’ con casi 2 millones de latinos, vivió el fin de semana pasado graves disturbios y enfrentamientos entre manifestantes que repudiaban las redadas masivas para detener a personas migrantes y los casi 5 mil elementos de las fuerzas armadas que envió el gobierno de Donald Trump para sofocar esas protestas.
Por medio de una llamada telefónica, Cruz explica desde Los Ángeles que las redadas del fin de semana pasado son la punta del iceberg de lo que está sucediendo desde que Trump llegó por segunda vez a la Casa Blanca en enero pasado, pues cree que el republicano eligió a esta ciudad angelina, una urbe con casi la mitad de su población de origen latino, como “símbolo” de su cruzada anti-inmigrante.
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“En otras grandes ciudades como Chicago o Nueva York también se están viendo grandes protestas en contra de las redadas. Sin embargo, es aquí en California, en Los Ángeles, una ciudad santuario que él (Trump) no está respetando para nada, donde se están haciendo redadas y arrestos a diestra y siniestra”, plantea el líder comunitario, que agrega que producto de esos operativos policiacos y militares la ciudad está inmersa en un clima de “miedo”, una de las palabras más repetidas por ciudadanos e incluso autoridades angelinas en las últimas semanas, y que ese miedo ya está afectando a los más jóvenes.
“Los niños están muy atemorizados con todo lo que está pasando en la ciudad. Yo trabajo en una escuela, y el día de ayer faltaron más de 100 niños por miedo a las redadas. Y los pocos que llegan a venir, porque nacieron acá y tienen documentación, lo hacen también con miedo, pues temen que al regresar a sus casas ya no encuentren a sus padres porque los detuvieron y deportaron”.
Cruz hace una pausa y exhala un suspiro agotado.
“Es muy triste lo que estamos viviendo por el hecho de tener la piel morena y el pelo negro”, agrega.
Las redadas en Los Ángeles se han vuelto cotidianas. De hecho, un día antes de las protestas del fin de semana, el pasado viernes 6 de junio, se habían llevado a cabo otras redadas contra personas migrantes por parte de elementos federales del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, el ICE por sus siglas en inglés, que desataron “miedo en las comunidades”, tal y como denunció públicamente la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass.
“Como alcaldesa de una ciudad orgullosa de su población inmigrante, quienes contribuyen a nuestra ciudad de tantas maneras, estoy profundamente indignada. Estas tácticas siembran terror en nuestras comunidades y perturban los principios básicos de seguridad y debido proceso en nuestra ciudad”, señaló Bass en un comunicado.
Después, las redadas continuaron. El miércoles, Karoline Leavitt, la vocera de la Casa Blanca, anunció que producto de los enfrentamientos con manifestantes del fin de semana pasado en Los Ángeles, al menos 330 migrantes fueron detenidos, de los cuales 113 tendrían antecedentes penales. Aunque la comunidad mexicana y latina en esta ciudad denuncia que la mayoría de arrestos son de personas que no tienen antecedentes criminales y que, aún así, están siendo detenidos y deportados a sus países, y también a centros carcelarios como la ‘megacárcel’ en El Salvador, donde el gobierno de Nayib Bukele recibe a extranjeros con supuestos antecedentes penales a cambio de una ‘tarifa’ de casi 6 millones de dólares.
Mientras que ayer jueves, otro hecho marcó cómo se ha ido produciendo la escalada de tensión en Los Ángeles, especialmente en la última semana: el senador de origen latino Álex Padilla fue esposado y expulsado de un acto de la secretaria de seguridad, Kristi Noem, que está en la ciudad para apoyar las operaciones del ICE en la captura de migrantes sin documentos.
“Si así es como el Gobierno responde a un senador que quiere hacer una pregunta, imagínense lo que están haciendo con campesinos, cocineros u obreros en toda la ciudad”, dijo el legislador tras ser esposado. Ayer también, policías a caballo atacaron a manifestantes para dispersar multitudes en Los Ángeles.
“Trump dijo que iba a ir en contra de los criminales, pero no está siendo así”, plantea el activista méxico-americano Martín Cruz. “Para su gobierno, el simple hecho de haber cruzado la frontera sin documentos y no ser de piel clara, y ojos azules o verdes, ya es motivo suficiente para clasificar a los migrantes como criminales y desatar el miedo en nuestras comunidades”.
Tras los disturbios recientes, que llevó a las autoridades estadounidenses a decretar incluso un toque de queda para que nadie pueda transitar entre 8 de la tarde y 6 de la mañana por la zona centro de Los Ángeles donde se produjeron los enfrentamientos con la policía y los soldados, las calles de una urbe de casi 4 millones de personas se han vaciado en buena medida por el temor a los agentes federales del ICE.
“Nuestras calles están vacías”, apunta Cruz. “Los niños y los jóvenes han dejado de salir a los parques o a hacer deporte porque no se sienten seguros”.
El domingo pasado, por ejemplo, Martín dice que estaba previsto que en su barrio hubiera un partido de futbol entre jóvenes, el cual fue cancelado luego de que alguien le avisara que “iba a llegar la Guardia Nacional y el ICE” a hacer una redada.
Natalie Godínez, artista y activista de una organización civil llamada ‘Ambos’ que trabaja apoyando a la comunidad migrante en Tijuana, México, y en Los Ángeles, corrobora el efecto que ha generado el miedo a una detención y posterior deportación en una de las ciudades más importantes y cosmopolitas de Estados Unidos.
“Se siente mucha incertidumbre en la ciudad”, apunta Godínez, que también tiene la doble nacionalidad mexicana y estadounidense. “Mucha gente tiene miedo a salir a la calle y eso es algo que se nota hasta en el tráfico, que ha bajado. Y también se nota en el comercio de la ciudad, debido a que muchos migrantes no salen a trabajar por miedo a ser detenidos y expulsados”.
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En cuanto a las protestas del domingo pasado, en las que fueron muy comentadas las imágenes y fotografías de personas portando banderas de México y de otros países latinoamericanos, como Guatemala, El Salvador y Honduras, mientras algunos manifestantes quemaban unas patrullas de policía, el líder comunitario Martín Cruz recalca que la mayoría de la población latina es pacífica, por lo que hizo un llamado, al igual que hizo el miércoles la presidente Sheinbaum –a quien la secretaria de seguridad Kristi Noem había acusado previamente de alentar “protestas violentas”, a evitar provocaciones y a no caer en actos vandálicos ni violentos.
“Si en las manifestaciones vemos que alguien está agrediendo a alguien, o están rompiendo ventanas o vehículos, todos debemos entregar a esa persona que esté causando destrozos, porque también hay mucho infiltrado que está causando estos desmanes”, apunta Cruz.
“Es decir –agrega–, no es la gente hispana, no es la gente latinoamericana, la que está causando los desmanes, son otras personas con otros intereses. Aunque, claro, también hay jóvenes que se dejan llevar por la pasión”.
Preguntado por esos jóvenes, el líder comunitario expone que en buena medida se trata de personas ya nacidas en Estados Unidos, pero que sus padres se encuentran en situación irregular en el país.
“Son jóvenes que están preocupados por sus padres”, señala Cruz. “El día de ayer, por ejemplo, vi en las noticias a un joven guatemalteco con su bandera. Tenía 16 años. Y estaba protestando porque a su hermano lo deportaron y tenía temor de que ahora deportaran a su madre. Y son casos que, si no nos conmueven como personas, pues entonces no hay humanidad en nosotros”.
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Por su parte, Natalie Godínez recalca que en las protestas del fin de semana pasado se vieron banderas de muchas nacionalidades, no solo mexicanas, y opina que portar una bandera en un país extranjero no tiene nada de malo, sino que se trata de un símbolo de unión frente “al odio en la manera en cómo están deteniendo a las personas”.
“A muchas personas se las está llevando la policía solo porque ven que tiene la piel morena. Se los llevan sin verificar sus documentos”, denuncia Godínez, que al ser cuestionada por cómo ve la escalada de tensión que se vive en California y en Estados Unidos por las políticas anti-inmigrantes de la Casa Blanca, lanza un suspiro resignado.
“La verdad, sí hay miedo. Porque no se ve que nadie le pueda poner un freno a Trump”, lamenta la artista y activista méxico-americana.
Tras los ataques sin precedentes de Estados Unidos a tres instalaciones nucleares en Irán el sábado, la amenaza de un posible cierre del estrecho —por el que pasa alrededor de una quinta parte del consumo mundial de petróleo— mantiene inquietos a los mercados.
El estrecho de Ormuz es uno de los pasos marítimos más importantes y estratégicos del mundo.
Alrededor de una quinta parte del consumo mundial de petróleo pasa por el estrecho de Ormuz, una ruta comercial que conecta a los productores de crudo de Medio Oriente con mercados clave en la región Asia Pacífico, Europa y América del Norte.
Se trata de un angosto canal que, en su punto más estrecho, separa a Omán de Irán por tan solo 33 kilómetros.
El curso marítimo crítico para el comercio global está ahora en el centro de la mirada de los mercados.
Tras los ataques sin precedentes de Estados Unidos a tres instalaciones nucleares en Irán el sábado pasado, a ocho días de que Israel desplegara la mayor acción militar contra la República Islámica, el mundo está expectante a la reacción de Irán y todo parece indicar que el estrecho de Ormuz es una de las cartas que podría jugar.
El parlamento iraní ya aprobó una medida que le permite a Irán cerrar el paso, aunque la decisión final corresponde al Consejo Supremo de Seguridad Nacional.
Ahora es Estados Unidos el que le ha pedido a China evitar que Irán concrete esa amenaza. ¿Pero cuál es la importancia estratégica de este estrecho y qué consecuencias podría tener un eventual cierre?
Limitado al norte por Irán y al sur por Omán y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), este corredor -que tiene solo unos 50 km de ancho en su entrada y salida, y aproximadamente 33 km en su punto más estrecho- conecta el Golfo con el mar Arábigo.
El canal tiene dos vías marítimas, y cada una mide apenas 3km.
Más allá de su extensión, el estrecho es lo suficientemente profundo como para permitir el paso de los barcos petroleros más grandes del mundo.
En la primera mitad de 2023, alrededor de 20 millones de barriles de petróleo pasaron diariamente por el estrecho de Ormuz, según estimaciones de la Administración de Información Energética de EE. UU. (EIA, por sus siglas en inglés), lo que representa un comercio energético anual de casi US$600 mil millones.
Esto lo convierte en el paso más importante para la producción petrolera mundial, incluyendo el crudo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que integran Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, así como la mayoría del gas natural licuado de Qatar.
Cualquier interrupción en el estrecho restringiría el comercio e impactaría en un aumento de los precios del petróleo a nivel mundial.
Pero su eventual cierre tendría un impacto particular sobre China, quien es el mayor comprador global de petróleo iraní y mantiene una estrecha relación con Teherán.
Con ese argumento fue que el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, pidió a China que intervenga e impida un eventual bloqueo por parte de Irán.
“Animo al gobierno chino en Pekín a que hable (con Irán) al respecto, porque dependen en gran medida del estrecho de Ormuz para su petróleo”, dijo en una entrevista con Fox News el domingo.
“Si cierran el estrecho… será un suicidio económico para ellos. Nosotros tenemos opciones para lidiar con eso, pero otros países también deberían prestar atención. Les afectaría a ellos económicamente mucho más que a nosotros”, agregó.
El exjefe de la agencia de inteligencia británica MI6, Alex Younger, dijo a la BBC que el peor escenario posible en el conflicto en curso entre Irán e Israel incluía un bloqueo del estrecho de Ormuz.
“Cerrar el estrecho sería, obviamente, un problema económico enorme, dado el efecto que tendría sobre el precio del petróleo”, afirmó.
Sería un “territorio desconocido”, según Bader Al-Saif, profesor adjunto en la Universidad de Kuwait especializado en la geopolítica de la península arábiga.
“Tendría consecuencias directas en los mercados mundiales, porque veríamos un alza en el precio del petróleo y una reacción muy nerviosa de las bolsas ante lo que está ocurriendo”, dijo Al-Saif a la BBC.
Por supuesto, también afectaría a los países del Golfo, cuyas economías dependen en gran medida de las exportaciones de energía.
Arabia Saudita, por ejemplo, utiliza el estrecho para exportar alrededor de 6 millones de barriles de petróleo crudo por día -más que cualquier país vecino-, según investigaciones de la firma de análisis Vortexa.
Las normas de las Naciones Unidas permiten a los países ejercer control hasta 12 millas náuticas (13.8 millas terrestres) desde su costa.
Esto significa que, en su punto más estrecho, Ormuz y sus rutas de navegación se encuentran completamente dentro de las aguas territoriales de Irán y Omán.
Si Irán intentara bloquear los aproximadamente 3.000 barcos que transitan por el estrecho cada mes, una de las formas más efectivas de hacerlo -según expertos- sería colocando minas mediante lanchas rápidas de ataque y submarinos.
La marina regular de Irán y la marina del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) podrían, en teoría, lanzar ataques contra buques de guerra extranjeros y embarcaciones comerciales.
Sin embargo, los grandes buques militares podrían, a su vez, convertirse en blancos fáciles para ataques aéreos de Estados Unidos.
Las lanchas rápidas de Irán suelen estar armadas con misiles antibuque, y el país también opera una variedad de buques de superficie, embarcaciones semisumergibles y submarinos.
Los expertos coinciden en que Irán podría bloquear el estrecho temporalmente, pero muchos están igualmente convencidos de que Estados Unidos y sus aliados podrían restablecer rápidamente el flujo del tráfico marítimo por medios militares.
EE. UU. ya lo ha hecho antes.
A fines de la década de 1980, durante la guerra entre Irán e Irak, los ataques a instalaciones petroleras escalaron hasta convertirse en una “guerra de petroleros”, en la que ambos países atacaban barcos neutrales para ejercer presión económica.
Los petroleros kuwaitíes que transportaban petróleo iraquí eran especialmente vulnerables y, finalmente, buques de guerra estadounidenses comenzaron a escoltarlos a través del Golfo, en lo que se convirtió en la mayor operación de convoyes navales desde la Segunda Guerra Mundial.
Aunque Irán ha amenazado en repetidas ocasiones con cerrar el estrecho de Ormuz en conflictos anteriores, nunca ha llevado a cabo dicha acción.
Quizá el momento más cercano fue durante la guerra de los petroleros a fines de los años 80, pero incluso entonces el tránsito por el estrecho de Ormuz nunca se interrumpió de manera grave.
Si esta vez Irán cumple su amenaza, el resultado podría ser diferente.
Aunque China aún no ha respondido al llamado de Estados Unidos, es muy poco probable que Pekín reciba con agrado un aumento en los precios del petróleo o interrupciones en las rutas de navegación, y podría utilizar su peso diplomático para disuadir al gobierno iraní de llevar a cabo el bloqueo.
La analista energética Vandana Hari dijo que el gobierno iraní tiene “poco que ganar y demasiado que perder” si cierra el estrecho.
“Irán corre el riesgo de convertir en enemigos a sus vecinos productores de petróleo y gas en el Golfo, y de provocar la ira de su principal mercado, China, al interrumpir el tráfico en el estrecho”, dijo Hari a la BBC.
China, en particular, compra más petróleo de Irán que cualquier otra nación: sus importaciones de ese país superaron los 1,8 millones de barriles por día el mes pasado, según datos de la empresa de análisis Vortexa.
Otras importantes economías asiáticas -incluidas India, Japón y Corea del Sur- también dependen en gran medida del petróleo crudo que pasa por el estrecho.
El lunes, el gobierno chino manifestó que los ataques estadounidenses habían dañado la credibilidad de Washington y pidió un alto el fuego inmediato.
El embajador de China ante la ONU, Fu Cong, dijo que todas las partes deberían contener “el impulso de la fuerza”, según un informe de la televisión estatal.
En un editorial, el periódico estatal de Pekín, Global Times, también opinó que la participación de Estados Unidos en Irán “ha complicado y desestabilizado aún más la situación en Medio Oriente” y que estaba llevando el conflicto a un “estado incontrolable”.
*Con información de Adán Hancock, reportero de negocios de la BBC, y Gavin Butler, del servicio persa de la BBC.
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