Madres y padres de niños con cáncer denunciaron la falta de medicamentos en el Hospital Infantil de Veracruz.
Una de las madres señaló que el hospital no cuenta con medicamentos como la Asparaginasa, Metotrexato, Vincristina, Etopósido y la Ciclofosfamida que son necesarios para la salud de los infantes.
Indicó que varios medicamentos no se han adquirido y que algunos específicamente no los quieren adquirir.
“Se lo digo directamente a la gobernadora (Rocío Nahle), dicen que aquí no lo quieren comprar o al menos no lo quieren comprar. El gobierno no lo quiere comprar porque es muy caro, que es más caro que el Leunase. (…) Por favor, usted lo ha dicho siempre, desde que empezó su campaña que iba a entrar por la salud y en estos momentos los niños de la Torre Pediátrica de Salud están solicitándole el apoyo, por favor, haga algo al respecto”, declaró la madre.
Exigió: “que no se repitan las historias de terror de otros años y que se vea realmente el cambio en el apoyo en el sistema de salud”.
Recordó que en el 2022 se tuvo una alta incidencia de decesos a consecuencia del desabasto.
“Aproximadamente unos 30 niños y que a lo mejor dirá ‘hay son 30 niños’, pero para los padres de familia es un dolo muy grande”, expresó.
En marzo, padres de niños con cáncer se pronunciaron contra el apoyo económico bimestral anunciado por el gobierno para los familiares de pacientes, pues lo primordial es resolver el problema de desabasto de medicamentos.
Asimismo, cuestionaron que si con ese dinero se busca “comprar conciencias y silencios con un recurso que no resuelve el problema que este gobierno ocasionó”.
En tanto, organizaciones del Movimiento Nacional por la Salud Papás de Niños con Cáncer A.C. y Fundación NICOATOLE Ynde Corazón A.C. fijaron una postura ante el anuncio en la conferencia de la presidenta Claudia Sheinbaum sobre el apoyo bimestral de 6 mil 400 pesos.
“Nuestra respuesta es clara: primero es lo primero. Antes de otorgar estos apoyos económicos, el gobierno debe enfocarse en resolver el grave problema del desabasto de medicamentos y quimioterapias, la falta de insumos en los hospitales públicos y la escasez de médicos en todo el país”, señalaron.
Lamentaron que el expresidente Andrés Manuel López Obrador prometió en 14 ocasiones que se resolvería el desabasto de medicamentos, pero no se cumplió.
Dichas organizaciones invitaron a Claudia Sheinbaum a visitar los hospitales públicos y conversar con las familias para que conozca la realidad. Coincidieron que dicho apoyo de 6 mil 400 pesos no sirve para revivir a los niños y niñas que han muerto por falta de medicamentos, no cubren los medicamentos oncológicos ni repara el daño causado.
Durante el sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador, padres y madres de niños con cáncer se manifestaron en distintos estados de México por el desbasto de medicamentos para tratar sus enfermedades.
Al respecto, AMLO aseguró que con la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), en lugar del Seguro Popular, se busca mejorar el acceso a la salud de los mexicanos, con atención y medicamentos gratuitos.
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Además, señaló que su gobierno se enfrentó a resistencias para cambiar el esquema de adquisición de medicamentos debido a la corrupción que predominó en el pasado.
Sin embargo, la investigación de Animal Político “No fuimos Dinamarca” encontró que el gasto del Seguro Popular para atender cáncer infantil entre 2012 y 2016 fue de 500 millones de pesos; en los años siguientes bajó a 300 millones de pesos, pero en 2021 el gasto solo fue de 21 millones de pesos; un recorte de 97%. El número de tratamientos pagados pasó de mil 600 en 2018 a 300 en 2021.
La nube digital reside en más de 10.000 centros de datos en todo el mundo. Su número crece constantemente, al igual que las quejas de residentes locales.
Cuando Beverly Morris se jubiló en 2016 pensó que había encontrado la casa de sus sueños: un tranquilo rincón rural de Georgia, rodeado de árboles y tranquilidad.
Hoy, es todo lo contrario.
A solo 366 metros de su porche, en el condado de Fayette, se encuentra un gran edificio sin ventanas, lleno de servidores, cables y luces parpadeantes.
Es un centro de datos, uno de los muchos que están apareciendo en pequeños pueblos de Estados Unidos y en todo el mundo, para alimentar todo tipo de servicios, desde operaciones bancarias en línea hasta herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT.
“No puedo vivir en mi casa si mi casa funciona a medias y no puedo beber el agua”, dice Morris.
Morris cree que la construcción del centro, que es propiedad de Meta (la empresa matriz de Facebook), causó una acumulación excesiva de sedimentos en su pozo de agua. Ahora no tiene más remedio que acarrear agua en cubos para el inodoro.
Morris señala que tuvo que arreglar las cañerías de su cocina para restablecer la presión del agua. Pero la que sale del grifo todavía tiene residuos.
“Me da miedo beber el agua, aunque la sigo usando para cocinar y para cepillarme los dientes”, dice . “¿Me preocupa esto? Sí”.
Meta, sin embargo, afirma que ambas cosas no están relacionadas.
En una declaración a la BBC, Meta dijo que “ser un buen vecino es una prioridad”.
La empresa afirmó que comisionó un estudio independiente de aguas subterráneas para investigar las preocupaciones de Morris. Según el informe, la operación de su centro de datos “no afectó negativamente las condiciones de las aguas subterráneas de la zona”.
Aunque Meta niega haber causado problemas con el agua, en opinión de Morris no cabe duda de que la empresa ya no es bienvenida en su localidad.
“Este era mi lugar perfecto”, dice. “Pero ya no lo es”.
Solemos pensar en la nube como algo invisible, que flota sobre nosotros en el éter digital. Pero tiene una realidad física.
La nube reside en más de 10 mil centros de datos en todo el mundo, la mayoría ubicados en Estados Unidos, seguido de Reino Unido y Alemania.
Con la IA impulsando un aumento de la actividad en línea, esa cifra crece rápidamente. Y también se multiplican las quejas de residentes locales.
En Estados Unidos el auge de estos centros enfrenta el desafío del activismo local. Proyectos por un monto total de US$64.000 millones se han visto retrasados o bloqueados en todo el país, según un informe del grupo de monitoreo de centros de datos Data Center Watch.
Y las preocupaciones no se limitan a la construcción de estos centros. También tienen que ver con el consumo de agua. Mantener los servidores enfriados requiere mucha agua.
“Estos procesadores se calientan mucho”, declaró Mark Mills, del Centro Nacional de Análisis de Energía, ante el Congreso estadounidense en abril. “Se necesita mucha agua para enfriarlos”.
Muchos centros utilizan sistemas de enfriamiento por evaporación, en los que el agua absorbe el calor y se evapora, de forma similar a cómo el sudor absorbe y libera el calor de nuestros cuerpos. En días calurosos, un solo centro de datos puede consumir millones de litros.
Los centros de datos impulsados por IA podrían consumir entre 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos de agua a nivel mundial para 2027, según un estudio.
Pocos lugares ilustran esta tensión con mayor claridad que Georgia, uno de los mercados de centros de datos de más rápido crecimiento en EE. UU.
Su clima húmedo proporciona una fuente de agua natural y más rentable para enfriar los centros de datos, lo que hace al estado atractivo para las empresas. Pero esa abundancia puede tener un costo alto.
Gordon Rogers es el director ejecutivo de Flint Riverkeeper, una organización sin fines de lucro que monitorea la salud del río Flint en Georgia.
Rogers nos llevó hasta un arroyo debajo de un nuevo sitio de construcción para un centro de datos de la compañía estadounidense Quality Technology Services (QTS).
George Diets, un voluntario local, recoge una muestra de agua y la coloca en una bolsa de plástico transparente. El agua es turbia y marrón.
“No debería ser de ese color”, dice. Para él, esto sugiere flujo de sedimentos y posiblemente floculantes. Estos son productos químicos utilizados en la construcción para unir el suelo y prevenir la erosión, pero si se filtran al sistema hídrico pueden generar lodos residuales.
QTS afirma que sus centros de datos cumplen con altos estándares ambientales y generan millones en ingresos fiscales a nivel local.
Si bien la construcción de estos centros suele estar a cargo de contratistas externos, son los residentes quienes deben enfrentar las consecuencias.
“No deberían hacer esto”, dice Rogers. “Un propietario más rico no tiene más derechos de propiedad que uno con menos recursos”.
Los gigantes tecnológicos afirman ser conscientes de los problemas y aseguran que están tomando medidas.
“Nuestro objetivo es que para 2030 estemos devolviendo más agua a las cuencas hidrográficas y comunidades donde operamos centros de datos que la que extraemos”, afirma Will Hewes, responsable global de gestión del agua en Amazon Web Services (AWS), la empresa que gestiona más centros de datos a nivel mundial.
Hewes afirma que AWS está invirtiendo en proyectos como la reparación de fugas, la captación de agua de lluvia y el uso de aguas residuales tratadas para refrigeración. En el estado de Virginia, la empresa colabora con agricultores para reducir la contaminación por nutrientes en la bahía de Chesapeake, el estuario más grande de Estados Unidos.
En Sudáfrica e India, donde AWS no utiliza agua para refrigeración, la empresa sigue invirtiendo en iniciativas de acceso y calidad del agua.
En el continente americano, afirma Hewes, el agua solo se utiliza en aproximadamente el 10 % de los días más calurosos del año.
Aun así, todo suma. Una sola consulta de IA, por ejemplo una solicitud a ChatGPT, puede consumir una cantidad de agua equivalente a una botella pequeña de agua que compras en el supermercado. Multiplica eso por miles de millones de consultas al día y la escala queda clara.
El profesor Rajiv Garg enseña computación en la nube en la Universidad Emory de Atlanta. Los centros de datos no van a desaparecer, dice. De hecho, se están convirtiendo en la columna vertebral de la vida moderna.
“No hay vuelta atrás”, afirma el profesor Garg.
Para el académico, la clave es pensar a largo plazo: sistemas de refrigeración más inteligentes, captación de agua de lluvia e infraestructuras más eficientes.
Garg admite que a corto plazo los centros de datos generarán una enorme presión, aunque agrega que la industria está comenzando a virar hacia la sostenibilidad.
Eso no es ningún consuelo para propietarios como Beverly Morris.
Los centros de datos se han convertido en algo más que una simple tendencia del sector: ahora forman parte de la política nacional. El presidente Donald Trump prometió recientemente construir el mayor proyecto de infraestructura de IA de la historia, calificándolo de “un futuro impulsado por datos estadounidenses”.
En Georgia, el sol pega fuerte a través de la humedad densa, un recordatorio de por qué el estado es tan atractivo para las empresas de centros de datos.
Para los residentes locales el futuro tecnológico ya está aquí. Y es ruidoso y sediento y, a veces, convivir con él es difícil.
A medida que la IA crece, el desafío es claro: cómo impulsar el mundo digital del mañana sin agotar el recurso más básico de todos: el agua.
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