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Mala atención médica y discriminación: los problemas que enfrenta la población con sobrepeso en México
Mala atención médica y discriminación: los problemas que enfrenta la población con sobrepeso en México
En México, 36.9% de las personas adultas viven con obesidad, según el Instituto Nacional de Salud Pública. Foto: Cuartoscuro/Archivo
7 minutos de lectura

Mala atención médica y discriminación: los problemas que enfrenta la población con sobrepeso en México

En México, país que ocupa el segundo lugar a nivel mundial en obesidad, casos de mala atención médica a quienes viven con sobrepeso han abierto un debate sobre cómo garantizar el acceso a la salud.
16 de septiembre, 2024
Por: Patricia Zavala Gutiérrez, Global Press México

PUEBLA, MÉXICO — En 2019, Angel, quien vive con diabetes, notó que veía borroso. Acostumbrado a usar lentes desde la infancia, se sorprendió por la gran pérdida de nitidez que había tenido en poco tiempo y decidió ir a una revisión.

Le explicó lo que ocurría al médico de primer contacto en su clínica asignada en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la mayor institución de atención a la salud y protección social del país. Esperaba que lo derivara a una consulta con el área de oftalmología, un proceso que se autoriza tras analizar el caso del paciente; sin embargo, eso no ocurrió.

El médico no le auscultó, dice Angel, y solo le recordó —sin hacer contacto visual— que tenía que controlar su sobrepeso para evitar el avance de lo que, consideró, era evidente: Su visión borrosa podría ser un síntoma de retinopatía diabética, una complicación irreversible de su condición que puede ocasionar ceguera cuando no hay un control riguroso de los niveles de glucosa sanguínea.

Lee | México tiene la peor cobertura de salud entre los países de la OCDE; se mantienen altos niveles de obesidad y diabetes

Angel, a quien sus amigos y familiares consideran “gordo y grandote” desde que era niño, pensó que no había nada más que hacer. Vivió casi dos años con el temor de perder la vista antes de darse cuenta de que su problema no era el que el médico le había diagnosticado. Además, tras saber de casos similares al suyo en redes sociales, identificó que lo que había experimentado en su consulta médica era discriminación por su sobrepeso.

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Foto: Cuartoscuro/Archivo

 

En México, país que ocupa el segundo lugar en obesidad entre personas adultas a nivel mundial, la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2022 reveló que, de la población de 18 años o más que reportó sufrir discriminación al menos una vez en el lapso de un año, 30% de las mujeres y 23% de los hombres manifestaron que el motivo fue su peso o estatura.

Los entornos médicos no escapan de esta práctica, asociada con un sesgo automático conocido como gordofobia. Los pacientes que la experimentan suelen ser responsabilizados de sus problemas de salud y enviados a adelgazar antes de ser examinados apropiadamente, aseguran especialistas en el tema, quienes desde sus espacios plantean alternativas para promover una atención integral que no se centre en el peso de las personas y les permita recibir una atención adecuada.

El estigma del sobrepeso

“Yo toda la vida me supe gorda”, asegura Alejandra Oyosa, investigadora independiente de estudios feministas y de género, así como en estudios del cuerpo y la gordura. Cuenta que ha vivido violencia médica en instituciones públicas y privadas, donde la atención a su salud se ha enfocado en su peso y no en sus padecimientos. “La prioridad era: ‘Vamos a bajarte de peso y luego vamos a ver qué tienes’”, señala.

Ese enfoque de atención incluso puso su vida en riesgo. En una ocasión, cuenta, para atender un problema de falta de sueño y agotamiento, acudió a un consultorio privado anexo a una farmacia. Ahí una doctora le prescribió metformina, medicamento que restaura el azúcar en la sangre a niveles normales, a pesar de que Oyosa no tiene diabetes.

“Tenía las manos súper inflamadas, color morado con puntitos blancos”, recuerda Oyosa, quien desarrolló una reacción alérgica a la metformina.

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Tras realizarle una serie de estudios, otra especialista le informó que se trataba de un problema en la tiroides y no requería metformina. Suspendió el primer tratamiento y su salud mejoró, dice.

“[Los profesionales de salud] suelen infringir daños en sus consultantes gordes ya sea pasando menos tiempo con elles, haciéndoles menos preguntas en su historia clínica, pidiéndoles menos exámenes físicos o de laboratorio; diagnosticándoles solo por su peso o incluso insultándoles o humillándoles por sus corporalidades”, dice María de Jesús López, socióloga investigadora en el tema de corporalidades gordas.

Angel recuerda que, en otra ocasión, el médico que le dijo que podía tener retinopatía diabética se negó a revisarlo por un dolor en la rodilla. Solo le comentó que dejara de “comer pan y tomar refresco” antes de remitirlo al área de nutrición.

Instancias como el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México ya han abordado el tema en conversatorios y publicaciones. Sin embargo, explica López, aún no existen protocolos que den cauce a las denuncias por gordofobia.

La mala relación médico-paciente fue la cuarta causa de inconformidad entre las quejas concluidas en 2023 por la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED), instancia que recibe y atiende quejas por posibles irregularidades en la atención o negativa en la prestación de servicios de salud. Este motivo engloba aspectos como la comunicación y actualización ética; sin embargo, no reporta información sobre quejas por discriminación. El IMSS, que acumula la mayor cantidad de quejas concluidas ante CONAMED, no estuvo disponible para comentar.

López asegura que a esto se suma un factor social. “Las personas no exponen o comparten ni siquiera a nivel familiar sus experiencias en torno a la salud y el trato médico que han recibido por sus corporalidades”.

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Angel observa la fumarola del volcán Popocatépetl, en Puebla. En 2019 recibió un diagnóstico erróneo de retinopatía diabética, luego de acudir al médico por visión borrosa. Foto: Patricia Zavala Gutiérrez, Global Press México.

Ver más allá del peso

Tradicionalmente, en medicina se mide el índice de masa corporal (IMC), que es la relación entre el peso y la estatura de una persona que, en muchos casos, previene problemas de salud.

“[Medir el IMC] es muy importante, en primer lugar, para disminuir riesgos cardiovasculares; segundo, para evitar la aparición temprana de enfermedades crónico degenerativas —diabetes, hipertensión, dislipidemia— y, tercero, para disminuir la producción excesiva de hormonas”, dice la médica Claudia García.

En México, 36.9% de las personas adultas viven con obesidad, lo que vuelve a esta condición “el principal problema de salud” en el país, según el Instituto Nacional de Salud Pública, una organización académica dependiente de la Secretaría de Salud.

Sin embargo, García advierte que el peso no es el único factor a considerar. Investigaciones recientes avaladas por la Federación Mundial de Obesidad advierten que, aunque el IMC es ampliamente utilizado, tiene limitaciones formalmente documentadas y no se recomienda su uso aislado para diagnóstico en un entorno clínico.

La Asociación por la Liberación Corporal y Alimentaria para Iberoamérica (ALiCyA), grupo de activistas contra la violencia y discriminación hacia las corporalidades gordas, diversas y no hegemónicas, difundió en 2023 el “Decálogo por el buen trato de las personas gordas en el ámbito de la salud”. Ahí, recomienda apostar por un enfoque de salud integral y pesar a los pacientes solo cuando es indispensable para su tratamiento.

María José Díaz, una médica que utiliza este enfoque de atención a la salud, ha sacado la báscula de su consultorio para crear un espacio donde sus pacientes se sientan más cómodos. Para ella, lo principal es ser conscientes de la diversidad y detenerse a entender mejor a sus pacientes.

A Angel, haber sido atendido por un médico que no vio más allá de su peso, le implicó renunciar a muchas actividades: dejó de manejar porque no lograba ubicarse; le costaba ver la pantalla de su computadora y no podía leer los precios en el supermercado. Recuerda esos días con desesperación. Pero en 2021 lo recibió otro médico familiar, quien lo revisó y canalizó a oftalmología. Lo que le aquejaba no era una condición irreversible, sino otra más alentadora: cataratas.

Tanto la retinopatía diabética como las cataratas pueden ser resultado de la diabetes, según la Academia Americana de Oftalmología, una de las principales asociaciones de médicos y cirujanos de ojos a nivel mundial. Pero, a diferencia de la primera, las cataratas son retiradas con cirugía.

Tras operarse, Angel ve “mejor que nunca” y ha comenzado a hablar con familiares y amigos sobre la gordofobia, para evitar que casos como el suyo se repitan.

“Hay muchas personas como yo, personas con cuerpos grandes que anhelamos ser atendidos como si importáramos, no como si solo estuvieran administrando nuestra vida en lo que morimos”, finaliza.

Recomendaciones para el acceso a la salud integral

El Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México recomienda al personal médico:

 

  •       Dejar de relacionar los cuerpos con obesidad y sobrepeso con enfermedad
  •       No referirse a las personas con obesidad y sobrepeso con apodos, ni aludir al tamaño de las partes de su cuerpo
  •       No condicionar la atención a las personas con obesidad y sobrepeso a someterse a tratamientos especializados de pérdida de peso
  •       Mantener un trato ético y respetuoso hacia las personas con obesidad y sobrepeso
  •       Las personas que hayan vivido discriminación por causa de su peso en entornos médicos en México pueden presentar su denuncia en: Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México.

 

Patricia Zavala Gutiérrez es una reportera de Global Press Journal radicada en México.

Este trabajo fue publicado originalmente en  Global Press Journal. 

Global Press Journal es una premiada publicación internacional de noticias con más de 40 oficinas de noticias independientes en África, Asia y América Latina.

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Imagen BBC
El gran éxito económico que lograron los libaneses que migraron a América Latina en el siglo XIX y que mantienen sus descendientes
9 minutos de lectura

La diáspora libanesa en América Latina echó raíces en la región desde hace casi 150 años. Desde entonces se convirtió en una de las comunidades más prósperas.

03 de octubre, 2024
Por: BBC News Mundo
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“Ser libanés no es una nacionalidad, es un oficio”, dice un poema del escritor libanés Roda Fawaz.

Su verso transmite un sentimiento que comparten millones de personas originarias de esa nación de Medio Oriente, o descendientes de migrantes que lo hicieron a lo largo de los últimos 150 años, y que se establecieron en muchos países del mundo.

América Latina fue un destino de una buena parte de ellos. Notablemente en Brasil, con entre 8 y 10 millones de brasileños-libaneses. Pero también en el resto de los países, desde México hasta Argentina, se calcula que hay unos cuatro millones más repartidos en la región.

Entre ellos hay nombres que han logrado un lugar destacado en el mundo de los negocios, la política o la cultura. Los empresarios son tal vez los más conocidos, con apellidos como Slim (México), Jafet y Ghosh (Brasil), Char (Colombia), Menem (Argentina) o Saieh (Chile).

Y con fama internacional, Shakira o Salma Hayek o el actor Ricardo Darín dan muestra de lo lejos que han llegado las artistas de origen libanés.

La diáspora en América Latina casi triplica los 5 millones de habitantes de Líbano, país que actualmente atraviesa una crisis por la guerra entre el grupo armado Hezbolá asentado en territorio libanés y las fuerzas de Israel.

Shakira en Líbano en 2003
Getty Images
Shakira, cuyos apellido libanés Mebarak viene de su padre, visitó Líbano en más de una ocasión.

Pero el éxito de esta comunidad en América Latina no fue automático. Fue a base de lo que el historiador mexicano de origen libanés Carlos Martínez Assad llama “una migración solidaria” que los llevó a establecerse en diversos países de la región.

“Algunos estuvieron primero en Venezuela o Colombia y luego se vinieron a México. Y al revés, gente que estuvo en México terminó en otro país de América Latina. O a Estados Unidos y viceversa, primero llegaron allá y se vienen a México. Es un fenómeno de establecimiento de redes”, explica el investigador, autor de una basta colección de libros y publicaciones sobre la migración libanesa.

Pero lo que caracterizó a esta comunidad, y que los llevó a fijarse en el imaginario social, fue el comercio. Encontraron las formas y los medios para llevar productos a muchos puntos de los países que adoptaron y así establecer sus bases en la industrialización y modernización de América Latina.

¿Por qué dejaron Líbano?

El país que hoy es Líbano fue durante tres siglos (1516-1918) parte del Imperio Otomano, que dominó extensas porciones de Medio Oriente, el norte de África y la península de los Balcanes en el este de Europa.

Fue en el siglo XIX cuando la región del Monte Líbano comenzó a experimentar una época convulsa, en buena medida por la disputa por el poder político, económico y religioso entre los cristianos maronitas y los musulmanes drusos.

Los maronitas vieron cómo a partir de la década de 1840 empezó a haber escasez de alimentos y oportunidades, dice Martínez Assad. Y con el estallido de una guerra con los drusos, vinieron las primeras oleadas de emigración a partir de 1860.

“Hubo 60 años de gran inestabilidad en la región”, explica el historiador. Muchos de los maronitas se dirigieron a Europa, Asia, Oceanía y África. Pero otros también apuntaron al pujante continente americano.

Una ilustración de la masacre de maronitas de 1860
Getty Images
En la década de 1860 hubo matanzas de cristianos maronitas en el conflicto con los drusos.

La Primera Guerra Mundial, en la que el Imperio Otomano hizo alianza con las Potencias Centrales, generó una nueva oleada de emigrantes. “Los turcos reclutan a jóvenes, sin importar su religión, los agarran de la calle. Por eso mucha gente, para proteger a los hijos, los sigue enviando a otros países, como los de América”,

Eso explica en buena medida por qué la migración libanesa a América se caracterizó por la llegada de gente joven.

Se sabe que en un inicio muchos libaneses fueron llevados desde Europa a los países de la región latinoamericana con intermedio de agentes. Muchos tenían intención de llegar a EE.UU., pero fueron engañados y llevados a países como Brasil, Venezuela, Cuba o México.

Otros vieron en los países de América Latina un lugar con oportunidades.

Los comerciantes

El hecho de que los libaneses que emigraban de su país fueran cristianos, de la rama de los maronitas que practican un ritual cercano al católico, facilitó en buena medida su adaptación y aceptación cultural en los países de la región, explica Martínez Assad.

“Va a permitir el contacto mucho más amplio, incluso favorece los matrimonios, algo que no sucedió con otras comunidades, como los judíos o los asiáticos”, señala.

El territorio libanés otomano también tuvo una fuerte relación con Francia. Durante la conflictiva década de 1860, las fuerzas francesas defendieron a los maronitas y tras la Primera Guerra Mundial el territorio libanés fue un protectorado francés. Eso explica que culturalmente hubo mucho intercambio entre ambas partes.

Por ello, considera Martínez Assad, la francofilia de los libaneses les ayudó a la adaptación a otras lenguas romances, como el español y el portugués de los países de América Latina.

Ya desembarcados en América, se produjo un “fenómeno de establecimiento de redes” de libaneses que les permitió extenderse más allá de los principales puertos y ciudades.

“En Líbano hay algo que se le da mucha importancia al pasado fenicio, que aunque fue hace miles de años, queda en el inconsciente la idea de ser mercaderes. De tirarse al mar para la aventura y vivir de lo que se produce”, dice el historiador.

Un vendedor
Archivo General de la Nación Argentina
Los libaneses se hicieron buenos comerciantes, pero una imagen de vendedor ambulante fue la que se fijó en el imaginario colectivo.

Los libaneses se dedicaban, en general, al comercio y la agricultura en Líbano.

Pero es esa primera actividad la que empiezan a desarrollar en América Latina. Quienes no eran comerciantes en el pasado, entienden que en países como Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México o Venezuela hay necesidad de establecer cadenas de distribución.

Y así es que muchos “se dan a la tarea de irse a muchos poblados”.

En Brasil se dio uno de los primeros fenómenos de los llamados “mascates” que caracterizarían a los libaneses en el continente: eran vendedores ambulantes que cargaban a cuestas una enorme caja con productos novedosos, muchos traídos del exterior, que iban vendiendo por las calles y las plazas.

Una figura que se replicó en otros países rápidamente y que llevó a los libaneses a adquirir ese perfil social de comerciantes de todo tipo de productos y novedades.

Si bien ser cristianos y adaptarse al idioma les permitió ir echando raíces en los países de la región. también enfrentaron algunas resistencias. En Sudamérica, en particular, los empezaron a llamar “turcos”, en ocasiones con un dejo despectivo, por su acento al hablar español y el hecho mismo de que vinieran del imperio dominado por Turquía.

Pero de hecho, la migración libanesa también se fundió con la de los sirios (vecinos de Líbano) que llegaron a América para probar suerte, lo que los llevó a ser puestos socialmente en el mismo grupo migrante aunque en estricto sentido fueran de origen diferente.

El monumento a la migración libanesa en Ciudad de México
Getty Images
En Ciudad de México hay un monumento a la migración libanesa.

Su prosperidad

Aunque Martínez Assad destaca que no todas las familias de origen libanés que hoy viven en América Latina son adineradas, fueron un grupo social que tuvo cierta prosperidad a lo largo del siglo XX.

Muchos comerciantes pasaron de ser vendedores ambulantes a establecer locales comerciales. Las redes para mover mercancías ya no solo se limitaron a un nivel local o regional, sino que comenzaron a establecer agencias de importación.

Las segundas y terceras generaciones de libaneses en América Latina también tuvieron mayor acceso a la educación universitaria, lo que fue clave para las familias.

Los Slim en México, los Char en Colombia, o la Jafet en Brasil, pero también otras cuantas familias en otros países de la región, pusieron las bases de lo que hoy son grandes empresas e industrias desde la década de 1920.

Miembros de la comunidad libanesa en CDMX
Getty Images
La diáspora libanesa ha alcanzado altos espacios en los negocios y la política.

Y con los negocios también abrieron la puerta de la política, desde su acceso a puestos locales hasta los nacionales. En Brasil, el país con la mayor población de origen libanés, Michel Temer es un político de origen libanés que llegó a ser presidente (2016-2018). Pero también cientos de políticos de esa comunidad han pasado por el Congreso.

Ecuador también tuvo al presidente Abdalá Bucaram (1996-1997), México a Plutarco Elías Calles (1924-1928) y Argentina a Carlos Menem (1989-1999). Dos altos funcionarios venezolanos son Tarek William Saab y Tareck El Aissami, que tienen origen sirio-libanés.

Shakira y Salma Hayek son dos de las artistas latinoamericanas que más lejos han llegado en la música y el cine, respectivamente.

También crearon fundaciones, hospitales y su comida se empezó a conocer mediante restaurantes en las principales ciudades de América Latina.

El poder político y económico, sin embargo, también ha atraído escándalos de corrupción. En México, dos miembros de la comunidad, de las familias Nacif y Kuri, estuvieron involucrados en casos de pederastia. Situaciones individuales que terminan por salpicar a toda la comunidad.

Mirar desde lejos

Para Martínez Assad, la prosperidad de la comunidad vino a consecuencia de la dedicación al trabajo de las primeras generaciones.

“Algo que se exalta mucho es el trabajo y yo creo que es cierto. Yo procedo de una familia que mis tíos se levantaban a las 5 am para arreglar su negocio. Pasaban todo el día la tienda. Y en la noche seguían arreglando los negocios del día siguiente”, señala.

En la actualidad, los constantes conflictos sociales y militares en Líbano en las últimas dos décadas -en especial la lucha del grupo armado chiita Hezbolá con Israel- ha sido vista con preocupación por la comunidad libanesa.

Sin embargo, Martínez Assad percibe cierta distancia, cuando menos en la comunidad mexicana cristiana maronita.

“No hay migración de vuelta ni mucho conocimiento de lo que ocurre en Líbano. La política es muy compleja de entenderla. El gobierno está conformado por grupos religiosos, de 18 religiones que hay en Líbano”, señala

Situaciones como el conflicto actual con Israel, que ha emprendido incursiones contra Hezbolá en el sur de Líbano, sin embargo, no dejan de ser “muy lamentables” para los libaneses que tienen que ver desde lejos el conflicto en el país que para sus ancestros fue su hogar y que les da identidad a miles de kilómetros de distancia.

Como escribía Fawaz: “Ser libanés es dejar Líbano pero Líbano no te abandona jamás. Ser libanés es tener un país que nunca he vivido pero es el mío”.

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