El programa “Salud Casa por Casa” tuvo su banderazo oficial esta mañana, por lo que las visitas a domicilio a adultos mayores y personas con discapacidad comenzarán ya comenzaron.
Con una mochila cargada de insumos y un tablet, alrededor de 17 mil enfermeras y enfermeros visitarán las casas de los beneficiaros. Supervisadas por cerca de 2 mil 260 médicas y médicos.
La visitas se harán a los 14 millones de adultos mayores y personas con discapacidad, sin importar a qué institución de salud estén afiliados, y en caso de ser necesario serán referidos al IMSS, ISSSTE o IMSS Bienestar, según sea el caso.
La secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, detalló el personal médico que realice la visita será el mismo en todas las ocasiones, ya que se les estableció una zona de trabajo.
Únicamente en algunas zonas rurales de difícil acceso esto podría no ser así, ya que no se consiguió al personal completo, por lo que a estas áreas el programa Salud Casa por Casa llegará en forma de brigadas.
La presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que el programa operará completamente en agosto, con la implementación de las Farmacias del Bienestar.
Ariadna Montiel detalló que la primera visita de enfermeras, enfermeros, médicos y médicas en el programa “Salud Casa por Casa” consistirá en tres etapas generales.
La primera etapa consistirá en la creación de una historia clínica de las personas con discapacidad o adultos mayores. Esta contendrá los datos personas y antecedentes familiares que comúnmente se preguntan al ir al doctor como:
Una vez teniendo la historia clínica se harán detecciones con pruebas y cuestionarios para finalmente clasificar a las personas en diferentes grupos de acuerdo con su salud.
La primera visita incluirá la toma de signos vitales, temperatura, pulso, frecuencia respiratorio, presión arterial y oximetría. De igual forma, se valorará el estado nutricional con el peso y la talla.
También se harán pruebas rápidas de glucosa, colesterol y triglicéridos. Además de exámenes de la vista, oído y capacidad locomotriz, es decir, si la persona es capaz de alimentarse, ir al baño, vestirse, moverse al interior de la casa, entre otras.
Durante la visita se dará orientación sobre el cepillado de dientes y la salud bucodental.
Para las visitas posteriores, las cuales serán cada mes o cada dos meses dependiendo el estado, el personal de salud apoyará a dar seguimiento al tratamiento específico para cada condición, como diabetes, hipertensión o enfermedad renal, dictado por la Secretaría de Salud.
El personal podrá recetar medicamento de ser requerido y podrá referenciar con alguna institución de salud para continuar con el tratamiento.
Además, también podrán hacer procedimientos básicos, como curaciones, o dar orientación a pacientes y familiares sobre los cuidados de las distintas enfermedades.
La secretaria del Bienestar detalló que tras las primeras pruebas dura la visita de “Salud Casa por Casa” se clasificará a las personas dependiendo de su estado para poder darles seguimiento correctamente. Esta será la clasificación:
Shakira dice en entrevista con la BBC que la situación de los inmigrantes en Estados Unidos es “dolorosa”.
En las entrañas del estadio Hard Rock de Miami, una nota está pegada en la puerta de la oficina de producción de Shakira.
“Por favor, vuelve más tarde… a menos que estés en llamas”.
La nota rosa, escrita a mano, sugiere un nivel de estrés totalmente comprensible para el equipo que organiza la gira de estadios más grande del año.
Con 64 conciertos agotados en América, Shakira ha tocado para más de dos millones de fans.
“He trabajado durante más de un año, puliendo cada detalle del espectáculo, así que esta es una recompensa increíble”, declara la estrella.
No hay nervios ni peleas a gritos tras bastidores antes del concierto en Miami… y nadie está en llamas.
El ambiente es tranquilo y profesional. Los bailarines estiran en los pasillos, las costureras cosen cristales en los catsuits y los técnicos de guitarra revisan y vuelven a revisar las afinaciones.
Si te quedas un rato, descubrirás algunos datos sorprendentes de la gira.
“Viajamos con dos lavadoras y dos secadoras, que conectamos en cada sede”, dice la jefa de vestuario, Hannah Kinkade, quien apenas tiene 300 trajes que cuidar.
Cada atuendo debe renovarse antes de un nuevo espectáculo, dice, porque “Shakira baila con mucha intensidad y los bailarines también”.
“Los bailarines desgastan tanto sus zapatos que tenemos que repintarlos cada mañana”.
El director de escena, Kevin Rowe, nos muestra los oscuros pasillos bajo el escenario, donde el equipo tiene reservas secretas de Gatorade y café frío para sobrevivir al sofocante calor de Miami.
“O hace mucho calor o llueve mucho”, dice sobre trabajar en un espectáculo al aire libre. “Pero esa es la desventaja de vivir en el submundo”.
Sobre las 14:30, la banda comienza su prueba de sonido. Poco después de las 15:00, Shakira llega con sus caderas que no mienten, escoltada por la policía, y se une al equipo en el escenario.
Vestida con jeans plateados acampanados y una camiseta blanca sin mangas, no puede evitar bailar mientras evalúa el lugar de la noche.
“Vine aquí para el concierto de Beyoncé y estuvo impecable, así que más les vale que me hagan sonar así”, bromea con el equipo.
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¿O no es tan broma?
Shakira suelta la broma con un guiño, pero hay algo que todos reconocen entre bastidores: la jefa es una perfeccionista.
“Cuando está encendida, está encendida”, apunta la bailarina principal Darina Littleton. “Cuando entra, está lista, su personaje está listo, está entregada a tope”.
“Ella sabe lo que quiere, y si no lo consigue, lo conseguirá de una forma u otra”, señala el director musical Tim Mitchell, quien ha tocado con Shakira desde los 90 (incluso escribió el riff de flauta de pan en “Suerte”). Es muy meticulosa con cada aspecto del espectáculo: el sonido, lo visual, la iluminación, las pulseras, todo. Es increíble. No sé cómo lo hace”.
La obsesión da sus frutos.
El concierto de Shakira consiste en dos horas y media de drama musical: un desfile ininterrumpido de éxitos bilingües, 13 cambios de vestuario y movimiento constante.
Interpreta una danza del vientre de inspiración libanesa durante Ojos así; una rutina tribal con cuchillos para presentar Whenever, Wherever; golpea con fuerza una guitarra Flying V durante Objection (Tango); y hace que el público aúlle y rebuzne con una versión electrizante de She Wolf.
La gira se titula “Las Mujeres Ya No Lloran” en honor al último álbum de Shakira, inspirado en algunos de los desamores y trastornos personales más intensos que jamás haya vivido.
Su relación de 11 años con el futbolista Gerard Piqué se rompió, al mismo tiempo que su padre se sometía a una cirugía cerebral de emergencia, y las autoridades españolas la acusaron de fraude fiscal por 14.5 millones de euros (16.8 millones de dólares), en donde finalmente llegó a un acuerdo extrajudicial.
“Muchos de ustedes saben que los últimos años no han sido los más fáciles para mí”, dice en el escenario. “Pero, ¿quién no se cae de vez en cuando, no?”
“Lo que he aprendido es que una caída no es el final, sino el comienzo de un camino aún mejor”.
Más específicamente, la turbulencia la impulsó a un arrebato creativo que la puso de nuevo en el centro de la conversación cultural tras siete años de silencio musical.
En 2023, Bzrp Music Sessions Vol. 53, un tema creado con el productor argentino Bizarrap, estuvo lleno de dardos dirigidos a Piqué y su nueva novia (“cambiaste un Rolex por un Casio”) y ganó el premio a la canción del año en los Grammy Latinos.
Continuó con la temática en una serie de sencillos exitosos como el sarcástico “Te felicito” y “TQG”, un dueto con la también estrella colombiana Karol G, que ha acumulado mil 300 millones de reproducciones en Spotify.
“Es una gran inspiración para las mujeres”, dice una fan, con orejas peludas de loba, poco antes del show. “Lo ha hecho todo. Ella es poder”.
El compromiso de Shakira con el espectáculo es tal que quiere que nuestra entrevista sea después de que baje del escenario. Así que, poco después de la medianoche, sale de su camerino luciendo más fresca que un campo de margaritas.
“Les advierto que puede que no tenga mucho sentido ahora mismo”, dice riendo. “Todavía me estoy recuperando. Hoy hizo mucho calor y humedad. Así que cuando está así, o hay altitud, es un gran reto… pero vale totalmente la pena.”
¿Qué pasa cuando está cansada o enferma?
“Para montar un espectáculo de esta envergadura y que se celebre cada noche, no importa si estás triste, si tuviste un mal día, si estás enferma o si tienes tos; simplemente tienes que dar lo mejor de ti y, milagrosamente, lograr que suceda”.
“Y la adrenalina, de hecho, no me deja sentir el agotamiento ni lo exigente que puede ser. Te ayuda a superarlo”.
Tocar en Miami fue particularmente significativo, cuenta, porque es la ciudad a la que se mudó de joven con la esperanza de abrirse paso en el mercado pop occidental.
Para entonces, ya era una estrella en Colombia, pero sabía que el éxito internacional significaba cantar en inglés. El único problema era que nunca lo había aprendido.
“Tenía solo 19 años cuando me mudé a EU, como muchos otros inmigrantes colombianos que llegan a este país en busca de un futuro mejor”, afirma.
“Y recuerdo que estaba rodeada de diccionarios español-inglés y diccionarios de sinónimos, porque en aquel entonces no tenía Google ni ChatGPT para [ayudarme]. Así que todo era muy precario”.
“Y luego me adentré en la poesía y comencé a leer un poco de Leonard Cohen, Walt Whitman y Bob Dylan, tratando de entender cómo funciona el inglés en la composición de canciones. Creo que así es como me volví buena en esto”.
Últimamente, ha estado reflexionando sobre esas experiencias, su aceptación en EU y cómo eso contrasta con la actitud del gobierno de Donald Trump hacia los migrantes.
Al aceptar el Grammy al mejor álbum de pop latino a principios de este año, abordó la situación directamente.
“Quiero dedicar este premio a todos mis hermanos y hermanas migrantes en este país. Son queridos, valen la pena y siempre lucharé con ustedes”, sostuvo.
¿Cómo se siente, le pregunto, ser inmigrante en EU hoy en día?
“Significa vivir con miedo constante”, asegura. “Y es doloroso verlo”.
“Ahora, más que nunca, tenemos que permanecer unidos. Ahora, más que nunca, tenemos que alzar la voz y dejar muy claro que un país puede cambiar sus políticas migratorias, pero el trato a todas las personas siempre debe ser humano”.
Es una declaración contundente, pronunciada en inglés y en español, cuando Shakira se dirige directamente a sus fans latinoamericanos.
Esa conexión es la base del éxito de su gira: sus fans han crecido con Shakira y se ven reflejados en ella.
En Miami, el público abarca generaciones: madres e hijas cantan al unísono éxitos de los 90 como “Pies descalzos, sueños blancos”, y bailan al ritmo de un Waka Waka (This Time for Africa) para celebrar.
Por eso, el momento álgido del espectáculo llega durante “Acróstico”, la tierna balada que Shakira escribió para sus hijos, en la que les prometió que se mantendría fuerte tras la separación de Piqué.
Mientras canta, Sasha (12) y Milan (10) aparecen en las pantallas de video haciendo un dueto con su madre.
“Se me derrite el corazón cada vez que los veo en esa pantalla y escucho sus vocecitas”, reconoce la estrella. “Son todo para mí. Son mi motor y la razón por la que estoy viva. Así que tenerlos cada noche en el escenario es un momento precioso”.
Esta es la primera vez que los niños tienen la edad suficiente para ver a su madre actuar en concierto, y ella confiesa que tienen sentimientos encontrados al respecto.
“Cuando tengo un concierto, se estresan un poco porque quieren que todo salga perfecto para mí”, relata.
“Siempre están preocupados, como: ‘Mamá, ¿cómo te fue? ¿Te caíste? ¿Estás bien?’. Y trato de mostrarles que no hay un concierto perfecto. Está bien cometer un error”.
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