Para entender mejor
Tras las decisiones del gobierno de Estados Unidos como la imposición de aranceles, las proyecciones de la actividad económica en México podrían tener un debilitamiento, y afectará el funcionamiento del sistema financiero.
Durante la presentación del Reporte de Estabilidad Financiera, Victoria Rodríguez, gobernadora del Banco de México, indicó que hay riesgos macro financieros que, en caso de materializarse, podrían afectar el adecuado funcionamiento del sistema.
“Destaca un debilitamiento pronunciado de la actividad económica tanto global como nacional con mayor potencial de sorpresas en la trayectoria de las condiciones financieras globales. (…) Si bien el mundo está enfrentando una incertidumbre importante, que tiene altibajos, cambios en las decisiones que está tomando Estados Unidos. En realidad, las autoridades de nuestro país han estado muy cercanas, como sabemos, al amparo del T-MEC, lo que le da una solidez o un marco a nuestro país que puede aprovecharlo”, dijo Rodríguez.
Aclaró que pese a la debilidad que atraviesa la actividad económica de México, la desocupación se mantiene en niveles históricamente bajos. Por lo que se encuentran esperando que la economía muestre mayores tasas de crecimiento a partir del próximo año.
“Estamos previendo que el reciente incremento en la inflación general y subyacente que vemos en realidad sea solo en el corto plazo y hacia adelante retomen su tendencia a la baja”, destacó.
La gobernadora del Banco de México comentó que el peso mexicano registró volatilidad temporal, pues las decisiones del presidente de EU, Donald Trump generó incertidumbre en la política comercial.
En ese sentido, presumió que la moneda mexicana tuvo apreciación durante ese periodo, en línea con la debilidad del dólar estadunidense.
“El comportamiento de los mercados financieros internacionales estuvo influenciado principalmente por la incertidumbre generada por los cambios en la política comercial de Estados Unidos”, dijo Rodríguez Ceja, quien también mencionó que, en este contexto, “las primas de riesgo han presentado aumentos con episodios de volatilidad”, explicó.
Tras los escenarios simulados adversos en materia de crédito y liquidez, la gobernadora del Banxico presentó resultados de las pruebas de estrés aplicadas al sistema bancario.
Añadió que, en dichos escenarios, México y su sistema bancario conservó su capacidad de intermediación.
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“Las pruebas de estrés nos muestran que el sistema bancario nacional mantiene su resiliencia ante escenarios extremos, incluyendo la posible recesión en Estados Unidos o una sorpresiva baja en la calificación soberana”, sostuvo.
La risa no es solo un pasatiempo agradable ni un lujo ocasional. Es un pilar fundamental en nuestra salud.
¿Alguna vez se ha puesto a reír con alguien que apenas conoce? Tal vez fue por una broma tonta o, incluso, por el simple hecho de oír el sonido de esa persona riendo.
No importa si es la primera vez que la vemos o si no compartimos intereses con ella, porque en ese momento estamos conectados por una simple y poderosa reacción: la risa.
La risa como reflejo biológico se confirma en diversos estudios que muestran que los bebés ya sonríen hacia el primer mes de vida y empiezan a reír alrededor de los tres meses, incluso antes de comprender las dinámicas sociales que los rodean.
De forma similar, las personas sordociegas, que nunca han visto ni oído una risa, también ríen de manera espontánea, lo que subraya el carácter innato de este comportamiento.
Sorprendentemente, la risa no es un rasgo exclusivo de nuestra especie.
Investigaciones recientes han descubierto que al menos 65 especies de animales —como vacas, loros, perros, delfines o urracas— emiten sonidos similares cuando juegan o incluso cuando les hacen cosquillas, como les ocurre a los simios y a las ratas.
Esto sugiere que la risa no es algo exclusivamente humano, sino que tiene raíces evolutivas muy antiguas, compartidas con otros animales.
De hecho, las carcajadas de los simios al jugar podrían ser el origen evolutivo de nuestra risa. A diferencia del habla, que requiere un lenguaje complejo, la risa es instintiva y contagiosa, lo cual refuerza el sentimiento de pertenencia al grupo.
Los científicos creen que esta función social surgió probablemente con el Homo ergaster hace unos dos millones de años, ya que generaba cohesión grupal sin necesidad del lenguaje.
Pero ¿por qué ciertos estímulos nos resultan graciosos? La gelotología, la ciencia que estudia la risa, lleva años buscando una respuesta a esta pregunta. Y pese a las más de veinte teorías que intentan explicarlo, no existe un consenso definitivo.
Sin embargo, la mayoría de los modelos actuales coinciden en tres factores clave: la percepción de una violación de expectativas (incongruencia), la evaluación de esa violación como inofensiva y la simultaneidad de ambos procesos.
Es decir, la risa aparece cuando algo desafía nuestras expectativas de forma repentina pero inofensiva, y lo procesamos de manera inmediata.
Por ejemplo, si alguien tropieza con una cáscara de plátano y se levanta riendo, nuestro cerebro registra la sorpresa (“¡qué inesperado!”) y, al comprobar que no hay riesgo (“solo es una caída tonta”), libera esa tensión con una carcajada de alivio porque no existe una amenaza real.
Este mecanismo explica por qué un chiste fallido no causa gracia (falta sorpresa) o por qué un accidente real no es cómico (el suceso no es inofensivo).
Sin embargo, no todos los estímulos humorísticos son universales.
Las diferencias culturales, personales y contextuales afectan profundamente lo que se considera gracioso. Un mismo chiste puede resultar cómico en una cultura, ofensivo en otra o completamente irrelevante en una tercera.
Pero ¿qué ocurre en nuestro cerebro desde que percibimos algo gracioso hasta que nos reímos?
Diversos estudios han demostrado que el procesamiento del humor involucra múltiples regiones. Así, mientras la incongruencia se detecta en la corteza prefrontal dorsolateral, la unión temporo-occipital evalúa su carácter inofensivo.
Una vez confirmada esta ausencia de riesgo, se producen cambios en la sustancia gris periacueductal y se activa el circuito de recompensa (liberando el neurotransmisor dopamina), lo que finalmente desencadena la risa.
Curiosamente, no todas las risas son iguales.
La risa emocional ligada a un estado de placer genuino es innata y espontánea, activando principalmente estructuras cerebrales asociadas a la recompensa emocional, como el núcleo accumbens y la amígdala.
En cambio, la risa voluntaria es aprendida y funciona como una herramienta social para imitar o reforzar vínculos emocionales y depende de áreas cerebrales responsables de movimientos conscientes.
Así, cada tipo de risa refleja mecanismos neuronales distintos: lo automático frente a lo social.
Además, se ha observado que los jóvenes tienden a mostrar una mayor activación en las zonas vinculadas al placer emocional, lo que refleja una experiencia más intensa y primaria del humor.
En cambio, en los adultos se encienden más aquellas áreas relacionadas con el procesamiento complejo, la reflexión asociativa y la memoria autobiográfica.
Esto explicaría cómo debido a la experiencia acumulada, los adultos contextualizan el humor mediante la memoria y prefieren estilos complejos (como el sarcasmo), mientras que los jóvenes, con menos experiencias vitales, buscan estímulos inmediatos (como el humor físico o absurdo).
Más allá de su dimensión emocional y social, la risa tiene también un potente efecto terapéutico.
Cuando reímos, el sistema opioide endógeno —relacionado con sensaciones de placer y calma— se activa, promoviendo la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, sustancias clave en el bienestar psicológico y en la reducción del estrés.
Diversos estudios avalan la eficacia de la risa para mejorar la calidad de vida, especialmente en personas mayores, donde la frecuencia de la risa se asocia a menor riesgo de discapacidad funcional.
La llamada risoterapia ayuda a reducir niveles de cortisol (hormona del estrés), aliviar la depresión y la ansiedad, mejorar la calidad del sueño e incluso a aumentar la tolerancia al dolor.
Los efectos positivos de la risa se extienden también al ámbito hospitalario: en niños y adolescentes sometidos a procedimientos médicos, la presencia de payasos ha demostrado reducir significativamente la ansiedad, el dolor y el estrés.
En definitiva, la risa no es solo un pasatiempo agradable ni un lujo ocasional. Es un pilar fundamental en nuestra salud y en el bienestar social. Aprender a reír más, a buscar motivos de alegría en lo cotidiano, puede ser tan crucial para nuestra vida como cuidar la alimentación o hacer ejercicio físico.
La risa tiene la capacidad de transformar nuestra biología, nuestra mente y nuestras relaciones. Quizá el humorista Victor Borge (1909-2000) tenía razón cuando dijo que es la distancia más corta entre dos personas.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para ver la versión original.
**Marta Calderón García es investigadora en cognición, comportamiento y neurocriminología de la Universidad Miguel Hernández en España.
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